domingo, 9 de marzo de 2014

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

LA LECCIÓN DE DON JORGE
Primer viernes de Cuaresma.  Para cumplir una tradición más mexicana que católica llegué al supermercado por algo de pescado y verdura.  Aproveché las ofertas de productos próximos a expirar, y me traje una caja de arúgula orgánica y una de tomates “cherry”; pagué por ambos vegetales poco menos de la tercera parte de lo que cuestan normalmente.  Me gusta aprovechar este tipo de promociones que sin sacrificar el sabor en absoluto, contribuyen a la economía del hogar.
   Con relación al pescado, y siguiendo con esto de los costos, no me sorprende la variación tan amplia de precios entre un huachinango y digamos, retazos de bagre, o mi compra final en ese departamento, que no fue mayor a veinte pesos: Tres cabezas para caldo, y una pieza de “boquilla entera fresca”, de peso y tamaño similar a sus parientes   rosados, cuyo costo fácilmente es cuatro veces mayor.   Por supuesto que me gustan mucho otras variedades como el salmón, pero mi economía doméstica me aconseja reservarlo para ocasiones especiales, digamos una comida con mis hijos a quienes, por cierto, les gusta mucho que se los prepare al horno.
   A punto de pagar en caja me encontré una bolsa de lentejas, que compré por reflejo, o quizás movida por un sentimiento de  compasión hacia la pobre huérfana que algún cliente abandonó en el último momento.  Ya después me reprendí a mí misma, no había necesidad de comprarla, cuando no tendría el tiempo suficiente para poner a remojar las lentejas y prepararlas para la hora de comida.
   Junto con el pescado y las verduras había tomado un envase individual de yogur griego, producto que de un tiempo para acá ha desplazado en buena medida  a sus similares en el mercado.   Lo traje para preparar un aderezo que lleva yogur griego, mostaza, vinagre y miel, y qué mejor ocasión para experimentar, que con mi ensalada de arúgula.
   Se aproximó a descargar el carrito Don Jorge, un empacador de la tercera edad; mientras él y yo esperábamos que la banda quedara despejada para hacer avanzar mi mercancía, tomó el envase de yogur, lo observó con detenimiento, y volteó para decirme: “griego, ¡qué engaño!”  Algo habré articulado para salir al paso y justificarme  como consumidora, sin embargo sus palabras tuvieron el impacto suficiente como para inspirarme esta columna.
   Tengo la costumbre de solicitar que un empacador me lleve la mercancía, así sea ésta una bolsa de pan. Lo hago por dos razones, primera como un modo personal de reconocer y gratificar a esas personas que buscan obtener un ingreso extra utilizando su tiempo de manera productiva, y segunda, porque aprendo mucho de cada uno de ellos en el corto trayecto entre la salida de la tienda y la cajuela de mi vehículo.   Rogelio me ha enseñado que el entusiasmo por leer no se apaga con la edad, ama y devora cuanto material impreso cae en sus manos; Rosy me alecciona respecto al valor de la unión familiar; a través de Lupita he  entendido la importancia de ser alegres, y algunos jovencitos como Juan o Alfonso, convencidos de  lanzarse hasta hacer realidad todos sus sueños desde ahora que estudian secundaria, me han demostrado con su actuar que las mayores limitaciones del ser humano radican en la mente, en la actitud, en una postura de decir “no puedo” y creérselo para sí mismo.
   En esta ocasión, mientras nos dirigíamos al estacionamiento Don Jorge escuchó que un colega suyo me llamaba “maestra”, título que no poseo pero que algunos conocidos me atribuyen.  Me preguntó si era maestra, y tras mi respuesta él me dijo: “Yo sí soy maestro,  maestro albañil, pero como en este momento se paró la obra, me vine a descansar aquí de empacador”. Divertido asintió cuando le dije que entonces él descansaba haciendo adobes.
   Don Jorge no se imagina la gran lección que me dio esa mañana.   Una lección de amor por la vida, poseedor de tal autoestima  que despierta cada mañana dispuesto a albergar un propósito que le dé  sentido a su existencia.  De él aprendí la importancia de superarse y mantenerse activo, haciendo a un lado las etiquetas que en ocasiones se busca colgar a las personas en razón de su edad.  Aprendí que una cosa es el consumo y otra el consumismo, cuando me previno de no caer en el timo de creer que aquella mezcla blancuzca que compré tan ilusionada para elaborar mi aderezo, proviniera en realidad de un país mediterráneo.

   Sin lugar a dudas Don Jorge es un maestro, como él mismo lo indicó, pero un maestro más allá de lo que él mismo supone ser.  ¡Qué grandes lecciones me dio en los diez o  veinte pasos que habremos caminado juntos con el carrito del supermercado!

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Dinero
¿Dónde está el dinero del Chapo? Ése es el hilo para deshacer el ovillo.
No hay forma de esconder los miles de millones de dólares que le atribuían.
No caben debajo de un colchón los cientos de toneladas de billetes.
Es más probable que esté en propiedades, disimulado en negocios.
Dinero sucio administrado por empresarios con facha de decentes.
Sobre esas huellas hay que destruir su imperio.
Por su origen monstruoso: Miles de muertos, millones de adictos.
jvillega@rocketmail.com

Memorias de un corazón: Hermosa historia de amor.

