domingo, 20 de marzo de 2016

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

"DADME UNA LENTE" 

“Dadme una palanca y moveré al mundo”. Máxima atribuida a Arquímedes de Siracusa y que hoy traigo a colación, no precisamente para emular al matemático sino para defender la intimidad de una figura pública a quien tanto admiro: Don Raúl Vera. Sucedió que en días pasados, en una fiesta particular a la que acudió, alguna cámara capturó una imagen suya disfrazado como médico, con peluca, bata y estetoscopio. Yo que soy una declarada “fan” suya, francamente lo encuentro más mío cuando viste su hábito tradicional, y su cabeza va descubierta, lo que me permite asomarme por un segundo a sus pensamientos, pero claro, Don Raúl no me pidió opinión para ir a la fiesta, ni es asunto de nadie más, aparte de él y en su momento quizás de sus superiores, si va o no va, o cómo se viste para asistir.

Claro, alguna lente lo atrapó y lo subió a redes “para dar pie a” lo que viniere, como quien lanza una carnada a los cocodrilos del pantano.

Debo aclarar que me da mucho gusto descubrir que Don Raúl conserva esa faceta de niño que le permite ir a una fiesta a divertirse, no es un personaje acartonado que se vea obligado a mantener una mueca rígida, como si de una careta se tratara, para presentarla en cada acto público y privado. Por otro lado resulta terrible descubrir, en esta época de tanto avance tecnológico, que un ser humano no escape de ser asaltado por un adminículo de comunicación y luego ofrecido al mejor postor. ¡Qué pena que no empaten la calidad tecnológica con la humana, sino que se distancien progresivamente más y más!

Así se explican las imágenes filtradas desde la intimidad de tantos artistas de cine. Ellos son dueños de sus propias vidas y deciden qué hacer con ellas, y el negocio de lucrar con asuntos eminentemente privados resulta de baja estofa, por no decirlo de otra manera. Igual sucede con miembros de la realeza europea, si en las playas de España o de Francia el “topless” es aceptable, ¿por qué tomamos esas imágenes provenientes de una cultura muy distinta a la nuestra, y queremos venderlas acá como inmorales?

Esta intromisión en la vida de otras personas es un acto violatorio. Desde que compramos un celular y nos sentimos Cartier Bresson redivivo, la convivencia se complicó, porque todos estamos constantemente expuestos a la lente, no de uno sino de un montón de fotógrafos improvisados ante los cuales tenemos que cuidar cada detalle, cada gesto, todo comportamiento, porque no sabemos cómo pueda interpretarse. ¡Vaya! Hasta en el baño, lo que es totalmente ridículo.

Tratando de hallar qué hay detrás de estas actitudes de capturar no precisamente para ensalzar surgen varios símbolos: Atrapar al otro en ese momento en que exhibe sus flaquezas equivale a sentir por un momento que soy más que él, que yo tengo el control de su vida. ¿O no?... Percibir que en mis manos está un dominio de ese tamaño me vuelve poderoso, lo que lleva a interpretar que lo soy con la imagen en la mano, porque sin ella dejo de serlo. Ergo, siento que no tengo poder frente al mundo, a menos que eche mano de estos perversos recursos.

Alguna vez preparé una conferencia acerca de la costumbre de retratar niños muertos tan en boga desde mediados del siglo 19 y las primeras décadas del 20. Un dato que encontré es que los daguerrotipos eran tan costosos, que en la España de 1890 un trabajador debía destinar el ingreso de toda una semana para hacerse una fotografía, lo cual resultaba a todas luces incosteable. Al morir el común de los adultos poseía una o dos fotografías, otros ninguna, por ello la necesidad de una imagen post-mortem, con toda la parafernalia que se construía en torno a ella. No sucedía, como podemos interpretarla en estos tiempos por un afán necrófilo sino todo lo contrario, por preservar la imagen del ser querido antes de no volverlo a ver. En esas fotografías muchas veces aparecía el resto de la familia, cada cual con sus mejores ropas, pues era ocasión memorable. Evoco ahora una hermosa imagen que vi en Internet, la fotografía del cuerpo de Víctor Hugo, que en lo personal es la justificación absoluta de los “porqués” de la fotografía post-mortem de aquellos años.

Derechos Humanos Universales, punto 12: “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada…” No-intromisión en las vidas ajenas, y menos todavía a la brava, movidos por intereses particulares que nada tienen que ver con el respeto y la dignidad del fotografiado. Si algunos lo hacen –y por desgracia seguirán haciéndolo—no seamos los demás el corrillo que les aplaude.

Don Raúl Vera es un extraordinario representante del amor de Cristo en la Tierra. Su vida personal, mientras no dañe a otros, es asunto suyo, nada más. Merece absoluto respeto.

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza


Escribir poesía es ir por la vida como va cualquier otro, el empleado de una fábrica, el ejecutivo de cuenta de un banco que llega puntual cada mañana enfundado en su camisa blanca y su corbata seria, o como aquella señora que espera en su vehículo a que pase la ristra de chiquillos rumbo al kínder…. 

