domingo, 4 de octubre de 2020

POESÍA DESDE LA PANDEMIA por María del Carmen Maqueo Garza



Ha sido el tiempo de los llantos solos

De los dolores acallados desde una cama de hospital

entre tubos y sueros. Desde la playa maldita

que enmarca un océano sin fondo. Es el tiempo

Del aislamiento estéril que parte en dos el alma

El de los hombres isla, náufragos

De la falta de abrazos. La consigna:

No abrazarnos para no morir. Es el tiempo

Del no contacto. Amar es de alto riesgo

Es hora de envolvernos cada uno

en su capullo propio

Dormir una larga siesta mientras llega la noche

Es sueño a duermevela, los ojos entreabiertos

Con miedo a que la luz de la verdad nos enceguezca

Llega el alba, la luna madre se aleja de puntillas

Y el silencio prepara el grito nuestro de cada día

El nacimiento de hoy parece regalarnos

Una cuota de tiempo de veinticuatro horas

Mañana Dios dirá, o la ciencia dirá,

O la economía echará la suerte en un volado

O dirá mi corazón cansado por la espera

Una vez más

Envuelta en un capullo mientras llega la noche.

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

LA ESPERANZA, SIEMPRE LA ESPERANZA

En el santoral católico se está celebrando a San Francisco de Asís, llamado por el poeta nicaragüense  Rubén Darío: “el mínimo y dulce”. Santo que  nos dejó un legado de sencillez y humildad incomparable; entre otras muchas cosas esa oración tan difundida alrededor del mundo, que inicia diciendo: “Señor: hazme un instrumento de tu  paz…” También justo en estos días la iglesia católica, celebrará la beatificación del italiano Carlo Acutis, un adolescente de 15 años que murió en el 2006, al cual  se considera que, de llegar a santo, será el primer “santo youtubero”.  Sus restos mortales reposan e la población de  Asís atendiendo  a su deseo antes de morir, y el próximo día 12 se llevará a cabo su proceso de beatificación.

Estuve revisando parte del material que hay en la red para conocer la figura de este adolescente alegre, generoso y carismático, cuya frase mejor conocida es: “La eucaristía es la autopista para llegar al cielo”.  Él presintió que moriría.  Poco después de ello, comenzó con datos clínicos de lo que finalmente fue una leucemia aguda muy agresiva, que en poco tiempo lo llevó a la muerte.

No es frecuente que yo maneje temas religiosos tan específicos en mi columna.  Esta vez sí me sentí en la urgencia de hacerlo; para señalar cuánta necesidad tenemos en estos momentos de acceder a contenidos esperanzadores, dentro de tanta variedad que hay disponible en medios. Vivimos un  tiempo que a ratos resulta como un túnel largo y oscuro que no pareciera tener fin.

Hace un par de días me enteré del fallecimiento de un colega médico quien vivía en la ciudad de Monclova.  Su muerte es tan  terrible como ha sido cada una de las muertes ocurridas por COVID durante la pandemia.  Esta vez me duele más en lo personal; percibo los hechos de otra manera, pues se trata de un amigo, un gran ser humano siempre alegre, siempre positivo.  Esposo, padre, abuelo, profesional activo, quien muere el mismo día en que le notifican “ya te recuperaste, mañana te daremos de alta”.  Quiero imaginar su sonrisa, amable como siempre fue, y un brillo especial en sus ojos de color claro, animado por la emoción anticipada de volver a casa con los suyos.  Esta enfermedad a la que aún no acabamos de comprender trastorna todo en un enroque fatal de último minuto.  Lo hace para siempre.

Los seis meses que llevamos de contingencia han provocado cambios de diversa índole en todos nosotros.  Nuestras emociones han avanzado con altibajos, en una especie de montaña rusa.  El estado de tensión generalizada, con seguridad, habrá provocado que tomemos decisiones que en otras circunstancias no habríamos tomado.  La vida social se ha ido constriñendo, o bien, se vuelve una actividad de alto riesgo, para quien no acaba de asumir cuan vulnerables somos ante la enfermedad.  En mi caso particular he notado que me cuesta trabajo acercarme a obras literarias o cinematográficas que impliquen mucha violencia o gran desesperanza.  Necesito procurar contenidos alentadores que me digan que vamos a salir adelante de esto, y que pronto lo habremos asimilado como  parte de nuestra historia y nada más.

Es terrible tener un ser querido enfermo y no poder permanecer a su lado.  Saber que está solo y angustiado y que es tan poco lo que puede hacerse para remediar esa condición.  A quienes podemos hacerlo, nuestra vulnerabilidad nos convierte en ratones encerrados en una madriguera. Para otros muchos la necesidad los vuelve  una suerte de figuras de tiro al blanco, que diariamente se juegan la vida por ganarse el pan.

