domingo, 25 de diciembre de 2022

POESÍA de María del Carmen Maqueo Garza

 

EPIFANIA DE  LA MAÑANA HELADA

Todas las criaturas guardan absoluto silencio, si acaso interrumpido por una gélida ráfaga que se ríe, traviesa, de los afanes humanos por combatir el frío.

En el pequeño patio mis amadas plantas lucen abrigos variopintos de distintos tamaños, con los cuales pretendo poner a salvo su integridad foliácea.  Para la siguiente mañana uno de esos abrigos se ha volado y el ser vegetal ha muerto.  Luce su marchitez en pleno.  Más allá la sábila, que el día antes de la primera helada lucía vanidosa una flor en la cúspide de su largo tallo, también ha perecido.  Fracasó mi torpe propósito por salvarla. El frío ha cobrado su cuota con su aliento de muerte.

Me pregunto dónde se refugian las menudas aves que, a la mañana siguiente, en singular alborozo, revolotearán en torno a la pila de agua, como si nada hubiera sucedido…

Rigor de la naturaleza sobre sus criaturas, el cual no podríamos pretender doblegar.

El Creador esboza una sonrisa ante la lección aprendida hoy por todos nosotros: La sabia humildad de saber reconocernos como un engranaje más en el libro infinito de la vida.

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

BALANCE DE NAVIDAD

Llega la Navidad con todo su esplendor.  El ambiente se torna festivo para la gran mayoría; para algunos es una fecha dolorosa por esos seres queridos que han partido a otra dimensión.  Aun así, todos albergamos cierta alegría infantil; traemos a la memoria la magia de nuestra propia niñez.  En esa temprana edad no logramos compararnos con otros niños.  Independientemente del presupuesto familiar para la ocasión, vivimos la magia de la temporada, gozando cada momento al lado de los seres queridos.

En contraste con esas edades mágicas, conforme crecemos los sentimientos van modificándose; comenzamos a pensar en los regalos y las formas, algunas veces  más que en la esencia de la ocasión. Vamos cayendo presas de la mercadotecnia con sus incontables mensajes subliminales que nos invitan a la compra, tal vez más allá de lo programado.  Luego llega enero con su decepcionante cuesta que no hallamos cómo sortear.

Este año más que nunca, me atrevo a pensar, es momento de alejarnos de los regalos materiales para enfocarnos en lo que es: en los sentimientos que albergamos hacia nuestros seres queridos.  Regalar nuestro tiempo y nuestra atención, alejados de formulismos, para conocer en realidad cómo está esa persona, qué siente, qué anhela… En lo particular los saludos masivos en redes sociales con dibujos o fotografías que representan los deseos de temporada, me resultan una forma de lugares comunes en los que fácilmente caemos.  Por su parte, un saludo personalizado de dos líneas, que denote que estamos pensando en especial en ese destinatario particular, puede hacer mucho, pero mucho bien.

¿Qué pasa si por esta ocasión intentamos ser más originales en nuestras felicitaciones? ¿Si tomamos el teléfono para una llamada de dos minutos? ¿Si, en la medida de lo posible, invitamos a un café a esa persona que sabemos que está sola?   Humanizarnos más que mercantilizarnos.  Descubrir que el verdadero valor de la experiencia humana no se tasa en pesos y centavos, sino en atenciones y tiempo.

Dejemos por un momento nuestra zona de confort.  Salgamos de la molicie de las costumbres para emprender un acercamiento distinto a nuestros semejantes.  En sitios públicos saludar a quien no conocemos; mientras conducimos mostrar un ápice de cortesía y no echarnos encima del que viene al lado o frente a nosotros.  Practicar la aceptación de nuestras diferencias, eso que nos hace humanos e interesantes de explorar unos en otros.  Desapegarnos de lo rutinario y sorprendernos emprendiendo nuevas cosas.  Percibir la sensación tan agradable que produce el ser generosos, más allá de lo que nos correspondería dar  por simple matemática.

Dejemos de lado esos miedos que nos paralizan y nos enclaustran.  En la medida de lo que la prudencia dicta, salgamos de nuestra carcasa para expresar los sentimientos por otros.  Sin prejuicios, sin limitaciones impuestas por el absurdo “qué dirán”.  Durante esta temporada dejemos de lado las etiquetas que mucho daño hacen, tanto para quien etiqueta como para quien es etiquetado.  Rompamos paradigmas; atrevámonos a mirar más allá de los condicionamientos que la sociedad impone desde su absurdo anonimato.  Dejemos firma de autenticidad en todo lo que hacemos, sin que nos frene la opinión que otros puedan tener respecto a lo nuestro.  Finalmente, cada uno tiene el absoluto derecho de hacer de su vida un papalote, y las opiniones ajenas no tienen por qué definir la ruta de nuestro propio navío.  Cada uno de nosotros, tras su propio timón, es dueño y señor de su plan de navegación.

Que pasen una temporada serena, de alegre acompañamiento.  Un tiempo de reflexión frente a este año que concluye. Contagiémonos de la alegría de los niños; de la magia que priva en estas fechas para ellos.  Demos gracias al cielo por las oportunidades que nos ha dado.  Algunas a través del gozo; otras a través del dolor, pero finalmente, cada una de ellas, en sus variopintos matices, ha sido ocasión para el crecimiento espiritual.  La lista de cada uno de nosotros es tan variada como distintos somos.  La sensación de agradecimiento nos hace percibir cuan privilegiados hemos sido en las pequeñas cosas, las de todos los días: el diario sustento; un techo; una familia.  Los sentidos que nos conectan unos con otros y nos permiten expandir las amplias alas del aprendizaje personal.  Gracias por esas oportunidades que llegaron a nuestra vida de forma inesperada, y gracias también por los deseos no cumplidos, que  invitan a entender que no eran prioritarios en nuestra vida. Y así  reencauzar la lucha.

Ser felices con lo que tenemos; valorarlo.  Ser agradecidos y aprender a compartir.  Grandes lecciones que nos regala esta temporada.

Va un cálido abrazo y mis mejores deseos para cada uno de ustedes.

CARTÓN de LUY

 


Andrea Bocelli con su hija Virginia: Aleluya. Concierto en vivo

¿Qué le regalarías a tus seres queridos en Navidad?

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

El orgullo, ese sentimiento capaz de levantarte o de hundirte, dependiendo de como lo manejes. Es sano reconocerse méritos y sentirnos orgullosos de los logros propios o que dependen de nosotros en parte. No se puede ser ajeno a ello por más humilde que se sea, es humano y necesario poder sentir esa satisfacción que nos engrandece el alma que permite reconocer nuestras habilidades o virtudes y afianzar la autoestima. Sin embargo, el orgullo no debe desbordarse, ni rebasar ciertas fronteras que impidan se convierta en un sentimiento que impere en nuestros corazones.

Quien deja que el peso del orgullo sea mayor que el amor, que sobrepase nuestra capacidad de perdonar, que nos coloque por encima de los demás impidiéndonos ser capaces de reconocer nuestros propios errores, a actuar con arrogancia, a no ceder a imponer, a lastimar porque lo que interesa es ganar no lograr un acuerdo.

Ese orgullo que impide la reflexión, destructor de las que se pudieran ser las más profundas relaciones, ese que nos convierte en personas intransigentes, que no se conmueven, que descalifican, que agreden, que intercambian la caricia por la ofensa. Ese orgullo que resta, que da incertidumbre, que no construye sino por el contrario, aniquila los más nobles sentimientos, ese enemigo que hay que desterrar del alma, para impedir ser víctimas de su poder.

El amor debe tener más peso que el orgullo; la humildad debiera no ser sinónimo de debilidad, sino una maravillosa virtud que nos evita sobrevaluarnos y nos permite ser objetivos, compasivos, reflexivos sobre nuestras relaciones afectivas, siendo mejor escudo que el orgullo para proteger el alma, permitiéndonos ser tolerantes, comprensivos y pacientes, y conservar la paz y el bienestar en nuestras vidas.

Video animado: Estrella navideña

domingo, 18 de diciembre de 2022

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

REFLEXIÓN EN TORNO A LA NAVIDAD

Para todos, grandes y pequeños, cristianos y legos, la Navidad representa un alto en el tiempo.  Un momento cargado de magia para la convivencia, el agradecimiento y el perdón.

