domingo, 22 de septiembre de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


EL PUNTO DE INFLEXIÓN
La fuerza de la naturaleza es algo que no solemos tomar con la debida seriedad.  Ella es la que  regula las estaciones del año; la que genera corrientes que más delante se vuelcan en cascadas.  Es la que permite la aparición del fuego que arrasa con bosques para  hacerlos renacer.
   Tenemos conocimiento de  todo lo que ocurre, pero es solamente cuando su fuerza se vuelve en contra nuestra, cuando alcanzamos a medir, por un instante, lo poderoso de su brazo.  Algo parecido a lo que sucede con nuestra salud, la  tenemos por algo gratuito, hasta que una crisis nos ubica en la realidad de las cosas.
   La semana que termina ha sido de grandes dificultades para nuestro país.  La conjunción de dos meteoros asolaron la vasta mayoría del territorio nacional; el agua ha causado destrucción, muerte y desolación en una parte importante de la población.  Y lo más doloroso es descubrir que una gran parte de la tragedia que hoy se vive pudo haberse evitado.
   A la fuerza incontenible de los fenómenos naturales se sumaron factores humanos que  causaron que el problema fuera aún mayor. Como los pecados del catecismo católico, en parte por comisión, en parte por omisión: Asentamientos irregulares; uso ilegal del suelo; taponamiento de cauces naturales, problemas  provocados por el hombre, que llevaron a complicar más los daños ocasionados por la sola naturaleza.  
   Otra grave negligencia detrás de la catástrofe fue la falta de avisos preventivos a la población en zonas  de riesgo, para haberlas evacuado con oportunidad.  Sucedió como ya ha acontecido en otras tragedias nacionales, las autoridades civiles subestimaron la magnitud de lo que venía, se confiaron, optaron por no hacer alharaca, sobre todo ante la inminencia del puente festivo, teniendo como prioridad el costo económico de lo que evacuar un polo turístico como Acapulco hubiera ocasionado.
   Claro, la causa del problema no inicia con el meteoro y la falta de prevención oportuna, sino mucho antes.   El cambio climático es un asunto a nivel mundial que definitivamente ha venido contribuyendo a que los fenómenos naturales ocasionen un daño mayor de lo que hubieran hecho en épocas anteriores.   Desde los polos hasta el ecuador  el cambio climático ha traído consecuencias negativas para los ecosistemas, algo que todas las especies vivas, humana incluida, habremos de pagar de aquí en adelante.
   Las irregularidades en el uso del suelo constituyen un serio problema.   La ingeniería  fue dejada de lado en aras de la negociación política y el favorecimiento de intereses particulares, y de estas malas decisiones ya hemos venido pagando las consecuencias en momentos de crisis, cuando se pone en evidencia que es una medida poco  inteligente desatender los principios físicos que rigen suelos, cauces y uso de materiales para la construcción. Otro gran problema, la obstrucción de  los flujos naturales por basura.
   Ahora surge la emergencia.   Se registran grandes daños en diversas poblaciones y vías de comunicación.  Existen comunidades que han quedado aisladas, y el hambre comienza a llevar a sus pobladores a la desesperación.   En la Zona Diamante de Acapulco la buena voluntad de los comerciantes es pagada con actos de rapiña por parte de los damnificados, o bien dentro de los grupos humanos que esperan una despensa comienza el abuso y la desobediencia civil. Aflora ese rescoldo  que llevamos encarnado a nuestro mestizaje, el cual nos hace sentir irritación hacia quienes tienen un poco más, de  suerte que  cuando tratan de ayudarnos, no nos detenemos para perjudicarlos.
   Prevalece, como en tantos otros momentos críticos de nuestro actuar mexicano, el pensamiento mágico.   Probablemente nos advirtieron que no debíamos asentarnos en esas tierras; en su momento trataron de hacernos  desistir, pero no obedecimos; sobrevino lo que por lógica habría de suceder tarde que temprano.  Y ahora que estamos en el problema, exigimos que se nos rescate y restituya.   Se pone en evidencia que no hemos aprendido a asumir la responsabilidad por nuestros propios actos, y sucede como pasa con un enfermo grave, los familiares dan por hecho que es obligación del médico salvarlo, aún en caso de muerte inminente.  Si no se salva, el médico es el culpable y van contra él, y si se salva, es un milagro del cielo.
   Lo que ha sucedido señala el punto de inflexión para México, es justo el momento para volver a empezar muy en serio, todos juntos, hasta poner de pie al país. Corresponde a nuestras autoridades marcar reglas claras, y vigilar su puntual cumplimiento.  Desechar vicios históricos que tanto mal han acarreado; asumir que la política es una vocación de servicio y no una posición ventajosa para el enriquecimiento personal. 
   Como sociedad civil estamos obligados a exigir que así se cumpla, igualmente obligados  a atender a la naturaleza para que esto nunca se repita.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas


Negligencia
No son los huracanes los que nos matan, sino nuestros pecados.
Arrasan las aguas con nuestros más pobres, con lo mal hecho.
Casas endebles sobre arroyos o agarradas en los cerros.
Cauces y cañadas invadidos, drenajes tupidos de basura.
Ciudades edificadas para un clima idea, como el de Cuernavaca.
Por todo eso somos un pueblo con vocación de damnificados.
Nos pegan mortalmente los huracanes, los sismos, los aludes.
Preferimos buenos rezos, que construir en lo sólido.
jvillega@rocketmail.com

