domingo, 2 de junio de 2024

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Cada día nos plantea uno o más retos. En ocasiones un vendaval de infortunios nos hacen creer que estamos a expensas de las fuerzas del mal, que Dios nos ha abandonado, que la mala suerte nos tomó de inquilinos permanentes. A todos nos suceden estas rachas y a todos se nos resuelven de una manera o de otra, pero finalmente pasan, lo único que no tiene solución es la muerte y en ocasiones es ésta el mejor de los remedios.  

Cierto es que a veces, no vemos lo duro, sino lo tupido, pero al paso que las cosas van tomando su lugar, uno reencuentra la armonía, la serenidad, y entonces se da cuenta que antes de este torbellino, éramos felices y no habíamos caído en cuenta, no habíamos asimilado que estábamos en paz y buscábamos de qué quejarnos; realmente si lo analizamos eran pequeñeces. 

Tenemos esa tendencia a siempre esperar algo más para satisfacer nuestra expectativa de lo que es felicidad, y se nos pasa por alto que la estamos viviendo. No es hasta que nos acecha duramente la desdicha, cuando lo apreciamos. Entonces nos decimos: "con que tan solo esto se me solucionara sería feliz" ¿En que estriba poderla conservar? quizá en saber encontrarla a través de todo aquello que logramos conquistar al vencer obstáculos, en desafiar cada día con positividad, en saber que no todo lo podremos lograr, pero lanzarnos a intentarlo con objetividad, midiendo fuerzas, reconociendo límites. 

Por muy ambiciosos que seamos en nuestros logros de cualquier índole, la vida nos impondrá límites, límites que tendremos que aceptar y saber conformarnos, sin que ellos sea sinónimo de mediocridad, sino de adaptabilidad. Adaptarnos a las circunstancias requiere fuerza espiritual y mental que ningún mediocre posee. Vivir y saber adaptarse a los cambios, a las pérdidas, a los malos tiempos, sin perder la fe en reencontrarnos con la paz, con la estabilidad. Actuar sin desperdiciar los buenos momentos en quejas sin fundamento, que solo nos impiden apreciar las bondades que la vida también a raudales nos da.

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