domingo, 5 de julio de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza



EL CHORO DE ACAPULCO

Está en nuestro ADN y no podemos arrancarlo: Así como los pueblos prehispánicos fueron deslumbrados por los conquistadores a quienes supusieron la personificación de Quetzalcóatl, nosotros por herencia, sucumbimos ante todo aquello que parezca extranjero, y así se trate de un puesto de mexicanísimos sopes de chicharrón prensado, no dudaremos en ponerle algún nombre extranjero. Vaya, esa molécula proveniente de Malintzin que se integró a nuestro ADN lo hizo para la eternidad.

Pero estamos aquí para hablar algo más, de la antropología de actualidad y los programas denominados “reality shows” (en inglés por eso del gusto por lo extranjero), que iniciaron, creo yo, con “Big Brother” en alusión a la novela de Orwell y que han seguido prendidos en el gusto popular con aspirantes a cantantes, danzantes, chefs, viajeros, sobrevivientes y demás. El programa del que quiero hablar se denomina “Acapulco Shore” y se transmite por MTV, debo confesar que solo lo he visto en pedazos pues por más que me esfuerzo, a los cinco minutos me da la papalina y cambio de canal, pero esta vez me receté lo más que pude en un afán de entenderlo. El penúltimo pedazo que vi empieza con dos parejas desnudas en un espacio de 2 por 2 aproximadamente, no se ve que estén sosteniendo una relación sexual, pero sí se trata de una invasión del espacio vital con contacto piel a piel entre los cuatro mientras dicen una bola de sandeces. El último pedazo que vi presenta a una pareja en una recámara, ella totalmente desnuda y él más pudoroso, enredado en la sobrecama, después de un momento de indecisión abren la puerta para que entren dos hombres que estaban desnudos en otra habitación y se pusieron algo encima de último minuto. Nuevamente sandeces de unos contra otros y contra los otros, mientras que la mujer permanece saltando como conejo en traje de Eva, aunque claro, la tecnología hace lo suyo pixelando ciertas partes de su anatomía para ponerlas a salvo de las miradas lascivas del público televidente.

Recurrí a Internet para saber un poco más de este programa, y para mi sorpresa encontré que es la segunda temporada, que la primera se filmó en el 2014, y que es una adaptación de una serie original norteamericana que ha sido replicada con no mucho éxito en varios países. La primera temporada mexicana contó con más de 7 millones de televidentes en Latinoamérica, y para esta segunda han atraído a una ex reina de belleza, algunos “mirreyes”, una modelo, un par de empresarios y algún físicoculturista. Ocho jóvenes de buen ver que no se conocen entre ellos y llegan a un mismo lugar para ser filmados por varias semanas haciendo todo lo imaginable, sin que falte alcohol, sexo y una pizca de violencia.

La desnudez así de obvia ha roto terriblemente el encanto de otros tiempos. Tan desnudos estos jóvenes como los prisioneros de Dachau en Alemania, II Guerra, quienes tras su arribo eran desprovistos de todas sus posesiones incluyendo la ropa, y muchas veces dejados así para fines de experimentación, en medio de temperaturas congelantes, hasta que finalmente morían y eran lanzados a fosas comunes en las que llegaron a contabilizarse hasta 800 cadáveres apilados. Lo que los tele-veraneantes asumen como su elección nudista viene a ser  una forma de cosificación, como en la Alemania Nazi, pues el ser humano desnudo pierde todo rasgo de identidad, y salvo algunas variaciones en el color y la textura de la piel, o en la corpulencia, uno y otro, y una y otra podrían confundirse. Paradoja como la de Dachau, donde en uno de sus portones se colocó la leyenda: “Arbeit macht frei” (el trabajo los hará libres). Además a la chica que se la pasó en cueros en el programa puede sucederle lo que a algunas conejitas de la revista Playboy, que presentaron ansiedad y depresión al ser confrontadas por sus adolescentes hijos que se avergonzaban de que sus amigos pudieran ver a su mamá desnuda.

Luego de todo esto, más que el título original yo rebautizaría el programa como “El Choro de Acapulco”, y yendo a las acepciones del término “choro”, aparte de la musical, podríamos encontrar a lo largo del continente americano significados como: delincuente, asaltante, marisco mitílido (me encantó), vagina, rollo, drogadicto, fanfarrón, mentira, y zorra, entre otros más. ¿A poco no es más apropiado “El Choro de Acapulco” que la expresión en inglés para: ”La costa de Acapulco”?

“Reality Shows” se traducen como “Programas de tele-realidad”. Nuevamente, recurriendo a nuestra preciosa Lengua Española, esperemos que esa realidad atrozmente vacía que presentan se quede a distancia (tele) de ser copiada por los jóvenes de nuestras familias. Confiemos en que aspiren a mucho más que esto en la vida.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Fácil
Los abuelos se pasaban el día entero trabajando, todo les costaba mucho esfuerzo.
El agua la tenían que traer muy de mañana de la noria o del pozo, cargarla en tinas o calentarla si querían bañarse.
El desayuno empezaba poniendo el fuego a calentar, y todo se hacía a partir de fresco empezando por recoger los huevos del gallinero.
Para ir a la escuela o trabajo había que caminar kilómetros en medio de las inclemencias del tiempo.
El pan se horneaba en la casa y la comida se preparaba todos los días, no había forma de guardarla o conservarla para otro día.
Por eso nadie necesitaba ir al gimnasio, con el quehacer bastaba.
jvillega@rocketmail.com

El mapa de la tortuga de Salvador Elizondo en IMAGINANTES con José Gordon

"Cosas que pasan" por Risto Mejide



“A medida que acumulas calendarios, te vas dando cuenta de que sólo existen cuatro estados de la materia vital. Las cosas que te pasan, las cosas que tú haces que pasen, las cosas de las que tú pasas y las que pasan de ti.


