Hay aquí músicos de Santa Mónica, California; de Nueva Orleans, de Ámsterdam; un grupo de percusionistas indios americanos de Nuevo México; un violonchelista ruso; un coro de mujeres sudafricanas… y más gente de España, Francia, Caracas, Congo y Río de Janeiro. Repito, todos son músicos callejeros. Se puede además llegar a la conclusión de que no existe distancia ni ideología cuando un algo tan fuerte y arraigado como la música borra fronteras y nos hermana en una sola voz.
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