domingo, 10 de marzo de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

DE CONCHITA  A CAMILA
Hace un par de días se conmemoró el Día Internacional de la Mujer.  Contrario a  cualquier giro festivo, se  recuerda la muerte de más de 100 mujeres durante el  incendio de una fábrica textil neoyorquina, en 1911. Institucionalizada por la ONU en 1975,  en México se celebra a partir de 1961, aunque con distinta fecha, que ya  luego se igualó con  el resto del mundo.
     Como señalan los conocedores, su origen parte de una tragedia que  evidenció las condiciones denigrantes en las que trabajó y  murió  un grupo de trabajadoras textiles, y que  me lleva a  recordar a las trabajadoras que fallecieron dentro de un edificio durante el sismo del ’85, tras lo que surgió el movimiento  “Costureras del ‘85”. 
     Estas tragedias son algunas de las propiciadas por las condiciones precarias en  que algunas  mujeres   de clase trabajadora   han debido  desempeñarse para sacar adelante a su familia. Valga recordar que en nuestro país 4 de cada 10 hogares dependen  de los ingresos de la madre.
     A lo largo de la historia existen múltiples evidencias que señalan las condiciones de desventaja  para la mujer, en el ámbito escolar, laboral y de gobierno –entre otros.  Lo que para un varón es dado por su sola condición de nacimiento, para su contraparte  representa, en muchas ocasiones, un desafío por el cual llega a dar hasta la propia vida.  Se avanza en muchos aspectos, pero sigue habiendo grandes áreas de oportunidad que  son negadas a la mujer en  razón de su género. Sigue siendo una asignatura pendiente para todas.
     Hay una esfera paralela a la anterior, en la que hoy deseo enfocarme y con ello hacer  un llamado a  mis congéneres para aprovechar el tiempo que tenemos a nuestra disposición.  En cuestión de asignatura de roles nuestro país se ha mantenido más apegado a lo tradicional que muchos otros.  Cuando inicié mi incursión en la medicina --años setentas--, era siempre  la mamá quien  llevaba a consultar al niño, y cargaba con dos o tres más, si no había quien   los cuidara en casa.  Era más probable ver un pingüino en el desierto, que a un padre de familia ayudando con  los hijos.  La mujer tenía esto a su cargo, y por desgracia hoy en día, persisten casos similares, aún si la mujer trabaja fuera para complementar el sustento del hogar.  Esa idea de eliminar las estancias infantiles, y dar el dinero a la madre para que busque quién cuide a los niños, tiene varias implicaciones: Los niños estarán en manos de personas no profesionales.  La denominada “beca” de 1,600 pesos por mamá (no por niño), se otorgará bimestralmente. Y además, ¿quién garantiza que ese dinero no le sea arrebatado a la madre, en ocasiones hasta por su misma pareja sentimental?
     Para terminar con algo positivo, paso al  siguiente cuestionamiento: Una vez que la mujer termina con sus responsabilidades en el hogar: ¿En qué ocupa su tiempo? ¿Tiene ella la inquietud de utilizarlo en algo que le permita crecer, ampliar sus horizontes…? Hay en esta frontera  un personaje que yo admiro profundamente por muy diversas razones;  la principal es su lealtad como amiga, que en lo personal representa un tesoro que guardo muy cerca de mi corazón.  Conchita Tinajero de Harper, quien este año completará 97 años de existencia, es una mujer auténtica, activa y admirable.  Cada vez que le llamo y le pregunto cómo está, invariablemente contesta: “Muy bien, doc, ¿y tú?”.  Debe ser  justo  esa actitud la que la mantiene en tan excelentes condiciones, con el entusiasmo como el motor de nuevos emprendimientos, en los que no duda un momento  en involucrarse.  Es la mano amiga que se otorga, ya para ayudar, para impulsar o para aplaudir los logros de otros, al margen de cualquier asomo de recelo.  Decidió aprender una nueva  lengua –aparte del inglés que domina a la perfección--, y desde hace medio año toma clases de francés.  Le gusta mantenerse ocupada, y las escasas limitaciones que tiene por razón de su edad, las toma con filosofía, y halla la forma de sacar adelante  cada proyecto, valiéndose de toda su  creatividad.  Una de las últimas noticias que la trae muy ilusionada es el nacimiento de su bisnieta Camila, a quien ya  conoció por videoconferencia, pues de momento la distancia geográfica no le permite tenerla entre sus brazos.
     No tenemos que viajar a otras latitudes  para encontrar mujeres extraordinarias  que nos inspiren.  Las tenemos muy cerca  trabajando incansablemente, creando nuevos proyectos, impulsando y  animando  a sus congéneres a seguir adelante.  Mujeres que recuerdan al Atlante, con el mundo sobre sus hombros, y aun así, con una dulce sonrisa en el rostro.
     Desde este pequeño espacio felicito de todo corazón a Camila por llevar  esa sangre empeñosa y  triunfadora que visualiza –gozosa-- en cada obstáculo un nuevo reto a vencer

