domingo, 25 de enero de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

TOLEDO EL MAGNÍFICO
Quise comenzar esta colaboración con una cita del Diccionario de la Real Academia sobre el término “magnífico” que asocio en el título al apellido Toledo, mas no me satisfizo lo citado por la RAE, limitado a algunos sinónimos como “espléndido, suntuoso” o “excelente, admirable”.  Hubiera querido que hablara sobre algo (o alguien, como en el presente caso), que engrandece el todo cósmico con su existencia o su actuación.  Es lo menos que podría yo referir para hablar sobre el legado que acaba de hacer el pintor oaxaqueño Francisco Toledo a la nación.
En su momento ha habido grandes personajes que donaron  parte o el total de su obra o el usufructo de la misma a causas más allá de la propia persona, y que no en pocos casos el motivo original de la donación se ha desvirtuado con el tiempo, como sucedió con la hacienda La Herradura en Polanco, donada por la viuda del expresidente Manuel Ávila Camacho, especificando que lo hacía para el propósito de  albergar a personalidades extranjeras en visitas oficiales a México, y que ya para el tiempo de Vicente Fox se utilizaba para eventos privados de personajes de la clase política y sus jóvenes herederos.
Más allá de lo anterior, total desacato  a la voluntad última de un personaje público,  lo que acaba de hacer Toledo tiene un doble valor histórico, pues lo lleva a cabo en un momento cuando la credibilidad en las instituciones del país  se halla en una severa crisis.
De alguna manera los mexicanos estamos empantanados, diría yo, en dos grandes grupos: El de los fieles de la televisión, que por cierto andan de fiesta con sus nuevas pantallas planas, y el de los asiduos a las redes sociales que practicamos la crítica y la quejumbre política, y en ocasiones de ahí no pasamos… Estamos al tanto de cuanto ocurre, nos aprontamos a tomar partido, y levantamos el índice de fuego para señalar, condenar y hacer pedazos con lenguaje desde florido  hasta soez, a los culpables, porque claro, en todo este asunto tiene que haber culpables, unos más culpables, otros menos culpables, pero al fin, todos compartiendo una culpa, menos nosotros…
El asunto es que, ni viendo tarde con tarde programas bobos o telenovelas absurdas, ni practicando el deporte de encontrar al malo en el escenario político, señalarlo y hostigarlo, México avanza.  Ahora viene a mi memoria algún fragmento con relación al periodismo escrito por el norteamericano Pete Hamill dentro de su colaboración para Letras Libres de mayo del 2000, intitulado “Carta a un joven periodista”, y que a la letra dice:
…”si lo que se conociera sobre México dependiera exclusivamente de nuestro periodismo, se perdonaría que los norteamericanos creyeran que sólo hay unas cuantas cosas importantes que saber: las drogas y el narcotráfico, el monolito no democrático y sin rostro del PRI y la corrupción endémica….”
Y viene aquello a mi mente frente al ejemplo arrasador de Toledo para enseñarnos a todos los mexicanos que la palabra última en esta vida y todos sus menesteres la  tiene el ejemplo, lo que se hace, lo que se muestra al mundo abiertamente en su desnudez total, de gran utilidad ahora cuando las precampañas electorales 2015 evidencian ese gran mal  que tiene que ver con querer convencer a la ciudadanía a través de lo que se dice, al margen del valor de la actuación.  Quien tenga dos dedos de frente no puede dejarse sobornar por las palabras al margen de los hechos.
Yo como mexicana me siento conmovida por el arte, porque de alguna forma el artista es el personaje más auténtico y transparente que existe en la galería de personajes públicos en cualquier país.  Me conmueve la obra de Toledo que parte de nuestras raíces de origen (en su caso raíces zapotecas de su natal Juchitán, cuna de mi familia paterna también)  y hace un rescate del México en el que vive y al que aspira.  Y más me conmueve su generosidad, su profunda fe en nosotros, mexicanos, cuando a cambio de su patrimonio valuado en más de dos mil millones de pesos ha pedido una moneda de un peso, que, quiero suponer, habrá de llevar consigo hasta el día en que muera.
¿Qué puede hacer cada uno de nosotros frente a ese ejemplo magnífico de amor y de fe por México…? ¿Es válido seguir en el estéril juego de señalar y alzar la voz como única acción de inconformidad…? ¿O nos abonamos a las filas de los que esperan su pantalla plana y su torta para el mes de junio…?