En el seno de algunos hogares, al lado del goce por la reunión, habrá dolor por la pérdida de algún ser querido que dejó el plano terrestre en estos últimos meses.  Cuando perdemos a un ser amado sentimos que el universo se paraliza en torno a nosotros. No es fácil asimilar que todo en derredor en realidad continúa, porque así ha de ser, porque la vida de cada uno de nosotros dentro del todo que nos ha tocado habitar, es una arenilla en la inmensa playa cósmica.

La pandemia nos ha dejado grandes enseñanzas.  Una de las que yo  me llevo bajo el brazo para el resto de mi propio camino, es descubrir que lo que verdaderamente  proporciona la felicidad no tiene que ver con regalos de temporada que se dan o se intercambian.  Lo  profundo en forma auténtica  es aquello que damos de corazón, con el alma puesta en ello, independientemente del valor económico de lo obsequiado.

Como cada año surgen las conductas contradictorias entre todos nosotros: Vamos con prisa sobre la cinta asfáltica, a empellones en los locales comerciales, porque nos urge reunir todo lo necesario para celebrar la ocasión.  Festividad que tiene que ver con la llegada al mundo de Jesús, ese rey que, con tal de ser accesible para todos, eligió nacer en la más grande pobreza.   Buscamos celebrar la ocasión entre viandas y bebidas, cuando el que nace lo hizo sin otro regalo que el calor del pecho de su madre.

Buen momento para repasar lo que ha sido nuestro actuar a lo largo de este año.  Las ocasiones cuando ese Jesús semidesnudo y famélico se colocó en nuestro campo visual para tocarnos el corazón, y al que probablemente dejamos con la mano extendida, temerosos de contaminarnos o de empobrecernos con la dádiva.  A ese grado nuestro apego a las cosas materiales.

Buen momento para entender que la cultura del individualismo nos lleva finalmente a la soledad.  A hallarnos, tal vez rodeados de grandes títulos y suntuosas posesiones, pero solos, sin tener con quien compartir nuestros logros.  Una invitación que hoy nos lanza la vida para avanzar en compañía, para dejar de lado la molicie y actuar; desechar el ego maligno y animarnos a compartir el camino, al fin que todos vamos hacia un mismo destino.

El corazón nos tiende trampas.  Creemos estar dando amor con una palmadita en la espalda o con un emoticón alusivo a la solidaridad, cuando lo que nuestros hermanos necesitan son acciones puntuales, dirigidas a sanar, a satisfacer esa necesidad que les está sofocando.  La generosidad no es de relumbrón para la foto; cuando es verdadera se ejerce desde el silencio, sin aspavientos, convencidos de que no hay mérito en retribuir a la vida un poco de lo que ésta, para nuestra fortuna, nos ha dado de manera sobrada, al grado de permitirnos compartir.

Navidad es tiempo de perdonar, de entender que todos somos humanos, y como tales nos equivocamos y actuamos de una forma que puede lesionar a otros, inclusive a nuestros seres más queridos.  Perdonar es liberarnos nosotros de una carga que venimos arrastrando desde el corazón; es tener la sabiduría de reconocer que, finalmente, así como hoy perdonamos, en algún otro momento habremos de ser perdonados.

Ahora, que la enfermedad continúa haciéndose presente en torno nuestro, lejos de angustiarnos conviene, sí, ser cautos, pero no paralizarnos por nuestro miedo vital.   Hacer una llamada, enviar un correo; tal vez aproximarnos a quien está solo, enfermo o sufriendo, sea el mejor regalo de temporada que podamos dar.

La alegría de los infantes en estas fechas nos recuerda que la vida está para ser disfrutada.  Para despertar a nuestro niño interior e invitarlo por un rato a llevar la batuta de nuestras emociones.  Hoy se vale reír, se vale llorar, se vale abrazarnos sin otro propósito que no sea el de hacer manifiesto el amor de Dios entre nosotros, sus hijos.

Van mis mejores deseos para los magnánimos lectores que me han regalado la paciencia de leerme durante este año, tan significativo para mí. A  mediados del mismo estuve a punto de perder la vida por una enfermedad que se presentó así de grave como de súbita.  Para mi fortuna aquí sigo y aquí sigue mi pluma, afanosa en animarlos a vivir una existencia con significado.  Que el día que partamos, lo hagamos habiendo cumplido con el único mandato que San Pablo nos invita acatar: Esto es, vivir el amor en hechos tangibles, un amor sanador, reconstructor, que nos eleve como humanidad a partir de los pequeños actos de cada día. Actos imperceptibles para el mundo, que no se anuncian; en ello precisamente, su grandeza y trascendencia.

¡Feliz Navidad!

Poesía de María del Carmen Maqueo Garza

 

EPIFANÍA DEL OCASO

                                                A la memoria de mi cuñado Gonzalo Díaz

Cuando adivinas próximo el final del camino, vas poniendo orden con lo que fue tu vida: Sueños, metas; aciertos, errores; afectos, desdenes.

Entonces entiendes que lo único que dejas y a la vez te llevas, es el amor que hayas sembrado a lo largo del camino.  Con tus manos desnudas, desgarrando feroz la entraña de la tierra, para depositar, una a una, tiempo a tiempo, las semillas de tu propio corazón.  Con fuerza, lacerando tu piel en cada siembra, así llegue a sangrar a causa de ello.  Gotas preciosas que dan vida al grano que la tierra acoge.

Sólo eso has de llevar con tu andar ligero, en el último tramo del camino.  Cae la tarde y tú con ella. Queda, contra el destello vivo del sol poniente, una nebulosa huella de tu paso, cual manso polvo que habrá de hacerte presente a tu partida. Que te habrá de permitir permanecer por siempre en lo más profundo de nuestra memoria.

CARTÓN de Luy

 


Reflexión navideña por Antonio Pacheco Espinosa

La casa se va pintando de bonitos colores. ¡¡¡Huele a Navidad!!! Una época para meditar, para tratar de entender los recovecos emocionales en los que a veces la vida suele meternos. Una bonita temporada en la que se aligera el nudo ese en donde se apretujan nuestros sentimientos y en la que hasta lloramos por motivos superficiales y simples; porque la Navidad no solo es fiesta: Es un momento en nuestra carrera vital, un escaloncito que nos sirve para muchas cosas como analizar, recomponer, fortalecer o desandar caminos equivocados. Es una época, sí, en la que nos quitamos las máscaras de dureza y podemos, con la mano en el corazón, reconocernos humanos. Es tiempo de entender al mundo y a la gente con la que tratamos y es, en consecuencia, la mejor oportunidad para ser empáticos, de agradecer y.... de perdonar. Les envío un mega abrazo...

La grandeza y necesidad de la compasión: José A. Lozano Díez

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

El amar a alguien implica una serie de sentimientos que se amalgaman en ese término. Quizá uno que a mi me conmueve más es la ternura. Ese sentimiento que nos sobrecoge y nos nace tan profundamente, que nos hace cambiar la actitud de la voz, de nuestra mirada y que es de los sentimientos que más nos puede identificar como seres humanos. Cuando veo la ternura que puede despertar mi mascota, con su sola presencia y su gracia natural, entiendo el por qué somos cada vez más afectos a convivir con estos hermosos seres de cuatro patitas. Les hablamos distinto, imposible resulta no acariciarlos. Nuestra actitud se transforma y hasta el mal genio se esfuma.. Será que nos muestran su cariño sin ningún recelo, será que nunca se muestran apáticos a nuestra llegada, será que los vemos indefensos y solícitos de cariño. Quizá los humanos, tenemos tantos miedos y prejuicios, o nos mostramos tan autosuficientes, tan demasiado seguros de nosotros mismos, por miedo a sugerir siquiera nuestra necesidad de afecto. Será que es signo de debilidad el despertar ternura en alguien y no nos agrada y sin embargo, quién no ha experimentado la inigualable sensación de ser tratado con ternura, ese trato amable, dulce, que solo da la nobleza de un sentimiento puro y real. Ternura que ablanda el corazón, ternura que envuelve y crea a nuestro alrededor un halo de amor; ternura que nos hace tan humanos como a veces nos negamos a ser, para no revelarnos vulnerables, para no ser tildados de cursis o débiles, Nadie, creo yo demuestra mayor fuerza espiritual que aquél que libera sus sentimientos y los prodiga sin reservas. Que se atreve a demostrar amor, ternura, sin medir riesgos, esa es fortaleza. La ternura no se debe perder en las relaciones humanas, y no debe ser confinada a niños, ancianos y mascotas, sino a cualquier ser humano digno de amarse. Sentir ternura que nos inspire a brindar protección, más allá de que él o ella sean capaces de hacerlo por sí mismos. La ternura, sentimiento que engrandece al amor.

