domingo, 4 de marzo de 2012

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

EL  CONEJITO Y YO
 “Las apariencias son hermosas en ésta, su verdad momentánea.  Octavio Paz.
A lo largo de nuestra existencia vamos acumulando enseñanzas.  Desde el vientre materno los estímulos del exterior  comienzan a marcar nuestros sentidos en un proceso que habrá de durar hasta que exhalamos el último aliento.   Los padres son los maestros más representativos de los primeros años, aunque viéndolo bien, todo en el entorno produce un impacto, y de diversas maneras –desapercibidas muchas de ellas—deja huella en nuestro carácter.
   Conforme el niño crece, el abanico de estímulos se va abriendo  hasta llegar más allá de la familia nuclear.  Ahora son otros parientes, conocidos o vecinos quienes proveen los estímulos para el pequeño, además de un  buen número de  elementos no humanos que van desde mascotas domésticas, medios de comunicación y juguetes.  A la vuelta de los años estamos constituidos por un cúmulo inconmensurable de memorias instantáneas  amén de lo  proporcionado por la educación formal.
   A todos nos sucede, en  cierto momento  acude a nuestra memoria   un recuerdo del que no teníamos consciencia sino hasta ese instante cuando un  estímulo del exterior, en una suerte de “déjà vu” nos remite al arcón de nuestras memorias, y nos pone en contacto con experiencias muy lejanas.  A  partir de ese destello comprendemos la enorme capacidad de nuestro  cerebro para almacenar y modular.
   La transición de un milenio a otro  se ha caracterizado por un desarrollo tecnológico de grandes proporciones; guardar registro de cuanto acontece, en el justo momento cuando ocurre ha dejado de ser privilegio de unos cuantos.  Con una herramienta tan  común como un teléfono móvil somos capaces de capturar  un acontecimiento y conservarlo para siempre: Sonidos, imágenes fijas o en movimiento se  guardan en tarjetas de memoria tan pequeñas, que ni el mismo Asimov  pudo haber imaginado hace veinte años, antes de morir.  Él alcanzaría si acaso a  conocer los “microchips” cuyo tamaño,  muy reducido con relación a los circuitos originales,  fue desarrollado por los japoneses mediante una ingeniosa reducción fotográfica,  siendo quizás el más pequeño que el novelista alcanzó a conocer, de tamaño mayor al de una tarjeta de crédito.
   Colateralmente a la apropiación de estos adelantos tecnológicos surgen situaciones inéditas.  Cuando sucede algo que nos impacta,   suele ocurrir que nos  privamos de vivirlo en el momento, entretenidos en otros afanes.  Esto es, lejos de  enfocar nuestros sentidos y disfrutarlo,  echamos mano del celular o la cámara para registrarlo,   dejando escapar la magia del momento.  O sea,  nos abstenemos de vivir el presente empeñando nuestros afanes en un futuro que bien puede defraudarnos, pues son muchas las veces cuando al mostrar a otros aquello que grabamos con tanto entusiasmo, no logramos contagiar la emoción.
   Volviendo a los maestros que la vida nos presta, yo tengo uno que pudiera resultar ordinario,  pero que en lo particular me ha dado grandes lecciones acerca de  vivir el momento. Se trata de un conejito que vino a quedar bajo mi cuidado por azares del destino, aunque siendo honesta, no hallo tan fortuito que así haya sucedido.  Un ejemplar de la raza lop que ha  aprendido originales  destrezas que lo distinguen de sus equivalentes silvestres,  pues obedece algunas indicaciones verbales mías, además de que hace uso de una caja de arena para sus necesidades. Las lecciones que él me  ha enseñado tienen qué ver con sacar el máximo provecho del aquí y el ahora, de modo tal que puedo decir que admiro  su manera de disfrutar  aquello que llega a su plato,   o   cómo se entretiene  al emprender una veloz carrera alrededor del patio, o    mientras  efectúa mil cabriolas girando en torno a mí,  para después, agotado,  ir a acomodarse cuan largo es para su siesta vespertina en una sombra que ha marcado como suya.
   Mientras lo veo me sorprenden mis propias cavilaciones: ¡De cuánto nos perdemos al desestimar los pequeños disfrutes de cada día! Mientras lo miro correr alrededor del patio, o festejarme con sus giros interminables, entiendo que sacar partido de cada momento es invertir en nuestra propia felicidad.  A veces ponemos tanto requisito para decidirnos a gozar la vida,  que terminamos con caras largas y un sinfín de amarguras.
   De suyo el mundo actual nos impone dolores y zozobras, temores y desencantos. Identificamos contenidos cada vez más violentos y  perversos en torno nuestro, lo  que en ratos amenaza con abatirnos.  Y  encima de ello nos ponemos puntillosos para gozar la vida, dejando de lado el disfrute de los pequeños placeres  que están allí, esperando ser aprovechados…
   ¿Un buen antídoto para la zozobra nuestra de cada día?  La compañía de un  maestro que nos alegre y reconforte.  Los hay en diversas presentaciones, desde grandes sabios, niños juguetones, amigos leales, poesía, música,  o bien una noble y simpática  mascota.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Consenso
Salvo por los más amigos de Calderón, hay un consenso entre los mexicanos.
Aceptan que las cosas no marchan nada bien.  Que estamos atascados.
Da igual si culpan al PAN reinante o al PRI del negro pasado.
Les calan en la conciencia los 52 millones de pobres.
Les quita el sueño y la tranquilidad la ola de feroz violencia.
Sólo confían en el Ejército pero lo quieren en los cuarteles.
Ya se hartaron de la quejumbre: Quieren hacer algo por México.  Y hacerlo ahora mismo.
Demandan líderes y propuestas.  Y le hablan a usted.
jvillega@rocketmail.com