El poema 15 de Neruda en 21 idiomas

ARREGLAR ALCORQUES por el Dr. José Carlos García Fajardo

Arreglar alcorques


Un discípulo preguntó al Maestro chan:
- Venerable Maestro, ¿cuál es la mayor diferencia que podrías señalar entre antes y después de haber alcanzado la iluminación?
- Mira, joven amigo, nunca he buscado lo que tú llamas “iluminación”. Para eso utilizo la luz del sol o, cuando se pone, la de mi humilde candil.
- Pero, Maestro, yo me refiero a…
- Ya sé a lo que te refieres, – le interrumpió sonriendo el anciano -, pero no conviene caer en la trampa de las palabras. Dentro de unos siglos nacerá en Europa, sí, en el lejano Oeste de nuestro continente, un hombre sabio y atormentado que se llamará Wittgenstein.
- ¿Cómo?
- Ludwig. Pero qué importará cómo se llame, lo que cuenta es que escribirá “los límites de mi lenguaje son los límites de mi propio mundo”.
- ¡Pero eso ya está en el Tao te King y en el libro de Chuang Tzú!
- Y en el Maestro Confucio que estableció bien claro que “si queremos abordar cualquier problema lo primero será recuperar el sentido prístino de las palabras.
- ¿Prístino?
- Sí, llamar a las cosas por su nombre, y deja ya de interrumpirme o conseguirás que me desvíe de tu pregunta.
- Es que eso es lo que me gusta cuando te desvías.
- Ya. Pues bien, el término “iluminación” induce a pensar que es algo maravilloso que viene de afuera, como sucederá para algunos intérpretes del Cristianismo.
- ¿Qué es eso?
- Otra vía de sabiduría que nacerá dentro de unos quinientos años y cuyo origen será un tal Jesús…
- Dime.
- … del que te hablaré otro día, pero déjame terminar. Los ancianos prefieren hablar del “despertar”, es decir de quitar obstáculos, en la medida de lo posible, para que aflore el ser auténtico que somos y que se revela uno con todo lo creado, y lo increado.
- ¿Cómo es posible eso de lo increado?
- Antes de que te vayas a arreglar los alcorques de una vez, escucha qué señalaría yo entre el antes y después.
- …
- Pues en que, antes, a veces, me dejaba abatir por los acontecimientos, como todo el mundo, tenía neurosis y hasta me deprimía… y, claro, sufría.
- ¿Y ahora?
- Pues me sucede como a todo el mundo… pero ya no sufro porque ya no me importa. No creerás que mi cuerpo y mi mente son especiales. Pero trato de no sentirme encadenado por ellos y vivo cada instante como si fuera único.
- Es que lo es, como tú dices, Venerable Maestro.
- Por supuesto, al igual que tú te vas en este “instante único” a segar el césped y a arreglar los alcorques del jardín.

J. C. Gª Fajardo
fajardoccs@solidarios.org.es
http://ccs.org.es/

Meredith Monk en el Festival de Oorsmeer

Casi por accidente me encontré esta propuesta musical y de expresión corporal de Meredith Monk.  Vale la pena ver el video, muy cortito pero interesante.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


MADRE NATURALEZA
No me llamen injusta, así soy, impetuosa, pero he sido con ustedes por demás generosa. Les he brindado espacios maravillosos donde vivir, pero nunca les parecen suficientes, los monopolizan, no comparten y permiten entonces que los menos favorecidos se ubiquen en territorios que pertenecen a los cauces normales de mis aguas. 
Así les he brindado bosques, selvas, mares, flora y fauna que les brinden el equilibrio para una convivencia a largo plazo, y ¿qué han hecho en estos años? depredadores, ambiciosos, los han destruido, contaminado, todo por llegar a tener poder y dinero,dinero que no compra, poder que no les ofrece la oportunidad de vida que yo siempre propuse. 
Han sido hijos desagradecidos, desobedientes, ingratos, su ambición ilimitada, sin conciencia, faltos de solidaridad entre ustedes mismos y conmigo, conmigo desconsiderados, por demás nefastos. 
No soy ilimitada, no soy tan predecible como ustedes pretenden lo sea, tengo exabruptos, malos momentos, les di oportunidad de minimizar las consecuencias, pero han llegado a creer que me dominan, que son dueños del mundo, me dañan, me atropellan, son ustedes peores que un sismo o un meteoro, no se respetan ni respetan lo que es suyo.
Le ponen nombre a los fenómenos naturales, pero la naturaleza humana yo no sé como llamarla. No es venganza, ni Ingrid ni Manuel, son parte mía, ¿cómo puedo hacer que me lo entiendan, que vienen a mi mundo y no yo al suyo, que aprendan con respeto a aprovecharme? ¿Cómo puedo pedirles género humano que convivamos en sana armonía?
¡Todavía es tiempo de poder recuperar lo ya perdido, de regenerar un poco lo destruido, hagamos un pacto entre nosotros, humanos y naturaleza por nuestro bien, unidos!

Les Luthiers: Consejos para padres