domingo, 12 de enero de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 SEMBRAR CORDIALIDAD

Cada día me encuentro más convencida de que la vía pública es el gran laboratorio donde se estudia la conducta humana.  Avanzamos por calles y avenidas poco conscientes de la forma como nuestros estados internos se ven reflejados en los modos de actuar y de reaccionar ante los estímulos que vamos enfrentando.

Cuando hablamos de la conducta humana podemos decir que hay dos polos alrededor de los cuales esta se desenvuelve: El primero es el ego, esa parte de nosotros mismos que se ocupa de lo propio, partiendo de las particulares creencias.  Por otra parte, está la empatía, la actitud de ver por los demás igual que hacemos por nosotros mismos.  Cuando vamos como conductores suele dominar el ego, soy yo tras el volante frente al mundo; al cambiar la luz del semáforo a verde, en forma inmediata comienzo a accionar el claxon con impaciencia, urgiendo al de adelante a avanzar a la velocidad que yo espero que haga.  Es casi un reflejo que no apuesta en absoluto hacia la cortesía.  Me atrevo a afirmar que a todos nos mueve una urgencia irracional. No pasa nada si el de adelante se demora un par de segundos en avanzar, pero ya para entonces nuestro claxon ha enrarecido el ambiente, tanto en cuanto a ruido como en generar ansiedad en derredor.   Vamos coleccionando durante el día instantes como este, lo que lleva a generar un nivel de estrés tan innecesario como perjudicial.

Me sorprende que en diversos países europeos el claxon prácticamente no se utiliza; hay un patrón de cordialidad entre automovilistas, que beneficia a todos.   Tanto conductores como peatones acatan las reglas del orden vial y el ambiente está libre de violencia sonora.  En cambio, nosotros en México solemos conducir muy a la ofensiva, teniendo al ego como piloto, de modo de exigir en cada tramo lo que es mejor para mí, en el justo instante, sin tomar en cuenta las necesidades de los demás.

Alguna cadena de farmacias a nivel nacional ha lanzado una campaña que apela a la bondad del ser humano.  En sus establecimientos llevan a cabo actos cordiales a favor de la clientela, que invitan a que ese cliente que resulte beneficiado multiplique las acciones más delante.  Es un patrón de “pay it forward” que invita al agradecimiento.  Algo parecido podríamos implementar nosotros, como simples ciudadanos, cuando nos hallamos fuera de casa: Un gesto amable que se dispensa de manera gratuita, bien puede generar una ola de amabilidad hacia otras personas, de modo de sembrar cordialidad en el mundo.  No tienen que ser cosas elaboradas, un simple sonreír al que viene de frente; dar el paso en un crucero o a la entrada de un establecimiento; respetar los cajones especiales en los estacionamientos, y acatar el semáforo cuando marca luz roja. El primer beneficiado con ello soy yo mismo, se dibuja una sonrisa en mi rostro y todo resulta más sencillo.  Ya luego son los demás que reciben la bondad de mi actitud.

El ego nos llama a medir antes de dar, esto es, desde lo que consideramos la propia valía, asegurarnos de que quien va a recibir el beneficio de nuestro acto de bondad sea merecedor del mismo.  Ello está regido por el ego, por la idea de ponerme yo por delante de los demás y calcular lo que doy, y escatimar mis dádivas.  Ello refleja un egoísmo que se aleja por completo de la actitud generosa que requiere el mundo.

Afirman los estudiosos que en el amor lo más sencillo es dar después de que me han dado. Como dice el evangelio de Lucas: ¿Qué mérito tienen ustedes al amar solamente a quienes los aman?, es muy fácil amar en correspondencia, como un pago a lo recibido. En estas circunstancias el ego actúa de acuerdo con lo que recibe.  Ahora bien, ¿cómo avanzar hacia la generosidad, esa que permite esmerarme en mi forma de actuar hacia los demás, tanto como a mí mismo?  Considero que lo conseguiremos en la medida en que operemos a partir del corazón, entendiendo que en este planeta todos somos igual de importantes, y que es absurdo buscar colocar por delante lo mío personal, en perjuicio de lo ajeno.  Una cosa es el amor propio, eje a partir del cual podemos amar a otros; una muy distinta es el egoísmo, que prima lo personal hasta las últimas consecuencias antes que el beneficio colectivo.

