MUNDIAL Y ELECCIONES
…para narrar hay que tener problemas.
Juan Villoro
Tal vez la
coincidencia del Mundial de Futbol con las elecciones no es gratuita. Me imagino que es una travesurilla del Dios que le encanta
a Sabines, ese Dios al que de repente se
le pasa la mano y nos rompe una pierna,
y que ahora ve a todo México inmóvil frente al televisor con el corazón puesto
en Rusia.
No soy aficionada
al futbol. Como deporte podría gustarme,
sin embargo hallo insultante la parafernalia que se monta en torno al
mismo. La selección mexicana resulta una
casta de benditos a los que se rinde culto, casi tanto como a la Virgen de
Guadalupe. Habitualmente, cada vez que
van de campeonato aseguran que vencerán, y si regresan derrotados se
justifican diciendo que el cielo así lo dispuso. Con estas historias hallo que son impulsivos, lo
que me lleva a suponer que en la derrota contra Suecia haya influido que se confiaron tras
haber ganado los dos primeros partidos.
Lo que tantas
veces sucede con la selección, es lo mismo que prevaleció durante las campañas
con todos los candidatos. En las encuestas cada uno clamaba a los cuatro
vientos tener el triunfo en la mano. Respecto a las promesas de campaña, igualmente aseguraron que habrán de cumplirlas todas, hasta las más fantasiosas.
Catón tiene cuatro lectores, yo tengo dos. Seguramente para
ahora uno de ellos ya abandonó la lectura, incómodo con mis disertaciones. Continúo entonces escribiendo para el que sigue
aquí, probablemente sea mi hijo Amaury, mi lector cautivo.
Volviendo al
comentario inicial, no parece gratuita la coincidencia entre el Mundial y las
elecciones, ya que nos permite medir la forma como aquilatamos los distintos
rubros presupuestales en nuestro país. Para
el proceso electoral son carretadas de dinero la que se destinan a las campañas,
y –terrible mi suspicacia—otro tanto lo que ingresa de manera subrepticia, para
reforzar la estrategia partidaria. Todo
estaría bien si tuviéramos resueltos rubros de primera necesidad como son salud, educación y un salario digno,
pero no es así.
Resulta
inconcebible que haya tantas escuelas que
funcionan como de milagro en tejabanes de madera y lámina, con piso de
tierra, muchas veces sometidas a una humedad insalubre.
Planteles que no cuentan con agua potable ni drenaje, o que se localizan
a una distancia tal de ciertas comunidades rurales, que a los niños les lleva una o dos horas llegar a ellas, y otro tanto para regresar a casa. Por cierto, son niños de primaria que muchas de las veces andan en ayunas.
Justo en estos
cotejos es donde la aplicación de las
matemáticas me provoca cólico biliar. La
selección nacional es un negocio de cientos de miles de millones de dólares,
que hasta donde sé, está libre de impuestos.
Algunas de las 24 poderosas empresas que patrocinan a la selección,
son transnacionales que se valen de la
ingeniería fiscal para exentar impuestos.
El resultado final de los factores en la ecuación, es que hay necesidades de primer
orden que no alcanzan a cubrirse, en tanto asuntos
no prioritarios tienen presupuestos sobrados.
Desde el punto de
vista antropológico es muy probable que ese gusto por el balompié lo traigamos
en la sangre desde la época prehispánica, y que el juego de pelota de los
pueblos originales –con sus adecuaciones—esté representado por el actual
futbol. Y que sea por eso que las aficiones se vuelcan en hurras y vítores, y
hay quienes empeñan todo lo que tienen por
ir al otro lado del mundo a vivir los partidos de forma presencial. No acaba de sorprenderme que se calcule en
300,000 el número de turistas mexicanos que han viajado a Rusia para el Mundial. En las imágenes
transmitidas, me deja atónita la
presencia de grupos familiares, algunos hasta con niños pequeños. En mi limitada visión financiera me pregunto:
¿Cómo le hicieron?, y prefiero quedarme con la duda, en lugar de dar vuelo a la imaginación.
Las del 2018
están consideradas como las elecciones más grandes de la historia. Grandes en cuanto a padrón electoral,
grandes en cuanto a presupuesto, dolorosamente grandes en lo que respecta a muertes de candidatos y funcionarios. Está en juego el destino de México, no
solamente para 6 años sino para mucho tiempo.
De la corriente política que resulte triunfadora en la contienda
electoral, dependerá en gran medida el curso de nuestra historia. Se requiere que prive la conciencia crítica, la
participación activa. No podemos actuar
de manera precipitada y mucho menos con apasionamientos, como si fuera un
partido de futbol y nosotros la versión mexicana de los “Hooligans”. Que prive la serenidad, la claridad de
pensamiento, recordando que lo que hoy se juega es la paz y el progreso que nuestros hijos
merecen.