domingo, 12 de mayo de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


LA MEJOR MADRE
Desperté este Día de la Madre no sé si triste,  cuando  menos  nostálgica. Ahora que lo  pienso, así es para mí  desde que la ocasión dejó de ser ese día especial de la  infancia, cuando preparábamos los bordados o los deshilados para el regalo de  mamá. Ensayábamos cantos o bailables, y seguíamos con emoción la cuenta regresiva, hasta el día del Festival, momento en que  lucíamos ropas distintas a las habituales, ya fuera el uniforme de gala o un vestuario acorde con la caracterización que desarrollaríamos. 
     Debo precisar, entre aquel tiempo y el actual, ocurrió la etapa maravillosa en  que me convertí yo misma en receptáculo de  festivales y  regalos. De estos últimos conservo un par de tazas que utilizo en forma  habitual;  debido a  su uso  el pensamiento de  inspiración filial,  impreso en cada una de las  tazas, se  ha borrado.  Hay fotos de aquellos festivales, incontables anécdotas y momentos simpáticos que guardo en la castaña de los dulces recuerdos. Aun así el Día de las Madres sigue siendo nostálgico, en recuerdo de Melita, la mamá que ya no está aquí.
     Por redes sociales proliferan las felicitaciones. Más allá de las nobles intenciones con que se intercambian dichas fórmulas, dentro de mí siento que la ocasión es íntima, entre la madre y los hijos, en una pequeña cápsula de tiempo y espacio, a donde la alharaca del entorno no tiene cabida. Es –como en mi caso— recordar  esa mamá hermosa que ha partido, pero que se queda conmigo de muchas formas, al menos mientras volvamos a encontrarnos.
     Son los pequeños detalles cotidianos, en los que poco o nada solemos reparar, los que nos llevan a comprender de qué manera esa madre sigue con nosotros: En casa los muros  exhiben muchos de los cuadros que  pintó mi mamá, uno a  uno cuentan su  historia. Cada vez que me quedo mirando cualquiera de ellos, aparece aquel momento mágico, la veo buscando con urgencia en su bolso de mano algún papel y un lápiz o pluma, para capturar en unos cuantos trazos lo que acaba de llamar su atención. El brillo de sus ojos va aumentando conforme la mano corre sobre el papel para en dos o tres bocetos de una misma escena, capturar la esencia inmortal que la habita.
     De ella aprendí cómo coser un botón, la forma de freír un huevo para evitar que se pegue, cómo escoger melones o papayas. Dónde consultar determinada  información en  tiempos donde  Google no existía; la forma de arreglar un ramo de flores en un jarrón, o de preparar la cena de Navidad… Hay en casa piezas artesanales, libros y mantelería, que con una sola mirada la evocan para mí. La recuerdo en su estudio, frente al caballete, con su saco amplio de grandes bolsas a los lados, la paleta multicolor en la mano izquierda, y el pincel o la espátula en la derecha. Es una de las imágenes que con mayor facilidad logro evocar, pues siendo por diez años su única hija, me convertí en la eterna modelo para sus óleos y acuarelas. Lo único que se me permitía era respirar y parpadear, fuera de eso debía permanecer como maniquí de aparador.
     La mía, como toda madre, fue pródiga en amor a través de las pequeñas cosas, los detalles, los premios de contrabando. Fue la compañera divertida y alegre  que me enseñó a amar la vida, aunque –debo decirlo— fue también la mujer de hierro, quien junto con mi padre se propuso encauzarme a una meta ambiciosa y lejana, que para ellos dos  costó tiempo, dinero y angustias: hacer de mí  una ciudadana responsable, autosuficiente y respetuosa, que se esfuerza por hacer bien las cosas.
     Hoy es para mí un día nostálgico, los recuerdos agridulces se hallan  suspendidos en el aire, rozan mi rostro y cosquillean las memorias. Es un tiempo de convivir con el espíritu de esos seres amados que han dejado su morada terrenal,  pero siguen aquí como brisa buena, inspiración bendita, música melodiosa. Melita, mi madre, haciéndose presente de muchas maneras para animarme, para decirme que la labor de la maternidad es eso, ir sembrando pequeñas huellas por el camino. Que nos toca  andar  en una sola dirección, sin volver atrás ni la vista ni la marcha, puesto que nuestro tiempo no habrá de repetirse.
     Hoy, en esa dulce nostalgia le digo a ella --que se ha quedado conmigo--, de qué forma   la siento a lo largo del día. Le confieso que   albergo la certeza de que allá donde se encuentran ella y mi papá, podrán estar satisfechos por  haber dejado escritas en sus  hijas  historias que forman senderos. Claros y alegres senderos; prometedores caminos de regreso al Principio donde, más allá de las limitaciones del tiempo, habremos de reunirnos algún día.
     Igual que cualquier otro ser humano, hoy afirmo que yo tuve la mejor madre. La  de los pequeños detalles, que en días como hoy cobra vida para  hacerme ver cuánto  se lució  Dios al crearla.

