domingo, 13 de julio de 2014

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

NUESTRO MAYOR TESORO
Aun quienes no somos aficionados al fútbol, no podríamos zafarnos  del alud de noticias del Mundial Brasil 2014, evento que hoy más que nunca ha servido para capturar nuestra atención, distrayéndola de  hechos trágicos, como lo que ocurre entre palestinos e israelíes, que tantas vidas inocentes está costando.
No es precisamente que  ignoremos el problema humanitario, pero nos invade la impotencia.  ¡Vaya! Si no estamos pudiendo con problemas nacionales como  la corrupción o la delincuencia, ni sabemos  cómo frenar la hecatombe de niños migrantes, menos vamos a tener un plan que proponer para detener el genocidio en la Franja de Gaza.
Es así que el fútbol adquiere un valor extra, al distraer nuestros sentidos hacia otros asuntos, en un ambiente de camaradería  y diversión.   El día de hoy se define quién será campeón del mundo para los siguientes cuatro años, algo que sé porque vivo en el planeta Tierra, aunque no tenga un ápice de afición.
Dentro de esas noticias que se generan en torno al Mundial hay una que me impactó: En Tokio una fanática adolescente está viendo el partido Alemania-Brasil con su familia y amigos; Brasil va perdiendo; ella se angustia; sus compañeros se burlan de ella; se retira a su cuarto, escribe un recado póstumo y se suicida…
Comenzó a dar vueltas en mi cabeza la palabra “valor”, con relación al valor que llega a tener para determinada persona una causa, un ideal, o la propia vida,  a grado tal de no dudar  en terminar con  esta última ante una ofensa.
Hoy en día las imágenes nos han rebasado con mucho.  Hallar en la prensa impresa o en la red imágenes desgarradoras de eventos atroces se ha vuelto “muy normal” (entendiendo la normalidad como el común de algo en el entorno que nos rodea).  Podemos encontrarnos un preescolar a quien una bomba acaba de amputar ambas piernas, y en dos segundos hemos borrado esa imagen para sustituirla por la de la fanática belga que iba a ser modelo, pero perdió sus oportunidades al aparecer  cazando en redes sociales.  Y a los siguientes tres segundos ya estamos viendo algún meme político, o qué sé yo.   Como bien  dice el maestro Villegas al hablar de la información en Internet, es como estar  comiendo trigo en grano, y pretender que nos alimentamos.
Fui una niña que creció entre adultos.  Todas las mañanas mis papás leían el periódico, y yo, no queriendo quedar fuera de la jugada, tomaba alguna sección del diario y hacía lo mismo, y así fue como a los cuatro años me topé con una  imagen que a la fecha no he olvidado, era la fotografía de una niña menor que yo, que había muerto asfixiada por una bolsa de plástico que ella misma se colocó en la cabeza.   Han pasado más de cincuenta años de aquella imagen, y confieso que la recuerdo a detalle.
Así era el impacto de una fotografía, de una nota, en aquellos tiempos cuando la pieza de pan costaba veinte centavos; el litro de leche ochenta; y un carro del año  no rebasaba los diez mil pesos.  Ese era el valor del dinero en tiempos cuando  el significado de una imagen, de una nota o de la vida se medía de otra manera.
En nuestro mundo actual, la vida tiene poco valor, de manera que el chico no duda en jugársela   de modos insensatos, al considerar que en hacerlo pierde poco.   Hallo que el consumismo ha tasado un precio a cada cosa y a cada persona, mismo que está sujeto a la ley de la oferta y la demanda.  Y nosotros, como compradores, vendedores y productos, estamos a merced de  las cotizaciones del exterior, y  seríamos capaces de cualquier locura con tal de seguir en el mercado.
Acaba de darse a conocer una tendencia estética contranatural y absurda: Someterse a cirugías que modifican la forma de los pies para que estos se amolden mejor a los zapatos de moda.   Como médico me parece una total falta de ética acceder a practicar una cirugía que va a alterar de por vida la anatomía de los pies, con muchas otras consecuencias ortopédicas  a la vuelta del tiempo, sobre todo sabiendo que no hay manera de revertir este procedimiento.   Y las jovencitas que se someten a esta cirugía   poniendo por delante el “valor” de estar a la moda sobre el valor de la vida y la integridad, son tontitas o no tienen ni diez gramos de autoestima.
La autoestima es la raíz del valor: Nace y florece en casa, en la medida en que un niño se sienta amado siempre, sin importar sus características, sus limitaciones, sus acciones.  Sentir que vale por encima de sus elecciones, de sus  fracasos, de las opiniones de otros…

No perdamos pista: Que ni el fútbol ni nada obnubile nuestra razón para cuidar con el alma lo que tenemos en casa, lo más valioso del mundo, nuestro mayor tesoro.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

No fue penal
El clamor que no se acalla en las redes sociales, en las conversaciones: "¡No fue penal!"
No nos hemos conformado con el fallo de un árbitro que abrió el camino a la derrota de México en el Mundial.
En Brasil no hubo recurso legal posible, ni forma efectiva de revertir el fallo de la autoridad.
Pero nuestra actitud es la de siempre, en el deporte o en los asuntos públicos.
Nos quejamos en privado de los "árbitros", pero ahí se agota nuestra inconformidad.
No se nos ocurre hacer cosa alguna para cambiar la situación, para reparar la injusticia.
Nuestro deporte favorita es la queja, no meternos en la cancha.
jvillega@rocketmail.com

Vahid Iranshahi, guitarrista iraní interpreta "El vuelo del abejorro" de Rimsky Korsakov

Gracias, Víctor, por tan espléndida sugerencia.
Amigos: Buscando información sobre el guitarrista, me encuentro en la red opiniones diversas, una buena parte de ellas sugiriendo que el video es un fraude. Yo no tengo los elementos técnicos para opinar en un sentido o en otro; lo dejo a su apreciación, pero por lo pronto vale la pena disfrutar la pieza, y si el tiempo despeja las sombras de la duda, asistir a una ejecución que con toda seguridad hará historia.

