sábado, 19 de marzo de 2011

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza




LA VERDAD Y LA LíNEA RECTA

Hoy, 20 de marzo, será largamente recordado en el mundo oriental.  Su Santidad Tenzin Gyatso, la XIV reencarnación del Dalai Lama hace efectiva   a partir de hoy su renuncia a la función política  desempeñada hasta ahora dentro del Parlamento Tibetano.  Desde su coronación en 1950 el Dalai, actualmente de 75 años de edad recibió, entre otras muchas distinciones el  premio Nobel de la Paz en 1989,  como guía espiritual y político del budismo tibetano en el exilio, en la región de Dharamsala, en la India.   Por muy diversos cauces su filosofía se ha difundido a todo el orbe, sin que nada de ello haya conseguido arrancar de él la humildad, la sencillez, o la alegría casi infantil que refleja su perenne sonrisa. 

   Traigo a este espacio el liderazgo del Dalai quien se autocalifica como “un simple monje”, vegetariano, orientado hacia la compasión, carente de posesiones materiales, y quien buena parte de sus misiones de paz en oriente las  hizo recorriendo a pie la región de los Himalayas. Figura totalmente   opuesta al paradigma de líder político que identificamos por estos rumbos: Ampuloso, hablador,  que se enriquece de manera descomunal a partir de su entrada en funciones, y quien suele manejar una incongruencia entre lo que dice y lo que hace, en niveles que van de moderados a groseros.

   ¡Cómo beneficia volver de cuando en cuando a las cosas más simples de la vida!  A  la naturaleza, a la convivencia con niños, a la música instrumental, a las lecturas de los inmortales.   Con relación a estas últimas, si nos detenemos un poco a analizar, hallaremos que por regla, a mayor sabiduría de un maestro, más sencillo y entendible es su lenguaje.

   En el mundo de apariencias que el Neoliberalismo pretende tatuarnos en la conciencia, nos dejamos apantallar fácilmente  por  lo que aparenta ser muy elaborado.   Aquello que   de primera instancia parece elegante, y más si lleva incluido algún galicismo, suele dejarnos boquiabiertos, así de ingenuos somos a veces.  En una segunda lectura podremos descubrir que el pensamiento más grande en la historia ha sido dicho de formas muy simples, para ejemplo el Nuevo Testamento, en el cual Jesús predica a los más sencillos mediante parábolas fáciles de entender.

   Para  calcular la manera en la cual el consumismo intenta enfocar nuestra atención hacia las apariencias,   utilizando la falacia de que lo que se muestra como aristocrático  tiene mayor valor, vayamos a un ejemplo cotidiano: De diez  comerciales que se transmiten en los cortes de cualquier programa televisivo,  contemos cuántos  se enfocan a las apariencias.  Es sorprendente descubrir que en ocasiones llegan a ser ocho o nueve de diez, lo que  revela la manera como el sistema, tramposamente  tiende a crear nuevas necesidades al consumidor, que se traduzcan en beneficios económicos para los anunciantes.

   En alguna de sus disertaciones mencionaba nuestro gran poeta Octavio Paz, que la cualidad de la poesía es precisamente sintetizar en la brevedad de una línea una gran verdad.  Lo mismo podría aplicarse al Dalai, a Teresa de Calcuta o a Rabindranath Tagore, todos ellos Premios Nobel, quienes de manera simple y llana nos han colocado una lente mental para ver la vida de otra manera, por cierto más trascendente.

   El Dalai, aún dentro de la investidura como XIV reencarnación, reconoce que el problema político con China estuvo fuera de su alcance resolverlo, así como los recientes movimientos que involucraron resistencia  por parte de monjes tibetanos exiliados.  Lo dice con sencillez, partiendo de su condición humana; no lo  envuelve como tamal en cien justificaciones para eximirse de responsabilidad, ni  lo maquilla con palabrería.   Se acoge a la verdad y reconoce su limitación para  abarcar ambas funciones, líder espiritual y jefe político del Tíbet.

