domingo, 30 de septiembre de 2018

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

LA AFICIÓN: RADIOGRAFÍA SOCIAL
Esta vez fue en Monterrey, en las horas previas al clásico entre Tigres y Rayados.  El conductor de un vehículo arremete contra un grupo de aficionados del equipo contrario, y se arma la trifulca.  Un individuo es golpeado y lesionado de muerte con un “fondo de botella”.
     Sucede en otras partes del mundo, sí.  Pero que suceda aquí,  es asunto nuestro.  Para desgracia de todos los mexicanos, muy diversas actividades se han contaminado con esa violencia epidémica que da al traste con iniciativas de sano esparcimiento. Dentro del deporte,  que en su origen era de corte familiar, se van infiltrando afanes perversos que lo corrompen.  En ocasiones son sustancias tóxicas las que disparan esas conductas beligerantes, pero igual las vemos en individuos que no las han consumido.  Pareciera que es la necesidad de liberar neuroquímicos que disparen las conductas antisociales --con la “emoción” que conllevan--, es suficiente en este caso, para que  los ataques entre  jóvenes aficionados se sigan dando.
     La familia ha sido el ideal que mueve a la civilización.  Desde una residencia hasta una aspiradora; desde un viaje a la playa hasta un refrigerador, todo está inspirado en el bienestar familiar.  Sin embargo  este ideal se ha quedado en muchas ocasiones limitado a la esfera comercial.  No ha regresado a su significado original, que es la búsqueda de una satisfacción global del núcleo familiar.   
     A pesar de mi poca afición a los partidos de futbol, no dejo de encontrar gratificante observar los grupos familiares que acuden al partido del domingo en  apoyo a su afición.  Muchos de ellos lo hacen  uniformados con la playera de su equipo, desde el abuelo hasta el bebé de brazos.  En torno a este ideal se va tejiendo toda una constelación de productos y servicios para exaltar el concepto de “diversión familiar” que el deporte del balompié debe representar.  Sin embargo algo se rompe, o bien, no en todos los casos el deporte constituye  un ideal familiar a desarrollar.
     Como diría mi abuela Luz, para tener caldo de pollo, primero hay que tener el pollo.  Esto es, quizá el ideal de familia en torno al cual se teje  la parafernalia comercial y mediática, simplemente no existe.  La afición se compone de individuos provenientes de familias desintegradas o disfuncionales, que más que visualizar el deporte como una actividad cohesionadora, lo enfocan como un campo de batalla a donde ir a buscar esas emociones fuertes, que les hacen sentirse vivos.  Más que el entusiasmo por apoyar sanamente a un equipo, tal vez estén generando acciones tribales de ataque contra aquel que no se identifica con su causa.
     En Pediatría es muy común encontrar que el niño pequeño que se deprime, se torna violento.  Dado lo anterior, para resolver el problema no se trata de aplacar el enojo sino de tratar la depresión.   Algo parecido puede estar ocurriendo con buena parte de esos individuos violentos, que andan buscando pleito, simplemente para salir por un rato de su abatimiento y sentir que existen.  Además, otro mecanismo fundamental, esa identificación con el grupo satisface por un rato su empobrecido sentido de pertenencia.  Como haría una pandilla de niños, unirse en la “travesura” de atacar a los contrarios y hacer valer su postura, les concede valía frente a la vida.
     La enfermedad de México se manifiesta de muchas maneras.  Cuando lo hace detrás de las puertas de la casa, quizá no nos enteremos.  Cuando lo hace de manera pública es el momento para abordar el problema, no como un asunto de inseguridad que se combate con armas y sometimiento, sino como una cuestión social  que debe resolverse desde sus orígenes.
     Las dificultades económicas de una familia son un elemento que detona la disfunción familiar.  En tanto el dinero que ingresa al hogar no sea suficiente para cubrir las necesidades básicas de sus integrantes, va a haber problemas.  En la medida en que la figura de los padres –por causas laborales-- no se haga presente como debiera, los niños crecerán con necesidades no resueltas.   Mientras no se entienda que el desarrollo de un niño va más allá de los aspectos físicos, y que hay esferas que deben de abordarse con  suficiente cuidado y  oportunidad, estaremos conformando sociedades insatisfechas, constituidas por individuos que salen a buscar emociones fuertes para sentir que valen.  En tanto no midamos a las personas conforme a su valor intrínseco, seguiremos sintiendo la necesidad de acumular y enriquecernos para valer ante los demás.
     Finalmente, no se trata de contar cuántos muertos llevamos y sentarnos a llorar.  Se trata de volver la vista a lo nuestro, lo que hay dentro de las cuatro paredes del hogar, como los jueces más críticos. Así de sencillo.

