domingo, 19 de junio de 2016

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

SEGUIRÉ TUS PASOS
Difícilmente en la actualidad logramos deslindar las festividades tradicionales de nuestra sociedad de su sentido mercantilista, es por ello que en lo personal suelo resistirme a  abordar  la festividad en turno.  Sin embargo hoy lo haré, dado que es tan necesario hablar de la autoridad paterna como eje central del comportamiento de las sociedades.
   La festividad del Día del Padre tuvo su origen en la Unión Americana, por iniciativa de una mujer  de nombre Sonora Smart, quien propuso que debería existir un día para celebrar a esa figura, máxime que en su caso particular,  el suyo había sido un  padre “soltero”, como ahora suele llamarse, quien –a la muerte de su esposa--  había sacado adelante cinco hijos, una de los cuales era Sonora.  Así entonces esa iniciativa local se convirtió en celebración oficial norteamericana, en 1924, y finalmente en 1966 quedó establecido celebrarla el tercer domingo del mes de junio, algo que suele coincidir en otros países de Occidente, siendo pocos, como España que lo celebra en marzo, o Alemania,  que lo hace en mayo, la excepción. En México se festeja a partir de 1950.
   Hablar de la figura del padre se vuelve tópico indispensable en el tercer milenio cuando una tendencia  social es a diluir la figura de autoridad en todos los ámbitos,  empezando por el familiar.   Querer imponer un orden suele ser mal visto por los subordinados, y a ratos, si no somos precavidos,  estaremos enfrentando el fenómeno aquel de  que “los patos le tiren a las escopetas”.
   La autoridad en cualquiera de sus géneros necesita atender un orden moral, esto es, tienes la obligación de cumplir lo que yo mando, porque yo por mi parte cumplo con lo que me corresponde hacer.  Es tan sencillo como esto: No tengo autoridad moral para decirle al hijo que no fume si yo fumo; así arguya yo mil cosas para obligarlo, no estoy en posición de ejercer un liderazgo comprometido frente al joven.  Aquel argumento arcaico de “porque yo mando” perdió su vigencia hace muchos, pero muchos años. 
   Hablando de autoridad moral, algo similar se aplica a la sociedad: Tenemos “servidores” públicos ganando salarios y dietas millonarios, quienes alegan que un salario mínimo alcanza perfectamente a una familia hasta para ir al cine… ¿No es una burla grosera y un cinismo rampante? ¿Con qué autoridad moral alguna diputada farandulera dice que todos debemos estar agradecidos  con el estado actual de cosas? Esos son claros ejemplos de una autoridad moral inexistente, que simplemente no se ha ganado,  frente a una autoridad formal dada por el puesto que se ocupa.
   Imponerse como padre por la vía de la violencia es un sistema que finalmente no funciona.  Trae implícito el mensaje de que el amor y la violencia van de la mano, además de que en la mayoría de los casos el padre golpea irreflexivamente en un arranque, habitualmente desencadenado por frustración y no como una medida disciplinaria bien razonada.  Apelar a la sensatez del niño para hacerle ver por qué determinada conducta no es aceptable, es forjar en él un adulto crítico, que ante una situación busque entender el origen del mismo y discrimine sus posibles consecuencias.  De ninguna manera es declinar la autoridad; todo lo contrario, es ejercer un liderazgo formador.
   Cada uno de nosotros, sin lugar a dudas, ha tenido el padre ideal.  Así lo sentimos porque nos gana el cariño en nuestras apreciaciones, pero en definitiva los padres, como humanos que son, tienen carencias y fallas cuyo oportuno reconocimiento  allana el camino para llegar a  ser mejores padres.  Ni vivo ni muerto es sano idealizar a un padre; hacerlo es imponer una carga extra a los hijos, que se sentirán incapaces de alcanzarlo.  Las familias que han perdido de manera temprana al padre tienden aún más a idealizarlo, y las consecuencias son más graves, porque el concepto del padre perfecto se convierte así en una figura imposible de imitar  para el hijo.
   Si algún testimonio  pudieran dejar esos pequeños a sus padres, les dirían algo así:
Seguiré tus pasos, de manera que cuida por dónde vas y cómo te comportas.
Seguiré tus pasos,  cierto de que el camino que emprendes es el mejor.
Seguiré tu ejemplo, la forma cotidiana que tienes de entender  la vida.  Así como te vea enfrentar los problemas aprenderé a enfrentarlos.  Así como  trates a otros yo lo haré.
Seguiré tus pasos, el modo en que tratas a mi mamá asumiré que es  como se debe tratar a una mujer, y así lo haré, dice el niño.  Buscaré por compañero alguien que me trate como tú haces con mi madre, dice la niña.

   Hoy más que nunca es necesaria la figura del padre como modelo y guía; a él le corresponde prepararse para estar a la altura de su encomienda. ¡Felicidades por enfrentar este desafío para  formar mejores ciudadanos!

