domingo, 1 de enero de 2023

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

ESPEJO Y LIENZO

Cuando revisamos nuestra  propia vida  descubrimos que el único elemento que no somos capaces de domar es el tiempo.  Este avanza, sigue su curso, aun en contra de nuestra propia voluntad.

Fin de año, ocasión de medir qué hemos hecho con la vida, cómo nos presentamos de cara al  período que inicia.   Habitualmente es un momento que se acompaña de buenos deseos, propósitos, actualización de proyectos.  Muchas veces, en particular durante estos  años de crisis sanitaria, nos sorprende junio con la valija de buenas intenciones sin acaso estrenar.  El tiempo pasa a una velocidad inusitada, con poca oportunidad para emprender todo lo que nos hemos propuesto.

Cada cierre de año es momento personal de sincera reflexión.  La pregunta obligada ha de ser: ¿cómo hemos crecido? ¿en qué somos mejores que el “yo” del año que termina?   Vivimos en sociedad y somos muy dados a medir nuestra propia persona frente a otras.  En ocasiones lo hacemos tramposamente, con sesgo, movidos por un afán inconsciente de negación.  Afirmamos en nuestro interior que somos mejores que fulano o mengano, cuando la vara que debiera medirnos es la del crecimiento personal: ¿Qué hábitos  nocivos he superado? ¿Qué metas he cumplido? ¿Va mi vida en la dirección óptima?...

El que cierra ha sido un año de grandes cambios en nuestra sociedad; retos que nunca habíamos enfrentado y que ahora nos llaman a salir de nuestra propia coraza y a ser solidarios.  El mundo ve surgir problemas sociales inusitados como son la migración, las epidemias, la pobreza alimentaria.  Condiciones que nos llaman a solidarizarnos del modo en  que cada uno de nosotros esté en posibilidades de hacer.  Nos corresponde tener una participación frente al necesitado; quizás sea a través de organizaciones enfocadas a resolver esos grandes problemas.  El punto es no quedarnos estáticos, mirando la situación que tenemos enfrente, o pensando que es tan poco lo que podemos hacer por otros, que da lo mismo abstenernos.  En estos casos toda ayuda cuenta.  La solidaridad es una gran máquina que funciona a través de pequeños mecanismos.  En la medida en que cada uno de nosotros active el mecanismo propio, la máquina funcionará.  Ninguna ayuda sale sobrando.

Por otra parte, las redes sociales son el elemento que se  adhiere como una segunda piel a todos nosotros.  A través suyo nos enteramos al momento de lo que está sucediendo en el otro extremo del planeta.  Ello se presta a opinar, a señalar, tal vez a condenar, pero en realidad cualquiera de estas posturas no aporta ningún beneficio a la situación que se nos muestra.  De ahí pasamos a polarizarnos, a atacar, incluso a agredir en su persona a quien no coincide con nosotros en opiniones.  Esa angustia vital que todos sufrimos, muchas de las veces es canalizada por estos conductos digitales, alejándonos del propósito de utilizarlos para crear, para acercar, para alcanzar una concordancia, de formas como jamás habríamos soñado antes.

Buen momento el presente para sentarnos frente al espejo con toda nuestra desnudez emocional, despojados de falsas posturas y justificaciones, a preguntarnos si estamos avanzando por el mejor camino para cumplir nuestro objetivo como seres humanos pensantes, como espíritus que habitan un cuerpo material por determinado tiempo, y que mañana habrán de seguir su camino, al concluir la formación en este plano, como parte de un grupo social  que nos ha tocado integrar.   Entre otros elementos la pandemia por el COVID nos ha recordado nuestra propia fragilidad en la esfera física; algunos hemos vivido más de cerca una situación límite a lo largo del 2022, de suerte de asimilar que, si continuamos aquí, no es por mera casualidad.  Que hay un cometido que habremos de cumplir antes de nuestra partida final.  El tiempo, con su rigor absoluto, viene a recordarnos que avanza igual para todos los seres vivos, y que, en la medida en que cada uno de nosotros cobre conciencia de ello, habremos de aprovecharlo para hacer huella de nuestro paso, y al final de cuentas quedarnos con la satisfacción de que nuestra presencia en este pequeño entorno personal deja un pedacito de mundo mejor de lo que hubiera sido sin nuestra existencia.

Viene a mi mente la obra de Dalí intitulada “La persistencia de la memoria”. En ella el tiempo se escurre en sus relojes blandos  como si de un líquido se tratara, tal vez significando que nuestras propias memorias modifican el tiempo para alejarlo de su rigor absoluto. Es un llamado de atención que hace el artista catalán  para recordarnos que en la vida real el tiempo es absoluto, de una sola pieza, y avanza.

