domingo, 16 de febrero de 2014

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

VALENTINES Y VALIENTES
Hay fechas que en lo personal no me dicen mucho,  sobre todo   cuando implican la creación de necesidades de consumo que mueven a hacer gastos superfluos, en particular ahora que son tiempos que demandan, más que nunca,  planeación y contención en nuestra economía familiar.
   Una de tales fechas es el Día de San Valentín, en parte por lo antes expuesto, y  en parte   porque en su sentido último el amor es un milagro cotidiano que se manifiesta en las pequeñas cosas, ésas que se dan entre dos seres humanos a lo largo de la diaria convivencia, y que  jamás se anuncian con bombos y platillos.  Hechos que, de manera paradójica, son como eslabones de una larga cadena, que  a la vuelta del tiempo adquiere una singular fortaleza.
   Tal es mi resistencia a ciertas fechas, que mi hermana Mónica me calificó de “anticonsumista contumaz”, apelativo con el que me sentí muy identificada.  Pero, por  más que quiera sustraerme al mercado de  consumo, hay que  comprar lo necesario para el hogar, y fue de este modo como el día previo a San Valentín  me hallé detrás del carrito de supermercado  surtiendo la nota.  
   Mientras me  aproximaba al departamento de frutas y verduras,  llamó mi atención una pareja de adultos mayores que  parecían muy entretenidos seleccionando tomates uno a uno.  Debo confesar que a  determinados personajes me apasiona observarlos sin ser descubierta, y tal fue el caso de esta pareja que atrajo mi mirada  como un imán, y a la que observé tanto como me fue posible, luego de lo cual,   apelando a las leyes de atracción tan en boga, me  propuse abordar en actitud muy positiva, con la intención de descubrir cuánto tiempo tenían de casados.  
   Obviamente desconcertada frente al hecho de que una perfecta desconocida la  interpelara de esta manera poco usual, y   luego de pensarlo por un momento e intercambiar miradas con el esposo me contestó que   sesenta.
   No pude contener mi asombro: ¡Qué maravilla! Sesenta años de una tarea común en la que  parecen estar tan integrados, que todavía tienen tiempo de ir juntos al supermercado, a elegir  juntos los tomates del mandado.
   Y a mí que me fascinan los juegos de palabras, no pude menos que pensar en uno para intitular la presente colaboración,  queriendo abarcar el sentido último del amor, la valentía para seguir juntos en armonía después de sesenta años, lo que equivale a 720 meses, algo así como 750 lunas llenas; varios hijos, con toda seguridad nietos, y quizás hasta biznietos.   Atravesando horas alegres y otras difíciles; problemas que  habrán sido una suerte de prueba de fuego para  estar aquí, después de más de medio siglo, poniéndose de acuerdo con relación a cuál pieza de tomate llevar, y cuál descartar.
   Pocos momentos antes de fijar mi mirada en ellos me había topado con una gran isla estratégicamente colocada a la entrada de la tienda, en la cual se  exponía toda suerte de productos   a propósito de la ocasión: Globos metálicos, ramos de flores, pasteles grandes y pequeños, galletas alusivas, un gran surtido de chocolates, monos de peluche, tarjetas, bambúes miniatura en forma de corazón…Me detuve por un rato en las proximidades de aquella isla, para observar la reacción de las personas: Era excepcional el carrito de supermercado que, luego de que el cliente  hubiera husmeado un rato  entre tanta mercancía,  saliera de esa zona de la tienda sin llevar entre su selección de productos alguno  de aquéllos.
   Valentines hay muchos, ¡muchísimos! Ocasión de regalar y compartir; de conquistar, de  refrendar sentimientos, de avanzar en el camino del amor.   A la vuelta del tiempo esos  artículos que hoy se compran con ilusión habrán sido comidos, se habrán marchitado, terminarán destrozados,  en la basura o en algún bazar de beneficencia, aun los grandes  muñecos de peluche de  elevado costo, que bien podrían ir a parar al Museo de los Corazones Rotos como piezas monumentales.  
   Valientes para amar, pocos, cuesta emprender un amor valiente para toda la vida.  Una tarea permanente en el que se invierta tiempo, entusiasmo, fe, tolerancia  y grandes dosis de perdón.   Ninguno de nosotros es perfecto, pero eso no obsta para  desarrollar lazos afectivos profundos con otros seres humanos, lazos que duren toda una vida.
   Dentro de esta tendencia consumista pareciera a ratos que las relaciones se descartan a la primera de cambios; como que ninguno parece muy dispuesto a darse una segunda oportunidad; se impone el orgullo por encima de la tolerancia; la soberbia  antes que la humildad; la ira sobre el perdón, y todo termina estrepitosamente.

