domingo, 8 de febrero de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

TRAS LA PLEAMAR

Nuevamente en el estado de Guerrero, pero esta vez son 60 cuerpos sin vida encontrados en un crematorio abandonado, un escenario tan común que, dolorosamente, ha conseguido apagar nuestra capacidad de horrorizarnos ante hechos escatológicos.

Investigaciones llevadas a cabo sin el debido proceso, que para nada conduce a resultados. Supuestos asesinos que confiesan el crimen, muchos de ellos mostrando huellas de tortura. Pero finalmente homicidios terribles que quedarán así, sin resolverse, como esperando que los cubra el manto de los polvos del tiempo, o que la opinión pública vuelva sus ojos en dirección de alguna nueva estridencia.

Es el México que tantas veces nos abate, nos corta las alas y empaña el horizonte para ir a preguntarnos si es el país que queremos para nuestros hijos. Claro, mientras todo eso acontece en algún punto de nuestra geografía, la vida sigue adelante para la mayoría de nosotros, amanecemos, nos incorporamos a la diaria jornada, albergamos sueños, gozamos a la familia y compartimos con amigos.

Aun cuando hemos aprendido a estar al acecho como las avecillas, mirando a todos lados de manera continua, nos damos el gusto de disfrutar las cosas buenas que nos rodean, y echar a volar la imaginación para hilvanar historias y melodías.

Dentro de este panorama que en absoluto es el que hubiéramos soñado para nuestros descendientes, y que a ratos nos mantiene a un tris de la desmoralización absoluta, suceden cosas que devuelven el ánimo a donde pertenece, al centro de nuestro pecho para volver a creer a cabalidad en ese México hermoso, entrón, creativo y alegre que sabe inventarse a sí mismo, y pintarse con los mejores colores en cada tramo del camino.

Se presentan grandes tragedias en las que vemos reflejado una vez más un sistema miope que no visualiza las cosas de manera global, ese modo de actuar para el sector o para el sexenio, pero no para la historia. Ahí tenemos el lamentable caso de la explosión del Hospital Materno-Infantil en Cuajimalpa, que a la fecha suma cinco muertos –valga decir que son pocos para lo que la destrucción del inmueble sugirió en un principio. Doloroso pensar que no debió suceder, que son fallas técnicas que un mantenimiento preventivo pudo haber evitado…

De entre los fallecidos hay tres nombres que debemos pronunciar de pie con el mayor de los respetos: Ana Lilia Gutiérrez Ledesma; Mónica Orta; Jorge Luis Tinoco. Trabajadores de la salud que ofrendaron sus vidas en el cumplimiento del deber, hasta sus últimas consecuencias. Dos enfermeras y un camillero que pusieron la vida de esos pequeños por delante de la propia, sin escatimar riesgo alguno, ahora dejan hijos huérfanos y familias sumidas en el dolor más profundo, pero que sabemos podrán ir por la vida con la cabeza muy en alto, presumiendo la grandeza que llevan en la sangre.

Nos dicen, lo repetimos; nos lo espetan, lo creemos… Lo suben a redes sociales; lo difundimos más delante, tantas veces sin respaldar nuestro dicho en fuentes confiables… México es un país de muerte, la delincuencia organizada nos ha vuelto sus rehenes, y no nos toca más que callar y esperar el turno de que nos suceda algo terrible en nuestra persona o en nuestra familia. Muy contrario a otros países en donde la ropa sucia se lava en casa, para ejemplo Inglaterra, nosotros tal parece que gozamos gritando al mundo que somos víctimas del sistema, pero haciendo poco o nada por comenzar a cambiar las cosas. Trasladamos la responsabilidad a otros, a instancias distintas, a instituciones, a poderes fácticos, a influencias externas, pero nunca o casi nunca volvemos la vista de la entrada de nuestra casa hacia adentro, para empezar a poner orden primero en el hogar.