En el natalicio 110 de Pablo Neruda.


ODA A LA POESÍA

Cerca de cincuenta años
caminando
contigo, Poesía.
Al principio
me enredabas los pies
y caía de bruces
sobre la tierra obscura
o enterraba los ojos
en la charca
para ver las estrellas.
Más tarde te ceñiste
a mí con los dos brazos de la amante
y subiste
en mi sangre
como una enredadera.
Luego
te convertiste en copa.

Hermoso
fue
ir derramándote sin consumirte,
ir entregando tu agua inagotable,
ir viendo que una gota
caía sobre un corazón quemado
y desde sus cenizas revivía.
Pero
no me bastó tampoco.
Tanto anduve contigo
que te perdí el respeto.
Dejé de verte como
náyade vaporosa,
te puse a trabajar de lavandera,
a vender pan en las panaderías,
a hilar con las sencillas tejedoras
a golpear hierros en la metalurgia.
Y seguiste conmigo
andando por el mundo,
pero tú ya no eras
la florida
estatua de mi infancia.
Hablabas
ahora
con voz férrea.
Tus manos
fueron duras como piedras.
Tu corazón
fue un abundante
manantial de campanas,
elaboraste pan a manos llenas,
me ayudaste
a no caer de bruces,
me buscaste
compañía,
no una mujer,
no un hombre,
sino miles, millones.
Juntos, Poesía,
fuimos
al combate, a la huelga,
al desfile, a los puertos,
a la mina,
y me reí cuando saliste
con la frente manchada de carbón
o coronada de aserrín fragante
de los aserraderos.
Ya no dormíamos en los caminos.
Nos esperaban grupos
de obreros con camisas
recién lavadas y banderas rojas.

Y tú, Poesía,
antes tan desdichadamente tímida,
a la cabeza
fuiste
y todos
se acostumbraron a tu vestidura
de estrella cuotidiana,
porque aunque algún relámpago delató tu familia,
cumpliste tu tarea,
tu paso entre los pasos de los hombres.
Yo te pedí que fueras
utilitaria y útil,
como metal o harina,
dispuesta a ser arado,
herramienta,
pan y vino,
dispuesta, Poesía,
a luchar cuerpo a cuerpo
y a caer desangrándote.

Y ahora,
Poesía,
gracias, esposa,
hermana o madre
o novia,
gracias, ola marina,
azahar y bandera,
motor de música,
largo pétalo de oro,
campana submarina,
granero
inextinguible,
gracias,
tierra de cada uno
de mis días,
vapor celeste y sangre
de mis años,
porque me acompañaste
desde la más enrarecida altura
hasta la simple mesa
de los pobres,
porque pusiste en mi alma
sabor ferruginoso
y luego frío,
porque me levantaste
hasta la altura insigne
de los hombres comunes,
Poesía,
porque contigo
mientras me fui gastando
tú continuaste
desarrollando tu frescura firme,
tu ímpetu cristalino,
como si el tiempo
que poco a poco me convierte en tierra
fuera a dejar corriendo eternamente
las aguas de mi canto.

"Cuestión de plumas" o El Arte de la Convivencia

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

¿Hasta dónde...?
¿Hasta dónde me meto en la vida de mis hijos...? 


Difícil marcar el límite preciso de hasta que punto es conveniente participar en la vida de nuestros hijos.
A qué edad ir dejándolos desprenderse de nuestra tutela y hacerlos independientes.
Hasta dónde acompañarlos sin resultar una intrusa, sin impedir que crezcan y alcancen plenitud en su madurez, que tomen sus decisiones, que se equivoquen y aprendan a remediar sus errores.
¿Qué tanto debemos intervenir en sus relaciones interpersonales, noviazgo, amistades del mismo o del sexo contrario...? 
¿Qué tanto debemos saber de ellas o pretender averiguar...? 
En ocasiones las madres se convierten en "amigas de sus hijas", queriendo ser parte de sus reuniones, no solo como observadoras distantes y ocasionales, sino como una amiga más. 
En los noviazgos de sus hijos, quieren dirigir, o darle a la pareja tal confianza que llegan a perder de vista que son adultas y que no pueden llevarse al tú por tú  con la pareja del hijo(a), equivocan las formas en la búsqueda de cercanía para controlar mejor la relación, cuando su labor principal es establecer límites y respeto.
Hasta dónde y hasta cuándo tenemos posibilidad de influir, de dirigir, de establecer límites, son preguntas difíciles de responder, y la mejor respuesta, creo yo, la viene dando el sentido común. Padres responsables implica hacernos cargo de ellos al mismo tiempo que los preparamos para ser independientes de nosotros. 
Reconocernos como padres, no como amigos; vivir nuestro tiempo y en nuestro lugar, y no como uno más de nuestros hijos... No hay un  manual que indique como hacerlo. 
Padres que acompañan, padres que educan, que saben hacerlo con consecuencias congruentes a la desobediencia, con establecimiento de límites y formación de valores, con responsabilidad de una empresa que implica el gran reto de formar individuos que puedan a su vez como un reto mayor, vivir su propia vida.
Hablando de sentido: Que la vida de nuestros hijos tenga sentido, que nosotros como padres tengamos sentido común y le pongamos a la vida de nuestros hijos y a la propia siempre un poco de sentido del humor.

Dibujos del coreano Kim Jung Gi

¡Qué destreza para dibujar! Está largo pero puede verse en partes.