Villancico 2022 | Estoy aquí - Coro de Tajamar con Amanda Digón (Malinche)

domingo, 4 de diciembre de 2022

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo

 YO NO ROBOT

En fechas recientes, en un interesante programa de opinión escuché un concepto que me impactó. Se refirieron al teléfono celular como una prótesis para el humano. Me remití al término original. Pensé por un momento en aquellos dispositivos que sustituyen una función que el organismo ya no es capaz de efectuar por sí mismo. Evoqué desde prótesis dentarias hasta grandes aparatos que suplen facultades tan importantes como es la marcha. Visualicé con la mente esos notables casos de niños o adultos que pierden ambas extremidades inferiores. Se les adaptan prótesis, aprenden a utilizarlas, y llegan hasta a competir en justas deportivas.

“Prótesis” se define como un aparato artificial que sustituye una parte del cuerpo perdida por trauma, enfermedad o una condición congénita. Las prótesis se utilizan para restablecer las funciones normales de esa parte del cuerpo. Frente a tal panorama, ¿cuál es la función que el teléfono celular está sustituyendo? Me vinieron a la cabeza infinidad de posibilidades; por un momento evoqué tantas imágenes de seres humanos de todas las edades con la mirada puesta en la pantalla de su aparato electrónico. Tanto, que me hizo recordar el soneto de Quevedo que versa: “Érase un hombre a una nariz pegado/érase una nariz superlativa/érase una alquitara medio viva/érase un peje espada mal barbado”. Nos remite a su contemporáneo francés, el poeta Cyrano de Bergerac, para hacernos ver que, si bien el poeta no habría podido desprenderse de su nariz, puesto que así había nacido, los habitantes del tercer milenio no soltamos el celular, lo que sugiere que no sabríamos cómo comportarnos sin él. Habría que ver, entonces, qué función está sustituyendo la carcasa cuyas entrañas son cables y circuitos así de adictivos.

En nuestros tiempos tal parece que es más sencillo socializar mediante lugares comunes, “memes” y emoticones, que hacerlo cara a cara. A la hora de conocer a alguna persona, de esta última manera nos cohibimos; no hallamos cómo abordarla o de qué modo explorar intereses comunes. Se nos ha paralizado parte de nuestras emociones y nos enfrentamos a personas desconocidas como si nos hubiesen lanzado a la jaula de los leones. A ratos, si observamos con un poco de detenimiento a nuestro alrededor, tal parece que la única cara confiable para muchos semejantes es la que les presenta la pantalla. Los vemos, como Cyrano, a una pantalla pegados, concentrados, sin perder un momento de atención. Frente a los contenidos que se despliegan en ella observamos cómo se estimulan las emociones de quien los percibe. O sea, en verdad están conectados con esa realidad virtual que seduce y atrapa. Más ahora con el sistema de “reels” adaptado a algunas redes sociales, en donde aparece de la nada un breve video que nos resulta atractivo, y tras de éste se descarga una sucesión interminable de videos de contenidos similares que, si no nos percatamos, puede entramparnos, robando valiosos minutos de nuestro tiempo, viendo productos que no solicitamos. Tal el poder de los algoritmos, esas sofisticadas herramientas matemáticas que predicen, cual modernos merlines, qué temática nos habrá de atrapar, desde estilos de calzado o adornos para la casa, hasta solidaridad digital por especies como el dragón azul, un molusco gasterópodo venenoso que jamás habríamos imaginado que existía. O bien, que convocan a ayudar a los gatos ferales de Norteamérica o a los galgos abandonados en carreteras ibéricas al término de las temporadas de cacería.

Todo es muy válido para activar en nosotros la compasión por las condiciones que enfrentan diversas criaturas en algún rincón alejado del mundo. Es, en apego a la verdad una compasión ociosa, que no va a producir cambios en el mundo, cuando hay tantos asuntos en el entorno inmediato que demandan nuestra atención, nuestra simpatía y nuestra intervención ciudadana.

Recuerdo a Sonny, el personaje de la magistral obra de Isaac Asimov “Yo robot”, llevada a la pantalla. En la novela de 1950 que dio origen a la historia fílmica, y que constituyó parte de mis lecturas de adolescencia, no recuerdo que el robot tuviera nombre. El conflicto de la historia: él sueña con albergar sentimientos, como los humanos. Es la más grande aspiración que lleva a nuestro personaje de principio a fin. Ahora estamos en el caso contrario, inclinados a convertirnos cada vez en modelos más mecánicos que emocionales, y nos mueve más la ficción armada de forma artificial, que la realidad lacerante, que nos roza muy de cerca.

“El teléfono celular como una prótesis”. No permitamos que la tecnología nos maneje; no perdamos nuestra sensibilidad como seres individuales, pensantes y sintientes, capaces de trascender más allá de nosotros mismos.

CARTÓN de Luy

 


Patinaje artístico: Alexandra Stepanova e Ivan Bukin. World 2021.

POESÍA DE Wislawa Szymborska

ACASO
Pudo haber sucedido.
Debió suceder.
Sucedió antes. Después.
Más cerca. Más lejos.
Pero no a ti.

Te salvaste por ser el primero.
Te salvaste por ser el último.
Por estar solo. Con gente.
A la izquierda. A la derecha.
Porque llovía. Porque había sombra.
Porque lucía un sol esplendoroso.

Por suerte había un bosque.
Por suerte no había árboles.
Por suerte, un raíl, un gancho, una viga, un freno,
una repisa, una curva, un milímetro, un segundo.
Por suerte había a mano un clavo ardiendo.

A causa de, puesto que, sin embargo, pese a.
A saber qué hubiera ocurrido si la mano, si el pie,
por un pelo, a un paso de una coincidencia.

¿Estás, pues, aquí? ¿Salido de un instante aún entreabierto?
¿La red sólo tenía una malla, y tú a través de la malla?
No logro salir de mi asombro ni articular palabra.
Escucha
en mí late, desbocado, tu corazón.

Tomado de masliteratura.com.mx

La prisión de la mente | Sean Stephenson | TEDxIronwoodStatePrison

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Vivimos diariamente experimentando distintas emociones, sentimientos de diferente índole, desde el mismo momento en que abrimos los ojos, y así es desde que nacemos hasta morir.

A veces felices de iniciar el día, otras con la apatía total de iniciar rutinas, tristes por acontecimientos propios o de gente cercana que nos afectan; ilusionados, frustrados, positivos o en franca negatividad. Somos un continuo sentir que a veces no va acorde con nuestras actividades. El cuerpo en muchas ocasiones funciona en automático, y pareciera que desconectamos el alma para que no nos impida seguir en movimiento. Cuando nos rebasa el dolor, el resentimiento, la pena, cuando es tanta la carga que dejamos sin nosotros quererlo, que incluso intentando disimularla, brota en nuestra mirada.

Imposible sustraerse de emociones que nos causan las pérdidas, la adversidad; nuestra vulnerabilidad nos hace susceptibles a tantas calamidades que tendremos que tolerar, sobrellevar, superar, para así poder reencontrarnos con el equilibrio, con la armonía que se traduzca en felicidad.

Hay cosas que están bajo nuestro control, otras que no, sobre éstas últimas no hay que perder mucha energía en tratar de manejarlas, no es de dominio propio. Lo que otros opinan de nosotros, por ejemplo, no debiera ser causa de dolor; lo que consideramos un insulto, una ofensa, un menosprecio, es nuestra propia percepción; no debe dejarse entrar a nuestra mente, a nuestro corazón como un invasor que nos daña, igual que no permitiríamos entrar a casa a un extraño, dejándole la puerta abierta. Bastante difícil es la vida, como para sufrir innecesariamente por lo que suponemos o percibimos de los sentimientos ajenos. No permitamos situarnos de blanco del coraje del otro; dejarlo pasar, no es para nosotros, es solo quizá un escape de aquello que a esa persona le atormenta, le duele y que deja ir con mayor o menor frecuencia hacia otros, porque no ha encontrado una mejor manera de manejarlo.

Basta con los afanes de cada día, no está en mi mano lo que otros sientan o piensen de mí ni su reclamo ni su desprecio. Está en mí procesar lo que yo perciba de ello, y evitar sentirme lastimada, que me afecte, eso si que está en mí elegirlo o no.

