domingo, 30 de octubre de 2016

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

DEL OTRO LADO DEL TIEMPO
 “La vida es la infancia de nuestra inmortalidad.” J.W. von Goethe

El hombre es un animal social, lo dijo Aristóteles en el milenio previo a la llegada de Cristo, y lo seguimos corroborando en este tercer milenio; no va con su naturaleza aislarse del grupo humano. Hay  distintas maneras de estar en contacto unos con otros, siendo la más reciente  la comunicación mediante computadora, recurso que nos satura de información, más allá de lo estrictamente necesario.  En unos cuantos minutos nos enteramos de las costumbres de apareamiento de los lobos grises; cuántos muertos dejó el último bombazo en Siria; qué probabilidades tenemos de desarrollar Alzheimer, o la receta para los tamales de alcachofa…Información que sorprende, cautiva, y a ratos subyuga.
   Esa interacción con la tecnología provoca cambios importantes en el comportamiento humano de muy diversas maneras; la mentalidad consumista halla en este medio los mejores canales para convertir al usuario en consumidor, asimismo logra presentarlo como mercancía. Buscamos el mejor ángulo para la “selfie”, montamos la escenografía idónea para nuestra portada de Facebook; tomamos prestados (muchas veces sin permiso) pensamientos de otros y los publicamos en nuestros espacios.  Todo ello para crear una imagen de nosotros mismos lo más cercana a lo ideal.
   El mensaje llega a convertirse en una trampa: Apostar a las apariencias nada más, aun cuando no haya congruencia alguna con la realidad.  Y bajo esta premisa comienzan a actuar muchas figuras públicas, cuidando la forma sin ocuparse del fondo, preocupándose por la foto nada más, yéndose a extremos que se antojan absurdos, como son los casos más recientes de malversación de fondos destinados a rubros de primer orden, convertidos –en el caso de Javier Duarte—en muchas propiedades en el extranjero, en un rancho de lujo, y un hospital de primer mundo para caballos.  
   Al margen del cinismo con el que han venido actuando estos personajes que se adjudican bienes públicos para su propio beneficio, y que le ven la cara a los contribuyentes, yo siempre me he preguntado cómo pueden ver de frente a sus hijos, y qué les dicen, o cómo justifican, primero el grosero enriquecimiento, y luego los señalamientos de la opinión pública.  Parto del supuesto de que no creen en juicio divino alguno, o tal vez piensan que en el último momento dicen “me arrepiento” y Dios se traga el asunto y listo.  Entiendo también que les valga sorbete el profundo malestar de la ciudadanía que los eligió y ahora se siente traicionada… Todo eso de alguna manera lo entiendo desde su cinismo absoluto. ¿Pero pararse frente a un hijo e inventar una sarta de mentiras que los exculpe, y no sentirse mal por timar a los propios vástagos? O bien, ¿Será que les dicen la verdad, que robaron, enseñándoles que hacerlo y despojar a otros de sus bienes es un signo de astucia?
   Hace unos cuantos días falleció en Piedras Negras Dave Arellano, un hombre joven,  entusiasta participante en todas las causas nobles de la ciudad.  Fue conmovedor atestiguar el modo como sus amigos y compañeros del trabajo y de los diversos grupos a los que pertenecía se volcaron, primero en acompañarlo durante su enfermedad, y luego en sus exequias.  Un grupo de corredores con los que siempre participó en carreras de resistencia, hizo el recorrido de la iglesia al camposanto trotando detrás de la carroza fúnebre.  Sabemos que Dave tocó muchas vidas y siempre lo hizo de un modo positivo y proactivo, y que su familia habrá de atesorar esos testimonios de cariño como lo más preciado.  Ahora bien, pasando a lo que comentaba párrafos arriba, ¿cómo se va a recordar a los grandes ladrones de nuestro México actual? ¿Podrá la parafernalia que ahora compran para maquillar su imagen, seguir funcionando indefinidamente?...
   Los especialistas en comportamiento humano señalan que esta voracidad sin límites es producto de graves carencias internas de la persona, quien parte de aquello de “tener para ser”, a partir de una angustia existencial que le lleva a pensar que sólo teniendo más y más puede mantener su valía como individuo en una sociedad altamente consumista.  Si inicialmente robaron para hacerse de ciertas comodidades, siguen haciéndolo de manera enfermiza, sistemática, y desmedida, en un afán absurdo de autoafirmación, que finalmente termina siendo de lo más inútil para conseguirlo.
   ¡Qué tranquilidad partir como Dave claro y ligero, sin cuentas pendientes con la vida! ¡Qué orgullo para su familia, poder evocarlo limpiamente, como lo que fue, un hombre de bien!
  Quien vive de espaldas a la verdad corre el riesgo de ser descubierto en cualquier momento. ¡Qué pena por estos funcionarios corruptos y por sus hijos que terminan siendo engañados o vilmente corrompidos!

HOJAS SUELTAS por María del Carmen Maqueo Garza


DÍA DE MUERTOS

Día de Muertos en México. Fusión de épocas a través de los siglos, ocasión en la cual convergen distintas generaciones de una misma familia.

