Matías y nuestro México
La emergencia sanitaria ha detonado cambios en nuestra forma
de actuar, posiblemente no alcancemos a medir en qué grado lo ha hecho. Hemos
adoptado hábitos, gestos y modos de reaccionar, que hasta inicios de este 2020
nos hubieran resultado hasta absurdos.
Con relación a la vestimenta, quienes hemos tenido la
oportunidad de permanecer en casa, podemos trabajar utilizando ropa
cómoda. Hay quienes la acostumbramos de
forma habitual y hay quienes, por razón de la contingencia, pasaron del traje
ejecutivo de oficina a la comodidad de un atuendo deportivo, tal vez combinado
con una blusa o camisa formal, en caso de atender alguna videoconferencia, para
no romper con los arquetipos tradicionales. Aquí aplica el principio de que nuestra
sociedad se basa mucho en indicadores como la imagen o la jerarquía, para
aquilatar los contenidos. Lo vemos de
forma diaria en política, con frecuencia damos el peso a las palabras conforme a
quién las dice, y no conforme a qué dicen éstas. Se aplaude y festeja la figura más allá que el
mensaje.
Las redes sociales han constituido, en buena medida, una
válvula de escape para dejar salir esa presión que, de otra forma, nos dañaría
dentro. Ocupar el tiempo en subir
muñequitos, oraciones, recetas, canciones y memes, es una forma de
autoafirmación. Es un pase de lista diario frente a la vida, un sacarle la lengua
a la muerte y decir “no me alcanzas”. Detrás de todo ello está la consuetudinaria negación
de nosotros, mexicanos, a la muerte, un hecho sistemático para todos los vivos
y que tarde o temprano habremos de afrontar.
Aplicarse en mandar contenidos que nos ocupan y liberan,
puede ser sano para quien lo lleva a
cabo, pero no necesariamente para quien recibe el alud de mensajes, al punto de
que podría agotar la memoria de nuestros equipos. Dentro de los diversos contenidos hay
algunos maravillosos, que hablan por sí solos para indicarnos la grandeza del
ser humano. Aquí quiero mencionar uno extraordinario.
Esta semana tuve acceso a un video en el que abordan a Matías,
zacatecano de mediana edad y de condición humilde. Lo entrevistan un par de youtuberos quienes
–se infiere—ya tenían conocimiento de su mente privilegiada. Comienzan por
plantearle operaciones matemáticas que él va resolviendo al hilo, una tras
otra. Más delante le piden que enliste
los nombres de los presidentes de México, y da la secuencia completa desde Guadalupe
Victoria hasta el actual. Sorprende la naturalidad con que se expresa frente a
la cámara. Desconozco, y quisiera saber,
qué habrá sucedido después de concluir la grabación. Confiemos en que se lleven a cabo acciones
que permitan a Matías sacar provecho de
su don, sobre todo que se le dé tratamiento digno y respetuoso, evitando
convertirlo en un elemento circense en redes sociales.
Este 2020 ha desvelado grandes deficiencias de nuestro
sistema de gobierno. Entre ellas muchas
en el sector educativo. Si las clases
son en modalidad virtual, habrá que garantizar que cada alumno tenga acceso
seguro, confiable y gratuito a un equipo digital. En lo personal me quedé fascinada con
Matías, tratando de adivinar la historia detrás suyo: ¿Hasta qué año estudió?
¿Tiene esa memoria privilegiada para todas las materias? ¿Le gusta leer? ¿Qué
lee? Confiemos en que algún especialista que radique en esa población pueda
respondernos estas dudas, y, sobre todo, dar seguimiento y apoyo al desarrollo
integral de Matías.
Venimos atestiguando que esta pandemia viene sacando, tanto lo
mejor como lo peor de los seres humanos.
Aunque –habrá que señalarlo-- también se presenta esa dualidad tan
nuestra: Aparecemos frente a la cámara con una presentación impecable, de traje
ejecutivo, peinados y –en su caso—maquillados, aunque tal vez estemos en ropa
interior o en pijama, de la cintura para abajo. Esa misma dualidad se expresa en foros, o en
chats, cuando detrás de nuestras grandes expresiones de indignación y
apoyo hacia una causa, yace una molicie inamovible.
¿Cuántos “Matías” estarán perdiendo oportunidades de
aprendizaje, por falta de tecnología? ¿O porque la situación económica familiar
los aleje de la escuela? ¿Cuántos genios verán canceladas sus oportunidades de
desarrollo profesional en esta emergencia sanitaria? ¿Cuántos toman sus clases en sitios públicos que ofrecen Wifi gratuito? Los problemas en el camino pueden significar
una dificultad insalvable o una plataforma de despegue. La diferencia estriba en la actitud con que
nos plantemos frente al problema, como guerreros o como víctimas. Nuestro país
necesita emprendedores dispuestos a hacer un cambio con los recursos
personales. De tal solidaridad hay
ejemplos maravillosos dentro de la sociedad civil. Nuestro amado México mora en
el centro del pecho.