Cuanto más difíciles sean los caminos, más ligeras deben ser las cargas. El alma puede con tanto que a veces la saturamos y la sobrepasamos. No seamos autómatas que se desenganchan del alma para poder seguir andando; seamos unidad de alma y cuerpo, logremos avanzar dejando solo en nuestros corazones aquello que fortalezca, que sea barrera contra el odio y el rencor, que conlleve amor, compasión.

Somos libres de elegir como sentirnos. Dejemos de victimizarnos. Como diría Eleanor Roosevelt: Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento.

Charla sobre conocidas piezas clásicas

domingo, 27 de noviembre de 2022

La pimera Navidad por el grupo EdgarsChristmas

CONTRALUZ de María del Carmen Maqueo Garza

 

NAVIDAD SOLIDARIA

Estamos a poco menos de un mes de la celebración de la Navidad.  Desde hace un par de semanas negocios, vialidades y  casas particulares lucen sus adornos de temporada, invitándonos desde ahora a celebrar las fiestas decembrinas.

En lo personal desfila por mi mente un tropel de memorias, desde las primeras en casa de mi abuela materna, cuando –por razón de mi edad—me dormía antes de la cena, que se llevaba a cabo de regreso de la misa de gallo a las 12 de la noche.   Lo que sí recuerdo de forma clara es la llegada de los tíos abuelos a la convivencia familiar, con seguridad la más importante del año.  En un siguiente bloque de recuerdos, como niña de clase media, vienen las vivencias mágicas de las mañanas de 25.  En la casa paterna por única ocasión el arbolito navideño permanecía encendido toda la noche, de modo que al despertar la  mañana de Navidad y correr a la sala en busca de regalos, la luminosidad multicolor me recibía de forma espectacular.   En casa se utilizaban unos focos multicolores de pocos watts, insertos en unas bases metálicas en forma de estrella, que concedían un efecto mágico a esas escenas de 25 por la mañana.  Cierto, había que esperar a que mis papás despertaran, para abrir los regalos.  Como hija única por casi diez años, y siendo una niña de temperamento apacible, era escaso el jolgorio que se armaba en casa la mañana del 25.  En las casas de otras familias las costumbres variaban, algunos abrían regalos desde la cena del 24; otros hasta el Día de Reyes.  En cada costumbre familiar se dejaba ver el espíritu de la fiesta cristiana muy matizada de tintes profanos, pero aun así las manifestaciones católicas, como nacimientos o posadas, ocupaban un lugar muy relevante a lo largo de toda la temporada.

Traigo esto a colación, por una parte, por solaz remembranza, pero por otra, para ubicarnos todos nosotros en el aquí y ahora de las celebraciones navideñas: La percepción ha cambiado de manera importante; pasamos de ocupar el papel de los niños ilusionados a los adultos proveedores.  Gran parte de la magia se ha esfumado con la edad, pero otra enorme porción de encanto queda dentro de nosotros, y se activa a la menor provocación: Volvemos a ser esos niños ilusionados que esperan y viven con particular goce las fiestas.  Sin embargo, mucho de nuestro entorno ha cambiado, en particular después de estos casi tres años de encierro obligado, tiempo en el que, para muchas familias, se ha perdido gran parte de las oportunidades de ingreso salarial.  Contrario a los cálculos oficiales de salario para la canasta básica, el número de familias con pobreza alimentaria se ha disparado, y hay niños que van a dormir esta noche con hambre.  Otro elemento terrible durante el invierno en el hemisferio norte es el frío. En los cinturones de miseria de las ciudades; entre los “sin techo”; o para la población migrante que, en el mejor de los casos, duerme en un albergue temporal.  Sé que en gran medida este cambio de percepción de las cosas guarda relación con mi edad, aunque –debo confesar—una bolsita con colación o un ponche de frutas bien caliente siguen despertando esa parte infantil que hay en mí.

Con el encierro obligado de la pandemia, hemos dejado de usar parte de nuestro guardarropa.  En muchos casos porque no salir de casa descarta mucho cambio de indumentaria; o bien la ropa nos ciñe o nos queda grande, y ya no está en condiciones de ser utilizada.  En todo este tiempo los niños de casa habrán crecido, además de que ya no es tan habitual la costumbre de “pasarse los gallitos” entre niños de la familia, dado que las unidades familiares son cada vez más reducidas… Frente a este panorama, un gran regalo de temporada puede ser la donación de dichas prendas de vestir, mediante centros de acopio y distribución reconocidos.  Tal es el caso de la Casa Hogar Omnia en Piedras Negras, que está requiriendo chamarras para niñas entre 5 y 8 años. Y así, en cada ciudad.

Alguna vez escuché a una persona afirmar que no donaba ropa, pues la gente beneficiada “la usaba y luego la tiraba”.  Cierto es que la usa al límite y cuando la prenda ha cumplido su función, la desecha.  Esas madres de familia no tienen lavadora ni acceso a servicios profesionales de limpieza.  Obvio: En un momento dado terminan desechándola.

En esta época que para algunos evoca  recuerdos maravillosos.  Cuando nos rodeamos de nuestros seres queridos para celebrar.   Es el mejor momento para ir a nuestro guardarropa a seleccionar aquellas prendas abrigadoras que ya no se usan, y darle un regalo de amor al más necesitado. Conmemoramos que Jesús con su muerte nos dio el regalo de la vida eterna. En comparación con ello: ¿Será muy complicado desprendernos de algo propio para bien de otros? ¿Cómo ven?...

CARTÓN DE LUY

 


P.I.Tchaikovsky: Capricho Italiano op. 45 - Sinfónica de Galicia

POESÍA DE IDA VITALE





LA MAÑANA DE OTOÑO
Grabar en el mañana
ésta de otoño puro,
tan azul y dorado.
El rojizo y el ámbar
no están cayendo: vuelan
en el viento tangente
con novísimas alas
al terminar su vida:
otros pájaros acompañan el año.
Las hojas que se quedan
los despiden y esperan,
como antiguos amigos,
a que todo retorne.

Tomado de: Buenos Aires Poetry




Dejemos huellas, no cicatrices. Charla de Sofía Aragón | TEDxCamelinas

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Estando al lado de aquellos que sufren por una seria enfermedad que aparece intempestivamente, cuando nadie siquiera la sospechaba, entiende uno que tan solo está en la sala de espera continuamente y que ni siquiera sabe cuando oirá su nombre o simplemente le dirán, "el que sigue". 

Al no saber que turno tiene, no puede uno estar preparado. Es totalmente al azar, pero tarde que temprano en esas que hoy vemos al prójimo, ahí estaremos de una u otra forma. 

Hay quienes hacen antesala sufriendo anticipadamente alucinando con fantasmas que aparecen en todo. Hacen una vida por demás penosa, ya que viven la desgracia por adelantado y a veces la sufren de tal manera que pareciera quisieran ejercitar el alma para que no los tome por sorpresa. 

Los optimistas, los que decidimos -me incluyo en este grupo- pasar el tiempo de espera sin quedarnos encerrados en esa sala de cuatro paredes que asfixia y a veces enferma más que cualquier padecimiento, nos reconfortamos con el diario amanecer, encontramos en un buen café y en una charla, en el apoyo a los otros que ya fueron llamados a pasar. 

La forma de apreciar la vida sin quedarnos pasmados por el miedo a lo que pueda suceder, sabiendo que no podemos ir contra el destino, pero sí contra nuestros temores, y vencerlos. 

Aprendo de estas personas, que han lidiado ya una o más batallas: de su entereza, de esa capacidad de enfrentarlas con actitud positiva, con una voluntad que rebasa lo imaginable aún por ellos mismos. Gente que ante el embate de la desgracia, se muestra con un poder que seguramente radica en su fe: en Dios, en la vida, en un futuro que anhelan tener. Porque hay alguien o algo que definitivamente los llama a salir triunfantes de esa difícil situación. 

Más de una vez he querido tener la actitud o palabras que les den aliento; más de una vez han sido ellos los que me han dado una lección de fortaleza y voluntad, y me he sentido yo el favorecido. Su cuerpo debilitado, minado por la enfermedad, encierra entonces un espíritu que se alimenta de fe, de voluntad, de esperanza, y pareciera más vigoroso que nunca.