DESDE CHILE: Gabriela Mistral en dos idiomas, traducción de Stephen Tapscott


El mar
De nuevo el mar, el mar cantado y eternamente inédito, otra vez su luz grande
en mis ojos y su don de olvido.
El mar lava del pasado como la comunión lava de su miseria al creyente;
elmar de la única libertad perfecta. Viene de él un verdadero estado de gracia,
es decir, de inocencia y de alegría.
Olvida el hombre su oficio y sus limitaciones; deja caer el dolor y la
alegría que le dio la tierra como cosas vergonzantes que se destiñen en el mar,
que tienen existencia solamente sobre las costras de la tierra. Cuanto hay en
él de circunstancial, cuanta cosa es producto de la hora y del lugar, todo eso se
desbarata sobre el agua maravillosa. Somos solamente el ser desnudo, hombre
o mujer, sin otro nombre ni contingencia. Somos el cuerpo que ama los
yodos y las sales, y nació para ellos; el ojo que goza sobre el horizonte y el
oído que recibe ritmos y ritmos. Nada más.
Es una redención que vuelve a perderse —como la otra— en un puerto,
redención de las ciudades viles y de las acciones torpes, del sucio tejido de la
vida que, por misericordia, podemos a veces cortar en un tajo, dejándolo caer
como túnica vieja que se desgarra en los hombros.
Después de un año, yo siento ahora en la tierra que la vida se pudre en
mí, se ablanda y se afloja como el higo caído de la rama, como si, entre los
frutos humanos, yo fuera un fruto marino que chupa savia amarga y ha de ser
devorado por el pico de los albatroces.Me parece ahora la montaña la criatura
deshumanizada por excelencia, que nada tiene de común con la carne, que la
rechaza y no le entrega respuesta ni confidencia. Baja de sus faldas la locura
hacia el que la ama, allá abajo. El mar simula palabras y parece, en los buenos
días, que hiciese su fiesta para nosotros . . .
Pero el viaje, el verdadero, no es éste; ni el que hace aquel viajero, dueño
de vacadas (que no le vuelven dueño de su vida) ni el del marinero que ansía
costa y mujer, ni el mío. El viaje es aquel sin puerto deliberado de destino, sin
día. Viaje por el mar y para él, sin más objeto que el horizonte desnudo y las
olas en eterno abotonamiento.
Pero ese viaje no es para los forzados, corresponde a hombres libres que
existen en no sé qué planeta y que no tienen más objeto de vida que la vida:
conocer y gozar sin prisa los elementos con sus pulmones y sus ojos amantes.