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza

TLATELOLCO A 50 AÑOS
Memorias que nunca han de morir.
Esperanzas rotas.
Vidas  arrancadas
de la faz de la tierra
          como  yerbajo
por la hoz inclemente
de un gobierno.

Así es Tlatelolco
medio siglo después,  
la sal en la herida,
el grito ahogado,
el dolor a cuestas,
la máxima injusticia.
Una herencia
de honor
sobre los hombros
que el paso del tiempo
no perdona.

“2 de octubre no se olvida”.
Va en la sangre, en el clamor,
en la manta, en el canto.
Va en la tinta nuestra
de cada día,
porque así debe ser.
Como surco abierto, vientre
ansioso de acoger
las simientes del cambio.
Como esperanza joven
que se niega a morir
bajo el yugo poderoso
del olvido oficial.

Los apuros de una oruga

Memorial de Tlatelolco por Rosario Castellanos

A 50 años de la trágica matanza de Tlatelolco

La oscuridad engendra la violencia
y la violencia pide oscuridad
para cuajar el crimen.

Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche
Para que nadie viera la mano que empuñaba
El arma, sino sólo su efecto de relámpago.

¿Y a esa luz, breve y lívida, quién? ¿Quién es el que mata?
¿Quiénes los que agonizan, los que mueren?
¿Los que huyen sin zapatos?
¿Los que van a caer al pozo de una cárcel?
¿Los que se pudren en el hospital?
¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto?

¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.

La plaza amaneció barrida; los periódicos
dieron como noticia principal
el estado del tiempo.
Y en la televisión, en el radio, en el cine
no hubo ningún cambio de programa,
ningún anuncio intercalado ni un
minuto de silencio en el banquete.
(Pues prosiguió el banquete.)

No busques lo que no hay: huellas, cadáveres
que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa,
a la Devoradora de Excrementos.

No hurgues en los archivos pues nada consta en actas.
Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria.
Duele, luego es verdad. Sangre con sangre
y si la llamo mía traiciono a todos.

Recuerdo, recordamos.

Esta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.

Recuerdo, recordamos
hasta que la justicia se siente entre nosotros.


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José Mujica: La vida

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


No te creas todo lo que se dice. No siempre el bien triunfa sobre el mal, ni quien mal anda mal acaba. No todo se paga en esta vida, ni tampoco es cierto que te ganas un pedacito de cielo por cada obra buena, no del todo, porque habrá a quien se lo otorguen a pesar de una vida desastrosa, con tal de que al final se arrepienta, o diga arrepentirse.

Y aunque no lo creas, toma la decisión de ser tan honesto, auténtico, noble, amoroso, confiable, como te sea posible, porque en esa actitud encontrarás la mejor recompensa que en esta vida terrenal pueda otorgarse a un ser humano.

No necesite tu conciencia para actuar, más que el llamado que surge dentro de ti, aquel forjado a través de tu infancia, si es que fuiste afortunado y hubo quien imprimiera valores éticos en tu comportamiento.

Hay que creer y comprobar una y mil veces, que el alma reposa en una conciencia libre de reproche, que no actuamos por temor, sino por convencimiento, que no esperamos recompensas ni nos desalienta esforzarnos, porque finalmente recibiremos lo mismo que quien no lo hace. 

Aquilatar la dicha enorme de sentirnos dignos de ser llamados seres HUMANOS, de ser propietarios de nuestra respuesta ante la vida, de ver en nuestra misión terrenal un compromiso ante todo con nosotros mismos, que lleva implícito en su desempeño la mayor recompensa a la que se pueda aspirar en este mundo.

Así de complicada o de simple es la vida, no recibirás en proporción a lo que des, pero aun así habrás de sentir el alma plena por haber actuado en congruencia con tu conciencia, sin buscar un porqué más allá de esa enorme satisfacción que da el bien proceder. 

¿Lo crees?...



Ernesto Cortázar: Now and forever PP por Andreea Petcu