domingo, 13 de enero de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


COMO EN EL PARKASÉ
Solemos olvidar la forma tan contundente como las experiencias de los primeros años marcan nuestra vida de adultos.   Hay sin embargo chispazos que nos remiten muchos años atrás a vivencias propias de la niñez, y es entonces cuando entendemos lo importante que es que nuestros niños puedan vivir una infancia prometedora.
   Desde que comencé a publicar en los periódicos y hasta la fecha, mi gran problema es ponerle nombre al niño.  Tanto así me cuesta, que en la colaboración de la semana pasada plasmé solamente medio título, y por una terrible omisión de mi parte, así lo envié para publicación.  Experiencia que queda como parte de mi anecdotario personal.
   En esta ocasión la palabra que venturosamente llegó a mi mente para ilustrar el contenido de la presente colaboración es “Parkasé”, juego de mesa que siendo pequeña jugaba con mis papás.   Los gustos paternos en cuanto a juegos de mesa eran éste, el dominó y el ajedrez, pero de alguna manera mis recuerdos de infancia  están ligados al Parkasé como nuestro juego familiar;  mismo que ahora viene a salvar el título de esta colaboración.
   Todavía no se cumple un mes del tiroteo en una escuela primaria norteamericana que dio por resultado la muerte de veinte niños y seis adultos, cuando se presenta otro incidente  similar en una escuela californiana.  En esta ocasión con saldo de un estudiante herido de gravedad, hacia el cual iban dirigidos los proyectiles disparados por un adolescente de dieciséis años quien ingresó al plantel escolar con una escopeta y un arma corta, en busca de este compañero buleador en particular.  Como él mismo lo expresó, no tenía intenciones de disparar contra nadie más.
   La tragedia del mes de diciembre nos puso a pensar con relación a la facilidad con que se adquieren armas de asalto en los Estados Unidos; ahora   ésta lleva a una doble reflexión: Por una parte nos señala la prevalencia de fenómenos de hostigamiento escolar, muy probablemente  agravados por la tibieza de las autoridades escolares para contrarrestarlo. Y por otra parte nos lleva a entender que la comunicación está perdida en muchos sentidos, entre los propios estudiantes, entre estudiantes y maestros, y entre padres e hijos.
   Haber nacido en los tiempos actuales implica para nuestros niños y jóvenes llevar una gran carga encima.  Las cosas son para ellos bastante más complicadas de lo que fueron para nosotros, pero esto no los exime de hacerlas bien.
   Con relación a la comunicación hay muy diversos elementos que la bloquean.   Las familias  actuales en ocasiones son monoparentales,  de tipo compuesto,  o bien son disfuncionales. En cualquiera de estos casos   la comunicación tiene mayor riesgo de distorsionarse o  perderse, de manera que el niño no  logra desarrollar las herramientas para una buena comunicación fuera de casa.
   Hay dos características muy propias de nuestros tiempos: El materialismo y el hedonismo.  La conjunción de ambos puede llevarnos a esperar que las cosas se cumplan a la primera y con el mínimo esfuerzo, partiendo del plano material.  Esto es, que la consecución de una tarea implique, como en el Parkasé, esperar, combinar puntos y diseñar una estrategia, nos desalienta, y optamos por descartar de entrada la realización de dicha tarea.
   Cuando esta falta de comunicación convive con tendencias agresivas como el bullying, las cosas se complican más.  El buleador acompañado de su grupo hará la vida imposible al buleado que habitualmente termina por sentirse abatido.  Pero también se dan casos como el actual, el chico cansado de que lo fastidien se envalentona decidido a que las cosas cambien, y la única forma que tiene en mente para dicho cambio es la de las armas.
   Aun cuando un adolescente ya es capaz de asimilar el concepto de la muerte,  dentro de su pensamiento no ha terminado de asumir que ésta es definitiva, y que una vez instalada no hay vuelta para atrás.  Es por esta premisa propia de su edad que los suicidios consumados en adolescentes suelen deberse a un error de cálculo de su parte, pues en realidad no tenían contemplado “morirse morirse”, sino solamente morir por un rato, mientras tal o cual condición externa cambiaba.
   Un arma de alto poder en las manos de un adolescente constituye un gran riesgo para la sociedad entera, todos lo sabemos.  Además representa la vía terrible para tratar de entablar comunicación entre un chico resentido y su hostigador, por la vía de la sangre.
     Enseñemos a nuestros jóvenes el Parkasé de la vida.  Las armas de fuego no son vehículo efectivo de comunicación. Mediante su uso no se logra nada más que un riesgo de muerte. Abordemos a nuestros chicos, conozcamos qué hay en su cabeza y en su corazón, no sea que un día lamentemos no haberlo hecho. 