   ¡Cuánto hay que aprender de estos grandes iluminados!  ¡Qué alentador resulta abrevar de sus  enseñanzas y oxigenarnos,  para comenzar a aligerar la carga que hoy vuelve nuestro paso lento, y en ratos hasta doloroso!   El mejor conducto para lograrlo es la lectura, procurar sus consejos, traer en el bolsillo un texto impreso para leerlo mientras esperamos en la fila, o   aguardamos nuestro transporte.   Resulta divertido, aunque en el fondo es patético,   cuánto  temor tenemos a estar solos con nosotros mismos, aunque sea por unos instantes.   Al momento en que quedamos   desprovistos de compañía,  nerviosamente echamos mano de algo, generalmente del teléfono móvil, ¡bendito  celular!,  para exorcizar esos  terribles demonios de la solitud, y así romper ese espacio “de mí conmigo”, que  idealmente  podría aprovecharse de manera maravillosa para  el crecimiento personal.

   Hay inscripciones que perdurarán  mientras haya ojos para leerlas, pues   contienen las grandes verdades de todos los tiempos. El Dalai nos deja como legado su vida misma, una   enseñanza auténtica y sólida acerca de la verdad y la línea recta.

COSAS NUESTRAS de Jorge Villegas



La Viga
Por las prisas, la mujer deja el automóvil estacionado a mitad de la calle.
Su marido llegó a tiempo al trabajo volándose todos los semáforos, porque se levantó tarde.
Como quiera, a la tarde llegará a la pulga a comprar la película que ganó el Óscar.
Todavía no llega a las pantallas, así que hay que comprarla en copia pirata.
Van a guardar uno de los autos porque no ha pagado tenencia ni nuevas placas.
¿Libros? No hay en casa más que los escolares.  Total, nadie lee.
Lo que sí hacen es conversar de sobremesa, sobre los hijos y su educación.
Concluyen que la escuela es un desastre.  Mira la falta de valores en los niños.
jvillega@rocketmail.com;

DESDE JAPÓN: Ejemplo de lealtad entre amigos

Un video que ha dado la vuelta al mundo. A unos días del terremoto y tsunami en Japón, estos perros nos dan una lección viva de lealtad y cuidado. Finalmente lograron ser rescatados y puestos a salvo en un refugio, pero queda la interrogante: ¿Cualquiera de nosotros hubiera hecho  algo así  por un semejante?...

EL SACRAMENTO DE LA SONRISA: Por Martín Descalzo


Si yo tuviera que pedirle a Dios un don, un solo don, un regalo celeste, le pediría, creo que sin dudarlo, que me concediera el supremo arte de la sonrisa. Es lo que más envidio en algunas personas. Es, me parece, la cima de las expresiones humanas.

Hay, ya lo sé, sonrisas mentirosas, irónicas, despectivas y hasta ésas que en el teatro romántico llamaban «risas sardónicas». Son ésas de las que Shakespeare decía en una de sus comedias que «se puede matar con una sonrisa». Pero no es de ellas de las que estoy hablando. Es triste que hasta la sonrisa pueda pudrirse. Pero no vale la pena detenerse a hablar de la podredumbre.

Hablo más bien de las que surgen de un alma iluminada, ésas que son como la crestería de un relámpago en la noche, como lo que sentimos al ver correr a un corzo, como lo que produce en los oídos el correr del agua de una fuente en un bosque solitario, ésas que milagrosamente vemos surgir en el rostro de un niño de ocho meses y que algunos humanos -¡poquísimos!- consiguen conservar a lo largo de toda su vida.

Me parece que esa sonrisa es una de las pocas cosas que Adán y Eva lograron sacar del paraíso cuando les expulsaron y por eso cuando vemos un rostro que sabe sonreír tenemos la impresión de haber retornado por unos segundos al paraíso. Lo dice estupendamente Rosales cuando escribe que «es cierto que te puedes perder en alguna sonrisa como dentro de un bosque y es cierto que, tal vez, puedas vivir años y años sin regresar de una sonrisa». Debe de ser, por ello, muy fácil enamorarse de gentes o personas que posean una buena sonrisa. Y ¡qué afortunados quienes tienen un ser amado en cuyo rostro aparece con frecuencia ese fulgor maravilloso!