En la antesala del destino, sea cual sea, sabiendo que un día puedo ser "el que sigue" abro mi ventana al mundo y contemplo todo lo bueno que en él hoy estoy viviendo. Comparto con los menos afortunados y aprendo de aquellos que son maestros en el arte de crecerse al castigo y sacar la casta. Con ellos doy fe de que soy más que un vulnerable cuerpo: un espíritu al que tengo que fortalecer diariamente, en un gimnasio espiritual que es totalmente gratuito y apto para todo ser humano.

domingo, 20 de noviembre de 2022

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 


VUELTA A LA ESENCIA

Los seres humanos somos proteiformes.  A lo largo del tiempo vamos modificando las diversas esferas que nos componen, hasta una definición final, que dejamos como legado a nuestros hijos. Cualquiera de nosotros podrá evocar diversas etapas de su propia vida, adquiriendo cada una de ellas un cariz distinto desde el punto donde son contadas.  Una cosa es lo que comuniquemos a los demás cuando tenemos cuarenta años, y una muy distinta  lo que transmitimos a los sesenta o a los setenta años.  Las propias memorias se van decantando en nuestro interior, hasta dejar en el centro de ellas la verdadera esencia que nos define como personas.

 Días atrás viajé a la ciudad de Monterrey para asistir a una reunión con mis compañeras de secundaria.  Alrededor de medio centenar de nosotras nos dimos cita, primero para una misa, la cual no alcancé, y luego  un convivio que se prolongó toda la tarde.   Me desplacé desde la frontera coahuilense unas horas antes, con la ilusión de quien asiste a una fiesta de cumpleaños.  Pese al cansancio físico, el encuentro con las compañeras me revitalizó en forma cabal.  Regreso a lo señalado en un principio, tal vez el paso de los años va empatando intereses y sueños, y de aquellas jovencitas de secundaria, entre las que había enormes diferencias en diversos sentidos, nos vamos convirtiendo en un grupo de mujeres de la gloriosa  tercera edad, con muchísimo qué compartir.

Yo me recuerdo en esas edades en que ya no somos niños, pero tampoco los adultos nos acogen de buena gana.  En mi caso fui hija única diez años; para cuando nacieron mis hermanas yo abandonaba la niñez, de suerte que crecí como un hongo silvestre poco agraciado entre dos adultos guapos y talentosos, y llegué a un colegio foráneo, a convivir con un grupo de chicas que, en su mayoría, venían juntas desde la primaria.  Vista desde fuera, mi situación no parecía muy afortunada, pero al paso de los años descubro que me sirvió de manera única para definir mis intereses a futuro.

Al cumplir 25 años de egresadas, tuvimos nuestra primera reunión en las instalaciones del museo MARCO, en el bello centro histórico de Monterrey.  Para los 50 años, nueva fecha oficial, lo hicimos ya en otro recinto que nos permitió mayor convivencia.  Y de entonces a la fecha procuramos hacerlo de forma anual. Se nos atravesó la contingencia sanitaria que puso al mundo en pausa.  Ahora, poco a poco, vamos retomando actividades.   Las enormes diferencias que tuvimos de adolescentes se han ido borrando; nos divertimos con quien nos tocó al lado por  mero azar; damos gracias por la vida y la salud, así sea con sus variaciones y mermas, pero que nos permite seguir gozando de las cosas más simples.  Un ambiente de convivencia simpático y sano; en el que, a una misma vez, vamos tejiendo memorias que habremos de coleccionar para siempre.

Lo antes dicho es la conclusión muy clara que me traigo esta vez a casa. Muchas reflexiones para desmadejar en los siguientes meses.   Nuestra jornada se aproxima a ser, cada vez más, una vuelta a la esencia del ser humano, más allá de elementos que en su oportunidad nos hicieron distintas y quizá hasta contrapuestas. Las diferencias por razón de la economía propia de cada familia, que ya se demarcaban en esos tiempos.  La cuestión de en qué universidad salimos a estudiar unas y otras, y los logros obtenidos en la esfera laboral.  Con el paso del tiempo los gustos y afinidades se encuentran, convergen de manera graciosa y todas crecemos.

El paso del tiempo nos enseña que podemos avanzar solos, cumpliendo cada meta justo del modo como deseamos hacerlo.  O bien, está la opción de hacerlo en grupo, combinando los intereses personales de cada uno, para andar una ruta más vivificante hacia nuestro destino.  Cierto, el aislamiento es necesario a ratos, para el diálogo interno de mí-conmigo, pero como una condición permanente es un estado desalentador.  No tener con quién compartir el rato vuelve el andar cansado, una tarea obligatoria que ha de cumplirse.

Siempre me ha asombrado la forma como el agua va alisando las piedras con su roce. Hasta la más rugosa termina cediendo su aspereza para tornarse tersa.   Algo similar sucede con  los humanos. El tiempo nos permite ir entendiendo que nuestra esencia como personas, va prevaleciendo por encima de cualquier tipo de diferencias que  pudieran haber existido en un principio.  El trato se suaviza y la convivencia fluye como agua clara y cantarina. Nos invita a honrar la vida así, justo como la tenemos, con sus limitaciones e inconvenientes de la edad, desde una óptica cargada de buen humor.  Llama a dar gracias al cielo por lo que hoy somos y a compartir. A vivir del modo más  alegre  cada día, mientras tengamos el tiempo de nuestro lado.


CARTÓN DE LUY

 


Cata Musical: César Muñoz nos invita a amar más la música

POESÍA EN PROSA de María del Carmen Maqueo Garza

 

EPIFANÍA DE LA MUDANZA
Con cariño para Elsa Angélica  

Sabia es la naturaleza. Se cumplen ciclos en su continuo devenir.

El verano va cayendo a pedazos. El verdor de los árboles se transforma en amarillos y ocres; las ramas castañetean con el viento; sus hojas se desprenden para lanzarse al vacío como clavadistas suicidas desde la altura. Tocan suelo y entonces juegan a revolcarse con gracia sobre las baldosas. Tal parece que sus piruetas rompen la firmeza de la piedra; la hacen sonreír con su cosquilleo.

Cae el fruto maduro justo cuando debe caer. Ni antes ni después. Ajena a los afanes del hombre, la entraña vegetal se desprende del producto de su vientre henchido en el justo momento.

Un viento sereno y a ratos juguetón, agita el cuerpo de los altos bambús, esos cuyos retoños más tiernos apuntan al cielo. Miro cómo se balancean a uno y otro lado con total confianza, como si fueran movidos por un trillador que los agita con ternura de padre. Pareciera que ellos lo saben y se entregan mansos a ese vaivén amoroso.

Roza el frío mi piel. Corriente dichosa que me indica de un modo gozoso que estoy viva.

En medio del cielo un sol otoñal se arranca su templado velo gris. Veo que sonríe. Una vez más se ha cumplido la vida, desde la pequeña hormiga que acarrea sus provisiones para el invierno, hasta las aves cuyo canto hoy es distinto. Es un canto que anuncia cierre, terminación, promesa de un reinicio en el tiempo justo, cuando la mudanza y sus afanes hayan cumplido lo suyo y un nuevo ciclo despunte.

El compromiso detrás de un sueño | Donovan Carrillo | TED ITESM

Para reír un rato; Colección de videos animados

 
No pueden activarse leyendas en español, pero no son necesarias para divertirse.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

He vivido ya la mayor parte de mi vida. Con matices claroscuros ha tendido siempre a vivir en la claridad la mayor parte del tiempo. He sorteado tantos y tantos obstáculos, alcanzado metas y otras que resultaron inalcanzables aprendí a verlas como parte de una existencia con éxitos y fracasos, sin reprocharme al menos por mucho tiempo, no haberlas logrado.

Quizá se pudiera considerar he sido conformista, pero conformista que se siente plena con lo que ha logrado, y feliz de voltear al pasado y poder rescatar en él tan preciadas vivencias, que no permiten frustraciones ni anhelos de conseguir ahorita sino la estabilidad emocional, la paz interior, el encontrarme conmigo misma satisfecha.
En este último trayecto de mi vida, sigo siendo hechizada por la enigmática luna; sorprendiéndome de lo que puedo aprender de estas nuevas generaciones; dejando a un lado la arrogancia de sentir que todo tiempo pasado fue mejor y descubriendo a través de ellos capacidades que no pensé tuviera.


