domingo, 14 de septiembre de 2014

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

MORELOS Y LA PATRIA
En mis cuarenta años como columnista hay dos fechas a las cuales habitualmente no logro sustraerme para escribir: Las fiestas patrias y la época navideña; para el resto de fiestas soy más selectiva, si hay algo que me mueve en torno a ellas escribo, si no, dedico mi columna semanal a otros temas.
Llega septiembre con la parafernalia con motivo de las fiestas de Independencia. Atendiendo a lo señalado por Morelos en su obra “Sentimientos de la Nación”, desde un principio se ha conmemorado el 16 de septiembre “como el día en que se levantó la voz de la independencia y nuestra Santa libertad comenzó” (sic). Fecha que tuvo una celebración a toda pompa  en 1910, con motivo del Centenario, siendo presidente Porfirio Díaz.  Del Bicentenario no podemos expresarnos con tanto entusiasmo, más bien recordamos con pena aquel monumento a la corrupción  llamado “Estela de la Luz”.
 En este año, como es habitual, con varias semanas de anticipación las principales avenidas de las poblaciones grandes y pequeñas se adornan con banderas tricolores por  cuya compra no se escatiman presupuestos.  Recorren las calles vendedores ambulantes que portan toda suerte de artículos para la ocasión, banderas, bandas, rehiletes, gorros y carteritas, entre otras muchas piezas que se fabrican, una parte en nuestro país y otra parte en oriente, pero claro, para festejar las fiestas patrias y las de Guadalupe, no importa si los productos están hechos en Taiwán.
Del mismo modo prolifera la venta de pirotecnia con sus consabidos accidentes, producto de la ignorancia o la imprevisión, y se organizan vendimias de platillos que exaltan la identidad nacional, desde los nachos de Piedras Negras hasta los tamales  de bola chiapanecos. Asimismo se dispara el consumo de bebidas embriagantes y el lógico incremento en accidentes viales y violencia intrafamiliar.  Ahora sí que vivimos la patria a profundidad, para volver a descuidarla en cuanto pasa la ocasión.
Patria: “Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.” (RAE).
Me gustó este concepto que involucra conocimiento, sentimiento y raigambre cultural, y que habla sobre algo que debiera llevarse muy dentro.  Sin embargo cuando entornamos la mirada en derredor, no es difícil descubrir que algo se ha perdido en el camino desde 1810 a la fecha, y que aquellos valores por los que los próceres de la Independencia estaban dispuestos a dar la vida, ahora  parecen en gran medida confinados a los idearios y a los museos.
José María Morelos y Pavón expresó un pensamiento que finalmente fue su sino: “Morir es nada cuando por la patria se muere.” Morelos es un personaje que en lo personal me cautiva; su entrega humilde que lo llevó a hacerse llamar “siervo de la nación”, y su convicción absoluta por alcanzar esa idea de nación con la que un grupo de inconformes soñaban al grado de arriesgar su integridad, su patrimonio y hasta su propia vida.  Las  cavilaciones me llevan a imaginar qué  esperaban ellos como resultado de aquella lucha, y si el México actual los dejaría satisfechos, o acaso los decepcionaría.
Y hablo de la patria en todos los sentidos, desde la forma como los ciudadanos hemos descuidado nuestra lengua, hasta lo poco que atendemos nuestro patrimonio natural, histórico o meramente urbano: Somos proclives a tirar basura por no caminar tres pasos hasta donde  está el basurero; nos da por destruir la naturaleza y las obras del hombre.  Probablemente sean los jóvenes quienes más destruyen de manera activa, pero nosotros los adultos nos volvemos cómplices con nuestros silencios ramplones. 
La delincuencia se dispara cuando un individuo se siente con derechos sobre la propiedad de otro individuo, y actúa para apropiarse de aquello que no es suyo, y quizá lo hace con lujo de violencia, como descargando quién sabe qué rabia contenida.  Y se actúa en contra del concepto “nación” cuando se violenta la vida e integridad de otros seres vivos en aras de una autoafirmación enfermiza.
A otros niveles, deja de honrarse a la patria cuando se asume la función pública como  el premio mayor de la lotería, y  se ejerce como caja personal para beneficio propio, y luego pretende  utilizarse la mentira, del modo más cínico, para eludir cualquier responsabilidad.
Difícilmente  puede valorarse y cuidarse aquello que no se conoce, aquello que hace grande a una nación.   Las fallas que todos tenemos en el cuidado y la honra de la patria inician en el hogar y se extienden a la escuela, y tocan a toda la ciudadanía.  La inculcación de valores ciudadanos es tarea de todos nosotros; exigir el cumplimiento de la ley, también, para honrar a México día a día, con cada fibra de nuestro ser.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Influencias
Al momento de su auge se calificó a la televisión como madre e institutriz de los niños mal atendidos por sus padres.
Las universidades, sobre todo las públicas, fueron vistas como guarderías para jóvenes sin posibilidad de empleo.
Ya en nuestro siglo la Internet, los videojuegos y las redes sociales crean una burbuja en derredor de niños y de jóvenes.
Dentro de ella se educan, entretienen, se comunican entre ellos, aislados de sus padres.
Están de cuerpo presente pero con la cabeza llena de pájaros twitteros.
Así crece una generación de robots que sienten, hablan y crecen al margen de sus padres.
La televisión y las universidades los ocupaban unas cuantas horas.  La tecnología es de tiempo completo y excluyente.
jvillega@rocketmail.com