Toledo el magnífico.  Pido a la Real Academia que revise el uso de este adjetivo, mismo que ha cambiado para la historia a partir de ahora.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Revoltijo
Si lee usted mensajes en las redes sociales ya habrá comprobado que la primera víctima es el idioma.
Puede leer indistintamente coser y cosido que cocer y cocido, y la palabra qué se sustituye por una k y una e.
En los medios igual se atropella el idioma sin siquiera admitir que se cometen equívocos.  Son así porque así lo dicen ellos.
Ya le comentábamos de esa frase equívoca que habla de la refrescancia del sabor. ¿No querrán decir la frescura del sabor?
En los noticieros de una televisora juran que lo que pasa por las calles es el tráfico y no el tránsito.
A un redactor que jura que es lo mismo un vocablo que el otro le explicamos la diferencia entre uno y otro, y que no son sinónimos.
Tráfico es el manejo de bienes y personas, como el tráfico de drogas o el tráfico de influencias.
Tráfico no queda para hablar de lo que circula por las calles.  Por eso no decimos "iba yo traficando por Constitución", sino transitando.
Y añada las descomposiciones intencionales como las populares pero absurdas frases como las del Chavo del Ocho: "Fue sin querer queriendo, se me chispotió".
Desgastando las palabras se llega al extremo de reducir el vocabulario acreditado por la Academia, y nos entendemos con palabras tan ambiguas como el "oye wey".
jvillega@rocketmail.com

El lobo, el elegido y Gaudí - Ismael Bárcenas

Por primera vez colabora en este espacio el bloguero Ismael Bárcenas Orozco con un interesante texto.  Muchas gracias a él por su abierta generosidad, y a mi querida Tita por haber sido el puente entre ambos sitios virtuales. 

Un lugar común para iniciar conversación con alguien a quien apenas se conoce, bien puede ser el fútbol (aparte del clima, claro). Ya habiendo confianza, y en ocasiones cañas de por medio, uno se atreve a preguntar y emitir opiniones sobre política o religión. Es un arte no llegar a los botellazos ante cuestionamientos y discusiones. Gran reto y tarea pendiente tenemos al respecto.

Como sociedad nos hace falta dialogar y escuchar. No es cosa fácil, dice Silvio Rodríguez en su Canción del Elegido que “lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida”. Si abrimos el periódico nos encontramos con noticias espantosas: 230 niñas secuestradas en Nigeria, 43 estudiantes son desaparecidos (muy probablemente asesinados brutalmente) por el narcotráfico y la corrupción en México, afrodescendiente muerto en trifulca con la policía en EUA y agentes asesinados en su patrulla por un suicida en Brooklyn como revancha, pleito entre fanáticos del Atlético de Madrid y el Deportivo de la Coruña dejando como saldo víctima mortal. Si nuestros antepasados cavernícolas se sentaban alrededor del fuego para charlar y arreglar el mundo, también en la actualidad es necesario expresar puntos de vista y, especialmente, analizar esos condimentos explosivos que hacen del mundo un lugar violento e invivible. Hay que buscar alternativas y desactivar aquello que lleva a que el hombre se convierta en el lobo del hombre, diría Hobbes.

En lo personal no quiero vivir viendo en el otro a un enemigo en potencia, al contrario. Decían los griegos que la palabra es lo que nos hace diferentes de los animales. El diálogo, el escuchar y el exponer argumentos, puede ayudarnos a tocar lo intocable con cordialidad y respeto. Cuenta Leonardo Boff que, en el receso de un coloquio, abordó al Dalai Lama con esta pregunta: “¿Cuál es la mejor religión?". La respuesta que encontró fue: "La mejor religión es la que te hace mejor”. Pidiendo más claridad y elementos sobre cómo saber si se va en el camino de ser mejor persona, el Dalai señaló: "Aquello que te hace más compasivo, más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético... La religión que consiga hacer eso de ti es la mejor religión". Esta pauta me ilumina para no enfrascarme en monólogos iracundos. También, suponiendo que en la conversación iniciada con aquel desconocido, llegando al momento del in vino veritas, pueda animarme a preguntar: “¿Cómo te ayuda (o te reta) tu religión (o cultura) a ser un buen ser humano?”. Esta respuesta quiero escucharla con reverencia y atención pues deseo aprender de ella.

