domingo, 27 de octubre de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


“EL MORO” PARA SIEMPRE
Estamos hechos de fragmentos de memorias. En nosotros se encuentra esa impronta familiar que nos otorga sentido de pertenencia. Una razón para trabajar cada día.  Un sello particular a través del cual nos sentimos parte del mundo.
          Mi señor padre fue ingeniero civil de profesión.  Para él la figura paterna siempre estuvo lejana; mi abuelo fue un personaje en la vida intelectual del país, quien no tuvo intención de ocuparse de su vástago. Adentrándome en la historia de mi padre, imagino que sabría más de su progenitor por los medios informativos que en forma directa.  Conservo del abuelo algunos objetos, libros y misivas, que pasaron de mi abuela a mis manos, haciendo breve escala en las de mi padre; de entre ellos un tintero que el propio Don Porfirio le regalara. Hay que decirlo, fue porfirista, y tuvo que salir de México rumbo a La Habana, durante ese mayo de 1911, cuando Don Porfirio abordaba el Ypiranga rumbo al exilio.
          La estrechez económica familiar obligó a mi padre a trabajar para pagar sus estudios. Ingresó al recién inaugurado IPN, a la Escuela Superior de Construcción, que pronto cambiaría de nombre.  Sus tres grandes maestros fueron José Antonio Cuevas Montes de Oca, Manuel González Flores y Kurt Groenewold Guerra.  Este último tuvo a su cargo la construcción del edificio “El Moro”, que hasta hoy alberga la Lotería Nacional, institución que está por desaparecer. Groenewold fue su maestro de Geometría Descriptiva, y tomó bajo su báculo a mi padre, quien con frecuencia llegaba tarde a clase, por razón de sus compromisos laborales.  Entró como practicante en su oficina, y fue así como le tocó participar de manera directa en la construcción del icónico edificio, del cual –por cierto—el maestro José Antonio Cuevas tuvo a su cargo la cimentación, con una técnica particular, a modo de prevenir futuros hundimientos por razón de su peso.
          Cada vez que visito la ciudad de México y paso frente al imponente edificio, me llaman los ecos de aquellas memorias casi centenarias.  Cuando miro una fotografía recuerdo la anécdota que contaba mi padre, de una noche cuando la estructura en construcción comenzó a crujir y él a sudar, ante el riesgo de que aquello se viniera abajo.  Son pedazos de memoria con los que estoy hecha, y que del mismo modo espero transmitir a mis hijos y nietos.
          Uno de los grandes problemas de México es el aislamiento familiar. Vamos dejando de reunirnos para tejer aquella maravillosa urdimbre de historias comunes que forman tradiciones, con que las nuevas generaciones construirán sus propias historias.  Las voces de nuestros mayores se van perdiendo en el silencio del barullo; nuestros oídos se vuelven cada vez más sordos, y el espíritu se constriñe poco a poco.  Cuando menos pensamos, nos sentimos desnudos e indefensos en medio del desierto.  Ya no sabemos para dónde vamos ni de dónde venimos.  Comenzamos a volvernos uno con la arena, que de cuando en cuando se levanta en riadas.  Para ese momento, el cosquilleo que provoca el polvo en la piel es todo cuanto sentimos.  El resto de los sentidos se ha apagado.
          Rescatar las memorias, comunicarlas.  Armar con ellas nuevas historias. Reconstruirnos.  Descubrir elementos inéditos en la persona de nuestros viejos, que, por desgracia, en muchos casos se hallan arrinconados, como despojos, arrancada su dignidad.  Olvidamos  que alguna vez fueron ellos quienes iniciaron nuestra familia y dieron raigambre a las robustas ramas que hoy somos nosotros.
Al final del día nuestro mayor tesoro es aquel que llevamos en el corazón, ese en el que hemos puesto voluntad, tiempo y cariño:  La familia, los amigos auténticos, aquello que da sentido a la existencia.   ¡Que no venga el consumismo a vendernos falacias! ¡No caigamos en salir a comprar la felicidad en una feria de vanidades!  Conocer el esfuerzo que nuestros mayores tuvieron que invertir para lograr lo que hicieron, es valorarlos en la justa medida, reconocer en ellos la dignidad que se merecen.  Por este camino iremos generando un círculo virtuoso que se perpetúa en el tiempo.  Que contribuye a desarrollar un ámbito familiar en el cual nuestro vapuleado México pueda sanar y reestructurarse.  Los delincuentes que matan por cien pesos ponen en evidencia que no conocen el valor de la vida. Nadie se las enseñó de pequeños, envolviéndolos en un abrazo, al tiempo de susurrar un “te amo”, de esos que marcan para siempre.
          Gracias, Agustín, mi querido padre, contador de historias, por esos fragmentos que hoy me ayudan a construir las mías propias. Gracias por tu esfuerzo, por tu coraje para salir adelante cuando tenías tanto en contra. Guardo de ti lo mejor.  Queda “El Moro” en mi corazón por siempre, así los elementos del exterior pretendan borrarlo de mi imaginario.

