domingo, 7 de julio de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

DESDE LAS MEMORIAS
Viajar en el tiempo  ha sido una de las mayores aspiraciones del ser humano de todas las épocas.   Se ha manifestado  a través de novelas como las  de Julio Verne o de H.G. Wells, en cuya trama los personajes se transportan al futuro,  hasta la serie de  películas de finales del siglo veinte  en las que un joven y su maestro, un científico loco, viajan en un vehículo a través del tiempo.
   A partir de la Teoría de la Relatividad de Einstein publicada en 1905 nos hemos preguntado ya con bases científicas si   este tipo de viajes son  finalmente posibles   Sin embargo para los ciudadanos comunes   desplazarse en el tiempo tiene más que ver con recuerdos que con viajar a la velocidad de la luz.  A través de reminiscencias albergadas en nuestra memoria,  estamos en posibilidad de  desplazarnos a épocas lejanas y, ¿por qué no? vivir de nueva cuenta momentos gozosos de nuestros primeros años.  
   La plática entre familiares o amigos es un excelente vehículo que nos permite  evocar esos momentos,  así como traer memorias que de otra manera no hubiésemos acaso recordado.   Los álbumes fotográficos nos permiten de igual modo el contacto visual con lo que éramos nosotros mismos  en otros tiempos, o bien visualizar  aquellos seres queridos que se han adelantado.
   Mientras se es joven no existe esa necesidad del reencuentro con tiempos pasados, pero conforme los años avanzan, y vamos  terminando de resolver situaciones laborales o familiares de primer orden,  es cuando comenzamos a  darnos la ocasión para  otro tipo de actividades, de modo tal que la  necesidad de entrar en contacto con tiempos pasados se  vuelve más imperiosa con la edad.
   Algunas familias han desarrollado la fabulosa costumbre de reunirse de tiempo en tiempo,  como un modo de seguir en contacto unos con otros, desde los fundadores hasta los retoños más jóvenes.  Constituye una práctica que no en todos los casos es posible llevar a cabo por diversas razones; para nuestra fortuna ya existen otros medios que de alguna manera van a suplir esta posibilidad de un encuentro físico, por modos virtuales de conocer las propias raíces,  y entrar en contacto con familiares.   Las opciones son muy variadas, y la creatividad permite a estos grupos humanos expandir la manera para mantenerse en comunicación unos con otros.
   Tomar un objeto que perteneció a alguno de nuestros mayores, y más cuando sabemos que lo apreciaba de modo especial, o si podemos recordarlo haciendo uso del mismo, representa una manera de entrar en contacto con aquella persona que está físicamente ausente.  Claro, sin caer en la acumulación, siempre es válido guardar algunos objetos representativos de ese ser amado, que de alguna manera lo vuelven presente  al ponernos en contacto con ellos.
   En lo personal resulta un misterio insondable el hecho de que podamos ver estrellas en el firmamento que en realidad son imágenes de cuerpos celestes que murieron hace mucho tiempo.  Tales son las dimensiones del universo que atestiguamos la imagen que tuvieron durante sus momentos más grandes actuales cadáveres astrales.
   Ello nos lleva a suponer que Einstein tenía la razón cuando hablaba de la primera Teoría de la Relatividad, la llamada “relatividad restringida” que sienta los principios matemáticos  de lo que sería el desplazamiento de un cuerpo a través del tiempo, como actualmente logra hacerlo a través del espacio.  Y definitivamente nos abre las puertas de la imaginación para creer que nuestro paso por este mundo es solamente una etapa de un largo proceso cósmico que nos corresponde vivir como seres espirituales.
   Cuando enfocamos los grandes males que ha  traído aparejados el consumismo, podemos identificar un común denominador  a todos ellos, es un ansia por tener, por adquirir, por avasallar.   A partir de esta idea no extraña que haya quien compre seiscientos trajes o cuatrocientas camisas, ni que haya quien coleccione autos deportivos o motocicletas como si fueran canicas.  Tampoco resulta ajeno imaginar que haya quién, con tal de poseer más cada día, sea capaz de poner precio a cualquier cosa, a cualquier persona.  Y a partir de allí se va extendiendo la espiral maligna que abarca progresivamente todo tipo de males, generados de aquella ansia muy humana de tener lo más que se pueda durante el paso por esta vida, con base en el supuesto de que con el último aliento nos volvemos polvo y nada más.
   Tengo un gusto particular por visitar panteones; no propiamente en los momentos cuando se lleva a cabo algún funeral y el ambiente se halla cargado de dolor y pérdida,  sino cuando todo lo que hay es soledad y paz.  Hallo maravillosas historias de vida, que cuentan que la muerte es sólo un pequeño paso en el proceso de expansión espiritual. Hablan desde las memorias hasta siempre.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Divorcios
Sufre nuestra sociedad una epidemia de divorcios.
En toda familia hay uno o varios matrimonios disueltos.
Suman legión los menores con un solo protector.
Entiendo que haya choque de caracteres, incompatibilidades.
Pero no comprendo al padre que ignora si sus hijos comieron hoy.
El que se acostumbra a verlos tres veces al año.
Es la expresión malsana de un egoísmo incurable.
¿Será mucho pedirles al menos paternidad responsable?
jvillega@rocketmail.com

