domingo, 24 de marzo de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


NO NEGOCIABLE
La escena es muy simple.  Sube el criminal a la combi, encañona al conductor demandando “su cuota”.  El conductor le responde que no la tiene.  El criminal exige que le entregue  su teléfono celular.  El conductor  lo hace.  A gritos el criminal ordena  a todos los pasajeros y al conductor  abandonar el vehículo, pues va a inutilizarlo.  Conforme van descendiendo de la unidad el criminal se dirige a ellos para decirles: “Que Dios me los bendiga”.
     Una escena así no hubiera salido ni de la pluma de Faulkner.  Paradójicamente a nosotros nos resulta muy familiar,  son cosas que suceden a diario. Hasta podríamos decir  que los pasajeros tuvieron la fortuna  de que el arma del criminal haya sido una escuadra y no un  AR15, y  que todos vivieron para contarlo. Encaja muy bien en un escenario donde el desencanto cristiano erigió   la Santa Muerte,  y un sincretismo singular  colocó en un altar  a Jesús Malverde, el “santo” de   los narcotraficantes.
     El término “señales mixtas” se ha utilizado en muchos campos del comportamiento, ya sea en el flirteo entre dos personas, o en   la educación de los menores.  El clásico ejemplo de esto último es el del padre que con el cigarro en los labios prohíbe a su hijo fumar, o el que se alcoholiza y a la vez castiga a su hijo por tomarse una cerveza.
     En lo personal me enfoco mucho al significado de las palabras.  De acuerdo a Howard Gardner, creador de la hipótesis de las inteligencias múltiples, ello se debe al predominio de la inteligencia  lingüístico-verbal.  Debo confesar que cuando leí por primera vez acerca del  trabajo de este investigador del comportamiento humano, a principios de los años ochenta del siglo pasado, sentí un alivio inmenso. A partir de su planteamiento no era grave que yo  fuera  desorientada y confundiera el oriente con el occidente,  tampoco lo era  no haber heredado las dotes para las artes plásticas de mi mamá. Mis habilidades iban por otro camino, de modo que me correspondía  aprender a sacarles provecho: Con el tiempo descubrí que  poner tanto énfasis en el peso específico de cada palabra, abre una lectura  distinta de la vida, en ocasiones al punto paranoica, pues andamos descubriendo intenciones de las que tal vez ni el mismo autor  tenga conciencia.
    “Dios me los bendiga” puede estar dicho con la mejor de las intenciones, pero en lo particular lleva implícito un sentido de superioridad del que ofrece bendiciones por encima de aquellos a quienes van dirigidas. Es un modo de insinuar que se está muy cercano al Creador, de modo  que va a negociar con él  para que  favorezca a todos: En este caso el criminal negociará con Dios para bendecir  al conductor y a los pasajeros, después de que los dejó a todos sin corrida  y al conductor sin teléfono celular.  
     Cada palabra genera un impacto en la sociedad.  Las que son  confusas o dañinas propician un golpeteo que daña la confianza y mina la autoestima.  De este asunto de las bendiciones podrían salir una y mil sinrazones que –cada una por su camino propio—afectan  a la sociedad. Por citar algunas que se me ocurren en este momento:
-         - Mi dios y yo somos “tan cuates”, que   permite que yo los asalte, y luego atiende a mi solicitud de colmarlos de bendiciones.
-          -Dios no los cuida a ustedes, pues me está permitiendo ser parte del crimen organizado, pero no se preocupen, si mueren a causa de un disparo, partirán con todas mis bendiciones.
-          -El cielo es para todos. Tanto para los que mueren balaceados como los que detonan el arma.
-         - El cielo no existe.
   Así como lavamos diversas partes de nuestro cuerpo para mantenerlas limpias, deberíamos de hacer de manera periódica con nuestro interior.  Revisar qué está entrando a través de los sentidos. Deshacernos de todo aquello que genera desánimo y propicia –como diría Farrés—“ansiedad, angustia y desesperación”.  Analizar cada hecho al que nos enfrentamos, ya sea en primera persona o a través de los medios, y definir con que parte del mensaje recibido nos quedamos.   Ahora bien, cuando se trata de los pequeños, vigilar qué señales están captando y cuáles podrían ser los efectos de las mismas.  Si los exponemos indiscriminadamente a señales mixtas, tendremos por  resultado lógico un comportamiento confuso y errático,  alejado de la ética ciudadana que México requiere.
     Comunicar qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, implica en primer término haberlo entendido nosotros, ser claros al manifestarlo y  tener la entereza de  sostenerlo.  Se requiere un “sí” o   un “no” contundente, que permita establecer un marco referencial para el comportamiento del chico. Ya conforme  crezca y madure, estará en capacidad para definir la relatividad de sus conceptos, pero, hasta nuevo aviso,  la verdad no es negociable.