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza

TRES PADRES
Tres padres habrá  tenido mi vida: El que me formó; el que dio vida a mis hijos, y el que algún día, si así fuera su destino, se convertirá en un gran padre.
   A la vez tan distintos pero tan parecidos, porque a los tres los llevo en el corazón, y en ese amor de mí para ellos sus destinos se hermanan.
   Mi padre Agustín fue un hombre  sabio de quien mucho aprendí.  Luchó por enseñarme el camino y darme las mejores oportunidades. Un padre que al final de sus días se volvió poeta y entendió que la vida es eso, saber hallar lo bello y lo profundo aun en medio del dolor.
   José, el padre de mis hijos fue un hombre feliz que siempre supo hallar la cuadratura del círculo más redondo,  y a quien  recuerdo invariablemente alegre, con la voz en canto. Pese a su breve vida como padre, dejó honda huella en sus hijos, tanta que hasta hoy lo sienten como presencia sagrada en sus vidas.
   Mi hijo Amaury ha sido un luchador desde el vientre materno y es hoy un hombre de principios y de propósitos, poseedor de una honda fe, que lleva en su sangre la firme voluntad del abuelo y la alegría de vivir de su papá, una feliz combinación que algún día, si éste fuera su destino, lo convertirá en un gran padre.
   Hoy honro memorias y destinos.  Bendigo aciertos y errores, porque eso es ser humano, tener la vista puesta en las alturas desde nuestra condición de hombres de barro, sin olvidar que tenemos dentro un corazón tocado por Dios, quien  es finalmente el capitán de la nave rumbo a puerto seguro.
   Gracias a los tres por formar parte de mi vida. Dios los bendiga.

Andre Rieu interpreta: Serenata Rimpianto de Enrico Toselli

Hermosa reflexión en el Día del Padre por Antonio Pacheco Espinosa

Antonio evoca, con particular cariño y ternura, la memoria de su padre, quien se ha adelantado en el camino. Son sentimientos que comparto con él en este día por el padre ausente.   Quien aún tenga a su padre siéntase afortunado, corra a abrazarlo, cólmelo de amor y dé gracias al cielo por su vida cada día.

Los tiempos de Dios son perfectos. De eso no me queda duda. He aprendido ya a no cuestionar sus decisiones y a aceptar sus designios con temple y con fortaleza.
   Hoy, en esta tarde triste, acá en el puerto de Veracruz, mientras leo un poco y repaso eventos del día, añoro la presencia elegante y autoritaria de mi padre. Creo que si yo tuviera la oportunidad de pedir un deseo al invisible genio de la lámpara sería eso: poder verlo y decirle tantas cosas. Me encantaría escuchar esa voz añeja y curtida, perfeccionada y certera, de sus 90 años. 
   Murió cuando tenía 66 y creo que la vida me quedó a deber. Me debe la oportunidad siempre ansiada de verlo nuevamente de cerca, de sentirme seguro y de seguir aprendiendo de él. Ha habido tantos nudos en la garganta por ese deseo reprimido de tomar su mano y llevarlo por senderos nuevos. ¡cuanto me hubiera gustado llevarlo al beisbol o simplemente al centro de la ciudad en ese auto que nunca tuvimos en casa!    ¡Cuánto no diera por poder decirle que su vida llena de imágenes de tristeza ha impactado
Fuerte en mi futuro que él ya no vivió! 
   ¡Cuánto diera por verlo gozar mis poemas que él me enseño a
crear! 
   Este día sólo son especulaciones. Ya no lloro cuando lo recuerdo porque he decidido quedarme con la grandeza y positivismo de sus logros: mi padre no fue a la escuela y solo en la vida, habiendo huido de casa, supo guiarse con esa luz divina de la más alta autoestima. Él confió siempre en él y no fue por arrogancia.    Creo que las cosas se fueron dando para él porque fue un hombre bueno. Y Dios y la vida premian eso tarde que y temprano. 
   Lunes 13 de junio. 90 años de mi padre. Lo festejo en ausencia. Pero sé que está cerca.

DÍA DEL PADRE Padre e hija

Poesía al Padre por Matilde Alba Swann

"Cuando venga tu padre"...
Inútil amenaza, tú seguirás jugando,
y romperás los vidrios, si quiere el pelotazo,
y harás mal los deberes, si asciende por tu mente,
airoso y desplegado, tu sueño en barrilete.
"Cuando venga tu padre"...
Mas tu padre comprende,
y escuchará los cargos fingiéndose enojado,
hasta que tú te alejes.
Después, dirá en voz baja,
que así como ésta tuya, fue traviesa su infancia.
Y en tendido descanso, desandará dichoso
los ojos entornados, los días de "rabona",
los juegos en tejado, el rostro de la madre
y aquel padre tan hombre que los dejó temprano.
Y sentirá de pronto el terror de perderte,
o de que tu lo pierdas, y buscará tus pasos,
e irá con tu recuerdo trepando
hasta la rama lejana de aquel árbol,
follaje, como entonces,
refugio de ese miedo de suelo de los pájaros.
"Cuando venga tu padre"...
y quien llega es un niño adormecido en hombre,
que en vez de reprenderte, se enternece añorando.

Tomado de http://frasesparamsn.blogspot.mx/

Danza de agradecimiento de una ballena jorobada

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