domingo, 7 de agosto de 2022

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

PARADOJAS DEL TIEMPO

El tiempo es quizá el único elemento que no podemos hacer nuestro a plenitud.  Su paso inexorable escapa a la voluntad del hombre.   Un rato cualquiera volteamos para atrás y descubrimos que los años han pasado, tal vez sin percibir cómo, y que ese presente de ayer hoy se ha vuelto memorias.

Una cualidad propia de la infancia es que no nos percatamos del paso del tiempo.  Vivimos nuestros días a plenitud, en particular los sábados, en los que no rige un horario oficial sobre nuestras actividades, se vuelven poco menos que eternos.  Tal vez sea el día para convivir de manera más estrecha con la familia o con los amigos, y dicha diversión logramos que se prolongue de un modo maravilloso.   Pasa el tiempo, termina el día, y sin percibir ni como, una serie de memorias se ha sumado a nuestros archivos internos para siempre.

Es muy frecuente descubrir de qué modo los recuerdos de la niñez modelan lo que somos más delante.  Esos sueños y juegos de niños van dando forma, poco a poco, a nuestro yo adulto.  De alguna manera uno y otro tiempo se relacionan de manera estrecha.  Es muy común escuchar a las prestigiosos personajes  revelar que el embrión del quehacer que los ha llevado a la cúspide nació en los primeros años de vida, generalmente de la mano de un adulto cercano a ellos.

Otra forma de modificar el tiempo es a través de la lectura.  Desde una página que recorramos con la vista, podemos hacer nuestras las experiencias habidas por los personajes, de modo que modifiquen nuestra forma de ser y de pensar.  A través de la lectura vivimos vidas ajenas que, de alguna manera nos apropiamos.  A través de las líneas de un libro conocemos otros tiempos, otras latitudes y distintas pautas de conducta que enriquecieron los escenarios que el escritor narra para nosotros. Llegamos a hacer nuestros los personajes entrañables que su pluma vuelca en las páginas, personajes que, aunque sean de ficción, parten de la condición humana común a todos nosotros.  Llega a ser tan apreciado por nosotros un personaje, que igual sufrimos con sus desgracias y nos gozamos con sus logros, como si se tratara de un buen amigo que se acerca a contarnos parte de su vida.

Volviendo un poco a la forma de transmitir los hechos que ocurren en torno a una persona o a una comunidad, se han encontrado vestigios de distintas formas de comunicación humana.  En su momento fueron sonidos percutidos a la distancia, en lo que se denominaba “telegrafía acústica”, los que daban cuenta y razón de las necesidades o del estado actual de un grupo humano.   Más delante fueron los juglares, quizá la primera forma de difusión personalizada de las noticias: El vocero llegaba a un pueblo, reunía a sus habitantes y comenzaba a dar a conocer lo ocurrido en otras comunidades.   Posteriormente tomaba las novedades de la población visitada, para difundirlas más delante.   Nosotros, que vivimos una época de comunicación instantánea, no podríamos ni acaso imaginar  esa dilación de tiempo para conocer los hechos de otras latitudes.

Las primeras formas de correo surgen aproximadamente 500 años AC.  De este modo el mensaje personalizado que un ciudadano deseaba enviar a otro en una localidad ajena, contaba con un sistema de transporte y entrega que garantizaba el proceso.

Así es como desde el principio de la vida consciente, el ser humano ha intentado ampliar  la memoria de su existencia.  Lo ha hecho también a través de pinturas rupestres y petroglifos.   Más delante, ya hacia la Edad Media, sistematizó  su forma de transmitir lo propio a futuras generaciones.  Conforme ha pasado el tiempo, las técnicas para esta transmisión se han ido perfeccionando y agilizando, de modo tal que, hoy en día, al universo de libros registrados a nivel internacional, se suman  títulos de obra nueva, reeditada, traducida y convertida a versión electrónica.  La oferta literaria es infinita.

