domingo, 29 de agosto de 2021

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

REGRESO A CLASES

Mañana, lunes 30 de agosto, se tiene programado el regreso a clases.  Hay razones de diverso orden que nos inclinan a favor o en contra de la idea.  Han sido expresadas en foros especializados, pero no está por demás hacer algunas puntualizaciones:

Enfrentamos la llamada “tercera ola” de la pandemia; tiende a prevalecer la variedad delta del SARS COVID-2.  A diferencia del virus original, esta cepa es mucho más contagiosa.

La vacunación protege en buena medida, pero no por sí misma.  Hay que continuar con las protecciones de barrera y el  distanciamiento social.

En los centros escolares, el mayor riesgo se corre dentro de las aulas, esto es, espacios cerrados mal ventilados.  Un modo de solucionarlo es utilizar aulas con ventanas, para generar una corriente que permita al aire circular.  En caso de tener una sola ventana, ayudarse de un ventilador de aspas para impeler el aire hacia ella y hacerlo que circule.

En los colegios particulares donde existen mecanismos de ventilación y filtración HEPA en cada aula, el problema se minimiza.

Los alumnos deben  consumir sus alimentos en espacios abiertos. Para beber o comer habrá que retirarse el cubrebocas, algo que no es recomendable llevar a cabo en espacios cerrados.

Hablando de mascarillas: No cualquiera protege.  Deben de ser de triple capa, especializadas, o en caso de cubrebocas, utilizarlo doble. La careta de plástico sola no protege.

Otra medida importante es el lavado de manos exhaustivo.  El gel se deja como adicional, no como sustituto. Si la escuela no tiene agua y jabón, estamos en problemas.

Los tapetes sanitizantes no sirven. Gasto inútil.

No ha llegado el momento de autorizar la vacuna en menores de 12 años.  De esta edad en delante, ya se puede hacer, pero no es oficial en México todavía.  En un futuro llegará a integrarse a las cartillas de vacunación, pues el virus no se va a ir; vivirá entre nosotros.

En cuanto a lo virológico, se recomendaría que los niños siguieran en casa.  Sin embargo, está la otra faceta del problema, la intelectual.

Hay niños que debieron de empezar su primera  instrucción hace más de un año. Todos van rezagados. Una buena parte ha podido aprovechar al máximo la educación a distancia, porque  tiene el recurso tecnológico para conectarse.

En el otro extremo, hay niños que simplemente no han podido hacerlo, sea por falta de equipo o de señal.  Además, tener al maestro en pantalla no facilita el desarrollo de muchas de las habilidades y destrezas que marca el programa, sobre todo en los primeros años de su educación.

La familia ha tenido que asumir buena parte de la carga que originalmente corresponde a los docentes, aunque no en todos los casos. Algunos padres han debido salir a trabajar y el niño se queda solo en casa, tratando de aprovechar las lecciones.  En otros hogares los cuidadores no tienen el nivel académico para apoyar a los chicos.

Una realidad absoluta, es que el encierro y la falta de socialización generan consecuencias en la psique infantil.  Sentimientos como el miedo, la angustia o el enojo sustituyen a ese desenfado con el que la mayoría de los niños crecía antes de la pandemia.  Cierto, ocasionalmente hay circunstancias que roban a nuestros niños esa “calma chicha” que deberían tener siempre.  Aun así, la gran mayoría ha crecido con preocupaciones minúsculas en comparación con las que hoy los atosigan.

Ese pensamiento rulfiano tan propio de nosotros, mexicanos, lleva a inventarnos una realidad dentro de otra.  Es así como nos sentimos inmunes frente a muchos elementos.  El turismo en playas se ha mantenido; con aquello de que son espacios abiertos, y por tal razón nos sentimos libres de riesgo.  O paseamos por la plaza de la ciudad, aunque hacerlo implique ir como sardinas en alguna unidad de transporte colectivo y hasta sin cubrebocas.  Esto último lo hacemos como travesura, como signo de hartazgo, o como un falso testimonio de superioridad ante el virus, cuando estamos viendo que éste no sabe de ideologías.

Un punto que se ha quedado rezagado en los protocolos para el regreso a la escuela es revisar que todo el personal esté vacunado.  De igual manera que los papás de los niños tengan su vacuna, lo que minimiza el riesgo.  Si yo estoy debidamente vacunada, aun así  puedo adquirir el virus.  Y tal vez presente síntomas mínimos, pero –tratándose de la variedad delta—puedo transmitirlo hasta a 9 personas de mi entorno.  Por lo tanto, hay que usar cubrebocas.

Contrario a lo que se pretende afirmar en el discurso oficial, en México sí hay COVID en niños.  Puede ser grave, y a la fecha responde por alrededor de 80,000 casos y casi 900 muertes en menores de 18 años.  Esto nos obliga a cuidarnos y así cuidar a otros.

Ciencia y congruencia para el regreso a clases.  Lo demás no funciona.

POESÍA EN PROSA de María del Carmen Maqueo Garza

 


Hoy quiero volver a las cosas más simples de la vida.  Recuperar la capacidad de ser feliz con el goce de los pequeños momentos, los asombros cotidianos.

