domingo, 12 de enero de 2020

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


NUESTRA CASA COMÚN

Tragedia en Torreón: Un alumno de primaria ingresa a su escuela con un arma de fuego y dispara. Hay pérdidas humanas, hay heridos.  Hay angustia e incertidumbre.

No es el momento de repartir culpas, como si de un juego de cartas se tratara.  Tampoco de condenar ni de pontificar. 

Lo que menos hace falta son personajes que se asuman como expertos, queriendo ilustrar al mundo con su verdad.  

Ahora es tiempo de ejercitar la compasión. Actuar de manera solidaria, comenzando por barrer la propia casa.

Tiempos muy difíciles viven nuestros niños, en un mundo carente de un marco de referencia, donde nada se asume como bueno o malo.  Todo será según el enfoque con que se mire. 

Nosotros actuamos con tibieza frente a  la responsabilidad de ejercer la autoridad.  Hasta parece que la colocamos en manos de los niños y cerramos los ojos.

Quizá porque venimos de hogares rígidos, actuamos deseosos de cambiar el sistema educativo. La realidad nos sale de frente para decirnos que no es el mejor de los  caminos.

Esa indefinición entre bien y mal  ha llevado a la normalización de la violencia.  Se evidencia en canciones, videojuegos o películas. Además, está presente en noticieros y redes sociales.

Existen las clasificaciones de contenidos, pero en realidad nadie parece obligado a  acatarlas.  Además, hemos dado a nuestros niños patente de corso frente a los mismos.

En casa los menores viven aislados en una burbuja transparente.  Los vemos a la distancia, sumidos en su mundo digital y nos convencemos de que todo está bien, de que tienen la madurez para elegir.

Un factor adicional en la ecuación es la culpa. En un mundo que marca elevados estándares económicos, papá y mamá tienen poco tiempo disponible para tareas ajenas al ámbito laboral.  Ello genera culpa que más adelante buscará  redimirse.

En el mejor de los casos el chico se adecúa a lo que se espera de él.  No necesariamente corresponde a lo que bulle en su interior, que llega a ser como  olla de presión amenazante.

En otros casos los  chicos expresan su malestar mediante conductas desafiantes.  De ser así, nos tranquilizamos bajo la premisa de que son cosas de la edad, que ya pasarán.

Si dicha conducta filial llega a provocar un altercado, siempre habrá manera de intervenir para  justificar y reparar el daño hecho.

El niño necesita arquetipos que orienten su conducta.  Si no están accesibles en la realidad, los buscará entre los personajes de ficción, ésos que se abren camino en la historia retando al sistema.  Constituyen antihéroes a los cuales emular e imitar.

Algo preocupante, que da cuenta de lo anterior: en esta temporada navideña, las armas de fuego de juguete tuvieron muy alta demanda. Frente a dicha lectura habría que preguntarnos: ¿por qué el niño quiere jugar a matar? Si el juego es un ensayo de la vida, ¿cómo la está visualizando?

Un comercial del siglo pasado anunciaba un medicamento en presentación infantil con la expresión: “El niño no es un adulto chiquito”.

Me parece buen momento para medir nuestra actuación  ante dicho concepto.  Alertarnos como educadores que todos somos, sacudiéndonos esa molicie que nos tiene paralizados, frente a elementos que llegan a nuestros niños para deformar su concepción del mundo.

Seguirá existiendo la normalización de la violencia, en tanto no actuemos como sociedad para evitar aquellos factores que la generan.

Los contenidos televisivos y digitales sobre narcotraficantes continuarán, siempre que haya mercado que los sustente.   Mientras se sigan considerando historias interesantes para el público.

El niño continuará soñando con ser sicario para tener mucho dinero, en la medida en que perciba que ése es el principal objetivo por alcanzar en la vida.

Los chiquitos necesitan padres y madres cercanos, cariñosos, que tengan tiempo para estar con ellos.  Papás que expresen de manera tácita el amor que tienen a sus hijos. Los niños requieren vivir de forma cotidiana, el concepto de que las cosas más importantes de la vida no las da el dinero. Sólo así conseguirán asimilarlo.