A RAJATABLA por Jorge Villegas

Joven de 90 años
La historia de Monterrey, ciudad centenaria, se nutre de una abigarrada colección de experiencias que van de lo heroico a lo pragmático.  De lo visionario a lo mezquino.
Es fácil distorsionar su imagen por falta de perspectiva de sus habitantes.  Exagerar sus malos ratos para reducirla a nido de delincuentes y ciudadanos apáticos.
Contar su historia con sentido, orden y visión generosa, ha sido la tarea formidable realizada por el maestro Israel Cavazos Garza en su larga y fecunda tarea como cronista de Monterrey y Guadalupe.
A sus noventa años de edad, el maestro Cavazos aún le toma el pulso y los signos vitales a una ciudad que creció impetuosa en derredor de él.  Y en medio de su mundanal ruido, él sigue escuchando a la ciudad niña que se arrulla con los montañeses del Álamo y despierta con el legendario silbato de Fundidora.
La obra de Cavazos, vasta y puntual, es el referente obligado para comprender las proezas nacionalistas de los empresarios, el tenaz esfuerzo de generaciones de trabajadores, de académicos y de líderes sociales.
Israel estaba ahí, pluma en ristre, cuando el río arrasaba sus laderas, cuando se edificaban los palacios y los templos.
Suya es la crónica fidedigna de las jornadas de fundación de Monterrey, de los ataques de los indios, del surgimiento de una clase media ejemplar en el país.
En sus 90 años Israel encarna la historia de su ciudad: Ciudad y hombre de destino.

Carmen de Bizet con Tom y Jerry

CONTRATO DE USO PARA UN iPHONE PARA UN ADOLESCENTE

Querido Gregory:
¡Feliz Navidad! Ya eres el orgulloso propietario de un iPhone. ¡Impresionante! Eres un chico de 13 años bueno y responsable y te mereces este regalo. Pero junto con el regalo vienen una serie de normas y obligaciones. Por favor, lee con detalle el siguiente contrato. Espero que comprendas que es mi deber educarte para que llegues a ser un adulto sano y maduro, capaz de funcionar en el mundo y de coexistir con la tecnología, no de vivir controlado por ella. El incumplimiento de esta lista significará que  este contrato habrá terminado. 
Te quiero muchísimo y deseo compartir varios millones de mensajes de texto contigo en el futuro.
 

1. El teléfono es mío. Yo lo he comprado. Yo lo he pagado. Te lo estoy prestando. ¿No soy maravillosa?

2. Siempre sabré la contraseña.

 3. Si el teléfono suena, contéstalo. Es un teléfono. Di hola, sé educado. Nunca ignores una llamada si la pantalla dice "Mamá" o "Papá". Nunca.

4. Entrega el teléfono a tu padre o tu madre sin falta a las 19.30 en días de colegio y a las 21 en fin de semana. Permanecerá apagado durante la noche y lo volveremos a encender a las 7.30 de la mañana. En horarios cuando no harías una llamada al teléfono fijo -que podrían contestar los padres-, no llames ni envíes un mensaje. Haz caso a tu instinto y respeta a otras familias como nos gusta que nos respeten a nosotros.

5. El teléfono no va a la escuela contigo. Habla en persona con la gente a la que envías mensajes. Es una actividad vital. Lo de las medias jornadas, las excursiones y las actividades extraescolares tendremos que estudiarlo especialmente.

6. Si se cae a la taza del baño, se destroza al caer al suelo, o desaparece, tú serás responsable de lo que cueste arreglarlo o sustituirlo. Corta el césped de algún jardín, cuida niños, ahorra dinero de tu regalo de cumpleaños. Algo pasará, así que debes estar preparado.

7. No emplees esta tecnología para mentir, burlarte o engañar a los demás. No participes en conversaciones dañinas para otros. Sé un buen amigo antes que nada, o si no, mantente al margen de la línea de fuego.

8. No digas nada, ni por mensaje, ni por correo electrónico, ni por teléfono, que no dirías en persona.

9. No digas nada, ni por mensaje, ni por correo electrónico, ni por teléfono, que no dirías en voz alta con sus padres presentes. Censura tu lenguaje.

10. Nada de pornografía. Busca en Internet información que no te importe compartir conmigo. Si tienes alguna pregunta sobre algo, hazla en persona; preferiblemente a tu padre o a mí.

11. Apágalo, ponlo en modo de silencio o apágalo en público. Sobre todo en un restaurante, en el cine o mientras estés hablando con otra persona. No eres un maleducado; no permitas que el iPhone te cambie.

12. No envíes ni recibas fotos de tus partes íntimas ni de las de otra persona. No te rías. Algún día tendrás la tentación de hacerlo, a pesar de tu gran inteligencia. Es peligroso y podría arruinar tu vida de adolescente, universitario o adulto. Es una mala idea, siempre. El ciberespacio es vasto y más poderoso que tú. Y es difícil conseguir que desaparezca algo de semejante magnitud, incluyendo una mala reputación.

13. No tomes millones de fotos y vídeos. No es necesario documentarlo todo. Vive tus experiencias. Quedarán almacenadas en tu memoria para toda la eternidad.

14. Deja el teléfono en casa a veces y siéntete seguro y a salvo al hacerlo. No está vivo ni es una prolongación tuya. Aprende a vivir sin él. Tienes que vencer el miedo de perderte algo.