Sólo que, la diferencia entre un poeta y uno que no lo es, radica en hallar música en cualquier cosa, sentir que te asalta un tropel de sensaciones con algo que ves frente a tus ojos y vuelves tuyo por un rato, para desmenuzar una a una sus emociones y apropiártelas;  hacerlas palabras, y versos, y música.

Escribir poesía es entonces terapéutico, pues comienzas a encontrar la vida más bella, --con música todo es más bello y más llevadero, eso lo sabe cualquiera--, y conviertes las rutinas aburridas como ir a comprar tortillas o a cargar gasolina, en una oportunidad para tocar con las puntas de los dedos ese Dios que vive dentro de nosotros, y que tantas veces  olvidamos.  

Cada uno de esos pequeños actos cotidianos se convierten en un poema, o en una canción, y comienzas a sentir que tener vida es un privilegio que no a cualquiera le es dado poseer, y te sientes feliz por ello, por atreverte a reinventar tu espacio, y sentir que eres más feliz que quien camina recogiendo la basura que otros lanzan a su paso, sin ojos para descubrir las flores del camino, las pequeñas flores de cada día, que crecen de manera graciosa en los sitios menos esperados, como éstas, ahijadas a un frío poste de concreto en cualquier esquina.

Enya: El canto del lobo

6 minutos para relajarse escuchando una buena música, y para hacer conciencia acerca de nuestra fauna silvestre, cada vez más mermada por el hombre, como parte de la celebración del "Día del Planeta".

Poesía: Tus ojos de Octavio Paz


“Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas,
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea,
páramo”



Agradezco a Javier González la sugerencia desde España donde, como para nosotros en México, Paz es Paz. Javier desde su palestra llama a vivir: "Pequeños pasos para ver la vida con otros ojos... Y pequeñas acciones para hacer que los ojos de un niño sean luminosos y nunca tristes".

TED Talks: La importancia de vernos a los ojos.

Un joven estudiante que dice grandes verdades sobre la comunicación cara a cara.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



¡Las reglas fueron cambiadas!

En unas cuantas décadas aproximadamente se nos cambió la perspectiva de lo que era formar una familia. Se nos habló de la sobrepoblación y sus repercusiones en el mundo, de la responsabilidad de formar mejor a nuestros hijos, de darles más calidad, "menos hijos para darles más" y así empezamos a transformar nuestra forma de pensar.

Incluidas ya las mujeres en la plataforma productiva y con creciente interés en su desarrollo profesional, y personal, la maternidad quedó también confinada a solo un espacio en la diversidad de sus quehaceres y no en el centro de su atención, habría que compartirla y con suerte hacer de ella la mejor realizada.

Fuimos siendo entonces,o debimos por lo menos serlo, más conscientes de no traer al mundo hijos a pasar necesidades, para dedicarles más nuestro tiempo, para darles mejor calidad de vida en todos sentidos. Ahora, después de dos generaciones que venimos siendo protagonistas de estos cambios, creo que no tuvimos los resultados esperados.

No veo que sufran menos nuestros jóvenes, ni tampoco veo en la mayoría de ellos el reflejo de esta reestructuración que ofrecía ser tan ventajosa.

Veo hijos que siempre exigen más, que le dan poco valor al esfuerzo de los padres y a los que se les provee, con incapacidad en muchos casos de compartir, con intolerancia cada vez mayor a la frustración.

Se convierten en seres que ven a los padres como proveedores y obligados a complacerlos en todas, ya no digamos necesidades, en todos sus caprichos.

Los padres los educamos con tal lástima, que siempre ponemos el adjetivo de "pobrecito", ¿cómo no le voy a dar esto o lo otro,si sí puedo?...para eso trabajamos los dos.

Quizá antes era más fácil negarse, porque realmente no se tenía, y había que compartir entre tantos, que la negación no implicaba culpa alguna.

Veo ahora jóvenes irrespetuosos, irreverentes, con miradas duras y trato prepotente hacia los padres, padres que no alcanzan a tener respuesta ante tales demandas, que perdieron la capacidad de infundir respeto por miedo quizá a perder su cariño.

Al verlos, entonces si digo "pobres jóvenes", proveídos de más de lo que era necesario en todos sentidos, menos en el fomento de esos valores que formaba la cotidianidad, en un mundo en el cual, en generaciones como la mía, todo se compartía, lo material y lo emocional; donde los valores surgían sin que nos los tuvieran que enumerar en la escuela, ni nos los tuvieran que mencionar, porque se vivían a diario. Un mundo donde se aprendía vivir en comunidad sin esa tendencia individualista de la educación moderna en el hogar.. Quizá el mundo estaba mejor en blanco y negro, que ahora que es tan diverso y multicolor, porque no supimos, porque tomamos las reglas equivocadamente, porque nos confundimos y bien lo sé, no fue de mala fe.

Tiempo de hacer recuento de los daños, tiempo de replantear estrategias, tiempo de cambio.

"No te rindas" Poema de Mario Benedetti en voz de Gabriel Andrade

Para esos momentos cuando las dificultades nos agobian y los retos parecen infranqueables, aquí esta Mario Benedetti con sus hermosas palabras, para animarnos a no desfallecer.