REGRESO A CLASES
Mañana, lunes 30 de agosto, se tiene programado el regreso a
clases. Hay razones de diverso orden que
nos inclinan a favor o en contra de la idea.
Han sido expresadas en foros especializados, pero no está por demás
hacer algunas puntualizaciones:
Enfrentamos la llamada “tercera ola” de la pandemia; tiende
a prevalecer la variedad delta del SARS COVID-2. A diferencia del virus original, esta cepa es
mucho más contagiosa.
La vacunación protege en buena medida, pero no por sí
misma. Hay que continuar con las protecciones
de barrera y el distanciamiento social.
En los centros escolares, el mayor riesgo se corre dentro de
las aulas, esto es, espacios cerrados mal ventilados. Un modo de solucionarlo es utilizar aulas con
ventanas, para generar una corriente que permita al aire circular. En caso de tener una sola ventana, ayudarse
de un ventilador de aspas para impeler el aire hacia ella y hacerlo que
circule.
En los colegios particulares donde existen mecanismos de
ventilación y filtración HEPA en cada aula, el problema se minimiza.
Los alumnos deben
consumir sus alimentos en espacios abiertos. Para beber o comer habrá
que retirarse el cubrebocas, algo que no es recomendable llevar a cabo en
espacios cerrados.
Hablando de mascarillas: No cualquiera protege. Deben de ser de triple capa, especializadas,
o en caso de cubrebocas, utilizarlo doble. La careta de plástico sola no
protege.
Otra medida importante es el lavado de manos
exhaustivo. El gel se deja como
adicional, no como sustituto. Si la escuela no tiene agua y jabón, estamos en
problemas.
Los tapetes sanitizantes no sirven. Gasto inútil.
No ha llegado el momento de autorizar la vacuna en menores
de 12 años. De esta edad en delante, ya
se puede hacer, pero no es oficial en México todavía. En un futuro llegará a integrarse a las
cartillas de vacunación, pues el virus no se va a ir; vivirá entre nosotros.
En cuanto a lo virológico, se recomendaría que los niños
siguieran en casa. Sin embargo, está la
otra faceta del problema, la intelectual.
Hay niños que debieron de empezar su primera instrucción hace más de un año. Todos van
rezagados. Una buena parte ha podido aprovechar al máximo la educación a
distancia, porque tiene el recurso
tecnológico para conectarse.
En el otro extremo, hay niños que simplemente no han podido hacerlo,
sea por falta de equipo o de señal.
Además, tener al maestro en pantalla no facilita el desarrollo de muchas
de las habilidades y destrezas que marca el programa, sobre todo en los
primeros años de su educación.
La familia ha tenido que asumir buena parte de la carga que
originalmente corresponde a los docentes, aunque no en todos los casos. Algunos
padres han debido salir a trabajar y el niño se queda solo en casa, tratando de
aprovechar las lecciones. En otros
hogares los cuidadores no tienen el nivel académico para apoyar a los chicos.
Una realidad absoluta, es que el encierro y la falta de
socialización generan consecuencias en la psique infantil. Sentimientos como el miedo, la angustia o el
enojo sustituyen a ese desenfado con el que la mayoría de los niños crecía
antes de la pandemia. Cierto, ocasionalmente
hay circunstancias que roban a nuestros niños esa “calma chicha” que deberían
tener siempre. Aun así, la gran mayoría
ha crecido con preocupaciones minúsculas en comparación con las que hoy los
atosigan.
Ese pensamiento rulfiano tan propio de nosotros, mexicanos,
lleva a inventarnos una realidad dentro de otra. Es así como nos sentimos inmunes frente a
muchos elementos. El turismo en playas
se ha mantenido; con aquello de que son espacios abiertos, y por tal razón nos
sentimos libres de riesgo. O paseamos
por la plaza de la ciudad, aunque hacerlo implique ir como sardinas en alguna
unidad de transporte colectivo y hasta sin cubrebocas. Esto último lo hacemos como travesura, como
signo de hartazgo, o como un falso testimonio de superioridad ante el virus,
cuando estamos viendo que éste no sabe de ideologías.
Un punto que se ha quedado rezagado en los protocolos para
el regreso a la escuela es revisar que todo el personal esté vacunado. De igual manera que los papás de los niños
tengan su vacuna, lo que minimiza el riesgo.
Si yo estoy debidamente vacunada, aun así puedo adquirir el virus. Y tal vez presente síntomas mínimos, pero
–tratándose de la variedad delta—puedo transmitirlo hasta a 9 personas de mi
entorno. Por lo tanto, hay que usar
cubrebocas.
Contrario a lo que se pretende afirmar en el discurso
oficial, en México sí hay COVID en niños.
Puede ser grave, y a la fecha responde por alrededor de 80,000 casos y
casi 900 muertes en menores de 18 años.
Esto nos obliga a cuidarnos y así cuidar a otros.
Ciencia y congruencia para el regreso a clases. Lo demás no funciona.