Pero la gran pregunta es, me parece, cómo se consigue una sonrisa. ¿Es un puro don del cielo? ¿O se construye como una casa? Yo supongo que una mezcla de las dos cosas, pero con un predominio de la segunda. Una persona hermosa, un rostro limpio y puro tiene ya andado un buen camino para lograr una sonrisa fulgente. Pero todos conocemos viejitos y viejitas con sonrisas fuera de serie. Tal vez las sonrisas mejores que yo haya conocido jamás las encontré precisamente en rostros de monjas ancianas: la madre Teresa de Calcuta y otras muchas menos conocidas.

Por eso yo diría que una buena sonrisa es más un arte que una herencia. Que es algo que hay que construir, pacientemente, laboriosamente.

¿Con qué? Con equilibrio interior, con paz en el alma, con un amor sin fronteras. La gente que ama mucho sonríe fácilmente. Porque la sonrisa es, ante todo, una gran fidelidad interior a sí mismos. Un amargado jamás sabrá sonreír. Menos un orgulloso.

Un arte que hay que practicar terca y constantemente. No haciendo muecas ante un espejo, porque el fruto de ese tipo de ensayos es la máscara y no la sonrisa. Aprender en la vida, dejando que la alegría interior vaya iluminando todo Cuanto a diario nos ocurre e imponiendo a cada una de nuestras palabras la obligación de no llegar a la boca sin haberse chapuzado antes en la sonrisa, lo mismo que obligamos a los niños a ducharse antes de salir de casa por la mañana.

Esto lo aprendí yo de un viejo profesor mío de oratoria. Un día nos dio la mejor de sus lecciones: fue cuando explicó que si teníamos que decir en un sermón o una conferencia algo desagradable para los oyentes, que no dejáramos de hacerlo, pero que nos obligáramos a nosotros mismos a decir todo lo desagradable sonriendo.

Aquel día aprendí yo algo que me ha sido infinitamente útil: todo puede decirse. No hay verdades prohibidas. Lo que debe estar prohibido es decir la verdad con amargura, con afanes de herir. Cuando una sola de nuestras frases molesta a los oyentes (o lectores) no es porque ellos sean egoístas y no les guste oír la verdad, sino porque nosotros no hemos sabido decirla, porque no hemos tenido el amor suficiente a nuestro público como para pensar siete veces en la manera en la que les diríamos esa agria verdad, tal y como pensamos la manera de decir a un amigo que ha muerto su madre. La receta de poner a todos nuestros cócteles de palabras unas gotitas de humor sonriente suele ser infalible.

Y es que en toda sonrisa hay algo de transparencia de Dios, de la gran paz. Por eso me he atrevido a titular este comentario hablando de la sonrisa como de un sacramento. Porque es el signo visible de que nuestra alma está abierta de par en par.

Hagamos este año el propósito de sonreír.

Tomado de:  www.valoresyvirtudes.com.ar el día 17 de marzo del 2011

PRODIGIO DE NIÑOS COREANOS EN LA GUITARRA

¡Increíble la destreza de estos pequeñines de jardín de niños a la guitarra!

Texto del Dr. César Espinoza Wong, desde Perú


LA CLAVE ES EL ENTUSIASMO

Mamá quería que yo fuera una gran persona y se le ocurrió que para ello tenía que estudiar en el mismo colegio que mis hermanos. Al terminar 3º de Primaria en la Escuelita Fiscal Nº 500, llevó mis papeles al Eguren de Barranco, tuve que postular y en la cola una madre lloraba porque su hijo no había sido admitido; me acuerdo mucho que el evaluador dijo:

-Señora su hijo tiene malas notas, en cambio este chico (señalándome a mí) trae tan buenas notas que nosotros queremos que estudie aquí.