Las experiencias positivas y negativas de los pequeños no son “boberas” sin importancia.  En su mundo cada una de ellas ocupa todo su espacio y deja  marca para siempre. Nos corresponde estar a su lado y acompañarlos.

Dios conceda a las familias laguneras afectadas por la tragedia, reparación y consuelo.  Nos corresponde actuar de manera solidaria para con ellos, pero, ante todo, introspectiva hacia nosotros mismos.  Nuestros niños no son adultos chiquitos. Más vale que lo entendamos y actuemos en consecuencia. Necesitamos descubrir qué es aquello que cada uno de nosotros puede hacer, para contribuir al bienestar de la casa común. Una casa  fundada por padres y abuelos, de cuyo avance somos arquitectos, y que justo ahora se tambalea.

POESÍA por María del Carmen Maqueo Garza


BARCA Y MAR
Desde la incertidumbre
no alcanzo a escuchar
qué grita tu silencio.
Me pregunto
qué penas encienden tus sentidos
--fulgores en la sombra--.
Cuánto dolor debes llevar a cuestas
en la mochila de tus pocos años.
Quiero enlazarme a tus sueños,
zambullirme en tu promesa de mañana.
Por más que lo intento,
mi abrazo no consigue
abarcar tu esencia.
Desde el puerto de mis imperfecciones
la voluntad no basta.
Mi barca es frágil.
El mar que nos separa
es indomable.


La musulmana del avión por Amal Kassir

Hermosa reflexión perruna


A veces, cuando un amigo o un conocido se detiene para acariciar a mi perro mientras estamos paseando, me dice:

“Sabes, estoy pensando en conseguir un perro. ¿Qué te parece?, ¿hago bien?"

...yo dejo que siga acariciando la cabeza de mi perro y después de un tiempo le digo un buen: "¡NO!".

Él (o ella) me mira pasmado y me pregunta por qué estoy en contra. Me siento en la banca del parque y le digo: ¿has evaluado los pros y los contras de tener un perro? Entonces toma nota:

1- Empezarás y terminarás cada día recogiendo la caca de tu perro desde el suelo y esto para toda su vida.

2- Los primeros meses convertirá la casa en un desastre.

3- Tendrás que ir a trabajar y dejarlo solo, y sentirás un apretón en el corazón cada vez que cierres la puerta.

4- Luego sentirás otro, cuando pienses en el sofá, en un sillón, a tus preciosos zapatos que quedan en la casa al alcance de sus dientes.

5- Ya no tendrás ropa sin sus pelos por más de cinco minutos.

6- Tendrás que adquirir una excelente aspiradora.

7- El cachorro que acaricies crecerá, oh si crecerá, tan rápido que te arriesgas a perderte los momentos más hermosos para pasar con él.

8- Recogerás vómitos, pipis, popó y lo bueno es que ni te va a dar asco.

9- No hay estaciones, condiciones meteorológicas o cambios climáticos que valgan: tendrás que sacarlo todos los días, cada mañana y cada noche, él querrá salir y será el momento más esperado.

10- Cada vez que veas a un perro sufrir o morir será como ver el tuyo sufrir o morir. Si antes de tener perro podías soportar estas imágenes, después no podrás soportar ver a un perro destrozado pensando que podría ser el tuyo.

11- Mantener a un perro cuesta mucho dinero, y nunca aportará a la casa parte de su salario para "ayudar a la familia".

12- Dirás que "nunca subirá al sillón ni a la cama" y te encontrarás aplastado en una esquina con treinta kilos en el estómago.

13- Tendrás que tolerar las miradas de la gente que te juzgará por cómo tratas al perro.

14- Tendrás que tolerar quien te dirá "¡pero el perro no es un hijo!" sin responder, pero piensas: ¡No me había dado cuenta!".

15- Tendrás que tolerar las miradas de la gente que pensará: "quiere al perro porque no tiene hijos...".

16- Ten en cuenta que lo tendrás que despedir un día, y que los perros no solo crecen rápido, también envejecen demasiado rápido.

17- Sufrirás viendo una película donde muere un perro.

18- En tu coche habrá en todas partes los pelos de tu perro.