Frente a nosotros un espejo; a su lado un lienzo en blanco, y en las manos paleta y pincel.  ¿Qué elegimos hoy cumplir para el resto de nuestra vida?...

CARTÓN de LUY; A propósito de palomas y palomazos

 


¿Cuál de estas palomas nos representa?...

Antonio Vivaldi I Nulla in mundo pax sincera I Aria I Ensemble Mer...

LA MEJOR RELIGIÓN: Reflexión por Leonardo Boff

 LA MEJOR RELIGIÓN

"En el intervalo de una mesa redonda sobre religión y paz entre los pueblos, en la cual participábamos, el Dalai Lama y yo, maliciosamente, y a la vez, con interés teológico, le pregunté en mi inglés defectuoso: “Santidad, ¿cúal es la mejor religión?” (Your holiness, what’s the best religion?).
Esperaba que dijera: “El budismo tibetano” o las religiones orientales mucho más antiguas que el cristianismo...” El Dalai Lama hizo una pequeña pausa, sonrió, me miró fijamente a los ojos, lo que me desconcertó un poco porque yo sabía la malicia contenida en la pregunta, y afirmó: “La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al infinito. Es aquella que te hace mejor persona.” Para salir de la perplejidad delante de tan sabia respuesta, pregunté:
“¿Qué es lo que me hace mejor?”. Él respondió: “Aquello que te hace más compasivo, más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético… La religión que consiga hacer eso de ti, es para ti la mejor religión.”
Callé maravillado, y hasta el día de hoy estoy rumiando su respuesta sabia e irrefutable.".
Leonardo Boff
ESPIRITUALIDAD, CAMINO DE TRANSFORMACIÓN
Ed Sal Terrae

Agradezco a mi querida Malena tan valiosa sugerencia para el blog.

Amor a primera vista: Cortometraje ganador de un Óscar.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



Definitivamente nadie te hace sentir mal, está en cada quien la importancia que le dé o el como afecte lo que las personas hagan o dejen de hacer. Esperar demasiado, o a en la medida que tú das a cada cosa, hace que la gente con frecuencia quede por debajo de las expectativas y con ello resultes lastimada.

Tenemos además cada quien una escala sentimental tan diferente, que no es posible estandarizar, y en la medida que logra uno entender  que hay que aceptar y agradecer lo que cada quien nos quiera dar de su tiempo, de su amistad, de su afecto, sin que le fijemos cuotas según nuestra necesidad, o de acuerdo a lo que nosotros estaríamos dispuestos a dar, en esa medida podremos lograr reducir esos conflictos internos que nos carcomen el alma, que nos hacen sentir menospreciados o defraudados, de acuerdo a esa escala que nosotros hacemos de las actitudes de los demás.

¿Qué es lo justo o lo injusto? Depende del juicio que tengamos sobre nuestras propias acciones y de como nos consideramos ante los demás. A veces sentimos que merecemos demasiado con respecto a aquello que recibimos, que nosotros sí somos capaces de hacer hasta lo imposible para agradar a alguien, y que a cambio obtenemos tan poco, nos sentimos miserables.

La vida me ha enseñado que los reclamos solo generan fricciones. A nadie le gusta sentir que se le señala como injusto y que la mayoría de las veces el reclamo, como si fuera un boomerang, se nos devuelve, resultando entonces doblemente lastimados.

También he aprendido con el tiempo que he jugado en ambas posiciones. Así, he sido a veces la causante del dolor de otros que seguramente esperaban más de mí, a los cuales, lo digo sinceramente, ha sido de forma involuntaria que no he sabido corresponder, y si puedo perdonarme y justificarme por ello, debo ser capaz de hacerlo con aquellos que a mi parecer han sido ingratos, no han sabido valorarme, o no son capaces de compartir mis pasiones o mis aflicciones

Humanos somos y en el camino andamos, Dar sin esperar recibir, es una buena frase, pero poco aplicable. Todos esperamos algo de alguien, en ello estriba buena parte de nuestra felicidad, en los afectos que los demás nos proveen. Agradecer lo que de cada quien obtengamos, según su capacidad y su sensibilidad, no de acuerdo a nuestras expectativas o deseos. No esperar nada a cambio quizá no suene tan real, pero tampoco esperar demasiado. Quizá la vida te haya dado más de lo que merecías y por ello a veces algo te tiene que negar.

Tener mejor memoria al recibir que al dar, es quizá una buena fórmula para vivir en paz.

La historia de la Natividad del Niño Jesús: Volviendo a la esencia de las fiestas