POESÍA de María del Carmen Maqueo Garza



CASI PRIMAVERA
Del  corazón –principio— emigran  mariposas
a mis manos.  Las palabras  vuelan por el aire
como hojas de otoño.   Se mecen acunadas
por el gentil viento-madre.
Navío a la mar en búsqueda de un  puerto.  Rozan tu oído
a su paso, silábicos caballos en tropel.  Cantarinas calandrias:
Si las llaman anidan,  vuelven su hogar tu oído.
De otra suerte  continúan su viaje. El espacio abierto
las aguarda. Entre las alas  lleva –cada una-- grabado
su destino, motor que las impulsa: Primavera.

Dos cellos interpreta Benedictus de Karl Jenkins

POESÍA de Hugo Gutiérrez Vega



Para la abuela, que hablaba con
pájaros creyéndolos ángeles

I
La Abuela abría las puertas de la mañana;
entraba el sol por el balcón cerrado
y un rayo se pegaba a sus gafas solares.
El día andaba ya por los corredores
abrillantando las plumas del pájaro ciego,
jugando un rato con los peces anhelantes
en su marecito engañoso,
y con el caracol de filos negros
en su playa de cristal.
La claridad giraba por los cuartos vacíos
y se escondía entre las cortinas.
De las gafas de la abuela brotaba el día
y bajo mi cama se enroscaban los vientos.
Cerraba los ojos y regresaba al sueño.
Las sábanas me daban una noche que sólo existía ahí
y que se prolongaba por unas horas,
mientras la mañana maduraba
y se caía a pedazos en las calles de color naranja
y en el cielo azul y tonto de los trabajos para vivir.

II
Un polvo limpísimo, casi más fino que el aire de esta mañana,
se levantó cuando abrimos la tumba de la Abuela.
La caja se deshizo y el cráneo que tenía aún su blanca trenza
cayó con tanta gracia, que la tierra se negó a entrar en él.
¡Quién lo dijera!; tú que tanto temías morirte sola
has pasado diez años en la tumba hablando con tus ángeles,
percibiendo las voces de tantas insolentes primaveras.
“La muerte es grande” dices, y la vida se concentra en tu trenza.
No hemos perdido nada. La mañana sigue entrando a la casa;
entrando sin cesar.
Si nada cesa tú nunca cesarás.
La muerte grande te besó en las mejillas
y nosotros lloramos y reímos.
Estábamos contigo.
Tu memoria no se detuvo nunca.

Gaby Vargas nos habla de la autoestima.

Una maravilla de charla testimonial.  Sylvia Martha, gracias por mi estrella.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Puedo haber vivido por la mayoría de los años que se me haya concedido vivir en un mundo que se me dijo era redondo. Puedo aceptar que este concepto era equivocado y que ahora se me compruebe que es plano, por inverosímil que me resulte.
     Finalmente la geometría de la tierra no ha influido en mi manera de vivir, pero no me es fácil aceptar que el espíritu humano sea plano e incapaz de alojar nobleza en su alma, que ante el menor estímulo sea capaz de desatar sus instintos más perversos y se convierta en verdugo de su prójimo, provocando con su ira y su perverso juicio una oleada de odio, que se propaga, que enrarece el ambiente y que sin tener un propósito constructivo, se dedica solo a destruir, desvirtuando lo que pudiera ser una noble causa que provoque cambio positivo.
     Criticar, cuando el fin es discernir si es bueno o malo, si conviene o no, es ejercicio constante en nuestra vida, de hecho nuestra elecciones se basan en formar un juicio de las cosas o las personas que decidimos formen parte de nuestro entorno.
     Juzgar y criticar para construir es válido, no así cuando solo se hace en base a la apariencia, o cuando se hace no para construir sino para derribar, o tan solo actuando como repetidores de juicios ajenos que ni siquiera nos hemos tomado el trabajo de comprobar.
     Nadie está ajeno a criticar, a juzgar, pero quizá sea bueno detenernos un poco antes de actuar, que no vayan implícitos en nuestro juicio rasgos de violencia, de miseria humana que dejamos escapar en él, utilizándolo como vehículo para liberarnos de frustraciones y enojos que de otra manera no nos es posible liberar. No mostremos al emitir un juicio bajeza. Al hacerlo nos estamos humillando más a nosotros mismos que al que está siendo víctima de nuestro juicio, merecedor o no de aquello que se le atribuye, pero que al enunciarlo con saña, con odio y muchas veces con doble intención, porque lleva además un interés de beneficio personal,  resulta por demás de mayor mezquindad.
     Siempre será deseable que nuestro juicio, sea en aras de edificar, humilde y sincero, sin perder de vista que somos los humanos la única especie "pensante" que habita el planeta.

Video animado: El pasajero