Jill Brzezinsky y su Pink Glove Dance

Jill es una joven sobreviviente de cáncer mamario con una historia apasionante. Un año después de haber contraido nupcias fue sometida a mastectomía bilateral y ha recibido múltiples ciclos de radioterapia y quimioterapia; al momento del diagnóstico se le pronosticó una sobrevida de  tres años, tiempo que ella y su esposo han dedicado a apoyar enfermos con cáncer. Actualmente participa en un concurso de videos con un premio económico que, de ganarlo, ella utilizará para dar apoyo a otros enfermos.  Podemos regalarle un voto por día (dando "like" en Fb), y estaremos brindando una generosa ayuda para muchos enfermos que tanto la necesitan.

La Guerra de dos Mundos por Chico Sánchez

De su libro: "Viaje al Centro del Universo"  el autor, conservacionista y gran amigo, Chico Sánchez nos ofrece en su segunda parte  este texto caminero.


El coyote

Nuestro viaje continúa cruzando la Sierra Gorda de Querétaro para llegar a Xilitla, en la Huasteca Potosina. En unas horas pasaremos de estar en una ciudad llena de autos y contaminación a respirar el aire puro de una selva llena de agua y de vida. En un solo día veremos dos mundos totalmente opuestos. 
Debido a que la carretera ha sido remodelada podremos ir a más velocidad, pero pronto vemos que no todos los avances son lo que parecen y a mitad de camino encontramos a un coyote recién atropellado. El animal murió mientras intentaba cruzar la carretera.

Las carreteras son medios de comunicación entre comunidades y sin duda tienen gran utilidad. Pero tras ver al animal muerto me pregunto: ¿Están diseñadas las carreteras para convivir con la naturaleza? ¿Están construidas con la idea de conservar nuestro medio ambiente?

Para muchas personas el coyote es simplemente un perro salvaje que no tiene utilidad porque no lo pueden comprar ni vender, pero para mí, sin embargo, un coyote es una vida y su muerte injustificada me provoca dolor.

Tras ver el cuerpo atropellado del animal las hermosas vistas de la Sierra Gorda se han tornado tristes. La enorme carretera aparece ahora como una cicatriz profunda en las montañas. La sierra está herida.

Mientras el automóvil avanza, imagino cuántos animales morirán cada día alrededor del mundo en las carreteras. ¿Tendrá esto que ver con la extinción de las especies?

