domingo, 19 de junio de 2011

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


MOVER MONTAÑAS
Desde 1910 comenzó a festejarse en diversos países  el Día del Padre a partir de la iniciativa de la norteamericana Sonora Smart, avecindada en Spokane, Washington.  Fue la    hija mayor de William Jackson Smart, quien enviudó al nacer el sexto de sus hijos, quedando solo   al  cuidado de todos.  Sonora  propuso a su comunidad religiosa establecer una fecha para homenajear al padre,  sugiriendo el 5 de junio, onomástico del suyo propio. Quedó finalmente  fijada el tercer domingo de junio a partir de 1916, durante la administración del presidente Woodrow Wilson.    
   Es importante festejar hoy a papá, consentirlo y por qué no, regalarle aquello que adivinamos que le va a gustar.  Pero en esta ocasión  es igual de importante hacer  una pausa  para revisar los elementos que hacen de su autoridad paterna la piedra angular del edificio llamado “familia”.  Si la familia es la unidad fundamental de la sociedad, y nuestra sociedad está en problemas, habría qué analizar  dónde está   fallando la autoridad  paterna, puesto que ese edificio familiar ha perdido  la solidez  de otros tiempos, y amenaza con desmoronarse.
   La función que tradicionalmente reconocemos para  papá es la de proveedor; en el hogar de la primera mitad del siglo veinte   él salía a trabajar y regresaba con el sustento, mientras la madre se ocupaba de administrarlo.  Dichos roles han sufrido radicales transformaciones de manera que hoy, aunque ambos trabajen y aporten, a la figura del padre corresponde ejercer el  liderazgo.  No puede haber dos capitanes por nave.
   Una segunda función paterna es la de  insertar a los hijos en el mundo exterior.  En casa las cosas no  son tan severas como serían allá afuera; aquí el  castigo por  infringir las leyes  familiares no es necesariamente proporcional a la falta.  La madre muchas veces se doblega frente al hijo, enviándole así el mensaje equivocado; él supondrá que al igual como sucede en casa, allá afuera puede salirse con la suya impunemente, algo que en sociedades civilizadas no sucede.  Es entonces la autoridad del padre, más racional que la madre, lo que ayudará al hijo a establecer un marco de referencia dentro del cual conducirse.
   Una tercera función paterna consiste, en fijar responsabilidades y pedir cuentas.  Puede haber cierto grado de negociación, pero no de chantaje,  algo poco sano para la relación entre padres e hijos, pero sobre todo para el futuro de estos últimos.  El padre tiene las herramientas para que el hijo asuma las consecuencias de sus actos y aprenda de ello.
   Ningún padre es perfecto, eso lo sabemos, y más vale que él no lo oculte frente al  hijo, pues también de ello  habrá enseñanza.   El hijo aprende fundamentalmente del testimonio de los padres, de la forma como él  observa su modo de reaccionar. Es mil veces más aleccionador un error paterno que se corrige, que uno que se oculta hasta que el hijo termina por descubrirlo con desencanto.
   El mensaje para los padres en su día sería: Primero que nada estén allí, háganse presentes, no  en el silencio, no tras las barreras, sino en el amor vivo de los pequeños momentos.
   No teman ensuciarse  el mejor pantalón.  Hay  mil formas de hacerlo limpiar, y no siempre habrá manera de recuperar  el tiempo  que están dejando pasar ahora.
   Rían y jueguen con sus hijos.  Sepan que ellos cambiarían todo lo que les han regalado en su vida  por una tarde al lado de  papá haciendo juntos algo divertido.
   Impongan primero la autoridad moral y luego la formal.  Un golpe muy duro para un hijo es descubrir que su padre no es congruente entre lo que hace y lo que predica.
      Padre: No quieras hacer de tu hijo una copia de ti mismo.  Desde el momento en que es concebido él tiene un lugar en el mundo y el derecho a conquistar su propia estrella.
   Enséñale con tu ejemplo, con tu presencia tangible, que lo más importante en la vida no es lo que uno tiene sino lo que uno es.
   Aconséjalo más que sermonearlo.  Acarícialo en vez de sacudirlo.   Cuéntale tu propia  historia en lugar de gritarle.  Y eso sí, jamás lo pongas en ridículo frente a otros.
   Si vas a imponer un castigo,  cuídate de hacerlo en el momento inmediato, pues te moverá la ira y no la razón.  Tampoco lo retardes tanto que él no comprenda por qué lo castigas.
   Recuerda: La varonía no se mide de la piel hacia afuera; es una cualidad que radica en el centro del pecho del más hombre, colma sus acciones, y es capaz de brotar en lágrimas cuando   el dolor se impone.
   Nuestra sociedad sufre por falta de líderes, y el primer líder dentro del hogar eres tú, ese padre firme y amoroso  capaz de mover montañas.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Superhombre
Nos frustra que no aparece el superhombre que resuelva los problemas de México.
Y la propuesta de presidenciables no incluye a nadie extraordinario.
En el sector privado son buenos para criticar pero tampoco hay ya liderazgo.
No se ve un Eugenio Garza Sada que piense en México, además de sus negocios.
No es para desilusionarse.  Pasó el tiempo de los caudillos.
No hay héroes que soporten el escrutinio constante de los medios.
Éstos son tiempos para la gente ordinaria, como usted, como yo.
Todos unidos para integrar un superhombre juisticiero.  ¿Lo intentamos?