DANZA Fabulosa danza estilo Tron

Una buena dosis de magia a los sentidos. Déjense llevar por el color y el movimiento.

POESÍA de Manuel José Othon

Camino a Real de Catorce, SLP.  Serranía en la que tal vez se habrá inspirado M.J. Othón para  esta poesía.

IDILIO SALVAJE

¿Por qué a mi helada soledad viniste
cubierta con el último celaje
de un crepúsculo gris?... Mira el paisaje,
árido y triste, inmensamente triste.

Si vienes del dolor y en él nutriste
tu corazón, bien vengas al salvaje
desierto, donde apenas un miraje
de lo que fue mi juventud existe.

Mas si acaso no vienes de tan lejos
y en tu alma aún del placer quedan los dejos,
puedes tornar a tu revuelto mundo.

Si no, ven a lavar tu ciprio manto
en el mar amarguísimo y profundo
de un triste amor o de un inmenso llanto.

II

Mira el paisaje: inmensidad abajo,
inmensidad, inmensidad arriba;
en el hondo perfil, la sierra altiva
al pie minada por horrendo tajo.

Bloques gigantes que arrancó de cuajo
el terremoto, de la roca viva;
y en aquella sabana pensativa
y adusta, ni una senda ni un atajo.

asoladora atmósfera candente
do se incrustan las águilas serenas
como clavos que se hunden lentamente.

Silencio, lobreguez, pavor tremendo
que viene sólo a interrumpir apenas
el galope triunfal de los berrendos.

III

En la estepa maldita, bajo el peso
de sibilante grisa que asesina,
irgues tu talla escultural y fina
como un relieve en el confín impreso.

El viento, entre los médanos opreso,
canta como una música divina,
y finge bajo la húmeda neblina,
un infinito y solitario beso.

Vibran en el crepúsculo tus ojos,
un dardo negro de pasión y enojos
que en mi carne y mi espíritu se clava;

y destacada contra el sol muriente,
como un airón, flotando inmensamente,
tu bruna cabellera de india brava.


IV

La llanura amarguísima y salobre,
enjuta cuenca de océano muerto,
y en la gris lontananza, como puerto,
el peñascal, desamparado y pobre.

Unta la tade en mi semblante yerto
aterradora lobreguez, y sobre
tu piel, tostada por el sol, el cobre
y el sepia de las rocas del desierto.

Y en el regazo donde sombra eterna,
del peñascal bajo la enorme arruga,
es para nuestro amor nido y caverna,

las lianas de tu cuerpo retorcidas
en el torso viril que te subyuga,
con una gran palpitación de vidas.

V

¡Qué enferma y dolorida lontananza!
¡Qué inexorable y hosca la llanura!
Flota en todo el paisaje tal pavura
como si fuera un campo de matanza.

