domingo, 21 de octubre de 2018

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

PITÁGORAS TENÍA RAZÓN
En nuestro país la delincuencia ha rebasado todo lo imaginable: La narrativa de Usigli o de Bernal se quedan cortas con relación a los acontecimientos que estamos viviendo hoy en día.  Un caso espeluznante, el de  los feminicidios que ocurren en la Megalópolis, particularmente el estado de México y Puebla, y muy en particular en contra de jovencitas embarazadas a las que llevan con engaños para asesinarlas y robar al nonato de su vientre. Las crónicas recuerdan al famoso tabloide “Alarma”, extinto hace años, pero esta vez distribuidas mediante redes sociales.
     La pregunta que me ha dado vueltas esta semana es la siguiente: ¿Suceden hechos así de bizarros por huecos en la legislación, por fallas en la aplicación de la ley, o porque existe una causa subyacente? Lo que equivale a preguntar si la ausencia de leyes genera criminales que llegan a alcanzar estos grados de abyecta perversidad. 
     El entramado mental que llevo a cabo semanalmente, y que desemboca en una colaboración periodística, es   un ejercicio en solitario.  Algún evento ocurrido en el curso de la semana despierta esa cascada de preguntas en busca de  respuesta, exploración  que suelo emprender sola. En esta ocasión tuve oportunidad de compartir dicho  proceso con mi hijo, quien ha venido de  visita.  Revisábamos juntos si es posible que a un individuo que ha tenido una formación familiar sólida, el medio ambiente llegue a cambiarlo de manera extrema.  Ambos coincidimos en que no es congruente que  un adulto proveniente de una familia integrada, que contó con  oportunidades de educación, sea el autor de conductas al extremo inaceptables.
     De esta manera no estamos hablando de no hacer el mal por miedo al castigo, sino de no hacer el mal por un elemental sentido de ética,  parte de la formación individual de una persona.  Lo resumió mi hijo de un modo muy sencillo: A esos delincuentes siendo niños  no les enseñaron  a obrar mal, simplemente no les enseñaron que había que  obrar bien, amén de las  circunstancias.
     En la educación de los menores, si  fallamos en indicarle al niño de un modo claro  qué es lo que no debe de  hacer, o no  lo sensibilizamos sobre las consecuencias últimas de sus actos… Si lo dejamos actuar a libre voluntad, o  partimos del criterio cómodo  de “qué tanto es tantito”… Si justificamos su mal obrar calificándolo como “cosas de niños”… Si lo alentamos a exigir sus derechos, pero nunca lo instruimos a asumir sus responsabilidades, enseñándole que todo derecho tiene como  contraparte una obligación… Entonces estamos ante un proyecto de adulto que va a actuar tomando en cuenta su interés, antes que el bien común; un ser humano carente de contención, que se dejará llevar por lo primero que le viene a la mente, sin que medie juicio crítico alguno.
     De alguna manera esos niños poco orientados llegan a ser adultos necesitados de poder.  Harán todo lo posible por defender lo que consideran sus derechos, aún a costa de atropellar los de los demás.  En gran medida esta actitud da pie a corruptelas de las cuales nuestro país –por desgracia—es campeón.
     Un ejemplo que de entrada pareciera no tener relación con lo que ocurre en México, acaba de suceder hace una semana en la Península Ibérica, específicamente en la población de Mejorada del Campo, donde la cría de toros de lidia es importante.  En un encierro tradicional  un toro asustado intentó saltar una valla, durante lo cual  se fracturó ambas patas traseras, y de ese modo herido tuvo que continuar corriendo, perseguido por la turba.   No consigo asimilar cómo los seres humanos no midieron el dolor y la angustia del animal, y lejos de darle una tregua lo acosaron hasta verlo morir.  ¿Es esta la clase de diversión que el ser humano necesita para sentirse vivo? ¿Son los mugidos de dolor del animal los sonidos que estimulan su sensación de poder?...
     La conciencia crítica se define como  un sentimiento interior por el cual el ser humano es capaz de precisar su propio valor y de reconocerlo en los demás. El  desarrollo de dicha conciencia es parte del proceso educativo desde la primera infancia, lo que permite a la persona   adquirir  una noción real de sí mismo y de los demás, en el debido contexto, concediendo un valor equivalente a la propia  persona como a los otros.  A falta de una conciencia crítica actuamos de manera asimétrica, concediendo un  mayor valor a lo propio frente a lo ajeno, y de este modo se generan muy diversos problemas sociales que –por desgracia—ante un sistema carente de los mecanismos adecuados para poner orden, llegan a alcanzar niveles terribles de violencia.
     “Educad a los niños y no será necesario castigar a los  hombres”: ¡Sabias palabras de Pitágoras, con absoluta vigencia!

VIÑETAS por María del Carmen Maqueo Garza

Mesa de estreno con cortes de navaja en su superficie.

LO QUE NO HEMOS APRENDIDO

No hemos aprendido  a desarrollar un auténtico amor por  lo nuestro.  A cuidar aquello que es de todos.

Asisto dos veces por semana a una biblioteca pública. Habitualmente ocupo el mismo sitio.  Hace unas cuantas semanas noté que el mobiliario había sido renovado.  Las mesas y las sillas que existían anteriormente fueron sustituidas por unas flamantes.

El día de hoy observo que la mesa recién estrenada que siempre ocupo,  presenta unos rayones de lado a lado. El tipo de corte denota que   fueron  producidos por una navaja, incluso en la parte más profunda se dejan ver fibras de un material tipo poliéster de una capa por debajo de la  superficial.

¿Quién lo hizo? ¿Por qué razón?... ¿Qué furia se busca desquitar de esta manera, dañando lo que es de todos?

Me quedo con dolor y sin respuestas precisas.  Siento pena por el corazón que mueve a esa mano. Un corazón que no ha hallado la  manera de hacerse presente, más que a través de la destrucción.

Increíbles instrumentos sonoros

Poesía de Concha Luna

Vives

en cada uno de mis dedos
y te quedas
en todo lo que toco
y sin embargo
no conozco tus días
ni las miradas en las que te pierdes
ningún punto tiene
tu dimensión
de fugitivo hallazgo
ninguna voz
esconde tu palabra
ninguna soledad
tiene la semejanza
de tu morir tan hondo
deja caer
en mí
tu palabra
que dibuja
transparentes silencios
saca la ausencia de tu mano
hiéreme desde lejos
y grita los caminos
adéntrate
en mi  peregrinar
de sombra enmohecida
vuélvete brisa
para mis espigas de sueño
y deposítate
en mis años de miedo.

Tomado de "Un poema al día" del maestro Felipe Garrido.

Vuelo de aves sobre el Mont-Saint-Michel

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Uno puede maquillarse el rostro. El alma no se esconde tras maquillaje alguno.

Por más que se intente usar filtros que encubran las imperfecciones del alma, sin remedio habrá de mostrarse tal cual es, porque es transparente, es diáfana, porque sea cual sea su estirpe no está al alcance de la voluntad transformarla. Tiene esencia dúctil, es maleable, pero solo al calor del amor puede forjarse.

Pobres almas impermeables al amor, serán fuente de miserable existencia. Transforman al ser aún al más perfecto en lánguida sombra, que no llega a murmullo de vida tan siquiera.

Alma mía, déjame acumular en ti siempre el afecto, que permita seas mi motor, mi mejor guía, que aflore a través de mis sentidos. Sea tu esencia fragancia que aromatice mi vida y la de otros.

El sillón, o la historia que nunca vemos.