Ojalá que la solicitud de la sociedad civil y de diversos comunicadores halle eco, y el hospital que se erija para sustituir el extinto lleve el nombre de estos héroes. Por cierto, buen momento para ir revisando la nomenclatura otorgada a tantos sitios públicos de manera gratuita, porque en su momento el gobernante en turno así lo dispuso, muchas veces por capricho o egolatría, pero que no representan nada en el contexto de la historia de México. En Coahuila tenemos varios en estas condiciones.

Tras la pleamar viene la calma; las cosas se aclaran y se acomodan. Buen momento para poner orden, estudiar a fondo qué fue lo que sucedió para prevenir que vuelva a ocurrir. Planificar a largo plazo para el país, sacudiéndose los protagonismos que tanto perjudican. 

No echar en saco roto el testimonio que estos tres trabajadores nos dieron con su valiente actuación, cumplir con el deber, sagrado para ellos, hasta el último momento. 

Descansen en paz y vivan para siempre en nuestra memoria colectiva como dignos ejemplos de amor patrio.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas


Herencia

Hay gente que cree que el prestigio es heredable y se acumula con las generaciones, lo cual es cierto si su bisabuelo formó un despacho de abogados que sigue siendo honorable después de varias generaciones.

Pero ésta no es regla común. Verdaderos pilares de la sociedad tienen por hijos a inútiles y sinvergüenzas.

Por eso no se preocupe de donde viene la familia sino hasta donde van sus hijos.

Para las sociedades viejas el mérito es quién fue tu abuelo, en las actuales importa quienes son tus nietos.

Más importante que ser el vástago de una familia honorable preocúpese por ser el tronco de una familia que empieza a tejer una historia honorable.

Y recuerde, más vale tener prestigio que dinero.

jvillega@rocketmail.com

"Callejero" con Alberto Cortez

Con cariño y admiración para todos mis amigos rescatistas de peluditos, una linda canción.

Pensamientos de Teresa de Calcuta


CONSEJO A LOS JÓVENES

Gracias, Moisés por la sugerencia

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


El perdón, esa maravillosa clave para vivir sin ataduras a la ofensa sea cual sea ésta, sea quien sea la persona que nos lastimó.


Todos tenemos la capacidad de perdonar, con mas o menos dificultad la mayor parte de los agravios sufridos, vengan de quien vengan los vamos perdonando aunque la memoria nos condene a mantenerlos en sitio preferencial, porque es mas fácil olvidar buenas acciones que aquellas que nos produjeron dolor, que quebrantaron la confianza, que traicionaron el cariño en cualquier tipo de relación humana.

Terminamos perdonando porque perdonar es liberarnos, porque es dejar de tener vínculos con un dolor, con un pasado, con un recuerdo que sigue siendo herida abierta hasta que consciente o a veces inconscientemente a través del tiempo vamos perdonando.

No es algo que nos podamos proponer y lograr de la noche a la mañana, es un proceso en el cual a veces la misma vida nos da herramientas para darle al hecho la dimensión precisa, en otras las actitudes del ofensor nos permite reconocerlo como un ser falible, tanto como lo somos nosotros mismos.

Al perdonar nos liberamos, porque se siente mas libre aquel que perdona, que el perdonado. A veces cargamos las ofensas, los daños infligidos y el infractor, ajeno a ello vive tranquilo, él mismo hace mucho se perdonó.

Nos lo soliciten o no, siempre es sano estar dispuesto a perdonar, sin que ello necesariamente implique volver a confiar, volver a querer, pero si a no dejar llenar espacios valiosos del alma con rencores y resentimientos que sean peso innecesario en nuestro equipaje durante el recorrido en esta vida.

Video: Alas al paraíso 2 de 2

...En nosotros está la libertad de seguir un orden o de romperlo; de construir o hacer pedazos lo que nos rodea; de trascender en obras o perdernos en  naderías dentro de  nuestra propia historia personal...