Esa fue la primera vez en mi vida que caí en la cuenta de lo importante que eran las notas.

Para ir de la casa al colegio había que tomar ómnibus, tranvía, microbús o tener bicicleta. Yo recibía una propina que me llevaba al colegio, pero no me traía y encima no podía comer nada. Por eso iba y regresaba a pie. Una cosa es ir a pie sano y otra muy diferente es ir con ataque de asma, eso es lo que me pasaba. En esa época, la medicina había encontrado un tratamiento con bomba nebulizadora que echaba un pulverizado en la boca que me dejaba un persistente sabor a moneda sucia; además, había unas gotas para la nariz de color negro que eran tan ardientes como la pepa del ají Limo y después de su aplicación no sólo no podía hablar (porque pasaba hasta la boca y laringe dejándome casi mudo) sino que me dejaba un tinte negro en las encías que no salía con facilidad. Para empeorar las cosas, habían descubierto un supositorio que mamá me ponía todos los días el cual ardía tanto y era tan doloroso que no quería abrir las nalgas y me dejaba llorando con el ano ardiendo. Después, a caminar con las rodillas juntas y con la sensación de que te han roto algo y le han echado ají. Así iba todos los días, aprendí a subirme a los micros y ómnibus a la volada y tirarme de ellos con el pie derecho cuando venia el cobrador o el que revisaba los boletos. Nunca llegué tarde al colegio, y jamás usé el pretexto de mi enfermedad. Recuerdo que dejaron la tarea de dibujar la manzana con el Epicarpio, Mesocarpio y Endocarpio; estaba en 4º de primaria, pasé toda la noche dibujándola y pintándola con acuarelas, poniéndole las etiquetas con letra de molde, con mi asma encima, el ano que me ardía y la nariz negra y dolorosa. Cuando lo llevé al colegio, ya mi cuerpito no jalaba, entonces me acerqué donde el profesor Elguera Soto y le dije.

-Profesor me siento mal, solo he venido a entregar la tarea de hoy.
-Alumnos, vean a su compañero, ejemplo de responsabilidad. Nunca lo olviden.

Y aprendí el significado de la palabra responsabilidad.

Con tanta subida y bajada de polizón, un día me pescaron.

-Oye niño, ya nos cansaste, deja de ir de gorra y paga tu pasaje.
-Señor no tengo plata y estudio en Barranco
-¿Quieres trabajar?
-¿Con usted?
-Sí, empezarías de 4pm a 8pm, y si algún micro de la línea te ve, puedes viajar gratis.

Estaba en 5º de primaria, corrí donde Mamá y le conté, me miró y abrazó, y me dijo: - Si quieres trabajar, hazlo. Tú puedes, hijo.

Así, empecé como cobrador con el permiso de la vieja y la total ignorancia de mi viejo, que siempre venía tarde a casa porque el pobre dobleteaba en el ómnibus y el taxi. Mis hermanos ni se preocupaban. La plata se la entregaba a mamá y empecé a tener plata en el bolsillo, comía papas rellenas y chanfainita en el colegio, con gaseosa Bimbo. Hasta me alcanzaba para invitar sanguito.

Un día sábado de verano, un señor me ofreció trabajo en su tienda, de limpieza. El se bajaba en la 33 de Petit Thouars, y yo vestía unos zapatos negros, rotos por encima y que mi viejita había cosido con pabilo; estaban bien embetunaditos.

-¿Niño tu no estudias?
-Hasta las 2 de la tarde señor.
-Toma mi tarjeta, búscame, tengo un trabajo para ti.

Cuando le conté a la vieja, nos animamos y el sábado siguiente me presenté. Era un trabajo de limpieza de 4pm a 8pm, de lunes a viernes. Sábado hasta la 1pm y domingos en la mañana. Me pagaba el doble que el microbusero. Empecé con todas las ganas. Mi primer trabajo fue limpiar el baño del almacén; como en Lima cortaban el servicio de agua, la mayólica de las paredes, increíblemente, estaban pintadas de deyecciones. Fue difícil aguantar eso con mi asma, pero después de varias horas, dejé limpio el baño. Me acuerdo mucho que la mayólica era 4 veces mi mano; cuando después de los años volví a tocar la mayólica, era una y media vez mi mano. Yo había crecido.