   ¡Qué gran lección aprendí de esa pareja de adultos mayores! El amor como divina tarea  de construcción entre dos personas, una con y a través de otra,  capaz de acercarnos a lo divino.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

A tiros
Fue la ineptitud de la autoridad lo que provocó las policías comunitarias.
Los vecinos se armaron, hartos de la impunidad del crimen organizado.
Bajo capuchas actuaron víctimas y deudos de los peores delitos.
Pero también se infiltraron delincuentes y hasta cabecillas templarios.
Son los riesgos de la justicia por propia mano, a falta de acción estatal.
La solución no es convalidar los bloques de autodefensa.
¿Aceptamos que vale defenderse a balazos ante la ineptitud de la autoridad?
jvillega@rocketmail.com

Mago en la era digital



Amigos: Creo que se entiende muy bien sin la traducción al español.  De todas formas, quien desee traducirlo, dé clic al botón de CC en el margen inferior derecho de la ventana, luego subtítulos, luego traducir subtítulos, luego Español, ¡y ya está! Buen provecho.

Roberto: ¡Excelente sugerencia! Gracias.

EL DIARIO DE UN OBSERVADOR por Chico Sánchez


LE LLAMABAN "PROGRESO"
Hoy tuve que cruzar en taxi parte de la Ciudad de México. Como era hora pico y había tráfico, para no aburrirme decidí dedicarme a observar tranquilamente la situación, intentando no juzgar. Puedo decir que no me aburrí para nada y resultó, paradójicamente, muy divertido, aunque el asunto bien podría ser para llorar.

Mi primera observación fue lo increíblemente absurdo que es nuestro sistema de transporte. En una de las principales avenidas, nos vimos atrapados en un tráfico que podríamos considerar infernal, y bueno, al final una refinería de petróleo tiene un gran parecido al infierno, por el fuego y el azufre.

Observé que en la mayoría de los coches iba solo una persona, la mayoría tenían unos gestos de frustración tremendos, caras desencajadas, visiblemente cansados. En algunos lugares el atasco era tan impresionante que el carro ni se movía. Algunos, ya desesperados y poseídos por su propia frustración, se pasaban las señales y se ponían frente a los otros gritándoles y amenazándoles.

Después  hice el ejercicio de observar a las personas, sus apariencias. Llegué a la conclusión de que eran trabajadores que cada día pasan horas en ese tráfico, algunos parecían acostumbrados a semejante caos.

Desde que era muy joven trabajé en los veranos en talleres de automóviles, y sé que sus dueños gastan una gran cantidad de dinero en seguros, permisos de circulación, reparaciones, aceite, gasolina, etc. La mayoría ni siquiera son dueños de sus automóviles ya que las cifras de préstamos en los bancos para adquirirlos son bastante grandes.

Una pregunta importante es: ¿Todo lo que trabajan irá para pagar los gastos del coche? ¿O a lo mejor ni siquiera pueden pagarlos?. Pensé que por sus caras, probablemente estaban atrapados en una red: El carro les sale más caro de lo que ganan. ¡Y encima el tiempo! Cuatro horas al día son casi la mitad de una jornada laboral. ¿Qué podrían hacer con ese tiempo? Sin duda otra pregunta interesante.

Pero estas cosas son secundarias. Después comencé a pensar en la salud de esos conductores y de nuestro planeta tierra. Ese sistema sin duda consume la energía y la salud de los conductores, entre los que algunos parecían muy frustrados y otros muchos deprimidos. En cuanto a la tierra, pues parece no aguantar más semejante locura irracional. Parece ser un consumo demasiado caro y que no lleva a ninguna parte.

Mientras continuaba mi viaje seguí disfrutando mucho de observar, creo que es una posición muy interesante: la del observador. He leído mucho las notas de Leonardo Da Vinci en diferentes épocas de mi vida y aprendí que su secreto era simple: Era un gran observador. Así que observar el tráfico puede resultar algo muy entretenido y sobre todo didáctico. Te abre los ojos sobre el sistema económico actual.

Las preguntas que surgen tras la observación pueden traer muchas veces las respuestas con ellas, mi ejercicio de observación en estas dos horas de tráfico fue el  siguiente. Sin duda muy interesante: ¿Cómo pueden decir los países que fabrican los automóviles que son países "desarrollados"? ¿Desarrollo puede considerarse ese sistema caótico y absurdo que presencié hoy en mi viaje por el caos del tráfico de la ciudad?

Supuestamente estamos en la época en que la ciencia ha traído al hombre más inteligencia y progreso. Pero hay una pregunta que no puedo dejar de hacer y ésta es: ¿Es inteligente un atasco? ¿Es inteligente poner a millones de vehículos atascados en una avenida consumiendo energía y exhalando un aire venenoso que envenena a los conductores, a las ciudades y a todo el planeta? ¿Consumir tanta energía para no moverse del sitio es "desarrollo"?¿Es este el "progreso" del que tanto oímos hablar?

Mi conclusión, sin ánimo de molestar a nadie, es la siguiente: No hay que ser muy inteligente para entender que nuestro sistema no es inteligente. La inteligencia trae eficacia y efectividad; nuestro caos vial es ineficiente y fallido.