Ahora intento lograr un pacto con el frío, que no sea pretexto que me impida disfrutar de un amanecer; dejar de odiarlo, lidiarlo, sobreponerme a él. Lo mismo he pactado con el ejercicio y parece que ambos, por lo menos hasta ahorita, han ido integrándose a mi vida como nunca antes. Una y otra cosa la debo agradecer a la oportunidad de dejarme guiar por jóvenes, definitivamente hay más que aprenderles que criticarles negativamente.


Mientras en el alma se mantenga la tibieza que mis afectos prodigan, mientras el hielo del rencor no mine el cariño de mis seres queridos, mientras mi corazón sea abrigado por el amor, este último trayecto podrá seguir siendo un camino de aprendizaje. Un camino que me permita seguir dando gracias a Dios y a la vida por cada día vivido, por cada afecto cosechado; por lo que tuve y lo que no pude tener, por los que estuvieron y siguen estando en mi vida de una u otra manera. Mi espíritu fortalecerá mi voluntad, dándome las alas para volar si caminar más no pudiera.

domingo, 13 de noviembre de 2022

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

CONSTITUCIÓN Y DEBER CIUDADANO 
 Justo por estas fechas estamos conmemorando el inicio de la Revolución Mexicana en 1910, tiempos cuando el hartazgo de la población, en sus distintos niveles, llevó a procurar un cambio por la vía armada. La gesta se prolongó hasta 1917. Un punto de quiebre ocurrió en 1913 con la firma del Tratado de Guadalupe, que desconocía al golpista Victoriano Huerta cuya influencia, muchos años después, llevó a Rodolfo Herrero a asesinar al Barón de Cuatro Ciénegas en el escarpado Tlaxcalaltongo, en el estado de Puebla, un 21 de mayo de 1920. Viene lo anterior como una efeméride, así como para expresar mi sentir respecto al descontento ciudadano que se vive hoy en día. Se percibe en el ambiente y es expresado en formas violentas en distintos momentos, desde las grandes manifestaciones populares que devienen en golpes y pintas, hasta en hechos cotidianos que ocurren en cualquier crucero, en sitios públicos sin importar su giro. Este modo de proceder da cuenta de la carga emocional que hemos venido soportando. Inicio por algo que me tocó atestiguar de primera mano: Me aproximé a un crucero de los que hay muchos en esta ciudad fronteriza. No tienen una vía preferente, sino que los conductores de norte a sur, así como de oriente a occidente, tienen un señalamiento de alto. Ello me simpatiza, pues favorece la cordialidad entre conductores; cada uno trata de respetar y hacer respetar el derecho de vía, y todos contentos. Lo que voy a relatar sucedió en el curso de la semana: se toparon en un crucero dos vehículos, uno de la CFE y el otro una 4X4 doble cabina, modelo reciente, sin placas. La camioneta institucional alcanzó el crucero fracciones de segundo antes que la 4X4 y avanzó. El conductor y el pasajero del vehículo de modelo reciente, hasta donde alcancé a ver jóvenes, aceleraron a lo largo de varias cuadras tratando de cerrar el paso a la camioneta oficial. Fueron no menos de cuatro cruceros donde trataron, una y otra vez, de interceptar a la brava. El conductor del vehículo de CFE se percibió sereno en todo momento. Finalmente, llegados a una avenida principal, el conductor de la 4X4 desistió, dando un arrancón hacia el poniente de aquellos de Dios guarde la hora. En algún momento llegué a pensar que los jóvenes pudieran sacar algún arma, cobijados por el anonimato de la ausencia de placas automotoras. Cruzó por mi mente cómo habría reaccionado yo si hubiera sido mi vehículo al que acometieran. Otro caso que coincide en tiempo es el de una mujer cuya falta de control de la ira ya la ha vuelto famosa en redes sociales: La primera vez ocurrió dentro de una institución bancaria: iracunda por no haber sido atendida como ella esperaba, dio al traste con equipo electrónico y parte de las instalaciones del local. Esta vez fue en un negocio de comida para llevar, en donde algún detalle del platillo que le sirvieron la llevó a aventar este a los empleados de mostrador, dispuesta a salir muy indignada del lugar. Este y algún otro caso similar ocurrido en otro restaurante, con otra clienta, mismo patrón de comportamiento, me lleva a pensar que algo nos está fallando en el manejo de la ira; en recordar que pertenecemos a una comunidad que cierto, tiene derechos, pero a la vez deberes. Y que no es posible ir por el mundo sintiéndose Nerón o la reina de Saba, sobre todo en un país que desde 1917 es poseedor de una Carta Magna, una Constitución que desglosa, punto por punto, lo que son nuestras obligaciones ciudadanas, tanto entre nosotros como frente a las instituciones que nos gobiernan. Tal vez cosas como estas han ocurrido desde siempre, sin embargo, no era muy manifiesta la conciencia ciudadana de hacer valer nuestros derechos como conductores o como prestadores de servicios, y ahora, con la difusión a través de redes sociales, estos hechos quedan evidenciados. Por nuestra propia salud mental y la de nuestras familias, necesitamos aprender el control de la ira y no despotricar cuando algo no resulta como quisiéramos. Desde los niveles más altos de la pirámide hasta los ciudadanos de a pie, todos hemos de aprender a convivir de manera armónica, más allá de nuestras diferencias personales. La Constitución, que costó tantas vidas y una lucha pertinaz por parte de la generación de nuestros abuelos, no es letra muerta. Está ahí para normar nuestros quehaceres ciudadanos. Para determinar y hacer respetar nuestros derechos y deberes. Tenemos la plena y absoluta facultad para manifestar nuestro desacuerdo, en la medida en que lo hagamos por la vía civilizada. Los exabruptos están fuera de lugar para dirimir nuestras diferencias. Por encima de ellas hay una ley que nos corresponde respetar a todos, por un México de instituciones, ordenado y progresista.

CARTÓN DE LUY

 


Canto Cardenche: Joya de la Laguna

Agradezco a Cuqui tan acertada sugerencia

POESÍA de Héctor Olveda

 La Riña

Llevaron dos mascotas como tromba
La vorágine feroz de su batalla
Al centro del salón sobre la alfombra
Pasándose por mucho de la raya
Los bandos del encuentro lo conforman
Un perro con la greña en oropeles
Rizados al que apodan "el caireles"
Y una gata sin luz llamada "sombra"
Enemigos por causas naturales
No ceden a chistido ni escobazo
Y ha llegado su encono a hostilidades
Que pasan de bufido y arañazo
Por la calma de todos en principio
Decidieron dar al tema carpetazo
Los dueños al echar telefonazo
Al control "animal" del municipio
Será que andan detrás de la propina
Que, en efecto, llegaron tras su rastro
Mas hicieron argüende las vecinas
Creyendo que eran viejos del catastro
Anda vete del perro y de la gata
No saben si su ríspido coraje
Llegó al limite o hallaron un lenguaje
Que torne su agresión, averiguata
Al centro del salón sobre la alfombra
Cuadrilátero que fuera del ataque
Se encuentran el caireles y la sombra
Abrazados cual foto de almanaque
Pues llamarlo podrán complicidades
Descaro por el bien que se comparte
Pero es la paz, sin duda todo un arte
Mientras tanto la guerra necedades

DECÁLOGO DEL LECTOR [Daniel Pennac]

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Hoy nos comparte la autora un homenaje hecho a su madre en vida.

Un 10 de mayo de 2010, así le escribía a mi madre

Mujeres como tú hacen la diferencia entre haber tenido una casa o un hogar; en haber sido educada o solo tolerada; en formar seres con valores o solo entes que pasan por la vida sin respeto, sin amor por los demás.

Tú hiciste la diferencia en mi vida. Gracias mamá por haberme brindado el espacio, el tiempo, la atención, los cuidados; todo aquello que me permitió llegar a convertirme en un ser que ama la vida; que tiene un propósito en ella; que buscó esforzarse por alcanzar una meta.

Gracias mamá, por el ayer, por el hoy; por haber sido, por ser quien eres. Te deseo lo mejor no solo este día, sino el resto de tu vida. Arráncale a cada día horas de alegría, rescata en cada hora momentos de dicha; siente el amor de todos los que te rodeamos; reconócete amada, respetada; siente en tu alma esa inmensa dicha de saber que has trascendido y le has pagado a la vida con creces tu existencia.

