domingo, 14 de mayo de 2023

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

DESDE LA CUNA


La inteligencia es la función que adapta los medios a los fines.
Nicolai Hartmann 

La Ministra Presidente de la SCJN, Dra. Norma Lucía Piña Hernández, despierta en mí todo el respeto y el reconocimiento que una figura pública puede inspirar. Jurista, funcionaria y académica mexicana, ocupa desde inicios de año un cargo de relevancia para la nación. No me gusta hablar de perspectiva de género, pero valga señalar que es la primera mujer que atiende esta posición de gran responsabilidad. La Ministra no la ha tenido nada fácil: Ha manejado con tino las diferencias internas de la SCJN, pero, en particular, ha debido de enfrentar repetidas descalificaciones del Ejecutivo, a partir del momento en que quedó claro por parte de ella, que los poderes de la nación no están sujetos a la voluntad de un solo hombre. En sus propias palabras: “La independencia judicial es la principal garantía de imparcialidad”.

La imaginación me lleva a dibujar en mi mente el escenario de su propia infancia. Las interacciones con las figuras de autoridad dentro de casa; la forma como se fomentó en ella ese grado de inteligencia emocional que la mantiene firme y serena en medio de la tormenta. Me asombra el grado de seguridad en ella misma, que le permite que, más allá de las muestras “populares” amañadas que a cualquiera le sacarían el hígado, ella permanezca con la cabeza en su lugar, cumpliendo con la tarea que le fue encomendada por votación entre sus pares.

Mi asombro parte de una experiencia propia, cuando ocupé la dirección de un hospital general y clínica de medicina familiar del IMSS. Tenía a mi cargo una plantilla de trabajadores en las diversas categorías, y a diario había que enfrentar conflictos y buscar soluciones con sindicatos y particulares. El propósito de no salirme de la norma pese a las presiones, no pocas veces me provocó tensiones que repercutieron en mi persona y en mi núcleo familiar. No dimensiono entonces cómo la Ministra Piña consigue no perder la cabeza frente al golpeteo político. Se genera desde el más alto nivel de autoridad, para replicarse de muchas otras maneras mediante acoso, plantones y mensajes de descalificación en redes sociales.

Lo contrasto con una nota periodística, antítesis de lo anterior: Describe cómo familiares y vecinos de una joven mujer asesinada por su expareja, arremetieron con todo en contra de la autoridad por “no cumplir con su trabajo”. El cuerpo de la infortunada mujer fue localizado hasta cuatro días después de su muerte. Sabemos que las masas se energizan y son capaces de muchas cosas: De bloquear vías federales, de dañar bienes de terceros, y hasta de linchar algún personaje que ellos señalen de manera precipitada, como responsable de los hechos. Esto último no sucedió en el caso que leí. Lo que sí hay que destacar es que, después de la separación de la mujer por violencia, fueron tres o cuatro veces cuando esos mismos familiares y vecinos la vieron abordar un vehículo en compañía del presunto feminicida. Para la enardecida turba eso no cuenta; es humano pretender descargar el dolor de la pérdida mediante la agresión, y tal vez, por qué no, proyectar la culpa que ellos sienten, por no haber prevenido en su momento que aquello ocurriera.

Como hice con la Ministra Piña, imaginando sus juegos de niña y el amor inteligente de su núcleo familiar, lo hago hoy con estas familias dolidas que pretenden trasladar a la autoridad civil una responsabilidad particular. Lo sucedido es consecuencia lógica del escaso nivel de inteligencia emocional de la mujer violentada. Las ideas flotantes en el núcleo familiar que enseñan a la fémina que sus necesidades no son prioritarias, que no se merecen que así sean. Las niñas que tantas veces crecen replegadas en un rincón, víctimas de las continuas reyertas familiares. La disfuncionalidad que les desinfla el espíritu mediante consignas como “sola no vales nada”, o “resígnate, no lo vas a lograr”.

En esos foros abiertos donde preguntan a los participantes a qué figura pública desearían conocer en persona, yo tendría entre los prioritarios a la Ministra Piña. Sé que aprendería mucho de su inteligencia, de su templanza. De su capacidad jurídica y de su manejo de las crisis. Me encantaría poder escribir una pieza sobre los elementos que marcaron su infancia: El cuidado amoroso; la atinada guía; el modo como aprendió a darse un valor a sí misma, antes del que le puedan dar los demás, o –vale decirlo—a pesar de las descalificaciones que buscan hacerla tambalear. Mi admiración a ella como mujer, como funcionaria y como ejemplo para tantas otras. Ojalá que, por encima del barullo de la sinrazón, afinemos la sensibilidad para alcanzar a descubrir lo que un amor inteligente es capaz de crear.

CARTÓN de LUY


 

CUERDAS: Video de la Escuela de Artes Visuales de Sapir

POESÍA EN PROSA por María del Carmen Maqueo Garza

 

Hoy quiero volver a las cosas más simples de la vida.  Recuperar la capacidad de ser feliz con el goce de los pequeños momentos, los asombros cotidianos.

Quiero recordarme a mí misma que lo más valioso no lo compra el dinero: El tiempo, la  risa, la compañía de un buen amigo, de la familia.

Hoy reacomodaré mis prioridades conforme a la proporción de cielo que contienen. Me quedaré con aquellas que me abren camino para ser una mejor persona.

Quiero aprender a sentirme la mujer más rica del planeta.  Tengo a mi alcance lo más maravilloso.  Baste con abrir los brazos y hacerlo mío.

HELEN KELLER: Ejemplo de superación personal

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

 Y se llega el día en que nos damos cuenta, que no tenía sentido mantener alejados a quienes una vez quisimos; que tuvimos tanto tiempo para dirimir malentendidos; que pudimos haber buscado conciliar las diferencias y reencontrarnos con aquellos que han tenido significado especial en nuestras vidas, con las que mantuvimos una estrecha relación plena de cariño y que un día, sin que mediara en ello un motivo realmente suficiente para hacerlo, nos alejamos de ellas, desterrándolas de nuestras vidas sin darles ni darnos la oportunidad de recuperar un cariño que queda flotando en ese limbo emocional , inaccesible para hacerlo consciente y necesario.

Ya no nos son necesarios, incluso podemos sentir hasta que estorbaban. Buscamos motivos para enfatizar el menosprecio a su cercanía, respiramos hondo, nos decimos una y otra vez que es lo correcto aunque muchas veces nos asalta la duda de que estemos en un error del que nos podamos un día arrepentir.
Y se llega ese día, a veces en forma tan dolorosa o tardía, en que ya no vale de nada el arrepentimiento, el reproche, las lágrimas; en que la vida parece encararnos y hacernos ver cuantas veces nos dio la oportunidad de recuperar afectos, de dejar a un lado el orgullo, entendiendo en que en la interacción humana, hay acción y percepción, que no todo lo que atribuimos como daños infligidos por otros es tal. Tener la sensibilidad e intuición para reconocer el valor de las personas, la humildad para reconocer nuestros errores y evitar marginarlas a la ligera.

Si la separación de aquellos nos dio paz, es seguro entonces que nada habrá que después lamentar.

Concierto para piano y orquesta en Re mayor, 1a parte, de J. Haydn: Interpreta Linda Yuan