Ahora bien, ¿cómo invertimos nuestro tiempo los ciudadanos del tercer milenio? En ocasiones tenemos la impresión de que, pese a la multiplicidad de recursos con los que contamos hoy en día, el tiempo se nos va sin darnos cuenta de qué modo.  Aun cuando no tenemos que recurrir a métodos anacrónicos para comunicarnos, el mensaje que enviamos muchas veces no alcanza a ser lo preciso que deseamos. Estas son las paradojas que invitan a reflexionar  en nuestra propia conducta.

Hacer del tiempo nuestra mejor herramienta.  Gozarlo como niños y aprovecharlo de forma inteligente.  Recapitular lo aprendido y dejar memoria para otros de nuestra propia experiencia.  Mentalizarnos en crear un sentido de comunidad aquí y ahora, para beneficio de los humanos de todas las épocas.  Antes de que la carrera del tiempo nos deje atrás. Ya que la vida no admite segundas ediciones.

CARTÓN de LUY

 


Entreteniciencia familiar · Les Luthiers

POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ



Una querencia tengo por tu acento
una apetencia por tu compañía
y una dolencia de melancolía
por la ausencia del aire de tu viento.
Paciencia necesita mi tormento,
urgencia de tu garza galanía,
tu clemencia solar mi helado día,
tu asistencia la herida en que lo cuento.
¡Ay querencia, dolencia y apetencia!:
tus sustanciales besos, mi sustento,
me faltan y me muero sobre mayo.
Quiero que vengas, flor, desde tu ausencia.
a serenar la sien del pensamiento
que desahoga en mí su eterno rayo...

Tomado de "Las cuatro esquinas, una intersección literaria".

Lo positivo de fracasar en el amor | Pablo Piñeiro | TEDxGijon

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Hay quien dice que tengo el corazón loco, otros que infantil, a veces me he sentido descorazonada, y otras he podido hablar con el corazón en la mano y créanlo que es una experiencia muy grata, aunque al tomarlo literalmente la imagen resulte grotesca. A mí no me corre atole por las venas, lo he comprobado, es sangre y para nada resulta a la vista y al gusto tan sabroso como un buen atole. Mi corazón se agita con la ira, con el miedo, con el gozo, con el beisbol, con la música, con una llamada, pero también con apretar un poco el paso, con el café, por fortuna hasta ahora nos hemos acoplado él y yo al mismo ritmo. Mi corazón tiene contrato conmigo hasta el último instante y en él aparece una cláusula que advierte que soy adicta a la amistad, al cariño, siempre intentando rescatar viejas amistades, darles mantenimiento, fomentar las nuevas, Me encanta saber de la unidad familiar, de que me quieren de que se quieren entre ellos, de que en fin, nos queremos todos y nos hemos afanado en que trascienda la solidaridad, el cariño, lo llevamos sembrado como un principio básico de vida gracias a mis padres, mi corazón ha estado de acuerdo en ser depositario de estos valores.. A veces me duele el corazón, y no hay trazo de electrocardiograma que registre daño, pero me duele, se me estruja, ¡se me "apachurra" vaya! hay cosas que ni cómo alejarlas para mantenerlo indemne, se lastima por el rudo manejo que a veces exige la vida. Pero es esponjoso y de nuevo recupera su forma, su fuerza y son tantas las cosas de que lo nutro que a veces, se los juro, no me cabe en el pecho. Mi amiga cardióloga, diría que es cardiomegalia, pero es solo crecimiento emocional, y ese es totalmente inofensivo, por el contrario, es tan benéfico que me hace sentir una paz interior y una plenitud que gracias a Dios tengo la suerte de que me invada muy a menudo esta sensación. a solas, incluso y no se diga en compañía de la gente buena que me ha tocado tener a lo largo de mi vida. Mi corazón es un loco y me encuentro entonces con la tremenda duda de a quién acudir. ¿Será un cardiólogo o un psiquiatra? será que esta locura de mi corazón es coraza que me ha impedido ser rebasada alguna vez por el sufrimiento o padecer esa bendita locura es la que impide me destroce, aunque se lo proponga, la adversidad

La historia de los LEGOS