2017:
AÑO DE CAMBIO
Arranca un nuevo año, nos
proponemos llevar a cabo planes y proyectos con todo el entusiasmo y toda la
voluntad. Éste en particular será para los mexicanos un tiempo de grandes retos
para sacar adelante la economía familiar
pese a las severas limitaciones del exterior, un período en el que la industria y el comercio deberán aplicar su
máxima creatividad para no naufragar.
Lo vemos venir y nos enoja, pues es la consecuencia de un sistema de
gobierno que ha pretendido vendernos palabras y no resultados.
Cuando los problemas económicos
llegan al hogar, surge una crisis; la angustia existencial que implica mantener
a flote las necesidades de la familia
genera estados emocionales complicados que de alguna manera redundan en la
calidad de las relaciones interpersonales. No perdamos de vista aquel refrán
popular que reza: “Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la
ventana”. Sirva para estar conscientes
de que viene un año difícil para todos,
resultado de malas decisiones administrativas de nuestros gobernantes para las
que no se tomó en cuenta la voluntad ciudadana, asunto que debemos vigilar para
que no dañe nuestro espíritu.
En este estado de cosas
nos corresponde pues, ser muy cuidadosos con nuestros gastos, planificar,
endeudarnos lo menos posible, y mantener la organización de nuestras finanzas. De alguna manera será una oportunidad para
aprender a vivir con menos, a mantener un buen nivel de vida dejando de lado
gastos que no son indispensables.
Ocasión para despegarnos un tanto del consumismo y asumir ese concepto
de que el valor del ser humano no se halla fincado en su capacidad adquisitiva
sino en su potencial creador.
Con respecto a las
relaciones personales dentro del hogar es buen momento para revisarnos,
trabajar por mantenernos enfocados en lo que finalmente es importante, y evitar generar conflictos
gratuitos. Buen tiempo para poner en
práctica ciertos principios que rigen las relaciones humanas, orientarnos a
encontrar el punto de convergencia unos y otros, y no extraviarnos en inútiles
luchas de poder. Ahora menos que nunca
debemos permitir esas desgastantes afrentas que no llevan a nada constructivo
dentro del hogar; es ahora cuando debemos, de manera seria, trabajar
conscientemente por fomentar la armonía familiar.
Nos espera un año
difícil en lo económico, que habrá de poner a prueba todas nuestras capacidades. Un tiempo en el que habremos de sobreponernos
a los rigores del exterior para sacar adelante lo esencial. Si no lo habíamos hecho antes, es ahora
cuando corresponde a la sensatez
imponerse por encima de tantas otras cosas como lo es la moda, dado que lo
importante en un producto no es la marca sino su utilidad; necesario comenzar a entender que las riquezas
en esta vida, las que finalmente nos llevamos al momento en que partimos, no
tienen nada que ver con el mercado de consumo.
Sea éste un inicio de
año diferente, una prueba para nuestro potencial creativo en todos los
sentidos, un tiempo para trabajar el estado de cosas dentro de la familia de
manera de mantener un equilibrio en los
aspectos más importantes, cuidando al máximo que las restricciones del exterior
no hagan mella en nuestro estado de ánimo, para
no caer en la desesperanza y el abatimiento.
Quienes tenemos edad
para hacerlo, recordamos las grandes
crisis de 1981 y de 1994 que dejaron su estela de desgracias personales irreparables. Fueron tiempos en que los ciudadanos de pronto nos convertimos en
delincuentes, al no poder afrontar las
exigencias financieras que se generaron, no por nuestra causa, sino por la
impericia de nuestros gobernantes y la voracidad de los banqueros. Que no nos apague el entusiasmo la recesión
que se anuncia y claro, hagamos valer nuestro poder ciudadano de manera
pacífica y civilizada para comenzar a desarticular el sistema plutocrático que
tanto nos ha dañado.
Enseñemos a nuestros
niños el valor del dinero, fomentemos en ellos la capacidad de autogestión. Qué mejor momento para alejarnos de los
contenidos tóxicos de la televisión que
presentan paradigmas de ficción para nuestros incautos jóvenes, quienes tantas veces pretenden empatarlos en
la vida real y –obvio—no lo logran.
Ningún humano de carne y hueso tiene en su persona todos los atributos
de los personajes de las telenovelas, eso no es más que un montaje, y más nos
vale a todos entenderlo. Del mismo modo
desterremos esos programas que venden
como diversión contenidos que no hacen más que embotar la capacidad crítica del
televidente.
2017: Tiempo de un cambio
renovador, forzados por circunstancias
del exterior, ocupados en desarrollar un sentido humanista y trascendente. No hay más que de dos sopas, la del espíritu
entrón y creativo, y la que se terminó.