domingo, 29 de enero de 2017

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

ERICK Y  KARABO
Cada cual busca prevenir el Alzheimer de la mejor manera, a mis casi 62 años yo lo hago aprendiendo francés.  Tengo un maestro muy joven con verdadera vocación por lo que hace, que convierte nuestra clase en tiempo de enriquecimiento, diversión y aprendizaje.  Él acaba de regresar de una estadía de 2 años como misionero en el extranjero, y tuvimos la buena fortuna de constituir su primer grupo de alumnos; en lo particular es muy gratificante  ver cómo prepara sus clases y se aplica con toda la paciencia del mundo para  que cada alumno logre su objetivo. 
   Asumiendo lo ocurrido en Monterrey hace once días como una gran asignatura personal por atender, esta semana me he ocupado de conocer las teorías de Gilles Lipovetsky, un filósofo postmoderno, autor de una teoría que viene a explicar en gran medida los fenómenos sociales que involucran a nuestros niños y adolescentes.  Su primera obra publicada en 1983 se  intitula: “La era del vacío”,  en ella aborda el impacto que tienen los medios de difusión masiva en la transformación de los valores de una sociedad.  Aun cuando su libro fue publicado antes de la proliferación de las redes sociales, contiene principios que se aplican perfectamente a los tiempos actuales.  En sus últimas publicaciones Lipovetsky  tiene el acierto de incluir lo relativo a los “self media” (perdón por el anglicismo), que  explican el narcisismo del individuo frente a la pantalla de uso personal, propio de  la que llama “época hipermoderna”.  Además acuña un término muy descriptivo: “Felicidad light”.
   Con relación a esto último me topo con la iniciativa de un joven sudafricano de 18 años (tres menos que mi maestro Erick) de nombre Karabo Mnisi; él propone hacer montajes de la propia muerte, fotografiarlos y subirlos a las redes sociales. Más que horroroso lo hallo patético, además de que bajo la óptica de  la teoría de Lipovetsky se explica por ese vacío existencial que los chavos no hallan cómo llenar,  frente a la necesidad apremiante  de reinventarse  ellos mismos.  Lipovetsky propone que la educación le apueste en serio a la formación artística de los niños desde los primeros grados, como una forma  mediante la cual el estudiante  pueda sentir que vale frente a la sociedad por aquello que es capaz de expresar.  Que el arte le permita asimilar el concepto de que se le reconoce  por lo que sabe hacer,  lo que le  vuelve distinto del resto de los mortales, rompiendo de ese modo el narcisismo colectivo de nuestros tiempos, dentro del cual somos tan parecidos unos y otros, que terminamos sintiendo que la vida es un absurdo, al grado de considerar que da lo mismo tenerla que perderla. Con relación a las redes sociales señala una verdad tan profunda como lamentable, emprendemos una comunicación carente de objetivo preciso o público determinado, movida por la urgencia de expresarnos para cerciorarnos de que seguimos vivos. Esa honda sensación de vacío nos encapsula en nuestro espacio vital, y nos conduce tanto al hedonismo como a la insensibilidad frente a los demás.  Todo lo que sucede en la vida real se confunde con lo que  se ve en la pantalla,  lo que lleva a un desapego emocional  en potencia grave.
   En la  adolescencia el ser humano lleva a cabo un  proceso de definición secundaria para  luego salir a enfrentar al mundo de forma única y auténtica.  Cuando el desarrollo emocional falla el chico no encuentra los elementos que le permitan llevar a cabo esa autoafirmación, de modo que lo intentará tal vez comprando para sentir que existe, o atacando para sentirse poderoso mientras navega en aguas turbulentas que amenazan con hundirlo.  Su creatividad echa mano de los elementos al alcance para decir “yo soy” a cualquier precio. Ahí tenemos los dos  polos, el  de mi maestro Erick que a sus 21 años ya está construyendo un futuro propio, y el de Karabo de 18 jugando a morir, con el riesgo de  que en una de esas se le cumpla.
   Un principio de comunicación señala que a las dos semanas una noticia pierde vigencia.  En tres días más se cumple ese plazo para lo acontecido en un colegio de Monterrey y que en su momento nos cimbró; en este caso no se vale cerrar el libro, sellar la historia y olvidarlo,  estamos todos obligados a  hacer lo necesario para que algo así nunca vuelva a ocurrir.