Amigos: Me enviaron este video por Fb, y luego de verlo y conmoverme en lo más profundo, quise traerlo al blog, para lo que me ayudó mi "ángel cibernético". No hallamos otro modo de compartirlo, más que a través de youtube. Es un poderoso mensaje que no puede quedarse encerrado. ¡Ya lo verán, lleno de calidad humana, pero sobre todo de amor y de esperanza! Va desde aquí nuestro pequeño tributo para quienes lo realizaron, no creo que alcancen a medir a cuánta gente habrán beneficiado con su obra. Gracias.

"Autofoto colectiva" por Luferni


Lo disparó Obama.
El selfie (autofoto colectiva) con la diplomática danesa, ante la mirada molesta de Michelle, su esposa. Luego el famoso de los ganadores del Oscar. El smartphone capta la imagen a poca distancia. Solo aparecen rostros en abigarrada aglomeración.. 
Después se han multiplicado las imágenes que se suben a YouTube, reales o confeccionadas, siempre sonrientes y en grupo compacto e informal.
El selfie parece decir: “aquí estamos juntos, felices, cercanos, en instante amistoso y festivo, mostrando sólo el rostro. Es una situación irrepetible para recordar una confluencia de vidas, en un momento celebrativo”.
Se han fingido algunas de estas auto-fotos con ingeniosos montajes de caras que jamás podrían estar juntas en la realidad. O acentuando el humor y la comicidad, se mezclan fisonomías de personajes de ficción junto a la faz del que las difunde en las redes sociales.
La cámara de teléfono celular, a la distancia del propio brazo, accionada por los propios dedos y dirigida a sí mismo y a los acompañantes produce esta modalidad fotográfica. Se expande vertiginosamente en todos los ambientes.
En este mundo nuestro individualista, egolátrico y autorreferencial el autorretrato colectivo revela vínculos comunes interpersonales que pueden ser de amistad o de complicidad. Frida y Cuevas han practicado frecuentes y sucesivos autorretratos en su trayectoria productiva de pintura y dibujo. En forma obsesiva y recurrente trazaban o pintaban su propia gesticulación y sus actitudes existenciales en diferentes coyunturas. La adicción a los espejos manifiesta en Frida esa observación repetitiva de su propia imagen para llevarla al lienzo incansablemente.
Los medios de difusión intentan también ser un espejo, un autorretrato, un selfie colectivo. Van presentando la imagen de la sociedad en sucesivos fragmentos de filmación informativa. Parece que con solo escarbar un poco se encontrará, en cualquier parte, una fosa común. Y que al realizar una mínima investigación o auditoria se descubrirá -en cualquier organismo público o privado- el fraude, la ilegalidad, el uso arbitrario, la falsificación.
Se multiplican también las cámaras en el área urbana para lograr esa autobservación que descubre infracciones y sustracciones, violencias y pendencias, atracos y embotellamientos.
Las ciudades están en un selfie permanente, salpicando con ojos tecnológicos sus arterias y sus centros de congregación o hacinamiento…
… ¡Sonría y acérquese para que no quede fuera de la foto! ¡Aparecerá en el "libro de caras" que todos observan en su dispositivo portáti!…ja…

MACONDO con Óscar Chávez, con motivo del cumpleaños de Gabo

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



Cada día nos vemos en mas dificultades para tomar decisiones, ¡hasta para pedir una hamburguesa se sufre!
Hay mas de 10 opciones de ellas, además ya elegida hay que ver las posibilidades que puede haber, si va sola, en combo, si por unos cuantos pesos mas le agregamos el postre, no se diga la compra de un celular, nos lleva horas poder acceder a todos los nuevos modelos que ofrecen un sinfín de variaciones en su contenido, ya una vez que lo elegimos no sin antes quedarnos con la duda de que pudimos haber comprado uno mejor, hay que analizar el plan que tomaremos lo cual nos lleva un buen tiempo para decidir entre decenas de opciones cual se ajusta mejor a nuestro presupuesto y necesidades, ya que lo hacemos, se nos hace largo el lapso que tendremos que usarlo para adquirir el nuevo modelo que salió al día siguiente de que contratamos éste. 
Las marcas de ropa también nos han convertido en sus esclavos, nos convertimos en publicidad ambulante de los diseñadores , pagamos por ello una muy considerable suma y quien nos quita la cara de satisfacción de que nos sepan dueña de una prenda de "marca". 
¿Cómo poder vivir sin someternos? ¿Cómo volver a sentirnos felices sin ser víctimas de la mercadotecnia? ¿Cómo dirigir nuestros tiempo y esfuerzos a tomar las decisiones que de verdad son de impacto en nuestra vida?
Tanto tiempo, dinero, atención nos toman las trivialidades que lo importante, lo trascendente, lo tomamos a la ligera. 
¿Será por eso que cada vez adquiere mas importancia el vestido de novia que conocer realmente al hombre con el que se piensa pasar el resto de la vida?...
¿Por elegir un celular en lugar de elegir a las personas con quienes nos comunicamos?...
¿Por preocuparnos por la marca de la ropa o accesorios que usamos en lugar de ocuparnos del ser que llevamos interiormente?  
Desarrollo real sería, según mi humilde criterio, liberarnos de las ataduras que nosotros mismos nos impusimos, rescatar nuestro espíritu para poder disfrutar de nuestra mejor marca: ¡Simple y sencillamente seres HUMANOS!

EL TORO SE LEVANTA: Producción de Derechos sin fronteras.