Ir por la vía del diálogo será un proceso lento. Derribar las torres gemelas llevó poco tiempo, igual quemar herejes. En Barcelona la construcción de la Sagrada Familia ha llevado años, ha sido labor de generaciones, y sigue edificándose. Intuyo que dialogar entre fronteras será algo similar. Quizá Gaudí, como en la canción del Elegido, recomendaría que realizar lo hermoso requiere mucho tiempo y trabajo. Lo que vale la pena, nos lleva toda la vida, incluso más. Esto aplica para levantar una catedral o bien, para erigir una cultura de diálogo y respeto en la diversidad.

Después del atentado en París, creo que es importante no caer en fobias. Ya será motivo de otros paréntesis hablar del fanatismo, censura, prudencia, multiculturalidad, etc. Por ahora me quedo con que a la persona hay que respetarla, como bien dice Fernando Savater en un texto reciente en El País. Toda idea es motivo de discusión, opinión, a veces de broma, ya sea en sobremesas, o en revistas irrelevantes o irreverentes. Por más que algún comentario nos remueva la víscera, creo que hay que apostar por el diálogo, la palabra y los argumentos como respuesta.

twitter: @elmayo

Texto publicado en EntreParéntesis

Torre Latinoamericana y sus alrededores

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


La vida, esa maravillosa sucesión de hechos esperados e imprevistos que van conformando nuestro día a día.

No hay día del todo programado, siempre habrá algo en él que no pudo ser planeado, algo capaz de cambiar el rumbo de las cosas, de tu vida.

Ese maravilla llamada destino, suerte, designio que te hace reconocer los límites que impone ser un simple mortal.

Hoy vivo lo que hace apenas unos pocos días ni siquiera pude haber imaginado, sea cual sea el destino el reto es adaptarse al cambio.

No todo está en mis manos, eso me libera de una gran responsabilidad, no me atemoriza, me hace fuerte, me exige ser versátil, flexible para que no se quiebre mi integridad.

Extraordinaria oportunidad nos da la vida de aprender a navegar en mansos mares o en plena tempestad, sea cual sea la travesía, siempre pido a la vida me ofrezca un muelle donde pueda de vez en cuando mi embarcación anclar.

Un Nuevo Yo: Canta Jorge Guevara

Video filmado en la ciudad de Piedras Negras y que incluye temas muy propios y muy dolorosos de esta frontera. ¡Excelente producción!

Viaje a Casa por Mevlana


INICIEMOS EL VIAJE A CASA

Levántense amantes, es hora de iniciar un nuevo viaje.

Hemos visto suficiente de este mundo, es tiempo de ver otro nuevo.

Estos dos jardines pueden ser bellos, pero transitemos más allá de ellos, a encontrarnos con el jardinero mismo.

Besemos la tierra y fluyamos como un río rumbo al océano.

Vayamos del valle de lágrimas al festejo nupcial.

Llevemos los colores de los botones en flor a pintar las pálidas caras.

Oh, mi corazón tiembla como las hojas de otoño a punto de caer.

En este mundo de polvo no hay un dolor de evitación, o un sentirse excitados.

Convirtámonos en bellas aves coloridas y volemos.

Volemos a la dulce tierra del paraíso

Donde todo está pintado por el pincel del Invisible,

Sigamos el signo oculto y encontremos al pintor.

Es mejor viajar acompañado, en este viaje solo el amor puede ser el camino

Nos hemos quedado en casa, asustados como ratones, hallemos valor y reunámonos con los leones.

Permitamos que nuestras almas se conviertan en espejos, destinados a reflejar la esencia de la belleza del Amado.

Mevlana


Gracias a Pravahi Laura por compartirlo.