LECCIONES DEL
MAESTRO RULFO
A partir de este mes de marzo Canadá exigirá a los mexicanos
visa para ingresar a dicho país.
Anteriormente se entraba sin mayor problema y la aceptación de inmigrantes
mexicanos era un trámite relativamente sencillo. Por razones de seguridad el país al norte de los Estados Unidos de
Norteamérica ha modificado sus trámites de ingreso y sus razones tendrá, máxime
cuando en nuestro país la inseguridad es cada día mayor, calculándose la
percepción de inseguridad en un 59.1% (INEGI, enero 2024)
En una reacción que me resulta visceral, el presidente
manifiesta que actuaremos en correspondencia para imponer una visa a
canadienses. Sería darnos un tiro en el pie, cuando la turística es una rama de
la economía que hace fuerte a México.
Además de que diversas localidades como son San Miguel de Allende en
Guanajuato; Ajijic en Jalisco; Rosarito en Baja California Norte y algunas
zonas playeras en la Península de Yucatán crecen por la presencia extranjera.
Visto de manera macro, estas rupturas se dan en muchas otras
instituciones. Hay grupos que se
organizan en torno a intereses comunes y que, luego de un tiempo de
consolidados, desarrollan pugnas internas que los desestabilizan, si no es que
los desintegran, o al menos los modifican de raíz. Los intereses de unos van gestando cambios
con el tiempo, cambios más profundos en la medida en que se trate de grupos más
numerosos.
Otros conflictos se observan entre amigos o incluso dentro
de las familias, llegando a fracturar lazos que de un inicio se hubieran
considerado vitalicios. Tal vez no se
pierdan en forma definitiva, pero sí sufren cambios que los modifican para
siempre. Máxime se observan cuando
muere el cabeza de familia y hay pugna entre los descendientes con respecto a
una herencia.
Las relaciones interpersonales se van magnificando hasta
alcanzar proporciones internacionales.
Cuando se pierde la voluntad de negociar y se mantiene la vista fija en
lo propio, sin otorgar el beneficio de la duda para explorar lo ajeno, poco se
va a modificar. Por desgracia de este
tipo de arranques no ha estado exento México, con repercusiones internacionales
hasta de gran envergadura. Enemistarse
con el vecino poderoso por cobijar a pequeños países totalitarios no ha sido la
mejor fórmula que ha aplicado el actual gobierno en el concierto internacional.
Hay una verdad absoluta y diversas realidades. Cada individuo verá las cosas desde su propia
perspectiva, de manera que su visión no podrá empatar con la de quien ve las cosas desde el lado
contrario. Por ello la clave es sentarse a dialogar, poner en la
mesa los puntos de vista y analizarlos con una mente abierta, dispuestos a
ceder, de ser necesario. Si la idea del
debate es convencer al contrario y si no se logra, retirarse, sin la opción de
pactar, nada va a lograrse.
Las campañas políticas han arrancado. Cada uno de los tres candidatos a la silla
grande irá barajando sus propuestas con
el afán de sumar voluntades a cada una de ellas. Estoy leyendo “El gallo de oro” de Juan Rulfo. El diálogo que se da entre Lorenzo
Benavides, experimentado gallero, y Dionisio Pinzón, humilde campesino de San
Miguel del Milagro, que llega a los palenques por mera casualidad, es muy ilustrativo y nos
enseña muchas cosas de la política de todos los tiempos. Para animarlo a participar, Lorenzo advierte
a Pinzón que en el campo donde luchan los gallos las cosas no son como
parecen. Que hay una organización muy
compleja detrás de galleros y apostadores, y que antes de las peleas se llevan
a cabo pequeñas acciones para alebrestar al gallo propio o para debilitar al
contrario, de manera de inclinar las
cosas en un sentido o en otro.
Ahora que revisamos lo endebles que pueden ser las
relaciones humanas, en particular las que tienen que ver con el poder, nos
corresponde mantener la cabeza sobre los hombros para atender las propuestas de
cada una de las tres partes que estarán en contienda. Revisar mentalmente cómo está nuestro país en
estos momentos y decidir libremente si queremos la continuidad o el
cambio. Roguemos al cielo porque lo que
vaya ocurriendo cada día de los siguientes noventa apueste a una toma de
conciencia ciudadana, que cada mexicano asimile que su voto es muy importante
en la cuenta final, para que salga a emitir un sufragio bien pensado, apostando
al proyecto de nación que mejor le convenza.
Nunca he sido partidaria de las peleas de gallos. Una única vez, siendo niña, entré a un
palenque con mi papá. Él me preguntó
cuál gallo me parecía ganador y apostó diez pesos por mí. Escogí un gallo blanco que finalmente perdió. Mi mente infantil jamás hubiera entendido
todo lo que hay detrás del círculo de vida y muerte. Hoy con Rulfo estoy
descubriendo lo que oculta el telón.