Las llamas titilantes parecen danzar de gusto, su color naranja se hermana con el tinte  profundo de la flor de zempasúchitl cuyo olor a campo nos recuerda que la vida es un continuo que se perpetúa a sí misma a través del tiempo.

Con papel de china picado de color morado se revisten mesas y tablones para armar el altar de muertos a donde llegarán las ánimas benditas de nuestros fieles difuntos.

Hoy es día de fiesta para el corazón, se renueva la esperanza de volvernos a reunir con quienes se han adelantado en el camino. Abundan los tamales, el pan de muerto, las sonrientes calaveras de dulce; hay naranjas y cañas de azúcar para simbolizar esa mancuerna indivisible que son vida y muerte.

Entre los cantos monótonos que se dejan escuchar en la madrugada va mi propia voz junto con otras tantas, para llamar a los nuestros. Se eleva al cielo desde muy distintos puntos de México para decirles que no los olvidamos, que en nuestro hogar y en nuestro corazón hay un rincón bendito donde siempre viven, y que algún día nos hemos de reunir.

Día de Muertos: Ocasión para sentir orgullo de ser mexicanos.

"La importancia de tener una meta" con Alex Zanardi

Muchas gracias, mi querido Bernardo por tan valiosa sugerencia.

Poesía de Sylvia Plath (1932-1963)


ÚLTIMAS PALABRAS

No quiero una caja sencilla, quiero un sarcófago
de atigradas rayas y un rostro pintado, redondo
como la luna, que mire, quiero
estar mirándolo cuando lleguen, escogiendo
entre minerales mudos, raíces. Véolos
ya: los pálidos, astralmente distantes rostros.
Ahora no son nada, no son siquiera criaturas.
Imagínolos huérfanos, como los primeros dioses,
de padre y madre, se preguntarán si tuve importancia
¡Debí haber preservado mis días, como frutos, en azúcar!
Mi espejo se empaña:
unos pocos hálitos, y no reflejará ya nada.
Las flores y los rostros blanqueantes cual sábanas.

No confío en el espíritu. Huye como vapor en mis sueños,
por la boca o los ojos. No puedo impedírselo.
Un día se irá para no volver. Así no son las cosas.
Permanecen, sus luces idóneas se calientan
en mis manos frecuentes. Ronronean casi.
Cuando se enfrían las suelas de mis pies, los ojos azules,
mi turquesa, me darán solaz. Déjame
mis cacharros de cobre, déjame los cacharros de afeites,
que florezcan en torno a mí como flores nocturnas, aromáticas.
Me envolverán en vendas, almacenarán mi corazón
bajo mis pies, bien envuelto.
Conoceréme a mí misma. Seré noche
y el relucir de tantas cosas será más dulce que el rostro de Istar.

Celebración de Muertos en Tzintzuntzan, Michoacán

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



Definitivamente los tiempos cambian, y las relaciones entre padres e hijos también.

Antes uno no se atrevía fácilmente a rebatir una orden,a contradecir a los padres, a evidenciar su falta de capacidad. Muy poco critícábamos y si lo hacíamos era entre nosotros y en voz baja, hasta hacerlo así nos sabía a pecado.

Nunca se nos permitió juzgarlos, cuando menos exteriorizar el juicio abiertamente, ¡Pobre de aquél que emitiera su opinión acerca de las acciones que tomaran los padres!¿Respeto?¿Temor? No tengo la respuesta, pero si sé que la temeridad de hacerlo tenía sus consecuencias.

Equivocados o no los padres, uno aprendía a obedecer y callar,o a saber que la rebeldía no daría por lo general buenos resultados. ¿Eran entonces mejores padres?,¿La forma de educar era mejor?

Quizá nuestros límites fueron más estrechos, nosotros menos audaces, quizá contenidos en nuestras manifestaciones de rechazo a la autoridad. Quizá por eso quisimos dar a nuestros hijos más espacio, más cariño, más libertad, y el poder de vernos como amigos, como seres imperfectos que están a su nivel y no por encima, quizá no supimos ejercer autoridad y amor con equilibrio, y preferimos ser amados que respetados.

Cada día más los hijos se comportan irreverentes con los padres a más temprana edad. cada día más los padres terminan pidiendo perdón a los hijos y sintiéndose incapaces de poderlos educar.

Los derechos de los niños de defienden por encima de los derechos de maestros y de padres. Hemos ido creando una generación de gente intolerante, que llama maltrato a cualquier manifestación que vaya en contra de la voluntad de un niño.

No somos dioses, simples padres humanos, pero creo que siempre es bueno que exista esa frontera que nos separe y nos dé la suficiente calidad moral para poderlos guiar y ser dignos de su respeto.

Los padres debemos ser mucho más que amigos de nuestros hijos. y eso implica a veces tener que ser vistos como verdugos. Padres que respeten libertades con límites, límites que fortalezcan voluntades. No educar con lástima, no educar con miedo, no cuidar nuestra imagen sino el porvenir de nuestros hijos; por experiencia sé que tarde que temprano uno entenderá cualquier acción que fue llevada por la responsabilidad y el amor de unos padres que solo buscaban lo mejor para sus hijos.

Concierto vocal con Bobby McFerrin