EXALTACIÓN PATERNA: Por Plinio Parra (colombiano)

Hijo mío:
Esfuérzate por mirar en cada rosa un átomo de Dios. Y quizá Dios vuelva a inventar la primavera, a causa de tus ojos.
Esfuérzate por respetar los derechos de la bestia y del insecto. Y quizá Dios acoja con indulgencia nuestros defectos, a causa de tu justicia.
Esfuérzate por ver en cada desvalido una prioridad. Y quizá Dios extienda su ala sobre la desvalida Tierra, a causa de tu compasión.
Esfuérzate por recordar siempre que detrás de toda voz palpita un corazón. Y quizá Dios escuche con mayor solicitud nuestros ruegos, a causa de tu nobleza.
Esfuérzate por comprender cuan importante es el chiste de cada prójimo en la sonrisa del mundo. Y quizá Dios nos perdone algunas lágrimas, a causa de tu buena voluntad.
Esfuérzate por contemplar en cada ser humano una catedral. Y quizá Dios aborte el próximo Diluvio, a causa de tu fe.
Esfuérzate por descubrir en cada signo del mundo, incluso en la calamidad, el pulso firme de la Providencia. Y quizá, cuando llegue la hora de la tribulación, Dios nos dé su mano, a causa de tu sabiduría.
¡Insiste, insiste, insiste, muchacho! ¡No te rindas! Y quizá Dios nos ofrezca otra oportunidad, al considerar tu obstinación.

Prosa poética con motivo del Día del Padre


  LAS ENSEÑANZAS DE MI PADRE

Mi padre me enseñó a luchar con todas las fuerzas por un ideal,   a  no ponerme límites en  mi afán por conquistarlo.
Con su ejemplo vivo aprendí que no hay edad para abandonar los sueños, y  que correr riesgos hace de su búsqueda la mejor presea.
Me  demostró que lo importante a lo largo de la  vida es  el compromiso con uno mismo, con  las propias metas, al margen de lo que otros digan.
Por él supe que la expresión “no puedo” está  proscrita en el vocabulario del verdadero triunfador.
A través  de mi padre   aprendí   que la cuna se honra y se bendice a lo largo de toda la  existencia.
Sus  años de  enfermedad me enseñaron  que los males  del cuerpo son sólo escollos  que no  han de detener  los  afanes del alma.
Por mi padre     entendí que  los sentimientos en el corazón de un hombre no le restan varonía.
Y  alcancé a descubrir que cuando  llegas al final del camino por la vía difícil, un coro de ángeles sale a recibirte a las puertas del cielo prometido.

María del Carmen Maqueo Garza

VIEJO: Canción por Piero

Reivindicar a Nuestros Padres: Icono de mayo 2011 de FREEDOM, Asociación de Psicología Humanista



 Hace 89 años en México se celebró por primera vez el día de las madres, cuando esto sucedió, ya muchos países lo celebraban. Al inicio de este festejo, los motivos de celebración eran variados, sin embargo todos coincidían con el fin de engrandecer la figura de los padres y fortalecer los lazos familiares. En junio le toca al padre; siempre progenitor, muchas veces proveedor, algunas otras protector y profeta, y en menor frecuencia pastor y pontífice.

