LIDERAZGO, CAMBIO
Y PERMANENCIA
Ética en política: Congruencia entre la actuación privada y el discurso público.
Este 2 de junio se llevan a cabo las elecciones más grandes
en la historia de México. El voto popular definirá quién habrá de ocupar el
sillón presidencial; diversas senadurías, diputaciones federales; las
gubernaturas en ocho estados, la jefatura de la Ciudad de México; congresos
locales, y en diversos municipios alcaldías
y regidurías. Los mexicanos saldremos a
votar convencidos de que nuestro sufragio habrá de imponerse por encima de cualesquiera
fuerzas ajenas a la voluntad ciudadana.
Y es justo frente a este panorama que me permito destacar lo
que, a lo largo de la historia, ha significado la figura del líder. Podríamos remontarnos hasta los primeros
cazadores-recolectores, de entre los cuales siempre habría uno que jugara el
papel de conductor del grupo. Uno cuya autoridad fuera impuesta de acuerdo con
su habilidad para manejarlo. Avanzó la
organización de sociedades y de ese mismo modo evolucionó el papel del
dirigente, hasta llegar a la Europa del siglo dieciocho, derrotados todos los
sistemas feudales, cuando vemos surgir las sociedades modernas en las cuales
los ciudadanos en su conjunto deciden quiénes habrán de gobernarlos.
Hoy en día no concebiríamos una organización privada o una
administración pública sin un sistema de gobierno. Este es necesario para determinar las formas de conducirse de los
individuos, en la consecución del bien común.
Surgen democracias y sistemas parlamentarios para asegurar una mayor
participación ciudadana, y como ha habido en todos los tiempos, en la mejor de
las democracias aparecen figuras transgresoras que pretenden sacar ventaja a
costa de otros; para ello existe un cuerpo colegiado que dicta normas y castiga
delitos, de modo que la sociedad en su conjunto pueda avanzar.
En la historia de México ha habido grandes figuras que han
conducido a la nación. Hoy en día, de
igual manera, tenemos importantes líderes que han sabido mantenerse íntegros en
su labor de mando, quienes, en este momento, son una inspiración para todos
nosotros. Uno de ellos es el General Brigadier DEM Fidel Mondragón
Rivero, comandante de la 47 Zona Militar.
En su persona venturosamente se conjugan el militar de buena cepa y el
maestro sensible ante las necesidades de otros, muy en particular de los jóvenes
bajo su mando. Lo conocí a pocos meses
de su arribo a esta ciudad, durante una plática que impartió en el Taller de
Historia. No dejó de sorprenderme su estilo de liderazgo, ajeno a la severidad con
que acostumbramos a identificar a los mandos castrenses. El General es de
entrada, un gran lector, que busca empatizar frente al grupo, hasta despertar
interés por la temática que expone. Anima a los escuchas a conformar un sistema
de trabajo organizado, en el cual la autoridad vaya siendo rotativa dentro de sus
elementos, tal y como sucede con la formación en “V” de diversas aves: Una hace
punta y lleva al grupo durante determinada distancia, luego de la cual otro volátil llega al relevo, y así
sucesivamente, asegurando con ello avanzar distancias kilométricas sin mayores
signos de fatiga.
Puedo asegurar que la labor del General Mondragón como
formador de nuevas generaciones ha sido amplia y variada en la región. Durante todo este tiempo su método de
enseñanza ha llegado a diversas aulas y centros de trabajo. Conocemos que la
SEDENA hace cambios periódicos y algún día habrá de movilizarlo a otra
adscripción. Aun así, tenemos la
tranquilidad de que sus enseñanzas acerca
de la ética ciudadana habrán quedado aquí, sembradas en tierra fértil,
para beneficio de todos. Maestro inquieto como siempre ha sido, con toda seguridad continuará
preparando estrategias educativas para
su tropa, instituciones de enseñanza media superior y centros de trabajo con
los cuales tenga en suerte coincidir, como viene haciéndolo desde su arribo a
nuestra región.
Un buen líder, como el que hoy vamos a votar en las urnas, de
entrada se reconoce como uno de nosotros, se identifica con nuestros mayores
sueños. Detecta las necesidades del
grupo y así diseña las estrategias
necesarias para satisfacerlas. Un buen líder
se moviliza, no se enamora del puesto que hoy ocupa, sino que busca colocarse
donde haga más falta. Tiene integridad
en su actuar cotidiano. Su ejemplo
inspira.
Este día habremos de elegir a quien llevará las riendas del
país por los próximos seis años. Somos poco más de 98,000 ciudadanos llamados a
las urnas a definir el rumbo de la nación, a través de nuestro ejercicio libre
y secreto. Hagámoslo con toda responsabilidad. Atendamos el ejemplo de nuestros
grandes líderes de la historia y del tiempo presente antes de emitir el voto.
¡Y vamos todos por México!