domingo, 8 de enero de 2023

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

DESDE LA PALABRA ESCRITA

Somos los únicos animales que fabulan, que ahuyentan la oscuridad con cuentos,

que gracias a los relatos aprenden a convivir con el caos…

Irene Vallejo

Cierra un año más.  Repaso mi trabajo de estos doce meses para descubrir que he venido abordando con frecuencia, en  diversos espacios, reflexiones personales acerca del oficio de escribir, de  la literatura y del hábito de la lectura.  Difícilmente podría agotar un tema que resulta trascendental en muchos aspectos. Esta vez fue  justo en esos lapsos de duermevela cuando llegó una epifanía. Comenzaba el jueves 5 de enero, fecha que cambió tantas cosas para el estado de Sinaloa, a raíz de la aprehensión de uno de los principales cabecillas en la región noroeste. En ese momento no conocía aún la noticia.   De la nada, o quizá como una premonición que entonces carecía de significancia, y que la fue adquiriendo  a lo largo del día, según se desarrollaban los hechos  y el  flujo de noticias crecía, llegó la frase que se me ha clavado en la conciencia:

“Leer nos hace mejores personas”: Algo tan lógico como desatendido. Me llegó cual destello imposible de ignorar.  Leer es zambullirnos en una realidad ajena –real o ficticia—que nos permite salir de nuestra zona de confort para empezar a entender al mundo más allá de nuestro propio entorno personal.  Uno de los grandes males sociales de nuestros tiempos es el individualismo.  La tendencia a  juzgar lo que está más allá de nosotros mismos desde nuestra propia postura, sin ir al fondo.  Es más, ni siquiera lo intentamos, simplemente asumimos que los demás “deberían” pensar o actuar del modo como nosotros lo hacemos.

Recurro, como tantas otras veces, a la RAE para entender qué es el egoísmo: La Academia lo define como “Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse de los demás”.  Con el respeto que me merece la Academia yo iría un poco más allá, a cuestionar la palabra “amor” en esta definición.  La propia RAE contradice hasta cierto punto lo dicho, pues en sus principales  acepciones de la palabra “amor” conlleva la virtud de ver por otros, que no es el caso del egoísmo. La persona egoísta efectivamente centra en sí mismo las ideas, sentimientos y percepciones que tiene respecto al mundo, pero lo hace movido por un culto a la propia persona, a manejarse  como si él mismo fuera el eje del universo.  Actúa bajo la premisa de que lo más importante en el mundo es su propia persona, mecanismo derivado de una necesidad no satisfecha que predispone a detentar esta conducta.

“Leer nos hace mejores personas”: El escritor es el eterno cronista que va recogiendo guiños por el camino.  De un gesto, de una interacción casual que observa, surge en su mente la pregunta: “¿Y qué pasaría si…?”, a partir de la cual detona la acción de sus personajes.  Cada uno de ellos encierra una esencia de lo que es la condición humana y de este modo se ofrece a los ojos del lector, para invitarlo a asimilar que todos sobre el planeta somos distintos, que hay una razón detrás de nuestros hábitos y costumbres, que no es sano juzgar las cosas como buenas o malas, pues lo que para uno es blanco, para el otro puede ser negro profundo.  La lectura nos invita a empatizar con la humanidad del protagonista que se ha trazado un ideal, o una meta, o un sueño, y pugna a lo largo de la historia por alcanzarlo.  De una forma subliminal nos invita a conocerlo hasta el punto de que, como lectores, seamos capaces de decir que, en su misma situación, nosotros habríamos actuado del igual modo.

Nuestro mundo sufre de dos grandes males; Uno es el individualismo del cual hemos venido hablando y el otro es la falta de empatía.  Suponemos entender lo que le ocurre al otro, pero siempre desde nuestra propia postura aséptica, desde el prejuicio, desde un supuesto: “claro, yo lo hubiera hecho mejor”.  Nos cuesta mucho ensuciarnos las manos; meter los pies en el fango; entrar a la habitación desarreglada y maloliente del personaje que sufre en la calle de discriminación, frente al que no queremos ni voltear a ver o lo hacemos con desprecio.  Echarnos un clavado a mundos que, para nuestra fortuna, no son los nuestros hasta ahora, pero que no por ello  nos deben resultar ajenos.

Conocer obras, conocer personajes, conocer autores: Descubrir a un poeta Miguel Hernández que enfermo y desde la cárcel animaba a su esposa a no desfallecer, ante la pobreza alimentaria de la Guerra Civil Española.  O hallarnos en la actualidad a una escritora como JK Rowling, que venció la enfermedad y la pobreza para proyectarse al mundo con su colección de siete libros de Harry Potter.

“Leer nos hace mejores personas”: Conectar mediante la palabra escrita con ese mundo ideal que todos aspiramos habitar.

CARTÓN por LUY

 


Les Luthiers - San Ictícola de los Peces - Unen Canto con Humor

REFLEXIÓN SOBRE LA LECTURA

 

“He leído muchos libros, y me he olvidado de la mayoría; pero entonces, ¿cuál es el propósito de la lectura?"

Esta fue la pregunta que un alumno le hizo una vez a su maestro.
El maestro no respondió en ese momento; sin embargo, después de unos días, mientras él y el joven alumno estaban sentados cerca de un río, dijo que tenía sed y le pidió al niño que le trajera un poco de agua con un colador viejo y sucio que había en el suelo.
El alumno se sobresaltó, porque sabía que era un pedido sin lógica.
Sin embargo, no pudo contradecir a su maestro y, habiendo tomado el cedazo, comenzó a realizar esta absurda tarea.
Cada vez que sumergía el colador en el río para traer un poco de agua para llevar a su maestro, ni siquiera podía dar un paso hacia él, ya que no quedaba ni una gota en el colador.
Lo intentó y lo intentó decenas de veces pero, por mucho que trató de correr más rápido desde la orilla hasta su maestro, el agua siguió pasando por todos los agujeros del tamiz y se perdió en el camino.
Agotado, se sentó junto al Maestro y dijo: "No puedo conseguir agua con ese colador; perdóname, maestro, es imposible y he fallado en mi tarea”.

“No — respondió el anciano sonriendo — no has fallado. Mira el colador, ahora brilla, está limpio, está como nuevo. El agua, que se filtra por sus agujeros, la ha limpiado".

“Cuando lees libros — prosiguió el viejo Maestro — eres como un colador y ellos son como agua de río. No importa si no puedes guardar en tu memoria toda el agua que dejan fluir en ti, porque los libros; sin embargo, con sus ideas, emociones, sentimientos, conocimientos..., la verdad que encontrarás entre las páginas, limpiarán tu mente y espíritu, y te convertirán en una persona mejor y renovada. Este es el propósito de la lectura".

Tomado de quelibroleo.com

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