domingo, 4 de agosto de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

TELARAÑAS MEDIÁTICAS
Resulta poco menos que imposible sustraerse a los contenidos que los medios nos hacen llegar de manera cotidiana. 
   A principios de semana me topé con algunas fotografías: Una de ellas corresponde a conocida cantante internacional que esta vez se presenta desnuda en la portada de una revista para apoyar algo, no sé si a la marmota baibacina o al elefante marino. 
   Y como ésta podemos hallar exhibición de diversas anatomías con poca o ninguna ropa, unas protestando, otras anunciando, y algunas más por vender la imagen. El común denominador en todas ellas viene siendo la desnudez, lo que me hace preguntarme: Después de que pase el efecto novedoso que en estos momentos ocasiona el aparecer como Dios las trajo al mundo, ¿qué más venderá mostrar? ¿Irán a compartir sus fantasías eróticas, sus ocultos instintos asesinos, o sus hábitos intestinales?...
   El desnudo en sí mismo ni me  incomoda ni me alarma.   Cuando se trata de cuerpos bien  formados que apelan a la estética de la imagen los admiro de igual manera como podría admirar un retrato o un paisaje; lo que  encuentro inapropiado es el mensaje que muchas veces va implícito en estos contenidos.   Nada menos, hace algunos días, en un canal televisivo familiar, dentro de una serie  infantil escuché un diálogo entre  los protagonistas de trece o catorce años: Uno le pregunta a otro si  ya  pidió permiso para tener sexo, como si se tratara de  pedir permiso para ir al cine o para comprar pizza.
   Esto es lo que me parece un mensaje perverso para nuestros chicos,  pintarles un escenario de alta genitalidad en el que tener sexo es tan normal como lavarse los dientes.   Y quienes rodeamos a esos chicos en el mundo real muchas veces caemos en el juego perverso de los productores, y por temor a que los hijos nos consideren  retrógrados callamos, y hacemos como que no escuchamos, cuando lo más sano sería, a partir de ese diálogo televisivo, fomentar un intercambio de ideas con nuestros hijos, cuestionar lo que se está presentando, qué tan apropiado es, qué riesgos hay de tener sexo a esas edades, y finalmente escudriñar juntos los motivos que habrán tenido los productores para presentar las cosas de tal manera.
   Habría qué agregar además, que lo que presenta en este caso la televisión, no corresponde a la generalidad de los adolescentes norteamericanos que viven con sus padres; no necesariamente retrata la realidad de aquel país, y mucho menos debería representar un modelo a seguir en el nuestro.
   La genitalidad se ha vuelto una plaga en los contenidos de los medios de comunicación, una plaga que  sugiere un desprecio absoluto por cualquier valor de orden  inmaterial.  La emoción está en la piel, y el asunto es retozar, llegar a la intimidad, anotar una marca, tomar foto o video, y ufanarse del logro.   En un ambiente de alta genitalidad, la valía de un individuo estará dada por su apariencia, por su atractivo sexual, y por su destreza en la cama.   Partiendo de este sofisma, cualquier chico va a sentirse poca cosa si  considera que no empata los estándares dictados por el exterior, frente a los cuales, según esto,  tiene qué medirse.
   Si el chico o la chica no ha tenido una relación cálida y cercana con sus padres, y no posee  una autoestima bien desarrollada, lo más probable es que al enfrentarse a este mundo –ficticio pero próximo para muchos adolescentes—sienta que no van a hacerla, pues no tiene la belleza física, ni el “sex appeal”, ni las destrezas técnicas que los modelos de los medios anuncian que  se requieren para triunfar.
   En ocasiones nos preguntamos qué sucede con esos adultos jóvenes que son poco menos que bultos en el entorno;  han terminado la preparatoria o una carrera profesional, pero tal parece que no se animan a poner un pie fuera de casa  para comenzar a abrirse camino por cuenta propia. Los encontramos relegados, apagados, como si  llevaran colgado al cuello un cartel que dijera “no puedo”. Habría qué averiguar qué proporción de ese sentido de  negación de ellos mismos proviene de la interacción con los contenidos mediáticos, sobre todo cuando no hubo la apropiada calidez familiar para que él o ella desarrollaran una firme autoestima.
   En un mundo de fantasía donde desnudarse vende bien;  donde los personajes de la televisión amanecen con el ojo pintado y cada cabello en su lugar,  y  en el cual todos son dueños de grandes haciendas y lujosos yates, nuestros chicos que navegan solos por el planeta no encuentran muchos elementos que les permitan sentir que valen.

   Extendamos los brazos para desbaratar esas telarañas mediáticas que les asfixian, y hacerles sentir nuestra aceptación y nuestro afecto por lo que verdaderamente valen: Su propio ser. 