Las cosas que te pasan suelen ser siempre las más importantes. Es todo aquello que tú no decides. Es todo aquello que otros han decidido por ti. Mira si son relevantes, que entre ellas está siempre tu nacimiento, tu venida a este mundo y seguramente se encuentre también tu despedida de él. Pero también están muchas de las enfermedades graves. Pero también están los enamoramientos más inevitables, que no dejan de ser otro tipo de enfermedad. Tú intentas que florezca el amor donde no crece, y de repente se te cruza alguien por tu vida que arrasa con tu invernadero artificial y te deja en pelota picada a la intemperie del que tiene que volver a empezar.


Las cosas que nos pasan son preguntas que nos hace la vida en esta ruidosa conversación a la que llamamos supervivencia. De las respuestas dependen las siguientes preguntas. De nuestras reacciones depende el nivel de acción que al final se nos propondrá.


Por eso son tan relevantes las cosas que tú haces que pasen. Porque son las que intentan compensar, ordenar, o incluso ayudar a contrarrestar el efecto de las primeras. Y digo que intentan porque hay gente que se piensa que ésta es su única biografía. Se creen que sus decisiones son tan importantes, tan determinantes, que nada ni nadie ha influido en su devenir. Al final decidí no hacerlo. Se me ocurrió tal cosa y la llevé a cabo. No paré hasta conseguirlo. A mí me pone nervioso la gente que quiere hacerme creer que todo en mi vida depende sola y exclusivamente de mí. Como si el azar no existiese. Como si no jugase la mala suerte. No hay que pasarse, señores. La suerte no deja de ser una equilibrada y anómala mezcla de talento y oportunidad. Y cualquiera que lo niegue, está intentando vendernos su cursillo.


Y ahí es cuando llegamos irremediablemente a las cosas de las que tú pasas. Y hablo de las que pasas porque necesariamente has de pasar. Porque es imposible atender a todo. Porque al final vivir es seleccionar. Las cosas que dejas de lado en ocasiones simplemente mueren sin ti. Lo cual no deja de ser una buena noticia, pues progresar significa librarte de todo aquello que dependa de ti. Y luego hay otras cosas que al abandonarlas, empiezan a ir incluso mejor. Eso también es bueno, pues lo que te demuestra es que en ese caso, el lastre eras tú. Que menos mal que te quitaste del medio. Que menos mal que ya no estás.


Claro que también hay cosas de las que pasas y no te deberían ser indiferentes. Pero es que no me apetece hoy moralizar.


Por último están las cosas que pasan de ti. Las que te ignoran sistemáticamente. Las que parece que te rehuyen. Las que por más que las persigas, ellas siempre corren más. Ellas son las que nos condenan a una vida corriendo, a un sudar por sudar. Son tu gran Talón de Aquiles, tu maldición. Por más que te digan, es imposible no querer atraparlas, y suelen convertirse en obsesión.


Y como hoy quiero acabarlo por todo lo alto, qué mejor que citando a un grande, y quién más grande que Ortega y Gasset: lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa, por eso nos pasa lo que nos pasa.


Y por eso él es grande y yo no. Porque donde él nos describió en 20 palabras, yo he necesitado 626.


Veintisiete.”


Tomado de http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/cosas-que-pasan-4018300

Jazz callejero desde la república checa.

Gracias, Moisés, por compartirlo.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


¡Los mexicanos sí nos damos cuenta!

Sabemos que somos un pueblo tercermundista, que la corrupción y la violencia nos han hecho más daño que un terremoto de 10 grados en la escala de Richter.

Por más que parezca que nos tienen aislados de la realidad a través de la pompa electoral, de esta vendetta entre candidatos. sí nos damos cuenta de que somos títeres y no actores autónomos.

Vemos y sabemos de las ofensas a la inteligencia y la moral de la que somos víctimas.

Muy pocos, estoy segura, están ajenos a la espantosa miseria en las que nos tienen hundidos la falta de escrúpulos y la ambición desmedida de empresarios y gobernantes que han lucrado con nuestros recursos, nuestra voluntad, trabajo, y confianza.

Nos damos cuenta y pareciera que apenas alcanzamos como perro herido a lamernos las heridas, a aullar de dolor y esperar a que sanen con el tiempo, mexicanos al grito de guerra, dice el himno, y así estamos entre gritos de guerra que no tiene un propósito social, ni de bienestar, de guerra continua, sangrienta que sólo deja muerte y desolación.

Los mexicanos, sí nos damos cuenta y por eso es todavía más doloroso tener que seguir viviendo contando día a día las injusticias, los actos vandálicos de la delincuencia que actúa con fuero y por ende con total impunidad.

Presidentes y gobernantes que terminan su período a sabiendas de que incurrieron en delitos mayores, reconocidos, publicitados sin que tengan siquiera que librar un juicio, más allá del de nosotros, los ciudadanos, que sí mucho queda atrapado en las redes, con total cinismo siguen teniendo en sus manos el destino del país.

México es un paraíso para los políticos, un infierno para los ciudadanos comunes y corrientes.

Ya es hora de hacer bien las cuentas, de que se nos tome en cuenta, de no estar contando día a día atrocidades, ya es tiempo de que pidamos cuentas claras y demos cuenta de aquéllos que salgan con cuentas mochas.

Historia de amor perruno

¡Excelente aporte, Neto!