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza


La verdad es  ave mañanera que llama a mi ventana.
Se insinúa sutil, como la brisa con que la luna  lava su cara antes de dormir.
Son trinos acompasados y dulces que requieren  silencio para ser escuchados.

Como el ave y el viento, contener las propias corrientes, aguzar los sentidos.
Silenciar los prejuicios, los propios pensamientos
y atender la quietud de Dios en cada una de sus criaturas.
Despojarse del vestido externo, ese que llevamos  por el mundo
para ocultar las vergüenzas propias
           bajo un manto de estridencias.

Es al amanecer, desde el silencio, como  la gran verdad se manifiesta,
cuando el Señor, dejando atrás los ruidosos tambores del "yo mismo"
          de los más pequeños,
susurra a nuestro oído --padre amoroso--, su verdad absoluta
desde el gran silencio.
.

Primavera de Vivaldi con David Garrett

Poesía de Andrés Henestrosa


ACÉRCATE
Acércate, acércate
un poco, un poco más cerca.
Dame tus manos,
sube por el camino de mis manos
y entra en mi corazón.
Oye con atención estas palabras
que titilan en mis labios.
Verás estas palabras caer del aire
como una balsa breve
próxima al naufragio.
Toma las palabras,
sé tú como la orilla del mar
donde mis palabras recalarán.
Acércate, un poco más,
un poco más cerca.
          Cuánta compasión por mí;
si toda tú te adentraras en mi alma,
abriría mis ojos y te buscaría
en el aire, entre las nubes,
y al retornar me encontraría a mí mismo,
solo, inmensamente solo bajo el cielo.

Civilidad con Christine Porath

Agradezco a Ana Laura tan valiosa sugerencia. Se pueden activar subtítulos y traducir al Español.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Existen frases que utilizamos con frecuencia para justificar nuestras fallas y mostrar con ello una falsa imagen de seguridad. 
     Cuando alguien nos hace notar algún rasgo de nuestra personalidad que --resulta obvio para nosotros mismos-- es perfectible, nos escudamos en el "yo soy así", infranqueable muro que nos pone a salvo de tener que cambiar, de modificar un patrón de conducta que interiormente reconocemos como inadecuado, pero que no estamos dispuestos a modificar por orgullo, porque simplemente nuestro ego se niega a aceptar que requerimos mejorar.
     ¡Que la gente nos acepte tal cual!, aún cuando no aceptamos en otros actitudes, que en nosotros si consideramos permisibles.
     Siempre es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, criticar los errores ajenos que que corregir los propios.
     Cuanto más sabio aquél que ve en cada día una posibilidad de mejorar y ser la mejor versión de sí mismo, que el que se limita y decide no evolucionar, cuando la vida es una constante evolución. Esta no tiene límite de tiempo, y para ella solo se requiere decisión, voluntad de reinventarse, reconociendo que siempre hay algo en nosotros que se puede mejorar.
     "Yo soy así" me reconozco y acepto tal cual, con defectos y virtudes, pero siempre abierto al cambio, a todo aquello que me lleve a superar física, intelectual y espiritualmente. Para ello la vida siempre pone al alcance gente, circunstancias, retos, y un tiempo que hay que aprovechar sin desperdicio, porque cierto es que en gran parte se es lo que se decide ser.

¡Y llegó la primavera!