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Precios
En las agencias de la Honda los precios son firmes y no negociables.
Vaya a lo que vaya, donde sea, el precio será el mismo.
Y hay sanción para el distribuidor que haga descuentos.
Es estrategia para dar certidumbre al comprador.  Es el único precio, punto.
Una política como ésa sería ideal en las compras del sector público.
El mismo pavimento se paga a diez precios diferentes, según el municipio.
Las patrullas se compran hasta un 30 por ciento más caras del precio real.
Por ahí arranca el hilo del ovillo de la corrupción.
jvillega@rocketmail.com

Educar para la justicia por el Dr. José Carlos García Fajardo


Los maestros y educadores, el personal sanitario y los programas de educación permanente son llevados a cabo por personas del país, en sus lenguas y tradiciones. 
Pesa sobre nosotros la amenaza de un caos a nivel mundial. Sus mensajeros son la contaminación ambiental, el terrorismo, la proliferación de mercados criminales de armas, de drogas y de personas tratadas como mercancías.
Que en el mundo ya no gobiernan los dirigentes políticos es un hecho admitido con una naturalidad que espanta. Deciden los grandes intereses y ejecutan los gobernantes. Ya no priman los valores ni se reconocen referentes éticos universales. Imperan la fuerza, los resultados y la rentabilidad en el menor tiempo posible.
Al no haber respetado a los pueblos, organizados en naciones y en Estados, los nuevos poderes hegemónicos reproducen las conductas de los autócratas que asolaron territorios inmensos en nombre de ideologías perversas presentadas como panaceas frente al oscurantismo de religiones, de morales y de tradiciones arcaicas.
Ante este panorama que nos invade por los medios de comunicación, la tentación está en la huida o en encerrarnos en nosotros mismos en telas de araña que nos aíslan y nos desnaturalizan y vacían.
Frente a estas realidades, se impone la denuncia fundamentada y la aportación de propuestas alternativas. Porque otro mundo es posible y necesario, todos somos responsables.
A esta interpelación, cada cual debe responder en su propio ámbito. Lo concreto, sin perdernos en lamentaciones estériles pero sin abandonar una lucha en la que nos van la vida y la supervivencia del planeta.
Las organizaciones de la sociedad civil han comprendido que no pueden ser utilizadas como apagafuegos ni como instrumentos al servicio de políticas letales. Nuestro papel está en el tejido social, en estas células que es preciso regenerar para que revitalicen todo el organismo. Como aquel médico que, durante la Primera Guerra Mundial, acertó a cortar tiras de piel de las nalgas de los pacientes abrasados por las bombas de fósforo para sembrarlas en trocitos sobre las zonas quemadas. Cada una se reproducía siguiendo su propia dinámica.
Podemos actuar eficazmente sobre los niños de las sociedades más explotadas. No se trata de que pierdan ninguna seña de identidad, sino de que vuelvan a ser los ejes del renacimiento social para sus comunidades.
Si no podemos influir en los mercados controlados por el poder, sí podemos extender nudos de encuentro en redes de solidaridad en respuesta a la injusticia social que hemos aceptado como si fuera algo natural.
No hay un plan general ni una política universal, sino actuaciones concretas en lugares determinados. Existen proyectos en activo de escuelas rurales para niños en su primera infancia que pueden actuar como elementos revolucionarios de las sociedades en las que se desarrollan. Los niños acuden a esas escuelas rurales que ponen en contacto a gente de diversas comunidades. La educación impartida es la que ofrece los valores conseguidos por el progreso mundial desde sus tradiciones que son fuente de saberes enraizados. Aprender a leer y a escribir, recibir los cuidados sanitarios necesarios, practicar la higiene más elemental, relacionarse y compartir para no ser esclavos de abandonos seculares.
Esos centros actúan como integradores dinámicos de la sociedad ya desde la primera infancia de los niños. Los padres y el resto de la familia son interpelados por esas realidades cuyos logros pueden contrastar cada día. Los centros actúan en reuniones de padres, promueven actividades, acercan mejoras agrícolas y sanitarias, de comunicación y de relaciones.
Los maestros y educadores, el personal sanitario y los programas de educación permanente son llevados a cabo por personas del país, en sus lenguas y tradiciones. No hay personal de la contraparte de la sociedad civil que promueve y sostienen esos proyectos más que para servir y controlar el desarrollo de los programas.
Estos proyectos están en marcha y no requieren inmensos recursos económicos. Ni se trata de utopías irrealizables. A no ser que comprendamos de una vez que hemos sido víctimas de un engaño colectivo que confundió el valor con el precio y que olvidó la grandeza del ser humano en beneficio de un desarrollo inhumano que lleva en su seno las raíces de su destrucción, hoy hecha posible en una humanidad interrelacionada.
Es posible la esperanza si abrimos los ojos y nos dejamos interpelar por las exigencias de una naturaleza amenazada.

