¿ÍDOLOS O HÉROES?
Sin lugar a dudas la muerte de Nelson Mandela representa
una gran pérdida para la humanidad. Su
trayectoria estuvo marcada, en un inicio por su lucha
como un joven rebelde que pugnaba por los derechos de los negros en
Sudáfrica hasta que fue aprehendido, y
más delante por la fortaleza que demostró
a lo largo de los 27 años de encarcelamiento, mientras en el exterior
aquella figura de segregación racial denominada “Aparetheid” fue cediendo hasta
colapsarse, como tantos otros sistemas sociales arbitrarios que ha habido sobre
el planeta.
Con toda
seguridad a quienes vivimos el desarrollo de las luchas intestinas surgidas a mediados del siglo pasado, tenemos una idea
más precisa de quién fue un personaje como Mandela para el mundo, y hallamos
que el Premio Nobel de la Paz que se le otorgó en 1994 constituyó el justo reconocimiento a una lucha
incansable que llevó finalmente a los sudafricanos a la igualdad social. Otros casos de luchas entre hermanos por esas mismas épocas son la división de
Alemania, o las luchas industriales en Irlanda del Norte.
Sé que mi
colaboración es una más de la infinidad de material de opinión que se generará a partir de la muerte de Mandela. Confiemos en que cuando haya pasado una
semana o un mes, no lo hayamos desterrado de nuestra memoria, ocupados en
desmenuzar nuevos titulares.
Y lo digo
por lo siguiente: Hoy en día, cuando la información da la vuelta al mundo en
cuestión de minutos, fácilmente nos saturamos con tantos contenidos, hasta un
momento cuando simplemente nos sentimos apabullados, y dejamos de clasificar,
de jerarquizar, archivar o desechar información. En este caos corremos el riesgo de permitir
que escape aquello que finalmente deberíamos de haber conservado para la
historia.
Hoy llevé
a cabo un pequeño ejercicio de investigación: Por Twitter seguí una nota
informativa con relación al robo del camión con desechos radioactivos: Tomé el
tiempo que transcurrió entre el momento cuando se publicó en México el primer
tweet respecto al ingreso en un hospital de Pachuca de seis hombres con signos
de daño por radioactividad, y el momento
cuando tres reconocidos rotativos en el otro lado del mundo reproducían esa noticia.
Fue menos de una hora, muy corto período de tiempo tomando en cuenta que
los rotativos europeos deben de verificar la nota antes de difundirla, pues va
su prestigio en ello. Eso nos da una
idea de a qué velocidad corre la información por el mundo.
A la par
de la noticia de Mandela apareció un titular que tenía qué ver con Justin
Bieber, quien esta vez fue consignado
por portación de estupefacientes. Ello
me dio la pauta para ejemplificar con toda claridad la abismal diferencia que
hay entre un héroe y un ídolo. Para los
fines que nos ocupan, la RAE define como
“ídolo” a “una
persona o cosa amada o admirada con exaltación”. Por su parte wikipedia
habla de “un objeto de culto que es adorado por la deidad, demonio o espíritu
que representa”, concepto que, a mi parecer, clarifica más las ideas. El escuincle Bieber con todas sus chiflazones,
extravagancias, y delincuencias, encaja muy
bien en esta última acepción.
Por su
parte, según wikipedia, un héroe es un
personaje que encarna la quintaesencia de los rasgos clave valorados en su
cultura de origen, lo que siento que va muy bien con Nelson Mandela, tomando
como cultura de origen a la propia humanidad.
Habla de ejemplo, de sacrificio, y de arriesgar la vida por causa del bienestar
de otros.
Ahora
bien, a nosotros como receptores de noticias nos corresponde colocarnos por
encima de las mismas, y utilizar un sentido crítico para formar nuestras
propias concepciones de lo que pasa más allá del umbral de nuestra casa. Mandela en definitiva es un personaje al cual
podremos recordar como un ser humano excepcional, valiente, dueño de una gran
fortaleza, que supo sobrellevar dolorosas pérdidas asumiéndolas como grandes
lecciones, y que finalmente llegó a ser presidente de aquella nación que lo vio
nacer en circunstancias por demás adversas por razón de su color.
No
permitamos que a la vuelta de tres o cinco días nos pase el entusiasmo por la
vida y obra de Mandela; ilustremos a nuestros niños y jóvenes respecto a su
integridad y a su lucha. Vacunemos a las
nuevas generaciones de esos exaltados ánimos por figuras que representan otras
cosas que nada tienen qué ver con crecer como personas o como sociedades, y que por
desgracia tantas veces son sugeridos o impuestos cual ejemplos a seguir. De ellos hay muchos que tienen qué ver con el
poder, el dinero, o el hedonismo, tópicos que asumidos con apasionamiento, nos
colocan muy cerca de la muerte.
Descanse
en paz Nelson Mandela, un gran héroe.