Tampoco podemos llamar a este sistema actual "progreso". El diccionario de la RAE define el verbo progresar como: Intr. Avanzar, realizar mejoras o adelantos. Jugando con los tres significados de forma humorística podríamos decir que: Cualquiera puede ver a simple vista que el coche en el tráfico "no avanza", que no estamos "realizando mejoras" porque tanto nosotros como el planeta estamos cada día peor y por último, que "adelantar" está resultando imposible porque en el tráfico hoy día muchas veces ni siquiera podemos "avanzar". ¿¡Como vamos a "adelantar" si ni siquiera podemos "avanzar!?

El último ejercicio de observación, también inspirado por Da Vinci, fue ponerme en el punto de vista de otros.

Primero me puse en el lugar de un extraterrestre avanzado e inteligente que llegara a cualquier ciudad y observara semejante caos combinado con un malgasto enorme de tiempo y energía. ¿Os imagináis a miles de hormigas atoradas empujándose unas a otras contra una pared mientras que a unos cuantos metros hay un agujero? ¿O a esas miles de hormigas atascadas y empujándose unas a otras para intentar pasar por un agujero por el que solo cabe una de ellas?. Claro que las hormigas son muy inteligentes para hacer semejante estupidez, pero, mi conclusión, es que a nuestros visitantes extraterrestres nuestros atascos les parecerían así o más absurdos. Nosotros para ellos no seríamos nada más que ese montón de "hormigas" intentando pasar todas a la vez por un pequeño agujero.

Y por último, lo más divertido, fue ponerme en el lugar de un ser humano del futuro, un humano realmente inteligente y desarrollado de verdad. Aunque esto me costó mucho más, porque he de admitir que he perdido gran parte de mi fe en la especie humana, empezando por mí mismo. ¿Que pasaría cuando este ser avanzado llegado del futuro viera el caos absurdo del sistema actual? ¿Se reiría a carcajadas o se echaría las manos a la cabeza? ¿Imagináis qué cara pondría este personaje del futuro al oír que al caos ineficiente, desorganizado, contaminante y agotador de los recursos naturales que gobierna nuestras ciudades le llamaran "progreso"?

http://diarioobservador.blogspot.mx/

Tambores japoneses con el grupo Kodo

La columna de Luferni (Padre Luis Fernando Nieto)



LA REFORMA ÍNTIMA Y PERSONAL

Dice la gente que le sobra mes cuando ya se acabó el ingreso.

Y ya se reporta aumento de la cartera vencida. Los retrasos en los pagos se acrecientan junto con los intereses. El aumento recurrente en el precio de la gasolina ha sido la palanca que
ha levantado la mítica canasta. reducida ya a un cestillo insignificante..

La tan cacareada cuesta de enero ya costó y no se ve que el breve febrero cueste menos. Los pellizcos mayúsculos de las nuevas imposiciones estrechan el margen de disponibilidad para las exprimidas economías domésticas.

Los que reciben más también se quejan porque ven disminuídos sus acostumbrados márgenes de utilidad. Todo mundo quiere que sea pareja la carga de contribución. Se ve que se les pide más a los que pagan y los que no lo hacen no son urgidos. La gente reclama porque sube la contribución y no disminuye la corrupción.

 Ya el lenguaje es de millonadas y por eso transparencia y rendición de cuentas son exigencias crecientes.
Los sueldos estratosféricos y el cúmulo de rebanadas adicionales de los servidores públicos no parecen haber tenido reforma en la reforma. Hay ascenso de presupuesto de gastos hacia un nivel máximo mientras el salario sigue haciendo honor a su nombre por su mínimo poder adquisitivo.

Flotan informaciones de pronósticos triunfalistas. Parece que toda la población debiera prepararse otra vez a “administrar la abundancia”. Y no se revisan los modelos y los sistemas productores de desigualdad y concentradores de ingreso en minorías.

Si hay inconformidades con las leyes promulgadas hay también temor de que las letras chiquitas de las leyes secundarias no tengan la suficiente sagacidad para proteger los intereses nacionales.

El tsunami reformador que incluye lo político, lo fiscal,lo energético, lo económico, lo educativo y lo comunicativo tendrá que encontrar cauces muy pronto para evitar que el mucho abarcar impida el apretón necesario. No aparece el amanecer tempranero del bienestar común, a pesar del mucho madrugar legislativo.

Hay planes para la engorda pero las vacas siguen flacas. Que las leyes se conozcan, se interpreten bien, se apliquen justamente y se sancionen las infracciones evitando impuridades es un largo proceso frecuentemente interrumpido.En un pueblo de reyes no siempre bastan las leyes.

La contemplación del modelo ideal por todos los posibles beneficiarios es una actitud que no puede omitirse si se busca una participación generalizada. La reforma legal no parece viable sin reforma moral. No funciona la técnica sin ética. No es posible hacer funcionar estructuras nuevas solo con leyes nuevas. Se requieren hombres y mujeres nuevos, con nueva conciencia y nueva actitud, en una íntima reforma personal…

VIDEO: ¿Bailamos?


Muchas gracias, Elsita, por compartirlo.