domingo, 30 de agosto de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

MUERTE EN LA RED
Hay fenómenos que llegaron para quedarse, Internet es uno de tales fenómenos cuya penetración social viene creciendo en lo que va de este milenio, aun cuando muchos se resistan de entrada a participar en cuestiones tecnológicas.  La red es algo así como el gran foro mundial donde puede hallarse cualquier cosa que se busque, desde lo excelso hasta lo bizarro, pasando por una gama interminable de matices.
Para algunos nuestras actividades nos mantienen próximos al ciberespacio, más que muchos otros. El pasado miércoles 26, poco después de las 8 de la mañana apareció un primer tweet del Washington Post dando la noticia de algo que acababa de ocurrir, una reportera y un camarógrafo de una televisora en el estado de Virginia acababan de ser muertos a tiros mientras grababan una entrevista.  A partir de esta primera noticia y durante las siguientes cuatro horas fueron apareciendo fragmentos de lo que finalmente resultó una mini ficción tipo novela negra: El asesino estaba resentido contra la televisora por varias razones, y decidió disparar a dos de sus elementos mientras grababan en vivo, capturar el asesinato, subirlo a Facebook, y finalmente suicidarse.   Como si en su mente aquel macabro plan le fuera a dar los quince minutos de fama que nunca sintió haber tenido.
Uno de sus propósitos fue grabar en vivo el asesinato y subirlo a redes sociales, y conseguir que se volviera “viral”, lo que finalmente no logró dado que se impuso una actitud de respeto por los comunicadores desaparecidos, y el video no se viralizó como el autor del doble asesinato pretendía.
Los norteamericanos han llamado a este un “social media murder” (asesinato en redes sociales), lo que establece una nueva categoría de contenidos en la red.  Ya había habido algunos videos relacionados con muertes posteriores, en particular con suicidios, mismos que muchas de las veces fueron ignorados, cuando haberlos atendido podría haber evitado una muerte.
A partir de lo recién ocurrido habrá  que  retomar el estudio de las redes sociales: No son solamente entretenimiento, no son una simple moda, sino que implican una satisfacción emocional que en realidad no se ha analizado con la profundidad que el caso requiere.   Esta supuesta satisfacción emocional viene a ser en realidad  una quimera, tantas veces enajenante y hasta mortífera, y aquí va por qué:
Antes de la venta masiva de celulares los seres humanos vivíamos bien con nuestros pensamientos, caminábamos y observábamos; esperábamos el camión y meditábamos; coincidíamos en algún evento con personas conocidas y platicábamos.  A partir del momento cuando cada individuo tuvo en su mano un aparato celular todo aquello desapareció, es más, actuamos huyendo,  como si temiéramos toparnos con nuestros propios pensamientos.  Contestamos el portátil con absoluta desesperación, como si en ese justo rato fueran a notificarnos acerca de una jugosa herencia, y no perdonamos nada para contestarlo.  Si vamos manejando lo contestamos, si estamos en la mesa, igual hacemos, y hasta en las funciones más privadas de la existencia es casi seguro que lo atendamos… ¡Actuamos como unos enajenados al primer timbre del aparato!
Rehuimos cualquier instante de soledad, y el sentir que alguien nos llama y por ende nos acompaña, nos brinda una sensación de fortaleza tal, que  nos sentimos capaces de enfrentar el mundo allá afuera.  De este modo va manifestándose esa necesidad emocional que  la tecnología parece satisfacer.
Algo similar sucede con las redes sociales, espacios virtuales que nos permiten inventarnos un perfil, o un argumento, o cualquier actitud.  En el ciberespacio podemos ser todo aquello que en la vida real no osaríamos ni imaginar; de alguna manera estar frente a la pantalla inventándonos una personalidad nos empodera y hasta nos embriaga, de modo que  en estas condiciones somos capaces de hacer aquello que en otras circunstancias no intentaríamos.
Bryce Williams (cuyo nombre real era Vester Lee Flanagan), el asesino: ¿Se levantó esa mañana con la idea de salir a matar a la reportera y al camarógrafo? Difícil saberlo.  ¿Tenía en su mente la remota idea de suicidarse? Mucho lo dudo.  Parece que lo ocurrido se limita a una serie de arrebatos momentáneos que lo llevaron a una cosa y a la siguiente, y ya “con el vuelo” inicial, quizá pudo haber sido aún más grave la cuestión.
“Social media murders”: Un término que se incorpora al bagaje cultural de nuestros tiempos, y que da cuenta del grado de enajenación que podemos alcanzar cuando nos aislamos del mundo real queriendo habitar nuestras propias fantasías.

No quede el hecho cruento como tal; sea un punto de inflexión para analizar en qué elementos depositamos nuestra confianza y fincamos nuestra valía como seres humanos.

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