POESÍA por María del Carmen Maqueo Garza


ECOS
Con cariño para mi amiga Sylvia Martha, quien no ceja en sus afanes  
de  sacar agua de las piedras.

Voy tras los ecos de mis pasos perdidos
entre las baldosas viejas de la plaza.
Piel viva de la historia, que --así como así--
arrancaron las fauces de la modernidad.
Quedamos sin recuerdos

Una clara mañana de verano
extraviaron su rumbo aquellos ecos.
Bogaron libres por aguas del Bravo.
Partieron.

Hoy los busco, y en hacerlo me busco.
Lo hago con urgencia.
En ellos va atrapado un poco de mi ayer.
Volaron cual cometa que el niño deja ir.
En su cola zigzagueante van mis risas
mis tempranas quimeras, los amores,
tantos sueños pendientes de cumplir.

Los pasos se han borrado de la faz de la tierra.
Quiero atrapar sus ecos, inquietas mariposas.
Sentir la primavera cómo emerge
de mi naciente otoño. Ahora, antes
de que la ventisca blanca de mi invierno
pudiera entumecerlos.







"Llévame a casa" Tierno video

Fragmento de Borges sobre Walt Whitman

CAMDEN, 1892
Jorge Luis Borges

El olor del café y de los periódicos.
El domingo y su tedio. La mañana
y en la entrevista página esa vana
publicación de versos alegóricos
de un colega feliz. El hombre viejo
está postrado y blanco en su decente
habitación de pobre. Ociosamente
mira su cara en el cansado espejo.
Piensa, ya sin asombro, que esa cara
es él. La distraída mano toca
la turbia barba y saqueada boca.
No está lejos el fin. Su voz declara:
Casi no soy, pero mis versos ritman
la vida y su esplendor. Yo fui Walt Whitman.

https://www.revistaarcadia.com/libros/articulo/de-neruda-a-frank-baez-7-poemas-para-celebrar-a-walt-whitman/75804

Tomar la vida con humor: Plática con Sara Andrés


Enrique: Agradezco esta enriquecedora sugerencia

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Y es entonces cuando descubres que amar no es imponer tu presencia. 
Que puedes vencer tus egos y dejar a un lado tus necesidades y conservar el amor suspendido en ese espacio del corazón donde no resulta afectado por nada, por nadie.

Sentir la desventura de no sentirse amado, pero nunca la incapacidad de amar. recibir lo que cada quien sea capaz y desee darnos, valorarlo, corresponderlo y no exigir reciprocidad que no sea auténtica y espontánea..

Amar y retirarse cuando el amor nos haga daño, mantener este sentimiento lejano de resentimientos, de reproches, a salvo de la destrucción que causa el rechazo, la humillación.

Amar y saberse desatar a tiempo, antes de que el amor se disuelva o más aún se transforme en sentimiento que cause amargura.

Puede que no siempre sea posible conservar a la persona amada a nuestro lado, pero que siempre quede viva en el alma esa deliciosa sensación de haber amado y no arrancar las raíces esperando que de nuevo germine en nuestro corazón.

CHLOE CHUA en la competencia Yehudi Menuhin 2018

Gracias, Diana por tan espectacular sugerencia