Dentro de este ambiente proclive al desánimo, surge la necesidad de procurar actividades que nutran el espíritu.  Conversaciones con nuestros seres queridos, ya sea los convivientes o los lejanos, a través de recursos tecnológicos.  Procurar aquellos contenidos que nos llevan a apreciar de mejor manera lo que somos y tenemos, o bien que invitan a explotar nuestros recursos para revalorar, crear o compartir.  Imponer nuestra presencia frente al panorama, a ratos tan poco alentador, para decir “aquí voy y sigo adelante”.  Que no sean las circunstancias las que se impongan sobre nuestros propósitos de avanzar.

Conocer la vida de Carlo Acutis fue un remanso de paz.  Independientemente de las creencias de cada uno, descubrir que ha habido seres humanos con ese grado de espiritualidad, que afrontan cualquier circunstancia con toda la fe; que entregan su dolor de manera generosa, y que viven hasta el último día en el gozo de la esperanza plena, es para animar al más reticente.

Procuremos, generemos, compartamos y alegrémonos de hallar a lo largo de la jornada  estos testimonios vivificantes, que nos llevan a transitar en lo sucesivo  con el ánimo mejor dispuesto, mientras pasa la tormenta.

Les Luthiers, Loas al Cuarto de Baño, Todo Por Que Rías

POESÍA de Tamara Tenenbaum

 


No sé, lo leí en un poema

Leí en un poema
que no tener padre
se siente como una
ausencia
que crece,
como
un árbol.
No sé, Sylvia.
Es verdad que crece
pero más
como un tumor
porque no va todo
hacia el mismo lugar
y mucho menos
hacia arriba.
Te lo encontrás
en rincones impensados del cuerpo
como protuberancias, como tubérculos,
como lunares
con bordes feos
o pelotas duras en lugares
que deberían ser
blandos.
Y si llegás muy tarde
solo se lo puede matar
con algo
que un poco
también
te mate a vos.

Publicada por Periódico de Poesía UNAM de la UNAM el 28/9/20

Mario Alonso Puig ✅ ¿Qué es la felicidad? (reflexión)

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Los héroes son seres mitológicos o mortales, gente que en el sentido amplio de la palabra se refiere a aquellos que nos salvan de un gran peligro.

Y hay tantos que pasan por este mundo con pena y sin gloria. Ayer me detenía a ver a los recolectores de basura, hombres que desde temprana hora y a temperaturas como son las de estos latitudes, de más de cuarenta grados, viajan en la parte trasera del camión, sin llevar siquiera los trajes adecuados que les protejan de la contaminación con la basura, basura que está por demás decirlo ni siquiera tenemos la cultura de clasificar, y que se mezcla indistintamente colocándose en un solo contenedor.

Puedo imaginar el nauseabundo olor que de ahí emana, las veces que estos hombres tendrán contacto en su ropa y en su cuerpo con la mayor inmundicia, los desperdicios de todo tipo que la población desecha.

Empleo de alto riesgo, que no se valora en todo lo que implica, de riesgos y esfuerzo para los que lo practican y de beneficio para la comunidad que gracias a ellos, puede mantener su casa, su calle, sin la fatal basura que producimos. Lo hacemos sin mayor conciencia, sin ponernos límite alguno, despreocupados totalmente de lo que implicaría no podernos deshacer de ella; cuando menos una gran mayoría gozamos de este privilegio.

No pude sino verlos trabajar y sentir que se me encogía el alma, de tan solo pensar en que son gente que día a día, lucha por el pan que llevarán a su casa, que no han tenido otra mejor oportunidad y por eso se dedican a labor tan ardua, riesgosa y mal remunerada. Me quedé pensando, en lo que se dice una y otra vez que la gente es pobre porque no trabaja, o porque no estudia o se esfuerza, reflexionando en que definitivamente no todos tenemos las mismas oportunidades, ni podemos señalar y criticar a la ligera a esta gente que sí se esfuerza, que sí trabaja, pero que puede aspirar muy poco en esta vida. 

No imagino estudiar una carrera y luego dedicarse a recolector de basura. Este mundo necesita del trabajo de todos, a distintos niveles, requiriendo distintas capacidades y preparaciones, pero todos, absolutamente todos somos necesarios, indispensables algunos más que otros. Quien a estos oficios se dedica, merece todo nuestro respeto, incluso admiración, agradecimiento, pero sobre todo y ya que con todo esto no se come, merece percibir salarios y prestaciones dignas, que les permitan a ellos y a sus familias vivir con las necesidades básicas satisfechas y con calidad de vida.

Hoy dedico un humilde homenaje a estos héroes, a los recolectores de basura y a la gente que como ellos, hacen con su trabajo un mejor mundo para todos. Que un día haya justicia para ellos, y reconozcamos todos que en este mundo, que la pobreza en su gran mayoría no es una consecuencia de que la gente no tenga ambición de prosperar o por pereza, y al reconocer las verdaderas causas, nos decidamos de una vez por todas a atacarlas.



IN PARADISUM - Michel Pépé. Tomada del canal de Andreea Petcu