Artículo publicado con autorización expresa del Dr. García Fajardo, Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid ( Director del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)

fajardoccs@solidarios.org.es
Twitter: @CCS_Solidarios

Ensia: Una canción para nuestro planeta que se calienta.

Como el propio compositor señala, la música va variando en tono e intensidad conforme al calentamiento que sufre el planeta. Con toda probabilidad los tonos futuros vayan a resultar imperceptibles para el oído humano.

CONFETI DE PALABRAS por Eréndira Ramírez

 
Siempre es sabido que nuestros actos hablan mas que mil palabras, pero a veces lo único que tenemos a la mano para ayudar a alguien, es eso, la palabra.

Nada mejor entonces que tener la palabra justa , en el momento justo, tratando de ser consuelo, ánimo, estímulo, aplauso, consejo,afecto, crítica constructiva, caricia, a veces incluso quedarse en silencio, porque lo que el otro necesita es ser escuchado y el silencio es entonces lo mejor dicho. 
Hablar con oportunidad, con precisión requiere de saber percibir lo que el otro necesita, intuición, sentido común, sensibilidad, habilidades que para algunos son un don, pero que cualquiera que se empeñe puede desarrollar, aprender a darle la dirección buscada a la palabra. 
Palabras sencillas pueden llegar a transformar una tristeza en alegría, a reforzar un propósito o a encontrarlo, la palabra puede estremecer al mundo, mover corazones, agitar pasiones y si las palabras se las lleva el viento que sean buenos vientos los que lleguen a las vidas de los que amamos y a la nuestra.

FLAMINGO BAILADOR: Tiernísimo

Me cautivó la solemnidad del ave zancuda mientras baila.

Tips con relación a la No Violencia por Salvador Alvarado


1. Debemos enseñarles desde muy pequeños que la vida es el bien más valioso que podemos poseer. Por ello se debe respetar al máximo.
2. Debemos tomar la firme decisión de ser el ejemplo de padres serenos, pacíficos, ecuánimes, maduros y que no vemos en la violencia el único medio para la resolución de nuestros problemas.
3. Debemos enseñarles que debemos tratar a las demás personas como quisiéramos que ellas nos traten a nosotros. Esta es una regla de oro.
4. Debemos enseñar a nuestros hijos que las demás personas no son nuestros enemigos tan sólo porque piensan diferente a nosotros, o porque son diferentes a nosotros, o porque son de otra nacionalidad o raza, o de otra religión.
5. Es claro que existe, y seguirá existiendo, la injusticia, el abuso, la falta de respeto en toda su expresión y que eso incita a actuar con violencia. Pero esto lo podemos evitar con madurez y buscando métodos de resolución de conflictos de manera no violenta.
6. Utilicemos nuestra autoridad paterna sin agresiones, sin amenazas, sin violencia, pero seamos una autoridad amorosa.
7. Cuando sea el caso descarguemos nuestra violencia a solas. Pateemos al suelo y golpeemos la pared si queremos, pero nunca debemos descargar estas emociones negativas sobre las personas.
8. Definitivamente si hay alguna maestría o un doctorado que nuestros hijos puedan aprender fácilmente en casa, es el de la violencia, y este se adquiere tan sólo con ver la televisión y jugar la mayoría de los videojuegos que juegan ahora nuestros hijos. La Academia Mexicana de Pediatría sólo recomienda UNA HORA AL DÍA DE TELEVISIÓN, O DE JUEGOS DE VIDEO para los niños, y eso de programas y juegos escogidos y supervisados por los padres, acompañándoles a verlos y jugando con ellos, explicándoles lo que ahí sucede.
9. No es prohibiendo la venta de armas, ni con mayores condenas, ni con más patrullas, ni con la pena de muerte como vamos a reducir la violencia. Es sólo con la educación como lo podemos hacer. Educación acompañada de arte y deporte. Estas actividades mantienen alejados a nuestros hijos de las pandillas y las adicciones.
10. Por último, pero, muy importante, enseñemos a nuestros hijos a respetar las leyes y las reglas. Todas ellas. No nos pasemos un alto de disco, no tiremos basura, no rayemos las paredes, no permitamos que el hermano mayor le pegue al menor, etc.

Bien, esto es todo por hoy. Recuerden que les deseo, como siempre, salud y larga vida. No nos dejemos abatir por las malas noticias y cuidemos a nuestros hijos. “Ni golpes que duelan, ni palabras que hieran” en la educación de los niños.