15. Descarga música que sea nueva, o clásica, o diferente a la de los millones de chicos como tú que escuchan exactamente las mismas cosas. Tu generación tiene la mayor facilidad de acceso a la música que ha existido jamás. Aprovecha ese don. Amplía tus horizontes.

16. Juega a un juego de palabras o de inteligencia de vez en cuando.

17. Mantén los ojos abiertos. Mira el mundo a tu alrededor. Asómate a una ventana. Escucha a los pájaros. Sal a pasear. Habla con un desconocido. Pregúntate cosas sin necesidad de googlearlas.

18. Meterás la pata. Te confiscaré el teléfono. Nos sentaremos a hablar sobre ello. Volveremos a empezar. Tú y yo estamos aprendiendo sin cesar. Estoy de tu parte. Estamos juntos en esto.

Espero que te parezcan bien estas condiciones. La mayoría de las enseñanzas que enumero sirven, no sólo para el iPhone, sino para la vida. Estás creciendo en un mundo rápido y cambiante. Es emocionante y seductor. Mantén  las cosas  en la medida de lo posible. Confía en tu inteligencia y en tu gran corazón  antes que en cualquier máquina. Te quiero. Espero que disfrutes de tu increíble iPhone.
Mucho amor:
Mamá
Tomado de: http://www.huffingtonpost.com/janell-burley-hofmann/iphone-contract-from-your-mom_b_2372493.html el 11/01/2013

IMAGINANTES con José Gordon: Juan Rulfo y los murmullos

LA POBREZA EN LA ABUNDANCIA por Gaby Vargas

Un café hasta hace pocos años, era sólo un café. Al pedirlo, no había más opciones que con leche o sin leche. En cambio ahora puedes escoger si lo quieres suave, mediano, robusto o con sabor caramelo, moca, vainilla o canela; puedes pensar si se te antoja un capuchino, un frapuchino, un maquiato, misto, americano, latte o expreso, que tenga doble carga o sea descafeinado; frío, con hielo o caliente, con menta o con chocolate blanco. Además, puedes decidir entre las diversas opciones de tamaño, envases o tipos de azúcar que el mercado ofrece.

En ninguna otra época de la historia de la humanidad las personas habíamos tenido tantas opciones y ofertas, no sólo en cuanto a esta bebida estimulante y deliciosa, sino de cualquier otro tipo de producto: canales de televisión, refrescos, tecnologías, marcas de ropa y demás.

La razón de que las opciones se multipliquen es la búsqueda de la riqueza, pero también de la felicidad. La pregunta pertinente es: “¿Por qué a pesar de todas estas opciones no somos más felices que antes?”. Las investigaciones sobre el bienestar muestran que no sólo no somos más felices, sino que los índices de insatisfacción se han elevado. Lo anterior se comprueba al ver las cifras mundiales de depresión, consumo de drogas y suicidios.

Con esta información podemos concluir que los bienes materiales no aumentan el nivel de felicidad de una persona. La felicidad no se puede comprar. Punto. ¿Cuánto nos dura el placer de haber comprado algo anhelado por mucho tiempo?

Lo anterior se debe a lo que se conoce como “principio de adaptación”. Es decir, los humanos tenemos una gran capacidad para adaptarnos a nuevas circunstancias, sean éstas placenteras o incómodas.

La única manera de evitar adaptarte a la satisfacción es estar consciente de lo afortunado que eres y agradecer por ello.

Todo mercadólogo sabe que el deseo de adquirir un bien material se alimenta de la creencia de que “carecemos de algo” para ser aceptados por los demás o para ser totalmente felices. Recordemos aquella frase: “Gozamos poco por lo mucho que tenemos y sufrimos mucho por lo poco que nos falta”.

Los estudios nos dicen que cuando una persona joven llega a la edad de 21 años, habrá visto un millón de comerciales en la televisión. Imagina el poder de los mercadólogos para que jugar con nuestros temores y deseos.

Compararnos con alguien que, según ciertos estándares o apariencias se encuentra mejor o tiene más que nosotros, conlleva un sentimiento de inferioridad y frustración. El resultado, es un consumismo que genera ingratitud. Es decir, la persona percibe su vida incompleta, aburrida y pobre. Incluso las relaciones se ven amenazadas. Los niños ven a sus papás poco "cool"; los adolescentes compran la idea de que su valía personal radica en usar tal o cual marca.

Una forma de protegernos de la manipulación es hacernos y hacer conscientes a nuestros hijos de que todo eso no es la verdadera felicidad.

La única forma de lograr la felicidad es vivir el presente. Reconocernos valiosos por naturaleza. Darnos cuenta de lo reducida que es la lista de lo realmente importante. Y, en especial, agradecer: agradecer a Dios, a la vida, a la pareja por la infinidad de bendiciones que tenemos. Esto sí es una forma de enriquecernos. ¿De qué sirve tener muchos bienes y no estar satisfechos? El ego, que nos hacer perseguir lo que no tenemos, no se puede satisfacer jamás, hacerle caso es vivir la pobreza en la abundancia.

Tomado de: http://www.gabyvargas.com/espiritu/la-pobreza-en-la-abundancia/ el 11/01/13

Les Luthiers: Estudios de los animales