Cuando un animal muere en la naturaleza su muerte es sagrada porque da la vida para alimentar a otro. Y me pregunto: ¿Qué sentido tiene esta muerte?¿Para qué murió este coyote?¿Por quién dio la vida?

Si otro animal hambriento intentara comer sus restos, probablemente, moriría atropellado también. Una cadena que no tiene final.

Mientras cruzamos la sierra pienso en soluciones. ¿Se podrían crear pasos subterráneos bajo las carreteras para que los animales cruzaran sin perder sus vidas? ¿Se podrían fabricar coches que no alcanzaran ciertas velocidades para atropellar menos animales? ¿Deberíamos hacer algo para que las carreteras no hagan tanto daño a la naturaleza?

Pero cumplir los sueños en nuestra sociedad cuesta dinero y: ¿quién estaría dispuesto a bajar la velocidad en una sociedad en la que lo importante es llegar rápido y llegar primero? ¿Quién estaría de acuerdo en acondicionar las carreteras para que no maten a los animales? ¿Realmente a nuestra sociedad le importan los animales?

Proteger a la naturaleza sería lo más inteligente que podría hacer el ser humano porque su supervivencia depende de ella. ¿Pero es realmente el humano un ser inteligente? El diccionario de la lengua define la palabra inteligencia de la siguiente forma:

1.f. Capacidad de entender o comprender.
2.f. Capacidad de resolver problemas
3.f. Conocimiento, comprensión, acto de entender.

Entonces, surge una nueva pregunta, si fuera verdad que los seres humanos son inteligentes: ¿No tendrían la capacidad de comprender que están destruyéndose a ellos mismos cuando destruyen a la naturaleza que les da la vida? ¿No entenderían que el abuso del consumo y del uso de productos químicos nos afectará a todos a largo plazo? 

Pueden continuar la lectura de este magnífico texto en: http://diarioobservador.blogspot.mx/2014/09/viaje-al-centro-del-universo-parte-2-la.html


VIDEO: Deja que Calcuta te sorprenda.

Guillermo, gracias por la sugerencia.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

REFLEXIONES DE UNA MADRE PEDIATRA
Sacrificar, palabra que con frecuencia se usa cuando se refiere a la profesión del médico.
Se "sacrifican" tantas cosas, dicen, así mismo al referirse a la maternidad, ser madre, dicen, implica muchos "sacrificios". En ambos casos, me suena tan dramático y exagerado el término, que acaba no definiendo para mí, lo que realmente en ambos casos ocurre.
Si bien el sacrificio es una renuncia voluntaria, a favor de algo o alguien, el término le da una connotación que me hace pensar en un médico o madre con cara de sufrimiento, de abnegación exagerada.
Yo hablaría simple y sencillamente de una renuncia, sí de una renuncia en la cual se deja algo por que nos interesa más lo otro, porque nos place hacerlo, porque encontramos en ello la mejor versión de nuestras vidas.
Renunciamos a esto por aquello, porque en aquello es donde encontramos la plenitud, donde nos sentimos mas realizados. donde además existe un compromiso que elegimos en forma voluntaria en otras quizá menos reflexiva, pero que finalmente se convierten en prioridades en nuestras vidas, que le dan sentido a la misma, nuestra entrega le da el mayor bienestar a conciencia y corazón.
Sacrificio sería vivir con remordimientos de no hacer lo que nos corresponde o de hacerlo a medias, pero privarse de vivir, hacer o tener cualquier cosa por hacer aquello que a cambio nos brinda satisfacción, que nos alimenta el alma, es saber elegir y complacernos, y eso no debiera llamarse sacrificio.

Sacrificio es dejar lo placentero por cumplir deberes que no nos son gratificantes, yo agradezco a la vida poder haber vivido la maternidad y mi profesión, con renuncia si, pero nunca con sacrificios.

Huapango de Moncayo desde el Café de la Parroquia en el Puerto de Veracruz

A propósito de las Fiestas Patrias, la pieza que con el tiempo se ha convertido para los mexicanos en algo así como "el segundo himno nacional": El Huapango de Pablo Moncayo.