ÁNGELES Y MARIPOSAS
(En memoria de Doña Lichita De Luna de
Aguirre)
Cuando esto escribo han pasado unas horas del fallecimiento
de Doña Lichita Aguirre, una querida amiga, mujer hermosa y admirable,
fundadora de una familia que se ha distinguido en la región norte del estado por
su elevada calidad humana y su actitud de servicio a la comunidad. Justo hace
algunas semanas festejábamos sus 94 años de vida, durante su celebración ella, capturada en esta foto, en el centro de la fiesta nos regalaba, como siempre hizo, la mejor de las sonrisas
y su característica y contagiosa alegría de vivir.
Hoy la ha llamado nuestro buen Dios a su lado donde sé que
ya está instalada y feliz. Ahora caigo
en cuenta por qué desde el día anterior a su muerte comenzaron a llegar en
grandes grupos pequeñas mariposas Monarca a mi jardín donde cada vez que salgo revolotean alrededor mío, como queriendo
decirme algo. Así entiendo que los
ángeles también pueden tomar esta forma para venir a avisar que cumplen con un
cometido sagrado que, aunque a nosotros nos deja en dolor, para el cielo es
ocasión de alegría.
A partir del momento en que me dieron la noticia comencé a
reflexionar acerca de la muerte. Finalmente
es una gran oportunidad para hacerlo mientras
nos toca nuestro turno, cada muerte cercana nos invita a colocar en contexto
nuestra propia vida hasta donde la llevamos vivida, revisar la mochila de
viaje, afinar nuestro plan de vuelo, y
hacer una evaluación que nos indique si nuestras prioridades del hoy responden
a aquello que, en la proximidad de nuestra propia muerte, reiteraríamos como
tales, sobre todo recordando que de este paso por la vida no nos llevamos nada
aparte de aquello que hayamos sembrado día a día con el corazón.
Desde la perspectiva de la muerte se visualiza la vida de
otra manera, concediendo valor a lo que en verdad lo tiene y desechando el
resto.
¡Cómo disfruté haber caminado por un rato al lado de alguien
como Doña Lichita! Un ser humano limpio y generoso que nos deja grandes
lecciones para asimilar. Ella y su hermosa familia son personas que siempre demuestran
tener tiempo y calma para estar al pendiente de los demás, algo que
habitualmente nos cuesta mucho trabajo al resto de nosotros. La voy a recordar con su mirada límpida, su
sonrisa amplia y una particular serenidad siempre reflejada en su rostro, que
daban cuenta de un entusiasmo inagotable y una renovada alegría de vivir. ¡Qué hermosa herencia les deja a sus hijos a partir
de su ejemplo!
Justo hoy es aniversario luctuoso de mi madre, y de hecho
los primeros grupos de pequeñas mariposas Monarca en mi jardín me hicieron pensar en
ella. Ahora sé que esos espíritus justos
y buenos que han trascendido a otra dimensión tienen permiso para venir a
pasearse entre nosotros y así recordarnos que sí vale la pena la tarea de esforzarnos
en tratar de cumplir con Dios y con la vida.
Ciertamente hay ratos cuando lo que sucede allá afuera nos
descorazona. Por desgracia vivimos en un
mundo que nos mantiene hiper-informados, de modo que estamos constantemente
bombardeados por noticias de corrupción, malos manejos, mentiras, impunidad y
saqueo, que nos llevan en ratos a dudar si realmente la honorabilidad y la rectitud
siguen teniendo un lugar en la escala de valores, cuando lo contrario pareciera
ser lo que se preconiza como lo más importante en la vida, esto es, el manejo impúdico
del dinero, haciendo creer que la justicia, la integridad y la honradez son
cosa de tontos nada más.
A pesar de todo lo anterior, y sabiendo que difícilmente
podemos escaparnos de esas malas noticias, es estimulante recordar que en este
planeta también tenemos referentes que nos alientan a no desfallecer y a seguir
adelante por el camino recto, como la opción que finalmente es la mejor.
Vivimos en un mundo de distraídos, y nosotros mismos también
somos parte de esa gran mole que vive quizá con los sentidos metidos en una
pequeña pantalla que pareciera que ya no
permite al ser humano pensar por cuenta propia.
O bien, tal vez sea ese miedo a
confrontar nuestras propias cosas, que nos lleva a refugiarnos en esa
pantalla que nos permite evadirnos de una realidad cada vez más compleja y
dolorosa. Conocer seres humanos que
viven su vida de manera extraordinaria nos permite comenzar a salir de ese
marasmo mental, asomarnos al planeta Tierra y poder así entender que lo
verdaderamente trascendente se construye día a día con buenos sentimientos
traducidos en obras. Las buenas
intenciones, por desgracia, no dejan huella permanente, pronto se hacen polvo.
Descanse en paz Doña Lichita, una gran mujer a quien siempre
vamos a recordar de la mejor manera, por todo lo que ella fue, un alma justa y
generosa que supo vivir en los hechos, sin jamás escatimar en cosa alguna, la conjugación del
verbo “amar”.