Sirenas
Odiseo volvía a casa después de librar fieras batallas y combates cuerpo a cuerpo.
Pero supo que, ni con toda su fuerza, podría resistir la voz de las sirenas.
Que, al oírlas, sucumbiría a la tentación de conocerlas y deleitarse con ellas.
Procedió pues a atarse él y sus marinos al mástil de su barca.
Usted se aproxima en los días inmediatos a su propia isla de las sirenas.
Le tentarán a comer de más, beber en exceso, comprar más allá de toda cordura.
Como Odiseo, amárrese al mástil de su familia, resista lo peor de las tentaciones.
Para llegar a casa, en el fin de año, sano, sereno y sin tantas deudas.
jvillega@rocketmail.com
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