Hoy, después de algunos ayeres, podemos darnos cuenta que esto se ha vuelto una estrategia más de la mercadotecnia, para inducir a la gente a un consumismo extravagante y excesivo, lejos de fortalecer los lazos familiares.

Somos personas que parecemos sufrir de un terrible Alzheimer prematuro, pues olvidamos muy pronto quiénes son esas mujeres en realidad y lo que el festejo representa. Hoy las usamos como un motivo más para estar a la moda o a la altura de los demás, las usamos para competir en ver quién gana en dar el mejor y más costoso obsequio. El 10 de mayo ofrece, para muchos, una oportunidad para apaciguar las culpas del resto de los días del año, cargados de indiferencia y olvido. Es necesario reivindicarnos.

El Alzheimer comienza a irse cuando ese ser se marcha y es cuando vienen las culpas eternas de los inservibles “si hubiera”. Demasiado tarde…

Ahora desde pequeños, se nos permite la osadía de gritarle y mover a mamá a nuestro antojo, nos estorba todo el tiempo que no está supliendo uno de nuestros caprichos, odiamos que nos diga el cómo hacer las cosas.

Cuando somos adolescentes, a veces les decimos que su única ocupación es arruinarnos la vida, pues nos creemos omnipotentes; pensamos que nadie es más experto que nosotros, y el mundo se nos hace chiquito. En nuestra adultez temprana pensamos que los entendemos porque empezamos a ver que no todo es como creíamos, pero no dejamos de suponer que no saben cómo funcionan las cosas; pensando que mamá es “tan anticuada….” o que “el viejo ya está chocheando”.

En nuestra etapa  madura, llegamos a sentirnos tan perfectos y sabiondos, dándoles consejos a nuestros hijos sobre cómo educar a los de ellos, entorpeciendo su labor y consintiendo en exceso a los pequeños nietos, restándoles autoridad a sus  padres. Ya para esas alturas estamos regañando a nuestros papás, por no adecuarse a la tecnología, por no adaptarse a lo nuevo. Nos falta paciencia para sobrellevar su natural necedad y sus ideas extravagantes. En ese punto de nuestro camino, ya olvidamos que así nos vimos algún día cuando niños y así nos veremos en unos años. Enviamos a nuestros viejos a un asilo, porque después de nuestra jubilación estamos tan ocupados como para atenderlos o cuidarlos. No recordamos que ya nos dieron su vida muchos años antes. Otra vez el “Alzheimer”.

¿Por qué siempre nos caen los veintes fuera de tiempo?

Por eso, para que esa mujer de cabello cano no termine en soledad y en una cama, es importante reivindicar su papel. Para que nuestro viejo, que creció con el siglo, no termine padeciendo las filas eternas para una pensión de hambre, es necesario reivindicarlo. Ahora. No mañana. Si hoy los bañamos y cambiamos pañales, es una forma pequeña de saldar esa deuda de las muchas veces que lo hicieron con nosotros.

 Es tiempo de reivindicarlos ahora, no mañana, no en la sala de espera del hospital esperando la noticia trágica. Es ahora, no mañana, no en el borde de una tumba, ni estrujando las flores, que siempre serán más lindas en la mesa de centro de la “casa grande” que en una lápida solitaria.

¿Por qué tenemos que entender las cosas demasiado tarde, cuando ya no hay tiempo, cuando ya no escuchan  un “perdóname” cuando ya no pueden oler las flores ni mirarlas?

Por eso, las sabias y sencillas palabras de Ana María: “En Vida Hermano, En Vida…”

Reivindicarlos. Reivindicarnos. La vida es un ciclo. Ayer recibimos, hoy nos toca dar. Porque sin duda alguna hay algo que pensar cuando miramos la silueta frágil de nuestros viejitos: todos vamos para allá…

Autora:   Lic. Psic. Iris Azareel Vázquez Cruz

VIDEO: Papá, te estoy observando.