Encuentro de dos almas: Cortometraje

 
No pueden activarse subtítulos, pero aun así es perfectamente entendible

domingo, 6 de noviembre de 2022

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

UNA MUJER EXCEPCIONAL

La vida es a ratos complicada; sentimos que no podremos avanzar más.  Luego de la dificultad viene la calma y seguimos adelante, siempre adelante.

Por el camino aparecen  maestros que nos ayudan a definir la ruta.  Podremos recordar algunos muy queridos.  Estos mentores surgen a lo largo de nuestra existencia, para enseñarnos cómo vivirla.

De mis guías, con una de ellas me une una especial amistad: Concepción Tinajero de Harper, quien este 8 de noviembre cumple un siglo de existencia.   Ella tiene más entusiasmo que muchos de nosotros; sabe hallar cada mañana un motivo para saltar de la cama e iniciar su día.  Lo hace resolviendo crucigramas, labor que en definitiva aleja cualquier signo de entumecimiento de las capacidades cognitivas. Luego da varias vueltas en su patio.  Cada vez que hablo con ella, al formulismo habitual de “¿Cómo está, Conchita?” se sigue siempre una respuesta espontánea y entusiasta: “Yo muy bien, ¿y tú?”

Conchita ha sido un ejemplo de mujer emprendedora, cuando el emprendimiento no era reconocido.  Llegó a inaugurar formas de hacer las cosas siendo mujer, en unos tiempos de profundo patriarcado, en los que el lugar de la esposa y madre era el hogar.   Empresaria pionera, fundó la primera compañía de cable en Piedras Negras. Resulta divertidísimo escucharla narrar cómo  se las ingenió para traer la señal del otro lado del Río Bravo, o las veces en que, perdida temporalmente la señal, a diario cruzaba el puente para ver la telenovela del lado norteamericano, y  regresaba para relatar mediante llamada telefónica las novedades que presentaban  los personajes en turno.

Con singular entusiasmo platica de sus andanzas de pequeña, en su natal Allende, Coahuila: salía a trepar árboles y bardas con la gavilla de niños de la familia, dado que las artes con gancho y aguja, que sus mayores trataban de inculcarle, jamás fueron de su agrado.  De aquellas aventuras campiranas pasó a la ciudad, en donde cursó sus estudios de primaria; a través de sus labios conocemos un Piedras Negras que ha quedado en la memoria, ya que el peso de la urbanización lo ha soterrado.  Terminada la educación básica, continuó sus estudios secundarios en la vecina ciudad de Eagle Pass, a donde ella y un grupo de compañeras iban y venían a pie día con día, así hiciera calor o estuviera lloviendo.  Relata las simpáticas estrategias de las monjas del colegio, cuando ellas llegaban con la ropa empapada por el chubasco.

Terminó sus estudios e ingresó a trabajar a un banco norteamericano, de donde Salió  para contraer matrimonio, condición que da pie a nuevas aventuras.  La flamante desposada partió a vivir al campo, en donde las provisiones llegaban una vez por semana, de manera que tenía que ingeniárselas para que duraran, previendo además  que a diario llegaban comensales inesperados a los que había que atender por cortesía.  Salía a primera hora de la mañana con su caña de pescar y su canasta, para preparar los platillos del día.  Mucho ayudó  la formación matemática que adquirió de niña al lado de su padre, ayudando en el comercio familiar.

Fueron llegando las hijas.  Hubo mudanza del campo a la ciudad para facilitar su entrada a la primaria, y de allí se disparó su espíritu emprendedor, tanto en el sector bancario mexicano, como en la instalación de la primera estación proveedora de señal de cable en la región.  Otro montón de anécdotas divertidas dan cuenta de que, para Conchita, atender la condición humana ha estado muy por encima de cualquier otro asunto laboral o financiero.  Ello la ha hecho merecedora del respeto y reconocimiento de la comunidad a ambos lados de la frontera.

Conchita ha emprendido varios proyectos en los últimos 25 años: Es socia fundadora del Taller de Historia para Damas; atendía una comunidad; ha tomado clases de piano; recibía clases de francés hasta el 2020, cuando la pandemia paralizó muchos de sus afanes.  Lee, venciendo cualquier dificultad que lo cansado de su vista le presente.  Es melómana de corazón, emocionándose cuando escucha aquellos compases que  convertían a ella y a su esposo en los mejores bailadores de la fiesta. Quienes los vieron, atestiguan que habrían competido con cualesquiera bailadores hollywoodenses que los hubieran retado.  Además, es una excelente repostera: Goza preparando y más goza compartiendo las delicias que sus manos elaboran. Espléndida anfitriona que cuida cada detalle para sus invitados.

Imposible sería agotar el tema de una mujer así de extraordinaria como Conchita.  En lo personal me siento afortunada de tenerla cerca, con su presencia acogedora en cada momento de mi vida, en particular en los difíciles.  Una gran maestra que cumple 100 años llevando con ella el secreto de una vida larga y productiva: El propósito de ser feliz cada día.

CARTÓN de LUY

 


HAUSER: Concierto para piano No. 21 de W.A. Mozart

POESÍA de Olalla Castro

Olalla Castro: Ganadora del premio Reina Sofía por su libro de poesía: “Todas las veces que el mundo se acabó”.

Era tan grande aquella sed de blanco.
Ansiábamos el hielo y sus destellos,
el deslumbre punzante de la escarcha.
Bajo su resplandor, fundar el mundo.
Soñábamos con ir siempre más lejos,
con ser los primeros en pisar esa nieve.
Una luz oblicua alargó nuestras sombras
y extraviamos la escala.
Nos creímos gigantes.
Corrimos hacia el brillo
de la única forma en que sabemos
correr hacia las cosas:
con una red pequeña entre las manos
y un arpón escondido en la garganta.
Agarramos el hielo con nuestras manos tibias.
Lo agarramos
hasta que todo lo que brillaba se deshizo.

Fragmento de “Bajo la luz, el cepo”, ganadora del premio Antonio Machado en Baeza

Tomado del blog Zenda Libros, del maestro Arturo Pérez Reverte

Emociones y miopía del futuro: Charla por Facundo Manes

Ese pálido punto azul - Carl Sagan

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

En estos días en que la muerte toma un papel protagónico por su festejo en México, una pregunta a mí misma y que extiendo a mis amigos y familia, me hizo ruido en la mente. ¿Qué pasaría si hoy la muerte te anunciara su llegada a tu círculo cercano, familiar o amistoso? sin precisarte quién, solo te alertara que estaba muy cerca y uno de ellos le haría compañía a muy muy corto plazo.

Entre el miedo, la pesadumbre, la incertidumbre de no saber quien, pero desear que no fuera ninguno, porque simplemente son seres amados que uno quisiera fueran eternos, o sinceramente lo digo, irse antes que ellos, para no sufrir su ausencia, repasé no a todos, pero a una gran mayoría de mis seres amados.

En este recorrido, sentí una angustia enorme de pensar en perder a cualquiera, pero más de que la vida no me diera la oportunidad de limar asperezas, de reconciliarme, de siquiera indagar el porqué nos había distanciado un "no se qué", que con el tiempo va minando las relaciones y haciéndonos sentir lejanos de aquellos con los que nos vinculan lazos sanguíneos, familiares o amistosos, que nunca debieron haberse dañado sin haber buscado un reencuentro sincero, dándole al tiempo la oportunidad de hacer la grieta más profunda, e incluso acrecentándola con pensamientos negativos que nuestra mente herida crea o malinterpreta.

Doloroso perder a quien amamos, y con quien mantenemos una relación fraterna y sin tropiezos, que mantenemos cerca, haciéndole saber de nuestro cariño, pero más doloroso ha de ser arrepentirse después de la muerte de no haber sido capaz de reconocer nuestros errores, aceptarlos, pedir perdón o perdonar en su caso, aclarar sentimientos, con quienes definitivamente hemos llevado en el corazón por tanto tiempo y cuyo significado en nuestras vidas es tan profundo y valioso, que por más que intentemos, no es posible relegar a un segundo plano. El orgullo, los resentimientos, la apatía, solo en vida se pueden vencer; la muerte ablandará nuestros corazones, pero ya entonces tan solo el arrepentimiento y un profundo dolor nos acompañarán el resto de nuestras vidas, tan solo por no habernos atrevido a dejarnos ser presa de tan nocivos sentimientos.

Hay que elegir vivir en paz, sin cargas que solo en vida podemos dejar a un lado. Hay que buscar siempre librarnos del rencor, perdonar, conciliar, y no temer ser el primero en dar el paso. La humildad es nobleza que siempre gratifica.