The Sea
The sea again, the singing, eternally new sea, its great light in my eye once
more, and its gift of forgetfulness.
The sea washes away the past, as Holy Communion washes the believer’s
misery; the sea of the only perfect freedom. From it comes a true state of
grace, that is, a state of innocence and joy.
Human beings forget their occupations and their limits; they let the sorrow
and the joy the earth gave them drop away like shameful things melting
into the water, things that exist only on the earth’s crust. Whatever part is
circumstantial, whatever is a product of time and place, spreads open over
the marvelous sea.We are only naked essence, man or woman, with no other
name or contingency. We are the body that loves iodines and salts, and was
born for them; the eye that takes pleasure across the horizon, and the ear that
takes in rhythms, rhythms. Nothing more.
This is a redemption that returns only to be lost again —like the other
redemption— in a port, a redemption of the sordid cities and the crude behaviors,
of the filthy fabric of life, which, mercifully, can sometimes be cut
in one stroke, letting it fall off like an old tunic frayed at the shoulders.
After a year on land, I feel vitality rotting inside me, softening and growing
pulpy like a fig fallen from a branch, as if, among human fruits, I were
a sea fruit thirsty for bitter juice, destined to have the beaks of albatrosses
peck at me. Now the mountain seems to me the dehumanized creature par
excellence; it has nothing in common with the flesh, which rejects it, offering
neither replenishment nor confidence. For one who loves the sunken world,
under the folds of its skirts a wild abandon beckons. The sea simulates talk,
and it seems, on good days, as if its fiesta were created for us . . .
But the journey, the true journey, is not this one; neither is it the one
that the traveler, master of the crows, undertakes (for mastery of his own life
never returns to him): nor is it the journey of the sailor who misses both dry
land and woman; nor is it mine. The true journey is the one with no predetermined
port or destination, with no schedule: a trip across the sea and
for the sea, with no greater purpose than the naked horizon and the eternally
budding waves.
This journey cannot be coerced, however, for it’s an attribute of those
free spirits who live on an uncharted planet and who have no greater purpose
in life than to experience life itself: gradually coming to know and to savor
the elements, with breathing lungs and loving eyes.

NARCOLEPSIA AUTOMOVILÍSTICA desde Colombia, por Juan Andrés y Nicolás Ospina

DESIDERATA en la voz de Paco Stanley

Desde la Blanca Mérida: DISEÑADORES DE ILUSIONES.

Desde Mérida, Yucatán, participantes en la segunda edición de "Diseñadores", a favor de niñas con cáncer.Les acompaña la Sra.Marissa Goff de AMANC Yucatán. 

Dr. José María Pino y su esposa María Teresa; Dr. José Manuel Pino,
y Lic. Enf. Myrthala  Segura Alfaro, organizadores del evento.

Dr. José Manuel Pino Andrade con la pequeña Judi Pech.

ENTRE MODAS, SUEÑOS E ILUSIONES: Presentan en un desfile diseños para niñas con cáncer.
Escribe Claudia Sierra Medina para El Diario de Yucatán, en su edición del 25/02/2012


No lo piensa tanto ni le da pena. Se toma la cintura con las dos manos y comienza a caminar tratando de imitar a una supermodelo de pasarela. Así ensayaba Camila de Jesús Tamayo Lara su participación en el desfile "Diseñadores de ilusiones, amigos que te acompañan" que la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer Peninsular (Amanc) Peninsular y el DIF Yucatán realizaron anteanoche en el Club Libanés. Camila de Jesús, de seis años de edad y paciente de leucemia, fue una de las más extrovertidas de la noche y se le vio muy emocionada con la idea de subir al escenario. "¿Quieres saber cómo van a modelar?", le preguntaron a la pequeña y ésta de inmediato respondió: "Sí, sí, sí". La niña fue una de las diez pacientes con cáncer que tomaron parte en el proyecto, en el que modistos yucatecos obsequiaron prendas para ellas y sus muñecas con diseños que les solicitaron previamente. Camila de Jesús vistió de Adriana Lavalle. En el desfile, ante 500 personas según los organizadores, se vieron las propuestas de 10 diseñadores: tres de cada uno. Al final tuvo lugar la parte más emocionante, la presentación de las niñas en la pasarela con el vestuario creado para ellas. Allí mismo cada modisto les entregó una muñeca. Además de Adriana, participaron Rosa Dájer, con un diseño para Judith Carpizo; David Silva, para Cindy Canul Canul; Andrés Gasque, para Danna Paulett Córdova Chin; Alexei Quintal, para Jéssica Canché Chan; Esther Omaña, para Emily Martín Benítez; Astrid Castillo, para Reyna Mex Sandoval; Diego Cerón, para María Jesús Pech Zetina; Gerardo Torres, para Sofía Elizabeth González Hernández, y Kika Rodríguez, para Danna Paula Rodríguez Mañaga, quien no pudo asistir a la pasarela porque fue hospitalizada de emergencia. Alumnas de la carrera de Diseño de Modas de la Universidad Modelo también obsequiaron muñecas. En primera fila estuvieron Gabriela Cejudo Valencia, presidenta de la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer Peninsular, y Guadalupe Ortega Pacheco y Raúl Evia Mendoza, presidenta y director del DIF Yucatán. Marissa Goff Rodríguez, coordinadora de Amanc Peninsular, recuerda que el evento, el segundo de este tipo que se realiza, tuvo como propósito recaudar fondos para la construcción del Centro Amanc, que planea edificarse en terrenos del ex Chetumalito. En ese sitio se dará hospedaje a niños que se recuperan del cáncer.-  

LOS FANTÁSTICOS LIBROS VOLADORES: Mejor corto animado 2011