No recuerdo que haya dejado de trabajar, jamás. Es cierto que tuve épocas en que estuve impedido de laborar, pero me las ingenié para hacerlo, haciendo lo que los demás no sabían hacer o mejor que los que sí sabían hacerlo.

Al pasar los años, en la compañía donde trabajaba, el cargo máximo al que se podía llegar era Supervisor; no existían los cargos de Jefe, Subgerente, Coordinador o Gerente; al menos, nunca los habíamos visto. Esos cargos eran ocupados en planillas por los familiares de los dueños, que no trabajaban. Un día corrió la voz de que habían contratado a una mujer para el puesto de Gerente de Ventas; ella tenía una maestría hecha en Europa y había trabajado para los grandes en Estados Unidos; sonaba mucho eso de que era Expositora Internacional de Oster. Cuando vi a la Señorita Silvia Guajardo, me quedé impresionado por cómo dirigía y ordenaba a los “jefes” que antes admiraba por su carácter, decisión, firmeza y conocimientos. Ellos le hacían caso sin chistar, y cuando alguien le decía que no tenía razón, ella les replicaba con una recatafila de datos que sustentaban lo que decía, citas de autores que la apoyaban y relatos de experiencias de otras empresas que hacían que nadie pudiera vencerla. Dios sabe que muchos lo intentaron. Al segundo día de su llegada, me acerqué a ella y después de presentarme con mucha caballerosidad (tenía 15 años) le dije que quería ayudarla en todo, que me gustaría comprender sus ordenes y para eso necesitaba que ella me diera el nombre de algunos libros para leer. Se sorprendió tanto por lo que le dije que al día siguiente me trajo 30 centímetros de altura de libros y me dijo:

-Señor Espinoza, el libro más importante que debe leer y por donde le sugiero que empiece es éste, y sacó de la pila “Hacia el éxito por el entusiasmo” de Norman Vincent Peale.

Tuve muchos tiempos bravos y en todos ellos, con depresión, con lágrimas, con soledad, con derrota, sin salidas, en todos ellos busqué en mi mente, en mi corazón, afuera, en los libros, en las conversaciones, en las películas piratas que compraba, en todo lo que chocara conmigo: ENTUSIASMO. Sabía que a partir de encontrar esa palabra, todo lo demás vendría solo.

Pude convertir a un niño asmático sin nada, en un científico y músico. Logramos, con mi esposa, concluir Medicina Humana. Aunque a veces estuve sin trabajo, perseguido políticamente, con amenaza para mi vida, y obligado a estar en la clandestinidad, conseguí los recursos para que mi hija estudiara arquitectura y mi hijo música y natación. Enseñé pregrado y postgrado en 3 universidades, alcancé el máximo nivel en la administración pública a los 45 años, y como no había donde más subir, comencé de nuevo todo. Hice consultorías en Proyectos de Inversión, escribí un libro de Promoción de la Salud de alcance Nacional para que la atención individual migre hacia la salud familiar y ahora atiendo emergencias médicas y ginecobstetricas, además de mi trabajo en el privado como cirujano adjunto. Tengo tiempo para detenerme a oler el perfume de las flores y en días soleados piso pasto. ¿Cuál es mi secreto?: Entusiasmo.