No quisiera tener que ser alertado de la pérdida de un ser querido, para decidir de una vez por todas dejar de tener sentimientos hostiles en mi corazón para cualquiera de ellos, fuera cual fuese el motivo.

domingo, 30 de octubre de 2022

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 PROBLEMAS DE PRIMER ORDEN

Dentro del país existen entidades como focos rojos, en las que en cualquier momento el crimen organizado descompone la más tranquila de las mañanas, y para muchas familias las descompone para siempre.   Con esto en mente, el profesor Eduardo Alcántara de quinto año de la escuela primaria 24 de febrero en Guaymas, Sonora, decidió emprender junto con sus alumnos, un simulacro de cómo reaccionar en una eventual balacera.  Los escolares  siguieron instrucciones para saber el modo de actuar ante tal emergencia.  El video se hizo viral, y en menos de 24 horas las autoridades de la SEP en Sonora expresaron su indignación  hacia el docente, mencionando que hacer simulacros era una forma de normalizar la violencia e inquietar a los niños.  Poco menos de una semana después, en la población de Empalme, en el mismo estado sonorense, ocurre una balacera real en las proximidades de una escuela de educación básica.  Esta vez el video que se viraliza es el de pequeños de aproximadamente 6 años, dentro de un salón de clases practicando el “pecho-tierra”, mientras la maestra logra mantenerlos tranquilos y en orden hasta que pasa el refuego.

Se repite una vez más ese fenómeno tan constante en el actual sexenio: la confrontación entre el México que se cuenta en el discurso oficial y el México real que vivimos los de a pie cada día, en el que nacer implica, desde el primer momento, un creciente riesgo de morir a causa de la violencia. A mediados del siglo pasado los niños perdían la vida debido a enfermedades como la tosferina o la poliomielitis. Hoy lo hacen a causa de violencia familiar, de género o proveniente del crimen organizado.

Otro grave problema para nuestra población infantil, que no se está revisando a fondo, es el de la introducción de sustancias tóxicas en las escuelas de enseñanza básica y media superior.  Se presentan como pastillas de dulce de colores llamativos, que se ofrecen a los menores de forma casual como si se tratara de caramelos.  Tóxicos potenciales capaces de llevar a la muerte o a la discapacidad permanente a quien los consume.

Hasta el momento de escribir esta colaboración, nadie conoce la verdad a fondo respecto a lo que viene sucediendo desde el mes de junio, en diversos planteles de educación primaria y secundaria, fundamentalmente en los municipios de  Tapachula, Tuxtla y  Bochil en Chiapas, y de Chalco en el Estado de México.  Los alumnos, estando dentro del plantel, comienzan a sentirse mal, al grado de ameritar atención médica.  En el caso de Bochil se trató de 110 alumnos de secundaria en un mismo día.  La actitud de las autoridades no ha pasado de ser tibia, minimizando lo acontecido, ofreciendo explicaciones por salir del paso, y ahora sí que poniendo en práctica  la palabra que ellos mismos satanizaron al reprender al maestro de Guaymas: El  Estado en sus distintos niveles está “normalizando” estos casos, con investigaciones “por encimita” y juicios temerarios, que no llevan a la resolución del problema.

Algún columnista  lo ha expresado de manera magistral, yo me adhiero a sus palabras: La infancia es el período para que un niño esté hincado en el suelo jugando canicas, no haciendo “pecho-tierra”. Y, me permito agregar a lo anterior: la adolescencia es la etapa  de exploración personal hacia la autodefinición. Tiene sus grandes riesgos; el jovencito puede acceder de manera imprudente  a sustancias tóxicas. Algo que hace por iniciativa propia y que tantas veces termina en tragedia.  ¡Vaya!,  una cosa es que  él  mismo se provoque un daño en su búsqueda, y otra muy distinta que el agente tóxico llegue a su organismo sin que esté consciente de ello.   Un tiempo que por sí mismo es complicado a causa del despunte hormonal, se complica aún más por estas violaciones a su espacio seguro que es la escuela.

Termino una novela de Alma Delia Murillo.  La historia gira en torno a la búsqueda del padre por muchos años ausente, que hace la protagonista desde la ciudad de México hasta La Mira en Michoacán, donde supone que él se encuentra.  Un mal presagio la lleva a apurar su viaje.  De entrada, la autora deja caer una frase contundente  que va mucho más allá de  los márgenes del libro. Se permite la apropiación de  la gran novela de Rulfo al afirmar: “En este país todos somos hijos de Pedro Páramo”.  Expresión que viene a llenar esas grandes oquedades que han ido quedando en México, cuando la autoridad es tibia  o de plano está ausente.  Más allá  del sentido original que le da la autora, para referirse a que alrededor de 6 de cada 10 hogares mexicanos están encabezados por una mujer.

Retomar lo sagrado de la infancia.  Respetar sus espacios. Garantizar la seguridad. Favorecer un desarrollo del todo armónico: Tarea obligada entre gobierno y ciudadanía.

CARTÓN de LUY

 


Una interpretación de lo más acertada de eso que deseamos para nuestro amado México.

Lila Downs - Viene la Muerte Echando Rasero

REFLEXIÓN de Ángeles Caso, periodista y escritora española


En este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos.

Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama.

El recuerdo dulce de mis muertos.

Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche.

El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas.

Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.

También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar.

Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario.

Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada.

Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una persona amargada, pase lo que pase.

Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí.

Sólo quiero eso. Casi nada o todo.

Tomado de la red.  Me fue imposible contactar con la autora original.

Mariposa Monarca el Día de Muertos en Michoacán (Narrado por Will Smith)

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez





La muerte solo es el final de una parte física de la existencia. Nadie muere del todo, permanece, trasciende, genéticamente en un gran número de casos, otras tantas a través de acciones, de enseñanzas, de la transmisíón de afecto, de hábitos. 

Somos seres de paso, pero hacemos camino y dejamos huella, en algunos, en muchos, pero nadie, por efímera que sea su vida, pasa sin haber dejado señal de su existencia.

Quiero compartirles una experiencia, que quizá suene a algunos una trivialidad, pero que a mi me hizo ver como puede sentirse esa energía de aquellos que permanecen en nosotros más allá de su muerte.

Mi pequeña mascota, Ringo mi perrito maltés y yo solíamos salir por las mañanas a un paseo muy breve alrededor de la casa; por años esa fue mi rutina, por muchos años. Hace unos meses regresé a mi tierra natal, y los recorridos empezaron a ser de mayor amplitud hacia un parque cercano.
Poco a poco Ringo empezó a dirigirme por distintos rumbos; me pareció interesante dejarlo guiarme. Todos los días era un camino distinto, a veces distante de casa; creo que habré recorrido todas las calles aledañas a la mía, en los diferentes puntos cardinales.

Un domingo fue extremo y para cuando me di cuenta, Ringo me guiaba lejos de casa. Ya teníamos dos horas caminando, estaba casi a punto de llegar a la que fuera la casa de mis padres.

La nostalgia y el cansancio, me hicieron sentarme en una banqueta en plena avenida, de las de mayor tránsito en Chihuahua. En ese momento, llegó a mi una fuerte sensación: la presencia de mi madre en mi memoria y en mi corazón, recordándome cómo ella siempre, mientras le fue posible realizaba todas las mañanas largas caminatas. Recordé cómo me decía que cambiaba rutas para evitar la monotonía de siempre ver los mismos lugares.

Ahora yo hacía lo mismo a diario, sin que fuera algo que voluntariamente hubiera decidido; en cierta forma dejándome llevar por una mascota que tiene espíritu aventurero que apenas descubro.

Sentí, lo que quizá para una mayoría sea irrisorio: de alguna manera ahora repetía rutinas de mi madre, que definitivamente no me eran propias, ni siquiera imaginadas, y que increíblemente hasta gozara, porque caminar no es, lo confieso, una actividad que alguna vez disfrutara.

Ringo y yo a diario nos deleitamos con un amanecer distinto y divertido, conociendo caminos nuevos que él decide, y manteniendo en todo el recorrido la presencia de mi madre que nos acompaña y sonríe, porque lo que nunca me pudo animar a hacer en vida, se logra a través de mi mascota.

La energía y el amor de mi madre no tiene barreras infranqueables.


Sueños por cumplir: Charla con el comediante Mago More