   No está  de más insistir: Los niños y jóvenes están en período de formación, no  tienen capacidad para tomar todas las decisiones, no todo lo que hagan está bien hecho,  para eso estamos los adultos, para  señalar valores y ver porque se cumplan.  La mejor manera de garantizarlo es a través del ejemplo: Enseñar amor a la vida amando la vida, enseñar fortaleza siendo fuertes; convertirnos en paradigmas  de total congruencia en cada pequeño acto que emprendamos para un cambio verdadero.

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza

Caes graciosa danzando,
como hoja de otoño,
mansa te vas dejando llevar
por el viento
hacia un nuevo destino.
Quiero entender la verdad
de tu muerte de este modo,
como ríos de vida
que cambian su cauce,
como cantos que mudan sus ecos.
Así para aceptarla,
que no sea tan  hondo
el vacío
que deja tu partida.


"Muros" de Eduardo Galeano

Reflexión de Héctor Romero-Lecanda



Fotografía tomada por el dron del municipio de Piedras Negras.
Tengo toda mi vida de ver puentes en lugar de muros entre los dos Laredos. De vivir en una(s) ciudad(es) donde se pierden los bordes, los borders y las fronteras. He sido un poco de aquí y de allá. Ir "al otro lado" me es algo natural y cotidiano. Nací en tierra mexicana y estudié en suelo tejano. Crecí tomando leche Bordens, yendo a comer a la cafetería del centro o a pasear al mall.

Por años conviví con gringos y tex mex que cruzaban a pie para comprar del "otro lado", el mexicano, los aguacates en la Frutería González o las curios en la tienda Martís, tomar sus margaritas en el mercado o cenar en el Cadillac Bar.

Los dos Laredos, el de Texas y el de Tamaulipas siempre se han ufanado de ser ciudades hermanas con el Río Bravo-Río Grande como testigo. Ciudades donde igual celebramos con un simbólico abrazo a mitad del puente el cumpleaños de George Washington, que disfrutamos de las fiestas patrias o la feria de Expomex.

Ser y sentirse fronterizo es más, mucho más que lidiar con visas y pasaportes o filas en los puentes. Es una forma de vida, Sr. Trump. Es mi identidad.

Yo, con o sin muros, como miles de mexicanos, seguiré construyendo puentes para abrazar a los nuestros, para fortalecer hoy más que nunca esos lazos entre las familias y los amigos.

Lo cultural es más fuerte que cualquier muralla. ¡Resistir y hacer!


"Let's build bridges,not walls" leyenda en  la portada del Fb de Héctor Romero-Lecanda, quien por primera vez visita este blog con una propuesta muy valiosa. Gestor cultural y comunicador nacido en  la frontera  tamaulipeca, con base en sus vivencias como fronterizo sostiene  que ningún muro podrá  romper los firmes lazos que siempre han unido tierras hermanas.


Milagros de amor perruno

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



Madurar al vivir conlleva necesariamente dolor. No se madura tan solo exponiéndose al sol, o como los vinos manteniéndose en barricas de madera. Todo implica riesgo en esta vida, desde nuestra concepción hasta que la muerte nos libera de vivir en riesgo.

Conforme el tiempo pasa, nos convertimos en acumuladores de miedos, de prejuicios, vamos perdiendo espontaneidad, y comenzamos a ser actores de nuestra vida, El guión cada vez tiene menos de improvisado, el miedo a fallar, a tener confianza,a dejarnos llevar por instintos o por nuestros sentimientos impone mayor planeación. Miedo a amar, por no querer volver a ser víctimas del desamor, por no probar la miel y terminar con un amargo sabor a hiel en la boca, no otra vez.

Difícil madurar, si madurar conlleva perder la fe, si los miedos se convierten en material aislante que nos impide sentir y nos convierte en envase hermético de incertidumbre.

Madurar, llegar al a plenitud en el desarrollo físico y mental sin sufrir, inconcebible a mi criterio, tanto como lo es el no tener la capacidad de vencer miedos, de reconquistar terrenos perdidos, de encontrar antídotos para todo aquel sentimiento hostil, miserable, que envenena el alma y nos convierte en máquinas humanas insensibles.

Madurar sin que en el proceso perdamos el corazón. Madurar y concebir de manera inteligente la vida,entendiendo que es más absurdo negarse a amar que tomar el riesgo de un intento más,de volver a confiar sin que esto signifique confiar a ciegas.

Madurar es identificar a quienes sean dignos depositarios de nuestro cariño y a su vez, serlo nosotros para aquéllos que deciden poner en nuestras manos sus más valiosos sentimientos.

The Piano Guys: Variación de Invierno de Vivaldi