Cuando Jorge, postrado en el Hospital Rebagliatti, volteó, me miró y dijo:

-Ejemplo de perseverancia

Sí, el entusiasmo me convirtió en un ejemplo de perseverancia. Al final, veo algo bueno en todo. No me doy por vencido. Y cuando empiezo algo, o varios “algos” simultáneamente, le doy toda mi dedicación, duermo menos, me esfuerzo más y pienso mucho. No busco la recompensa inmediata, espero con tranquilidad mientras, una a una, voy venciendo las dificultades. Tuve muchas desgracias en la vida, y aunque sé que parece tonta la respuesta, el entusiasmo siempre me sacó adelante. Conozco mucha gente con mucha fe pero sin entusiasmo, que al final ni siquiera lograron dar el primer paso porque las dudas les ganaban. Hay quienes contaban con todos los recursos, parientes que los empujaban y con su pequeño esfuerzo nunca salieron de la mediocridad. También hay algunos que se lamentan de todo lo que les pasó, que no tuvieron ésto o que alguien no los quiso suficiente, y usan su biografía como pretexto para justificar su fracaso. Los llamados “pobres” son un excelente ejemplo de fracasados crónicos; no es la falta de dinero el origen de sus males, es la falta de entusiasmo. El entusiasmo no se compra, tampoco te lo pueden trasladar cuando lo necesitas. El entusiasmo es un hábito, es algo que vas construyendo de a pocos, es una manera de ser, una forma de pensar, una actitud, es tu forma de moverte, es la respuesta que siempre buscas cuando algo no te sale bien. Toda mi vida, cuando encontré una dificultad, algo imposible que realizar, una cosa que no lograba aprender, un objetivo demasiado grande, algo inalcanzable, siempre busqué un punto por el cual entusiasmarme. No existe lo inalcanzable, lo imposible, el fin, lo difícil, lo improbable. Al final de la jornada puedo encontrarme tan adolorido y cansado que camino como viejito; pero en retrospectiva, las ganas y el esfuerzo son lo que se necesita para lograr lo deseado. Saber que todo anuncia que voy al fracaso me entusiasma. Es imposible, por eso lo hago.
Dr. César A. Espinoza Wong, 24 de febrero del 2011 

César A. Espinoza Wong combina varias artes en su vida: Es médico cirujano, con especialidad en Epidemiología y Salud Comunitaria; actualmente trabaja en un servicio de Urgencias , y para complementar su perfil profesional ha cursado varias maestrías que lo convierten en catedrático, especialista en Gerencia y Gestión de Proyectos.  Además se da tiempo para escribir y para componer; para muestra este botón.




ARTESANÍA PURÉPECHA: El Maque

Artesanía ancestral,  rica en colores y formas, a base de pigmentos naturales sobre madera o bules (también conocidos como guajes), unos frutos de  cierta   variedad de acacia mexicana . Esta técnica de grabado y pigmentación es propia del estado  de Michoacán.  
Otro rasgo distintivo de  este estado en el centro de México, es recibir año con año, allá por octubre,  el flujo migratorio  de mariposas Monarca, para cumplir su ciclo vital en los bosques de oyamel de este estado, y del  estado de México.  En el mes de marzo emprenden  su  retorno a  Canadá, en un viaje misterioso y mágico de más de 4,000 kilómetros.

