domingo, 12 de septiembre de 2021

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 GONZALO Y PEDRO

Termino de ver en línea “Machuca”, una coproducción chilena-ibérica dirigida por Andrés Wood. Ganadora en el 2004 de los premios Goya y Ariel  para mejor película extranjera hablada en español.  La historia se sitúa en Santiago de Chile, 1973, en los días previos al golpe de estado del 11 de septiembre.  Dentro de aquella atmósfera de exaltación popular, en un colegio privado se echa a andar un experimento social. Se introduce a sus aulas un grupo de niños de extracción muy humilde.  El propósito de la iniciativa de interacción social es fomentar valores como el respeto y la aceptación de otras identidades.

Lo que hoy en día asumimos con naturalidad, en ese entonces constituía algo fuera de lo habitual, frente a lo que nadie tenía experiencia. En el colegio ni los propios docentes habían previsto el manejo de algunas situaciones que se presentarían más delante.  Dentro de la dinámica propia del salón de clases, se pone claramente de manifiesto el acoso escolar y el escenario de fondo sobre el que se despliegan los distintos momentos de la trama.

Es una buena pieza que nos permite ver de cerca el clima de revuelta social, el repudio a un dictador que, tres años después de su elección por la vía democrática, intenta conformar un régimen reformista y polarizador que el pueblo repudia.  El propio Allende instala a Pinochet como comandante en jefe del Ejército, lo que finalmente deviene en el golpe de estado y la muerte de Allende.  En una mirada lateral conocemos la inequidad económica que vivían los diversos estratos de la sociedad; la corrupción en sus variadas manifestaciones, y  la disfuncionalidad familiar.

Al contrastar los hechos narrados con la realidad que vive el mundo hoy en día, podemos entender que hemos avanzado en muchos sentidos, aunque el riesgo de un sistema político autoritario en Latinoamérica sigue siendo una amenaza.  Ahí tenemos el caso de Nicaragua: Hay una orden de aprehensión contra el político y escritor Sergio Ramírez (Premio Cervantes 2018).  ¿Su delito? Haber señalado irregularidades en el proceder del gobierno encabezado por el presidente Daniel Ortega.  De hecho, años atrás, cuando el derrocamiento de Anastasio Somoza asumió el poder Ortega como presidente, el que nombró a Ramírez como vicepresidente.  Con el paso de los años se acentuaron las diferencias entre uno y otro, hasta que  Ramírez se desvinculó completamente de Ortega en 1995.

Las diferencias de pensamiento siempre han existido.  En una democracia tenemos la libertad para pensar como queramos, siempre y cuando ejercer ese derecho no dañe a terceros.  Sucede, sin embargo, que el poder muchas veces distorsiona la forma de pensar de quien lo ejerce, y se presentan excesos tantas veces catastróficos.   Hoy en día vivimos una atmósfera de mucha mayor aceptación de las diferencias entre unos y otros: Hay libertad de culto, de afiliación política; libertad para expresar la propia sexualidad, entre otras más.  Contrastándolo con los años de la dictadura en Chile, nos hallamos del otro lado, y en definitiva no estamos dispuestos a dar marcha atrás hacia regímenes absolutistas.

Entre los términos “tolerar” y “aceptar” hay una enorme diferencia.  Tolerar representa la actitud de permitir algo que finalmente no aprobamos.  Aceptar, por su parte, es reconocer en otros la libertad de pensar, actuar y expresarse como deseen.  Esta última es una conducta en dos direcciones, en la medida en que te acepto, espero ser aceptado.

La pandemia ha modificado muchas realidades sociales.  Para algunas personas ha roto los arquetipos rígidos prepandemia.  En otras  ha sucedido lo contrario, la inminencia de la enfermedad y la muerte ha hecho que se aferren a sus paradigmas de siempre de manera obsesiva.  Es por ello por lo que, en estos dieciocho meses han convivido conductas distintas, quizá hasta opuestas, dependiendo del motor que mueva a unas y otras.  Baste recordar el número de casos que hubo de personal sanitario atacado de diversos modos, llegando hasta el homicidio.  Tenemos además a esos personajes que se niegan a vacunarse o a usar cubrebocas, y que, en lugar de quedarse en su casa, frecuentan sitios públicos poniendo en riesgo a muchos.  El caso contrario: apreciamos generosas manifestaciones de individuos, grupos e instituciones, apostando a favor de la prevención de la enfermedad, o bien dando apoyo al personal de salud o a los enfermos.

