LA PIEZA FALTANTE
Las imágenes poblaron pantallas de todo tipo y dimensiones:
Como ha sucedido con anterioridad en la ciudad de México, esta vez tocó a
Monterrey y su zona conurbada, sufrir por la presencia de verdaderos ríos de
agua sucia, que anegaron importantes vías de circulación. El escenario se antojaba como sacado de una cinta
post apocalíptica, algunos vehículos eran llevados por la corriente, en tanto
otros apenas alcanzaban a mostrar sus techos, inmóviles en aquel cúmulo de agua.
La primera pregunta: ¿Cómo estarán los
ocupantes de esos vehículos?...
Me comuniqué con algunos amigos que viven en aquella urbe, para
comprobar que se hallaran en buenas condiciones. Pilar, una querida amiga y colega, lo resumió
de la manera más simple (transcribo): “Llovió 2-3 horas y todo inundado, el
caos vial increíble. Es que como
siempre, el desagüe no funciona, o se tapa, pero siempre es igual.”
En situaciones como esta, llego a sospechar que, en el
proceso de conformación de los mexicanos, --como si de un rompecabezas se
tratara--, se extravió una pieza. Una pieza llamada “lógica”, cuya falta nos
genera tantos problemas. Veamos lo siguiente:
La basura de los hogares es de tipo orgánico e inorgánico.
De esta última hay basura reciclable a base de cartón, vidrio o PET. Toda ella
puede ser recogida por los servicios urbanos de limpieza. Sin embargo, hay otro
tipo de basura, como son ropa, llantas, electrodomésticos y cacharros, hasta
perros o gatos muertos, que la gente lanza al lecho de canales de desagüe. Esta
se junta con la basura “hormiga”, que tiran los ciudadanos mientras caminan o
van dentro de un vehículo, y a causa de ambos tipos de basura, los sistemas de
desagüe se taponan, y dejan de funcionar.
Es una cuestión lógica que no medimos cuando terminamos de consumir la
bebida o la fritura, y arrojamos los envases a la vía pública, tal vez animados
por aquello de “qué tanto es tantito”.
Sin embargo, ese tantito individual de toda una ciudadanía, genera un
problema de dimensiones mayúsculas. La
situación se agrava, pues además de lo referido, tenemos una costumbre
inveterada, tan mexicana como los sombreros de charro: Salir de casa equivale a
ir comiendo o bebiendo algo, como si fuera manda. Al doblar la esquina, los
adultos se detienen en el primer puesto de bocadillos para aprovisionar al
chamaco con algo que le lleve a mover la quijada durante toda la mañana o la
tarde, según sea el caso. De esta manera
los problemas de salud, así como los de basura urbana, se disparan. Eso sí, al
momento cuando ocurren los taponamientos del drenaje pluvial, de inmediato
culpamos al gobierno. Yo me pregunto, ¿es acaso el gobierno responsable de lo
que ocurre?...
Otro caso en donde aplica esa misma falta de lógica ocurrió hace
unos días en un plantel de CONALEP en Hermosillo: Un alumno es captado
golpeando a otro. El agresor se halla de pie y el agredido sentado en su lugar. Se volvió viral en redes, porque la madre del
agresor acudió al plantel a pedir que se retirara el video de redes sociales, porque
pone en riesgo a su hijo. En esta película hay alguien que no aprendió en
secundaria la Tercera Ley de Newton, que dice que a cada acción corresponde una
acción de igual intensidad, pero en sentido contrario. Alguien no asimiló aquello
que habla sobre las consecuencias lógicas de los actos. Esto es, si yo hago
algo indebido, no es lógico esperar un premio.
Si mi hijo ataca a un compañero de clase, no es lógico suponer que todo
siga como si nada. Cierto, la corrupción y la impunidad dentro de nuestro
sistema son un atentado contra la lógica elemental que, por desgracia, muchas
de las veces se vuelve ley. Pero ello no
da carta de naturalización al delito.
En ocasiones pretendemos manejarnos privilegiando el quién
soy por encima del cómo actúo. Y cuando
mis actos tienen consecuencias que después no me agradan, me propongo que la
Tercera Ley de Newton se reedite, para conseguir resultados distintos como
respuesta a mi conducta alejada del orden público.
En el caso de los taponamientos al sistema hidráulico: Los
mexicanos privilegiamos lo inmediato en detrimento de lo perdurable. Lo fácil sobre lo dificultoso. Lo cómodo por encima de lo correcto. Estamos muy lejos de conseguir la
conformación de una gran comunidad que participe y coopere haciendo lo justo,
no más ni menos. Más bien actuamos como
un conjunto desorganizado de islas donde cada una de ellas espera sacar
beneficio de las demás.
La grandeza de los pueblos parte de las pequeñas acciones de
sus ciudadanos. Cuidar, proteger y no dañar, acciones emprendidas por cada uno,
derivarán en un panorama distinto para los mexicanos. Todo ello comenzará a
suceder a partir del momento cuando
logremos asimilarlo como un modo de vivir que sí funciona.