19- Lamentarás las oportunidades que tenías para estar con él y no te aprovechaste porque siempre tenías un compromiso muy importante.

20- Pensarás si no estabas mejor antes de tener un perro y tal vez te respondas que sí, que tal vez tenías menos preocupaciones y entonces tendrás que esforzarte para rechazar estos sentidos de culpa que te cierran el estómago.

Silencio... "¿pero entonces no hay pro?" me dijo afligido.

Sí, por supuesto. Aquí está el pro:

1- Una noche al final de un día obscuro, de aquellas en las que te has arrepentido de haber nacido, cuando todo parece ir mal y tú ni siquiera tienes la fuerza para levantarte del sofá verás asomar el hocico de tu perro que se apoyará en tu pierna, que te mirará sin hacer ni un movimiento, entornando los ojos: estará allí parado hasta que acaricies su cabeza, y entonces sentirás tu corazón abrirse como una manzana y una emoción a lo largo de todo tu cuerpo. Y ahí entenderás que nadie te amará nunca como él. "Solo por este momento vale la pena enfrentar a todos los contra de tener un perro".

Agradezco a mi querida Cielo Donís su generoso aporte.

El origen del dolor: Charla con Claudio Naranjo

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Iniciando un año nuevo, con la ilusión que da, al cambiar de número el año, que también habrán de cambiar muchas situaciones en nuestra vida. Y así es, cada año terminamos haciendo un balance de lo acontecido, y si nos resulta a favor, lo agradecemos. Si por el contrario nos fue adverso, queremos saltar a este nuevo como tablita de salvación con la esperanza de que en él hallemos consuelo, o logremos aquello que nos quedó inconcluso; que nos salve a veces de la bancarrota material o sentimental en que nos dejó el año viejo.
     Poner demasiadas expectativas en lo que nos traiga el año nuevo no es conveniente, hacer lista de propósitos que año con año dejamos olvidados antes de que transcurra el primer mes, tampoco sirve de mucho. Cierto que esta transición es una época que nos da la oportunidad de hacer el recuento de lo transcurrido y de fijarnos metas, tiempo que no nos tomamos en otras fechas. Es como si nos pusieran en el inicio de la carrera otra vez, cuando la verdad nuestra carrera empezó cuando nacimos y no terminará sino con la muerte.
     Cambiar de año, no nos cambia de vida, pero puede hacernos renovar fuerzas, inyectarnos ánimos que se desgastaron en el transcurso de meses pasados, cambiar actitudes y buscar recuperar afectos. Darle importancia a los seres queridos que aún viven, y agradecer la vida de los que ya no están físicamente, pero cuya permanencia en nosotros los hace siempre presentes.
     Manifestar nuestro cariño a quienes continúan el viaje con nosotros, dejar atrás resentimientos, agradecer más que exigir lo que la vida nos dé. Sonreír más, enfadarnos menos, controlar la ira, ese ácido que puede hacer más daño al recipiente en el que se almacena que en cualquier cosa en el que se vierta ( SENECA, filósofo latino)
     Solo hay que echar un vistazo al pasado para intentar no cometer los mismos errores, para sentir lo que es la pérdida de nuestros seres queridos y no dejar morir en vida a los que forman parte de nuestro arsenal afectivo, porque definitivamente nada nos brinda mayor fortaleza espiritual que el amor.
     Feliz año nuevo, con la misma vida, unas con más uso que otras, pero todos con la posibilidad de renovarnos, de mejorarnos, de no esperar a que nuestra vida cambie, sino a ser nosotros agentes de cambio personal y en nuestro entorno.
     Hacer lo que está en nuestras manos, y reconocer que una gran parte de lo que nos acontezca no dependerá de nosotros, que Dios nos dé sabiduría y entereza, resignación si hace falta, y que no nos falte la fe y el amor para enfrentar la vida, así como venga. Sobre todo, como lo decía anteriormente, vivir más en el agradecimiento que en el reproche, y hacer del amor nuestra coraza.

"Me dijeron de pequeño", en voz de Manuel Carrasco

Agradezco a Juan Antonio tan atinada sugerencia