La crisis sanitaria ha sido un punto de inflexión, disparador de muchas conductas sociales.  Podemos dejarnos llevar por el caos, o bien, asumir esta crisis como una oportunidad única de crecimiento personal.  Alcanzaremos a ser capaces de extraer lo mejor de cada situación, como hicieron Gonzalo y Pedro, protagonistas de “Machuca”, o bien, terminar sucumbiendo

POESÍA de José Emilio Pacheco

 


Página

Gracias, mil gracias, todo está muy bien,

Celebro lo que hacen y lo agradezco.

Me gustan mi laptop y mi láser printer.

Pero soy como soy y no son para mí

poemas en pantalla ni a muchas voces

ni con animaciones electrónicas.

Me quedo (aunque sea el último) con el papel. 

La página no es, como se dice ahora, un soporte

en la casa y la carne del poema.

Allí sucede un íntimo encuentro

que hace de otras palabras tu mismo cuerpo

y te vuelve uno solo con lo que dicen sus letras.


Tomado de su libro: "Los días que no se nombran".

Sinfonía confinada: La ternura

 
Agradezco a mi apreciado amigo Moy tan maravilloso aporte.
Pueden activarse subtítulos en español.

POESÍA de Héctor Olveda






Los niños del desfile

Coronado de algodón y una calva
Impostora
Por la mañana después de los honores
Con un sayo de sotana se acalora
Un niño siendo el cura de Dolores.
Ante ese móvil escenario de petate
Chiqueadores imagino por las sienes
De un párvulo Morelos, los laureles
Que la gloria ciñó, y el paliacate.
Con este Siervo de nuestra Nación
Son ya cinco las réplicas que veo
“Suficientes” dijera Napoleón
“Me son para ganar el mundo entero”
Al episodio después con su guerrilla
Impulsan en violenta recreación
Tres púberes de sexto con patillas
Que son Mina, Matamoros y Rayón.
Mas luego el viento dibuja imaginarios
Dos rostros con folklórica cenefa.
Rebelde apareció Leona Vicario
Insurgente y de perfil, Doña Josefa.
Los que viajan en carros alegóricos
No ocupan en su andar de valentía
Pues más incierto es y más estoico
Marchar detrás de la caballería.
Quienes viven aún tras el combate
Se premian con la silla de Iturbide
Fusilados los héroes se despiden
Desangrados en salsa de tomate.
Ya levanta la pública intendencia
Migajas, corcholatas y envoltorios
Que si pasión ocupan los jolgorios
Martirio y corazón, la Independencia.
Frente a una estatua, los niños del desfile
devorando dichosos, se retratan
La vasta hilera de un elote con chile
Imagen absoluta de la patria.

Es tiempo de reinventar mi vida: Reflexión de César Fernández

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez




Aprender a vivir con lo que se tiene lo logra casi cualquiera, pero vivir con actitud positiva, sin reclamos, sin frustraciones, no cualquiera puede hacerlo. Y si esto no es empresa fácil, menos lo es aprender a vivir cuando se ha perdido lo que ya se poseía, ya sea personas, el amor, la salud, estabilidad económica, aptitudes. 
Desprenderse de estas valiosas pertenencias, es más difícil que nunca haberlas poseído, requiere de más fortaleza, de mayor capacidad de adaptación, de poder reinventarse para vivir sin aquello; de sustituirlo, de sublimarlo, de no quedarse atado a lo que ya no es o no se posee para poder apreciar lo que sigue siendo invaluable en nuestras vidas. 

Aprender a vivir con lo que tenemos, con lo que ya no tenemos, sin dejarnos arrastrar por la depresión, por la angustia de lo que fue y no podemos recuperar, y hacer de ello buen recuerdo, agradecimiento por haberlo poseído y no solo reclamo por perderlo. 

Todo es parte de lo que ha construido nuestra vida hasta eso que se nos ha derrumbado, así se va escribiendo la vida y nadie dijo que todo fuera ganancia. 

Sin que sea empresa fácil, lo repito, la vida siempre tiene algo de rescatable, la esperanza que es cien por ciento renovable, nos alienta a vivir el hoy apreciando en todo lo que vale lo que hemos sido, lo que somos, lo que hemos perdido, lo que poseemos, lo que somos capaces de dar a los demás y lo que de ellos recibimos. 

¡Hoy debe ser un buen día!

El video más amable de la Tierra