VACÍO DE AUTORIDAD
Ahora fue en el estado de Tamaulipas, un grupo de niños de segundo
de primaria intentaron someter y vejar a una compañera de 7 años en el salón de
clases, jugaban “a la violación”. Para
las buenas conciencias es un caso aislado, un juego inocente que no amerita
tanto escándalo por parte de la madre de la menor, y claro, además está lo que dijo su maestra, que ella
se lo buscó por bonita y por coqueta…
Hemos generado una sociedad que todo tolera y todo
justifica, pasamos de la moral profunda que privaba antes de los años sesentas
del siglo pasado, a la absoluta laxitud de decir que “todo está bien y no hay para qué
hacer tanto argüende”. Los videoclips
de balada romántica muestran al cantante con huaripa sobándole por aquí y por
allá a la modelo en cueros. Las novelas
van de la cruenta matazón a desnudos en la cama en un par de segundos, y el
mensaje llega: “Si esos personajes bonitos y bien vestidos lo hacen, entonces
está bien.” Las tramas se filman en majestuosos cascos de hacienda o en hoteles
gran turismo; los protagonistas abren el ojo por la mañana luciendo
perfectamente maquillados; la ropa es siempre de marca, lo mismo que los
vehículos y cualquier otra monada que se les ocurra incluir a los productores
de esas transmisiones millonarias, y el mensaje llega: ¿Cómo va a estar mal lo
que veladamente nos propone cada trama
televisiva que amalgama a Corín Tellado
y a
E.L. James?
Algo similar sucede con las redes sociales, algo que los
mayores no vemos, por ignorancia o por pereza.
Le damos al niño de dos años la tableta o el celular con conexión a Internet,
y nos olvidamos del asunto. Hace unos
días me planteaban el caso de una
chiquilla de diez años a la que dejan toda la tarde sola en su casa con todos
los “gadgets” a su disposición. ¿Sabrá esa niña qué puede abrir y qué no?
¿Podrá resistir la curiosidad de chatear con otras personas sin supervisión
alguna? ¿Qué acaso no le entrará el gusanito de visitar sitios para adultos?...
En estas condiciones, sola, provista de todos los medios durante todo el tiempo
que ella quiera, y sin una guía de sus mayores: ¿Podrá utilizar esa absoluta libertad de la mejor
manera?
En las familias tradicionales la del padre ha sido la figura
de autoridad; a diferencia del amor incondicional de la madre, él representa el
amor condicionado, esto es, el que está sujeto en su expresión al hecho de
acatar un código de conducta familiar.
Mientras que la madre se dobla fácilmente ante las demandas del hijo, el
padre establece lineamientos y ve que se cumplan. Y así como hay una autoridad dentro del
hogar, hay una autoridad en cada institución de la sociedad… algo que en los
últimos tiempos hemos visto, con tristeza, muy mermado. Tenemos jefes enérgicos en la palabra pero
que al primer rigor se doblan y ceden, para casos hay muchos, el más
ilustrativo y vigente el de los maestros de la CNTE que se niegan a ser
evaluados, se niegan a dar clases, y exigen que se les pague su quincena,
frente a un secretario de educación (con minúsculas) que cambia de parecer como
cambiar de calcetines…
Esos vacíos de autoridad no abonan en nada a la estabilidad
del país, y dan pie a las transgresiones de todo orden, como sucedería en el
hogar si el papá es muy gritón, pero a la primera de cambios es fácilmente sometido por el resto de la familia.
Todos nosotros (y de eso difícilmente habrá quien pueda
escaparse), todos hemos propiciado el estado de cosas que estamos
padeciendo. Las madres cargadas de culpa
a las que nos tiembla la voz para imponer la necesaria autoridad; los padres
lejanos que no se dan el tiempo para convivir con los hijos, para conocerlos y
estar en condiciones de hacer respetar
su autoridad. La iniciativa privada que
tiene los ojos puestos en hacer dinero sin tomar en consideración ningún otro objetivo. Los medios de difusión que le dan vuelo a lo
que vende, a lo que les da popularidad, independientemente de su contenido en
valores. Las autoridades de todos los órdenes por no cumplir con sus funciones
en tiempo y forma; por legislar acomodaticiamente; por hacer que esas leyes se
cumplan atendiendo a intereses particulares, y sobre todo por utilizar la
palabra para sacudirse responsabilidades, para no asumir el deber que
a cada cual corresponde…. La maestra que afirma que la criatura de siete años
sedujo a sus violadores, demuestra que, o no sabe nada de delitos sexuales, algo
que debería conocer antes de abrir la boca, o quiere zafarse de responsabilidades marcando a la niña con un estigma para toda la vida.
Vacío de autoridad: Día del Padre, buen momento para
comenzar a remediarlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario