¿SE VALDRÁ SOÑAR?
Mi hijo Amaury está por terminar su licenciatura
en Biotecnología Genómica en la UANL; en este último año ha estado analizando
qué opciones existen para él una vez que termine su carrera. Desde
la secundaria se visualizaba a sí mismo como un catedrático de tiempo completo en alguna
universidad nacional, enfrascado en investigaciones de beneficio para su país, particularmente en lo relativo a la biorremediación.
Desde
pequeño ha demostrado ser de decisiones firmes y bien fundamentadas. Cuando estaba por terminar preparatoria se
dio a la tarea de conocer diversas opciones de la propia Biotecnología, y en esa exploración fuimos a parar al
laboratorio de la Dra. Refugio Rodríguez, directora de la unidad de
Biotecnología del CINVESTAV, donde tuvo
el privilegio de recibir de parte de ella una amplia
ilustración sobre el método que diseñó para descontaminar cinco hectáreas de
terreno en la Delegación Miguel Hidalgo del Distrito Federal, sobre las que se construyó el Parque Bicentenario que funciona como un parque ecológico
desde el 2010.
Luego de
aquella clase magistral que la amable investigadora llevó a cabo en su cubículo
del laboratorio, mi hijo confirmó en definitiva que aquello era lo suyo, y aquí está, casi diez
semestres después, tratando de avizorar su futuro inmediato.
Su sueño
de ser investigador de tiempo completo se topa con un problema práctico: Los
investigadores de tiempo completo no viven de manera muy desahogada; la mayoría
de los catedráticos que le han dado clase tienen una actividad adicional que les
permita cubrir de manera satisfactoria sus necesidades familiares, pero en fin,
él es un joven organizado que sabrá sortear esas dificultades en su
momento. Sin embargo la reciente noticia
que acaba de darse a conocer en los últimos días del 2013 es preocupante, viene
un serio recorte en el presupuesto del Sistema Nacional de Investigadores, lo
que de una u otra forma vendrá a repercutir en los bolsillos de los
investigadores de las diversas disciplinas en todo el país.
En lo
personal me inquieta que el actual gobierno federal no parezca estar tomando muy en cuenta lo relativo a investigación
científica y al arte. México ha tenido
importantes aportaciones a la ciencia mundial, de lo cual tenemos diversos
ejemplos como puede ser el Dr. Mario Molina, premio Nobel de Química en 1995;
el Dr. René Drucker Colín, catedrático de la UNAM con sus investigaciones con
relación al mecanismo de producción de la enfermedad de Parkinson, o el Dr. Ignacio
Chávez padre (+), eminente cardiólogo a quien consultaban especialistas
internacionales. Claro, la lista sería
interminable, pues a lo largo y ancho de los laboratorios de diversos institutos
y universidades corre la savia formadora
de nuevos conocimientos que ayudan al desarrollo de un mundo mejor.
¿Irá a
ser necesario entonces que mi hijo comience a considerar partir al extranjero
para trabajar con la pasión con que él quiere hacerlo, sin pasar penurias
económicas…? ¿O se trata de que ingrese a las filas de los profesionales mal
pagados dispuestos a dar todo por una
causa, aunque deban pagar el precio de una mala calidad de vida…?
Entendemos que hay asuntos urgentes por resolver, pero haríamos mal en
perder de vista los logros a largo plazo por resolver los de plazo
inmediato. Las artes son un excelente
camino para atraer a los jóvenes, para ocuparlos en un quehacer que les aleje
de las calles, pero si vamos a recortar presupuesto
a las mismas, los jóvenes van a seguir en las calles.
De igual
manera, las ciencias son un camino largo de avances lentos, pero son el único
camino que ha llevado a ciencias como la Medicina, como la Ecología o como las
Ingenierías a grandes logros. Fue a
través de un camino lento, de ensayo-error, en los cuales la clave no es
adivinar a la primera, sino acertar en definitiva, a través de la paciente
observación y la cuidadosa experimentación.
Si la
actual planeación económica está partiendo
del supuesto de que las ciencias salen sobrando, tendremos qué estar pagando
las consecuencias de ello en el mediano y largo plazo. Ya lo hemos vivido con PEMEX, se han erogado
fuertes sumas de dinero en importar productos refinados, simplemente porque
nosotros no nos dimos a la tarea de diseñar procesos de refinación de nuestro
propio petróleo.
Nunca
dejaré de animar a mi hijo a alcanzar sus propios sueños, y a devolver al país
lo que éste le ha dado en materia de
educación, pero Amaury tiene derecho a una vida tranquila en lo económico, que
le permita concentrar toda su atención en aquello que le apasiona, la
investigación de laboratorio.
Las cosas
no son claras ahora. En su momento
espero no tener que darle el mal consejo de que busque alcanzar sus sueños
allende la frontera.