¿Qué pasaría si nos proponemos llevar a cabo pequeños actos de bondad hacia personas que no conocemos, así nada más porque sí?  Luego ir avanzando hasta lograr amar a quienes nos han hecho daño, dispensando nuestra generosidad por encima de sus acciones.  Yendo hasta la médula de sus sentimientos para entender que actúan así movidos por el miedo o por un dolor muy añejo que no les permite expresarse de otro modo.

Las grandes diferencias parten de los pequeños momentos, cuando nos proponemos actuar en lo ordinario de manera extraordinaria.

CARTÓN de LUY

 


Los niños: ¡Nuestros grandes maestros!

CUARTETO KU - Una pequeña música de mesa

REFLEXIÓN DE TEMPORADA





Eres los buenos días que das,
la propina que dejas,
el asiento que cedes,
y el niño que acaricias.
   Eres el ser humano
dispuesto a ayudar.
   Eres la sonrisa que ofreces,
el abrazo que das,
las palabras que dices
y el tiempo que regalas.
   Eres las veces que dijiste:
"por favor" y "te quiero" y "lo siento",
la ayuda que entregas
y las promesas que cumples.
   No eres tu casa, ni tu coche
no eres lo que aparentas,
no eres lo que opinan los demás,
eres y siempre serás,
lo mejor que hiciste.

Tomado de la red.  No logré identificar a su autor.

Victor Küppers - Maravillosa charla motivacional

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



Y regresar de nuevo a la vida diaria, a la que la mayor parte del año tenemos que afrontar, a la que convertimos en rutinas que a veces nos resultan insoportables, a la que solo vemos como un largo trayecto para llegar a gozar de unos cuantos días de vacaciones o de festividades que anhelamos durante todo el año y se nos van en un abrir y cerrar de ojos.

A suspirar de nuevo por días como los que muchos de nosotros afortunados, pudimos vivir. Pero no puede despreciarse lo que cada día nos ofrece y convertirlo en tiempo muerto, en solo trampolín para esperar fines de semana, días festivos, vacaciones. Si hemos podido lograr metas que nos trazamos, si hemos sido capaces de sembrar amistad, cariño, si tenemos por lo menos a alguien que a diario piensa y se preocupa por nosotros, si tenemos la dicha de ser necesarios para ese u otro alguien. Si despertamos y podemos abrir el alma para ser receptivos con lo que cada amanecer trae consigo, si somos capaces de disfrutar nuestro trabajo y ver no tan solo una obligación en él, sino una tarea que dignifique y nos brinde satisfacciones que no son solamente materiales, sino la oportunidad de dar algo de nosotros en beneficio de los demás... 

Si dejamos de convertir a la vida en un deseo permanente de lo que no poseemos, con más ambición de ser y no de tener, nos aceptarnos tal cual somos pero sin dejar de exigirnos un poco más, reconociéndonos como seres capaces de incorporar a nuestra persona experiencias que nos enriquezcan y nos permitan crecimiento espiritual, encontraremos en lo habitual siempre algo especial. No perder de vista que cada día tiene su encanto, que no nos perdamos en la rutina de vivir como autómatas, que permanezcan en nosotros las vivencias de los días festivos y que podamos traer un poco de ellos en cada uno de nuestros días, para darnos como un café cada mañana, el aroma que nos aliente a emprender la jornada con entusiasmo. La rutina no debe vivirse tan solo por trámite, un día cualquiera puede ser tu mejor día. Que no nos agobie la rutina, nunca un día es igual al otro, y siempre existe la posibilidad de que sea mejor y si no lo fuera, la de mejorarlo.

Nuestra querida Eréndira nos anuncia que acaba de subir a su canal de YouTube interpretaciones suyas de diversas canciones populares.  Pueden conocerlas y disfrutarlas en el álbum intitulado: "Mis favoritas La Ere". 

Origami: Cortometraje triunfador de Kei Kanamori