domingo, 12 de enero de 2020

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Iniciando un año nuevo, con la ilusión que da, al cambiar de número el año, que también habrán de cambiar muchas situaciones en nuestra vida. Y así es, cada año terminamos haciendo un balance de lo acontecido, y si nos resulta a favor, lo agradecemos. Si por el contrario nos fue adverso, queremos saltar a este nuevo como tablita de salvación con la esperanza de que en él hallemos consuelo, o logremos aquello que nos quedó inconcluso; que nos salve a veces de la bancarrota material o sentimental en que nos dejó el año viejo.
     Poner demasiadas expectativas en lo que nos traiga el año nuevo no es conveniente, hacer lista de propósitos que año con año dejamos olvidados antes de que transcurra el primer mes, tampoco sirve de mucho. Cierto que esta transición es una época que nos da la oportunidad de hacer el recuento de lo transcurrido y de fijarnos metas, tiempo que no nos tomamos en otras fechas. Es como si nos pusieran en el inicio de la carrera otra vez, cuando la verdad nuestra carrera empezó cuando nacimos y no terminará sino con la muerte.
     Cambiar de año, no nos cambia de vida, pero puede hacernos renovar fuerzas, inyectarnos ánimos que se desgastaron en el transcurso de meses pasados, cambiar actitudes y buscar recuperar afectos. Darle importancia a los seres queridos que aún viven, y agradecer la vida de los que ya no están físicamente, pero cuya permanencia en nosotros los hace siempre presentes.
     Manifestar nuestro cariño a quienes continúan el viaje con nosotros, dejar atrás resentimientos, agradecer más que exigir lo que la vida nos dé. Sonreír más, enfadarnos menos, controlar la ira, ese ácido que puede hacer más daño al recipiente en el que se almacena que en cualquier cosa en el que se vierta ( SENECA, filósofo latino)
     Solo hay que echar un vistazo al pasado para intentar no cometer los mismos errores, para sentir lo que es la pérdida de nuestros seres queridos y no dejar morir en vida a los que forman parte de nuestro arsenal afectivo, porque definitivamente nada nos brinda mayor fortaleza espiritual que el amor.
     Feliz año nuevo, con la misma vida, unas con más uso que otras, pero todos con la posibilidad de renovarnos, de mejorarnos, de no esperar a que nuestra vida cambie, sino a ser nosotros agentes de cambio personal y en nuestro entorno.
     Hacer lo que está en nuestras manos, y reconocer que una gran parte de lo que nos acontezca no dependerá de nosotros, que Dios nos dé sabiduría y entereza, resignación si hace falta, y que no nos falte la fe y el amor para enfrentar la vida, así como venga. Sobre todo, como lo decía anteriormente, vivir más en el agradecimiento que en el reproche, y hacer del amor nuestra coraza.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario