domingo, 14 de marzo de 2021

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

SOLIDARIDAD Y ESPERANZA

La ciudad de México inició el año con la prohibición gubernamental de plásticos de un solo uso; medida medioambiental necesaria que, sin embargo, representó un duro golpe para la economía de empresas que, para entonces, habían invertido parte de su capital en el abasto de envases desechables. No se previó con tiempo suficiente desalentar la compra a fabricantes, lo que vino a resultar en un producto ocioso, una pérdida de capital, después de un año de grandes dificultades económicas.

De inmediato llevé esa realidad tangible al plano personal, intangible. De momento visualicé mi almacén de expectativas, experiencias y proyectos pendientes por desarrollar. Me hallé un rincón semejante a algún espacio que habrá quedado a un intermediario de productos de unicel, con una cantidad de mercancía a la cual no podrá dar uso en lo sucesivo. Regresé a mi fuero interno para evaluar cuales son los elementos que no hacen más que ocupar espacio en los estantes de mi ser interior, y me percaté de cuan necesario es liberarlos, para permitir la entrada de nuevos contenidos.

Hay una serie de contenidos que no por antiguos son obsoletos. Muchos de ellos, recuerdos de la infancia, que, para el afán creativo son detonadores de nueva obra. Se infiltran a nuestro presente como haces de luz que facilitan tener una óptica particular de lo que vivimos o creamos. A ratos, en cambio, se vuelcan como un alud que nos inunda de tal manera, que nos perdemos en el pasado. Me maravilla escuchar entrevistas de renombrados artistas, dentro de las cuales, con mucha frecuencia, salen a relucir las experiencias de su infancia como detonadoras de su vocación creadora. Esas vivencias tempranas han de quedarse como parte del inventario personal que llevamos con nosotros siempre.

Nos topamos más delante con el estante de los sentimientos, esos que en su momento fueron intensos y terminaron de forma estrepitosa; los que invertimos con gran ilusión en un proyecto de amistad que nunca fraguó, o bien, aquellos sentimientos que siguen presentes como herida viva causando dolor. Ahora es el mejor momento para liberarlos y liberarnos, y comenzar esta nueva estación del año con una disposición renovada para las relaciones interpersonales.

Llegamos más delante al estante de los proyectos personales inconclusos, pendientes o abortados. Esos que ocupan un espacio en el espíritu y lentifican nuestra marcha. No nos damos el tiempo para concluirlos; ni albergamos el propósito de hacerlo, pero tampoco nos atrevemos a desecharlos. No hacen más que añejarse y acumular polvo.

Una de las grandes lecciones del confinamiento ha sido aprender la estrategia para administrar nuestros recursos. Desde víveres hasta ropa, entretenimiento y amistades. Las circunstancias nos obligan a seleccionar, a inclinarnos por lo prioritario, y dejar de lado aquello que, en verdad, no pasa la prueba de costo-beneficio. De muchas maneras nos hemos organizado para hacer más con menos, minimalistas en nuestros afanes de consumo.

Ahora que ya empieza la fase de vacunación a población civil, es buen momento para recordar que estar vacunados no significa abandonar todas las medidas preventivas contra la COVID-19. Necesitamos asimilar, de una vez por todas, que durante un buen tiempo al menos, el uso de cubrebocas, de sana distancia y evitar aglomeraciones, resultan medidas que llegaron para quedarse. Nuestro pensamiento tiene que adaptarse a esta idea, si queremos estar en buenas condiciones. En lo personal tengo temor de que las vacaciones de Semana Santa disparen una oleada de nuevos casos, en gran medida debido a que la vacunación de la población adulta mayor nos hace suponer que ya se controló la pandemia. Además de que, como todo virus que se respete, el SARS-COV 2 está sufriendo mutaciones, esto es, cambios en su estructura y en su grado de contagiosidad, que obligan a los laboratorios productores a estar en constante actualización. Esto es, así estemos vacunados, siguen surgiendo nuevas cepas contra las que habrá que hacer los ajustes necesarios a los biológicos que hoy en día se aplican.

Cada uno de nosotros tendrá una historia distinta que contar a los nietos. En mi caso, afortunadamente, no ha habido bajas en la familia, sí hubo un par de casos de la enfermedad, que afortunadamente ya han salido adelante. Además, por razón de mi edad, recibí en días pasados la primera dosis de la vacuna. Sé que en muchos hogares la historia ha sido muy dolorosa, con fallecimientos o complicaciones severas, y en muchas ocasiones con pérdidas económicas catastróficas. Dentro de cada uno la esperanza de salir adelante sigue en pie. Ésta se basa en la sensatez y la solidaridad que nos corresponde tener a todos los mexicanos.

POESÍA de Maurice Rollinat (Fr 1846-1903)

 



El silencio

El silencio es el alma de las cosas

Que buscan guardar sus secretos.

Parten cuando aparece el día

Y vuelven con el ocaso color rosa.

 

Sanan los ánimos largamente caídos

Del rencor y el arrepentimiento.

El silencio es el alma de las cosas

Que desean guardar sus secretos.

 

Sobre todos los sembradíos de rosas

Prefiere un rincón dentro del bosque

Allá donde la luna con discreto rayo

Estremece los árboles sombríos:

El silencio es el alma de las cosas.