Quiero recordarme a mí misma que lo más valioso no lo compra el dinero: El tiempo, la  risa, la compañía de un buen amigo, de la familia.

Hoy reacomodaré mis prioridades conforme a la proporción de cielo que contienen. Me quedaré con aquellas que me abren camino para ser una mejor persona.

Quiero aprender a sentirme la mujer más rica del planeta.  Tengo alrededor lo más maravilloso y está a mi alcance.  Baste con abrir los brazos y hacerlo mío.

Los osos regresan a casa: Documental de James Cromwell

 
Se pueden activar subtítulos en español

REFLEXIÓN de María del Refugio Vázquez Rubio, facilitadora del GAD

 

LA ELOCUENCIA DEL SILENCIO

“Entrar en el silencio, donde  todo nuestro ser se siente remansado”

Jose Fernandez Moratiel

 

Noticias van, noticias vienen, algunas preocupantes con razón, otras exageradas para lograr los disputados seguidores en las redes sociales tan de moda. De vez en cuando surge información seria y responsable, sustentada en la ciencia que nos deja ver nuestra realidad un poco mas clara. El virus sigue aquí y va a estar por largo tiempo. A estas alturas algo hemos aprendido y ya sabemos que nos toca hacer para seguir sanos y protegidos de la enfermedad.

Los protocolos siguen siendo los mismos, lavado de manos, cubre bocas, etc… Sobre todo, la distancia social, bien calculada y admitida como la mejor protección, puede ser la diferencia entre estar bien o la posibilidad de una reinfección para los que ya han sido tocados por el virus, o bien exponerse a la enfermedad por primera vez con todas sus consecuencias.

Llevamos largos meses inmersos en un estado de incertidumbre, miedo y preocupación.

Hemos de buscar formas de relajar la tensión acumulada para seguir adelante en esta época difícil e incierta.

Silenciar nuestra mente del parloteo que nos rodea, no es cosa fácil de conseguir. Sin embargo, con algo de voluntad, esfuerzo y práctica, pudiéramos encontrar que el silencio nos proporciona una hospitalidad que nos acoge; un buen “sitio” para descansar un poco del agobio, de la excesiva actividad mental; darnos un respiro.

Abrir el silencio por un momento, es romper la rutina del hacer; detener por un momento la vorágine de pensamientos y dejar de conversar con nuestros afanes para encontrarnos refugiados por un rato en nuestro interior.

Buscar un momento de paz silenciosa no es evadir lo que sucede, pero sí es recargar nuestro espíritu para seguir enfrentando la vida que nos está tocando vivir.

Ese rincón de nuestra casa, intimo, grato, puede ser el mejor lugar para detenernos un momento y acallar el ruido. Uno encuentra dentro cuando suspende toda búsqueda exterior.

En el silencio nos quedamos con nosotros mismos y es posible que encontremos una soledad misteriosamente fértil, de la cual surgirán respuestas a nuestras preocupaciones y agobios.

Hay una zona de descanso un poco ignorada y que está  ahí, a la mano. Bastaría con cerrar los ojos y escuchar el sonido del silencio, aunque sea de vez en cuando.


 

 

 

 

 

 

 

"Sólo dos minutos" Comedia breve

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Renuncia a hacer de tu día, tan solo un día mas.

Arranca la hoja del calendario y contará como un día menos, al sentirlo así quizá despierte en ti la necesidad de hacerlo distinto, de buscar en este día la forma de llenarlo de sensaciones vibrantes, quizá no dejes evaporar las horas y decidas convertirlas en sesenta minutos de plenitud.

Un día menos en tu vida, esta vida que no tiene la fecha de caducidad, esta vida que no tiene palabra de honor, pero que es magnánima en ofrecernos la oportunidad de hacer de ella nuestra mejor confección,con materiales distintos, con muchos, con pocos; con grises y obscuros o de mil colores, pero dejando a la creatividad, a la tenacidad, a nuestra voluntad y empeño, el hacerla una obra digna de protagonizar, de compartir y de trascender en la memoria y corazón de la gente que nos quiere.

Desde donde estés, con quien estés, suceda lo que suceda a tu alrededor, no dejes que se te vayan las horas sin agradecer el sol, las flores, el canto de los pájaros, el amor de tu familia; tu soledad o tu compañía, la esperanza de curar o estar sano; la paz absoluta que a veces trae la muerte a un ser amado que sufre.

Con férrea voluntad de no dejarte vencer por la apatía, por el dolor, por la falta de esperanza, haz que este día no se escape sin haberle robado un buen trozo de felicidad, que no se te vaya tan solo en lamentar; no lo desperdicies en angustias por lo que puede o no puede pasar, haz que suceda algo, por mínimo que sea, digno de haber sido vivido.

Los pequeños detalles en la rutina diaria, suelen convertirse en vivencias que alimentan el alma, que perfuman la vida.

Que hoy no sea tan solo un día más, hazlo más que un día.


Concierto didáctico de música clásica con La Cata Musical