domingo, 13 de marzo de 2011

CONTRALUZ por Marìa del Carmen Maqueo Garza

LA LECCIÓN DE LA ARAñA
En un mundo en el  que en ratos todo parece girar en torno al dinero, tiende a perderse la calidad humana. Nos enteramos de crímenes atroces que están ocurriendo, no   del otro lado del mundo,  sino justo en nuestras calles, en nuestras colonias,  con nuestra propia gente.
   De momento nos preguntamos de dónde surgieron aquellos homicidas que parecen no tocarse el corazón al descargar sus armas letales por dinero, o si  es posible que en su interior no les  genere ningún malestar hacerlo, o lo que es más grave, si  acaso aquella orgía de sangre les causa placer.  Nos preguntamos dónde se hallaba aquel muchacho de dieciocho o veinte años antes de convertirse en sicario; si   conoció el amor de una madre, si tuvo  hermanos o  amigos; si estuvo en una escuela, o cuáles  habrán sido sus juegos de infancia…
    Igual sucede al atestiguar el proceder de muchas de nuestras autoridades, que hacen uso de  su investidura para amedrentar y saquear a la  ciudadanía.   Es  doloroso descubrir  cuanto dinero está siendo invertido en acciones de seguridad pública que no funcionan, y que  paradójicamente  agravan el problema.  
    Frente a los hechos, podemos desgañitarnos gritando contra el gobierno, lo que tendrá pobres resultados; podemos caer en esa vorágine de descomposición social y corrompernos.  O bien, comenzar por identificar aquellas pequeñas acciones que yo como ciudadano he hecho o dejado de hacer, y que de alguna manera, al conjuntarse con las pequeñas acciones del resto de los mexicanos, han dado lugar a esta plataforma  desde la cual hoy son disparados los grandes misiles de la delincuencia organizada, la corrupción, la impunidad, y la indolencia, que tanto nos dañan.
   En   mi función como ama de casa,  al momento de vaciar una cubeta con agua en el vertedero; algo llamò poderosamente mi atenciòn: De una a otra pared  de aquel espacio una araña   comenzaba a hacer su red,  misma que para entonces  estaba constituida por un único  hilo justo en el punto donde  acababa de dejar caer con cierta fuerza el agua. Lo asombroso es que  el hilillo no hizo más que vibrar, para  terminar indemne, con un par de gotas pendiendo de su porción central.   Tal es la resistencia del material secretado por la araña, y que  agregado gota a gota  llega a formar una tela capaz de soportar un gran peso,    un prodigio màs de la naturaleza.
   Vino entonces a mi mente un símil entre la tela de araña y las acciones que como ciudadanos emprendemos cada día, todo aquello que hacemos o dejamos de hacer, partiendo de una trampa del pensamiento: Hago algo indebido, y  como  no tengo enfrente  las caras de aquellos a quienes  mi acción podría dañar,  continúo haciéndolo. Esto es, cuántas veces abusamos en el uso de cajones especiales para personas con discapacidad sin necesitarlos: Puede más la comodidad, la molicie, o esa absurda sensación de  sentirme poderoso a lo tonto,  haciendo lo que quiero por encima de lo  debería hacer.  Lo mismo aplica a vialidades, me paso la luz roja “porque soy muy diestro al volante”.  En cuestión de beneficios económicos obtengo una ganancia personal que no me corresponde,  bajo el argumento que dice: “de que me la lleve yo, a que se la lleve mi compadre…”   O sustraigo consumibles  diversos mermando los inventarios de la empresa donde trabajo “que al cabo no pasa nada”, y además    aplauden mi generosidad cuando los tomo    para  favorecer a familiares o amigos.  Dejo de hacer lo que en justicia me correspondería, “que al fin que nadie cumple con hacerlo”.   Y así se va engrosando la maraña de acciones faltas de ética, que a la vuelta del tiempo han generado el grave problema que ahora  nos tiene contra la pared a todos.
   Es justo el momento de modificar nuestra actitud, de empezar a sumar pequeñas grandes acciones a favor de nuestra patria.  Yo respeto el derecho de otros,  independientemente de lo que los demás hagan; yo trato de ser justo, aún cuando haya tantas injusticias.  Yo cuido el ambiente y no tiro basura,  invitando asì  a otros a hacer lo mismo.   Si alguna lección de civilidad puedo dar, que sea  a través del ejemplo; los discursos moralistas no funcionan.  Actúo honestamente en lo que a mì corresponde, e instruyo a mis hijos a hacer lo mismo,  a resistir  aquello que  intenta sustraerlos de sus obligaciones ciudadanas.   Y finalmente,  pongo fe en  lo que hago y fortaleza para no desfallecer.
   La lección de la araña fue en lo personal impactante;  me demostró que en efecto, la suma de pequeñas acciones  deriva en un gran resultado.  Y a  estas alturas del partido algo es cierto: O recomenzamos a la brevedad, o nos hundimos  en el mar de las lamentaciones.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Alto

La verdad, ya me harté de conversar sobre los horrores de la violencia.

Todo mundo tiene una historia que contar; pasó en su barrio, en su familia .