 

Traducción mía desde: https://www.poesie-francaise.fr/

Tema de Cinema Paradiso de Ennio Morricone por Roy, Rosemary y orquesta

HISTORIA de Jorge Bucay


Mi mamá era hija de una pareja de campesinos de Entre Ríos.

Nació y creció en el campo entre animales, pájaros y flores. Ella nos contó que una mañana, mientras paseaba por el bosque recogiendo ramas caídas para encender el fuego del horno vio un capullo de gusano colgando de un tallo quebrado.

Pensó que sería más seguro para la pobre larva llevarla a la casa y adoptarla a su cuidado. Al llegar, la puso bajo una lámpara para que diera calor y la arrimó a una ventana para que el aire no le faltara.

Durante las siguientes horas mi madre permaneció al lado de su protegida esperando el gran momento. 

Después de una larga espera, que no terminó hasta la mañana siguiente, la jovencita vio cómo el capullo se rasgaba y una patita pequeña y velluda asomaba desde dentro.

Todo era mágico y mi mamá nos contaba que tenía la sensación de estar presenciando un milagro.
Pero, de repente, el milagro pareció volverse tragedia.

La pequeña mariposa parecía no tener fuerza suficiente para romper el tejido de su cápsula. Por más que hacia fuerza no conseguía salir por la pequeña perforación de su casita efímera.

Mi madre no podía quedarse sin hacer nada. Corrió hasta el cuarto de las herramientas y regresó con un par de pinzas delicadas y una tijera larga, fina y afilada que mi abuela usaba en el bordado.

Con mucho cuidado de no tocar al insecto, fue cortando una ventana en el capullo para permitir que la mariposa saliera de su encierro. Después de unos minutos de angustia, la pobre mariposa consiguió dejar atrás su cárcel y caminó a los tumbos hacia la luz de la ventana.

Cuenta mi madre que, llena de emoción, abrió la ventana para despedir a la recién llegada, en su vuelo inaugural.

Sin embargo, la mariposa no salió volando, ni siquiera cuando la punta de las pinzas la rozó suavemente.

Pensó que estaba asustada por su presencia y la dejó junto a la ventana abierta, segura de que no la encontraría al regresar.

Después de jugar toda la tarde, mi madre volvió a su cuarto y encontró junto a la ventana a su mariposa inmóvil, las alitas pegadas al cuerpo, las patitas tiesas hacia el techo.

Mi mamá siempre nos contaba con qué angustia fue a llevar el insecto a su padre, a contarle todo lo sucedido y a preguntarle qué más debía haber hecho para ayudarla mejor.

Mi abuelo, que parece que era uno de esos sabios casi analfabetos que andan por el mundo, le acarició la cabeza y le dijo que no había nada más que debiera haber hecho, que en realidad la buena ayuda hubiera sido hacer menos y no más.

Las mariposas necesitan de ese terrible esfuerzo que les significa romper su prisión para poder vivir, porque durante esos instantes, explicó mi abuelo, el corazón late con muchísima fuerza y la presión que se genera en su primitivo árbol circulatorio inyecta la sangre en las alas, que así se expanden y la capacitan para volar. La mariposa que fue ayudada a salir de su caparazón nunca pudo expandir sus alas, porque mi mamá no la había dejado luchar por su vida.

Mi mamá siempre nos decía que muchas veces le hubiese gustado aliviarnos el camino, pero recordaba a su mariposa y prefería dejarnos inyectar nuestras alas con la fuerza de nuestro propio corazón.

VIDEO DE TV2 Dinamarca sobre prejuicios y discriminación

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


El tiempo transcurre a velocidad inversamente proporcional a mis requerimientos.
Ahora, cuando quisiera prolongar más cada día, porque ya veo que he consumido buena parte de ellos y no sé si me alcancen los que falten para satisfacer toditititas las ganas que tengo de vivirlos, ahora precisamente es cuando el tiempo hace de las horas segundos, y en un abrir y cerrar de ojos me llega el viernes que antes parecía tan distante de mis aciagos lunes. 

Creo que hasta hoy le encuentro el gusto a los primeros días de la semana y los agradezco y disfruto cual si fueran sábado. Me llegan los fines de semana, y es ahora cuando la palabra fin, me ha empezado a sonar como nota desafinada en armonía. 

Recuerdo haberme brincado capítulos de libros para ver el fin, haber sufrido los días de la semana, anhelando el fin, ahora no. Le doy a cada momento y a cada cosa su tiempo y quisiera prolongarlo. 

Justo ahora que mi paso es más lento, el tiempo ha acelerado su marcha y me parece inalcanzable. ¿No me alcanza el tiempo? ¿o es acaso que soy yo la que no logro alcanzarlo?  Como no hay carrera que se le gane al tiempo, decido llevar mi ritmo acompasado por la música de la poesía, del canto, del amor de mi gente y de la belleza que brinda la naturaleza gratuitamente. Sin prisas de que llegue ni el más anhelado momento, disfrutando los intervalos a sabiendas que todo llega, aun cuando quisiéramos retrasarlo y que el destino no se adelanta a voluntad, aun cuando a veces creamos que hemos sido capaces de hacerlo. 

Ahora, cocino mis días a fuego lento, y con las notas hago de corcheas, redondas, para prolongar el placer de disfrutar mi canto.

GRATITUD: Video inspiracional