POESÍA de María del Carmen Maqueo Garza

EDICIÓN DE BOLSILLO
En mi pequeño jardín
A través de la ventana
Fluye la vida
Lo hace
En perfecto orden.
Cada criatura tiene
Su espacio propio
Su momento
No hay lucha de poder
No hay codicia.
La abeja, las mariposas
Blancas y amarillas
Gorriones y colibrís
Los pájaros carpinteros
Palomas y  ardillas.
Alcanza para todos,
Ninguno  pelea, nadie arrebata.
Cada criatura
Entiende su por qué.

Sospecho que debe ser
La edición de bolsillo
Del anhelado Paraíso.

POESÍA de Magdalena Sánchez Blesa

Agradezco a Guillermo su participación en la elaboración y difusión de este video de su entrañable amiga, la poeta  Magdalena.

PROSA POÉTICA de Antonio Machado


Sed modestos; yo os aconsejo la modestia, o por mejor decir;yo os aconsejo un orgullo modesto que es lo español y lo cristiano.

Recordad el proverbio de Castilla; "Nadie es más que nadie".  Esto quiere decir cuánto es difícil aventajarse a todos, porque, por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre.

Así hablaba Mairena a sus discípulos. Y añadía:¿Comprendéis ahora por qué los grandes hombres solemos ser modestos?

Huid de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales.  Nunca perdáis contacto con el suelo, porque solo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura.

Video divertido: ¡A reír se ha dicho!

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Quisiera decirles a mis hijos que no me importa el recibir regalos o no, que el 10 de mayo es un recurso que se ha inventado para aumentar las ventas como tantas otras fechas. Que yo no necesito un día especial ni para que me festejen ni para celebrar haberla tenido  y ser yo misma madre.

Pero no sería honesta, esta fecha a fuerza de costumbre me lleva a sentirme nostálgica y querendona. Y sí, sí quiero además un buen regalo, creo que hasta pido demasiado: quiero pedirles a mis hijos que me tengan un lugar muy especial dentro de ellos, que no se quede solo en cromosomas, que guarden en su alma y en su mente, recuerdos de mi como su madre, en especial  los mejores.

No pido a mis hijos que olviden mis errores, pero que tampoco los pongan al inicio. Que sepan que fueron mi única experiencia como madre y que cuando según yo ya había aprendido a serlo, ellos ya dejaban de necesitarme tanto. Que esto no me duele, por el contrario me place, pero que me deja con cierta frustración de sentir que podía haberlo hecho mucho mejor. Creo que comparto con la mayoría de las madres este sentimiento. 

No tengo otra opción mejor que ese regalo, si no es mucho pedir, denle mantenimiento a este lugar donde por siempre me lleven con ustedes. No permitan que el tiempo, el polvo del olvido, las telarañas de los malentendidos y resentimientos impidan que mi recuerdo viva en un lugar digno de ser visitado.

Déjenme ese lugar desde ahorita y por siempre reservado.




Concierto de Aranjuez desde la Arena Pula