Hay crónicas de miedo sobre tiroteos en la calle, en los caminos.

Platican del comerciante extorsionado, del adolescente tableado.

Se alimenta así el desaliento y se concreta el terror buscado por los delincuentes,

Quizá debemos zafarnos de esa vorágine de terror que nos obsesiona y enerva.

Proponernos ya no conversar sobre temas macabros: Menos que nadie con los niños.

Vamos a pensar ,en cambio, en hacer algo. Lo que sea. Menos quedarnos quietos .


jvillega@rocketmail.com

GABO canta a la mujer

Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,
y algo en tu sangre late y no reposa
y en su tallo de agua, temblorosa,
la fuente es una líquida armonía.

Si alguien llama a tu puerta y todavía
te sobra tiempo para ser hermosa
y cabe todo abril en una rosa
y por la rosa se desangra el día.

Si alguien llama a tu puerta una mañana
sonora de palomas y campanas
y aún crees en el dolor y en la poesía.

Si aún la vida es verdad y el verso existe.
Si alguien llama a tu puerta y estás triste,
abre, que es el amor, amiga mía.
Gabriel García Márquez

POESÍA DE IDA VITALE en el marco del ENCUENTRO DE MUJERES siglo XXI


IDA VITALE
Poeta  uruguaya nacida en Montevideo en 1924.
Estudió Humanidades en su país, siendo profesora de literatura hasta 1973 cuando la dictadura la forzó al exilio.
Vivió en México de 1974 a 1984, radicándose definitivamente  en Austin, Texas, desde 1989.
Su obra lírica, caracterizada por una honda emoción expresada de manera lúcida y privada de patetismos,
la convierten en una de las voces principales de la llamada generación del 45, y en la actualidad,  en nombre
insoslayable del panorama poético hispanoamericano.
Además de poeta, es autora de artículos periodísticos y de crítica literaria, así como de numerosas traducciones.

La palabra infinito

La palabra infinito es infinita,
la palabra misterio es misteriosa.
Ambas son infinitas, misteriosas.
Sílaba a sílaba intentas convocarlas
sin que una luz anuncie su dominio,
una sombra señale a qué distancia de ellas
está la opacidad en que te mueves.
Van a algún punto del resplandor y anidan,
cuando las dejas libres en el aire,
esperando que un ala inexplicable
te lleve hasta su vuelo.

¿Es más que su sabor el gusto de la vida ?

De "De procura de lo imposible" 1998
Mariposa, poema

En el aire estaba
impreciso, tenue, el poema.
Imprecisa también
llegó la mariposa nocturna,
ni hermosa ni agorera,
a perderse entre biombos de papeles.
La deshilada, débil cinta de palabras
se disipó con ella.
¿Volverán ambas?
Quizás, en un momento de la noche,
cuando ya no quiera escribir
algo más agorero acaso
que esa escondida mariposa
que evita la luz,
                                 como las Dichas.

De "De procura de lo imposible" 1998

 
Otoño

Otoño, perro
de cariñosa pata impertinente,
mueve las hojas de los libros.
Reclama que se atienda
las fascinantes suyas,
que en vano pasan del verde
al oro al rojo al púrpura.

Como en la distracción,
la palabra precisa
que pierdes para siempre.

De "Reducción del infinito" 2002


Residua

Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce
a un gris residuo en la memoria.

De los antiguos viajes quedan
las enigmáticas monedas
que pretenden valores falsos.

De la memoria sólo sube
un vago polvo y un perfume.
¿Acaso sea la poesía?

De "Parvo Reino" 1984







THINK DIFFERENT

POESÍA: María del Carmen Maqueo Garza



EL PADRENUESTRO DE LOS VIEJOS
…Dame hoy el Alzheimer de cada día,
el que me permite borrar las memorias dolorosas, 
por más grandes que sean,
y volver a vivir como haría un niño
el momento presente
como el más grandioso.
Y líbrame de todo mal recuerdo.
AMÉN.

BALLET ACROBÁTICO CHINO