Y la sombra que avanza, avanza, avanza,
parece, con su trágica envoltura,
el alma ingente, plena de amargura,
de los que han de morir sin esperanza.

Y allí estamos nosotros, oprimidos
por la angustia de todas las pasiones,
bajo el peso de todos los olvidos.

En un cielo de plomo el sol ya muerto,
y en nuestros desgarrados corazones
¡El desierto, el desierto... y el desierto!

VI

¡Es mi adiós...! Allá vas, bruna y austera,
por las planicies que el bochorno escalda,
al verberar tu ardiente cabellera,
como una maldición, sobre tu espalda.

En mis desolaciones ¿qué te espera?
-ya apenas veo tu arrastrante falda-
una deshojazón de primavera
y una eterna nostalgia de esmeralda.

El terremoto humano ha destruido
mi corazón y todo en él expira.
¡Mal haya el recuerdo y el olvido!

Aún te columbro, y ya olvidé tu frente;
sólo, ¡ay!, tu espalda miro cual se mira
lo que huye y se aleja eternamente.

EL REPARADOR DE SUEÑOS. Canta Silvio Rodríguez.

Para quienes no conozcan la canción de Silvio, les sugiero que pongan atención a la letra.
 
Gracias, Moisés por compartir.

REFLEXIONES PARA JÓVENES por Edgar Martínez



PON LA PIEDRA MÁS GRANDE EN TU VIDA

Imagina una caja mediana. Y en ella comienzas a depositar piedras pequeñas. Cuando casi está llena, decides poner la piedra más grande. Ya no hay lugar para ella. Si quieres que la piedra más grande entre, es la que tienes que poner primero. Después, las piedras pequeñas. Hasta que se llene la caja.

En nuestra vida es igual.

En tu caja llamada vida, haces tareas rutinarias que no te gustan o no son tan importantes. Pero ocupan casi todo tu tiempo. Cuando quieres hacer lo que más te gusta, lo que realmente te entusiasma… ya no hay espacio.

Y eso se comienza a manifestar en tu inquietud interior… la vocecita de tu alma te grita “escúchame, escúchame, no estoy haciendo lo que más me gusta”.

Hay que hablar del mundo real. Quizás tengas que cuidar a tus nietos porque tu hija sale a trabajar todo el día y no te gusta. O, tengas que trabajar tu jornada de 10 horas diarias para llevar el sustento a tu casa y no disfrutes de tu trabajo.

En el fondo, tu puedes elegir hacer cosas diferentes, si las que haces actualmente no te gustan. Pero por alguna razón, eliges hacerlas porque te reportan algún beneficio ¿verdad?

Ya sea dinero u otras cosas. Si ya elegiste hacer estas actividades… ¡hazlas con entusiasmo! Si las vas a hacer de todas maneras, hazlas con gusto. Y te vas a sentir mejor.

Y ahora hablemos de lo que realmente te importa en tu vida… ¿Te gustaría dedicarle más tiempo a tus hijos? ¿Viajar por el mundo? ¿Tener tu propio negocio?

Hay una forma fácil de saber cual es la piedra más grande en tu vida. Si tienes 25 años, imagínate como serías dentro de 15 años más…

Tendrías 35 ¿verdad?

Y ahora, imagínate de 35 años, que te hubiera gustado hacer si pudieras volver a tener 25…

Esa es tu piedra más grande. La buena noticia, es que no tienes 35… ¡todavía tienes 25! Y puedes vivir lo que quieras.

Una vez que tengas claro cual es la piedra más grande en tu vida, que esa sea la actividad a la que le dediques más tiempo y esfuerzo PRIMERO. Después, a las otras.

Tu vida es una caja con un espacio limitado, en la que no cabe todo lo que quieras…

Pero si pones primero la piedra más grande… tu vida adquirirá sentido y entusiasmo.

Y recuerda… ¡Pon la piedra más grande en tu vida primero!

Tomado de http://www.tubreveespacio.com

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